Girls: Crecer duele

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Girls nunca fue una serie tradicional. Por eso es lógico que su final tampoco lo haya sido. La serie de Lena Dunham siempre ha seguido sus propias normas, y una de las más importantes es no darle al espectador lo que quiere, sino lo que la historia necesita, aunque esto suponga enfadar o frustrar a la audiencia (de eso se trata, de ver cómo sus protagonistas toman las peores decisiones una y otra vez). Y si el último capítulo de Girls necesitaba dejar atrás a la mitad del cuarteto protagonista (Jemima Kirke y Zosia Mamet no aparecen) para centrarse en Hannah y Marnie, será por algo.

Para muchos, el verdadero final de Girls llegó con los dos capítulos previos al último, “What Will We Do This Time About Adam?”, en el que nos despedimos de la pareja romántica más importante de la serie, la formada por Adam (Adam Driver) y Hannah, con la media hora más agridulce de la serie, una fantasía romántica que se desintegra con el diálogo sin palabras más desarmante de la serie (si creíais que acabarían juntos, no sé qué serie estabais viendo), y “Goodbye Tour”, donde asistimos a la última “reunión” de las chicas y nos damos cuenta de que Girls nunca nos quiso hablar de la amistad del grupo, sino de su desamistad. Es decir, de cómo Hannah, Jessa, Marnie y Shoshanna nunca fueron realmente amigas, sino conocidas que mantenían sus relaciones por cumplir con las normas sociales o esquivar la soledad y el miedo al futuro. De esta manera, “Latching” (6.10) es más bien una coda, un epílogo que nos muestra la vida de Hannah meses después de dar a luz, ya alejada de la fantasía de Nueva York, de la fantasía de los 20.

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La serie podía haber terminado con aquel emotivo montaje de la protagonista observando a sus amigos en la fiesta de compromiso de Shoshanna, pero quedaba un último capítulo, y había que rendir homenaje a la única relación que puede asemejarse a una amistad real dentro de la serie, la de Hannah y Marnie. Por eso “Latching” comienza con un guiño a los inicios, ese traveling que recorre la cama para mostrarnos a las dos amigas acostadas, esta vez con Marnie abrazando a Hannah por detrás. Marnie ha decidido irse a vivir con Hannah para ayudarla a criar a su hijo, Grover, y esto la convierte automáticamente en la mejor amiga de la protagonista. “Estoy aquí. He ganado”, le dice satisfecha y agresivamente. Nada de lo que hace Marnie es natural, todo es auto-impuesto y artificial, pero la decisión de ayudar a su mejor amiga es sincera, aunque no sea precisamente desinteresada (Marnie no sabe dónde encontrar su propósito y se aferra al de Hannah).

“Latching” incluye un tercer personaje principal, Loreen (la maravillosa Becky Ann Baker), que reaparece para ayudar a Hannah a dar ese último empujón hacia la madurez, hacia la realidad, aunque sea a base de gritos. Lena Dunham realiza así una despedida íntegramente femenina, centrada en tres personajes pertenecientes a dos generaciones distintas con las que lleva a cabo una cruda y sencilla reflexión sobre la maternidad. Si al comienzo de la serie nos hubieran dicho que esta terminaría con Hannah en el campo luchando con(tra) su nueva condición de madre no nos lo habríamos creído. Pero como decía, Girls nunca nos llevó por los derroteros más esperados, y mucho menos por los más complacientes. Estaba claro que esta no era la típica serie en la que todo se iba a cerrar de forma impecable y con un lazo (aunque si lo pensamos, las despedidas de los demás personajes centrales, por muy abiertas o repentinas que fueran, no podían ser más adecuadas según cada uno).

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Dunham no iba a decir adiós a la serie que le dio la fama y la convirtió en la voz más debatida y detestada de su generación con un happy ending al uso (esto no es Friends). Ella ha preferido darnos un final que es un principio, otro relato breve, casi independiente, con el que su personaje por fin deja atrás su narcisismo para poner las necesidades de otra persona por encima de las suyas. Puede que, paradójicamente, la carta de la maternidad sea lo más tradicional que ha hecho Dunham en la serie, pero convertirlo en el motor de su desenlace es lo que ha hecho que sea fiel a sí misma y su libre albedrío hasta su último minuto. Y hasta su última imagen, uno de esos preciosos primeros planos de Hannah con los que a Dunham le gusta tanto acabar los capítulos, y un mensaje final de esperanza para el personaje y el espectador después de tanta amargura: todo va a salir bien.

¿Y qué pasa con Marnie? El personaje de la infravaloradísima Allison Williams ha sido el más importante de la serie después de Hannah, y dejar que comparta el último capítulo con ella es el detalle más bonito y justo que se le podía regalar. El papel de Marnie en “Latching” es ilustrar la complejidad de la amistad, en concreto, ese momento de transición (normalmente a los veintitantos) en el que dos personas que lo han compartido todo o bien se separan para siempre o aprenden a ser amigos de forma adulta. “Latching” no nos enseña el futuro, pero por lo que vemos en el presente (esa tranquilizadora escena en el porche), podemos pensar que todo va a salir bien también para Marnie, que por primera vez en la serie se plantea un objetivo realista (estudiar Derecho). Seguramente, Hannah y Marnie aprenderán a ser amigas sin depender la una de la otra, a darse el espacio necesario sin alejarse para siempre, a estar en sus vidas sin tener que compartir el mismo techo o verse todos los días. Necesitamos creer que Shoshanna estaba equivocada, y que al menos lo que hay entre ellas dos sí es real, y podrán conservarlo en una versión más madura y equilibrada de su amistad.

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“Nadie dijo que esto sería fácil”, le dice Loreen a su hija, Hannah. Es la mejor píldora de sabiduría que podía darle. Y la que resume a la perfección lo que ha sido la serie, el camino que han recorrido estos personajes, concretamente Hannah y Marnie (“la verdadera historia de amor de Girls“, según su productora, Jenni Konner). Del egoísmo y el autoengaño a la madurez que conlleva darse cuenta de que efectivamente, ni es fácil, ni somos tan especiales como creíamos (Hannah no es la voz de su generación, es una más entre tantos, y darse cuenta de eso en los últimos capítulos es lo que la sitúa en el camino correcto), y en definitiva de dejar de pensar en uno mismo para atender a los que nos necesitan. Ha sido un camino repleto de golpes, desengaños y decepciones, pero es necesario atravesar por esto para acabar descubriendo ese “sentimiento de pertenencia”, para “ser alguien”, como dice la canción de Tracy Chapman con la que se despide la serie. Por eso, por haber sabido explicar tan bien ese sentimiento, recordaremos Girls como el retrato más fidedigno, honesto y comprometido de la juventud del cambio de milenio.

Girls: “Pánico en Central Park”

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Llevaba mucho tiempo sin escribir sobre Girls por aquí. No entendáis este abandono de mis menesteres recaperos como una pérdida de interés por mi parte hacia la serie de Lena Dunham. Todo lo contrario. Precisamente si he de dar una razón por la que no he vuelto a escribir nada sobre ella en más de un año es porque, a día de hoy, es mi serie favorita de las que hay actualmente en antena. La conexión que siento con esta ficción de HBO está a otro nivel, por eso me cuesta más escribir sobre ella. Y por eso he preferido limitarme a verla y absorber todo lo que Dunham me eche, dejándolo dentro, donde me apetece que se quede cada vez que termino un episodio. Pero resulta que este año, Girls nos ha dado uno de los mejores episodios de sus cinco años de emisión, y una de las piezas más excepcionales escritas por Dunham, “The Panic in Central Park” (5.06), por lo que esta vez me veo obligado abandonar mi retiro. Tenemos que hablar de este capítulo. Tenemos que hablar de Marnie.

Evocando al ya mítico “One Man Trash” de la segunda temporada (el episodio en el que Hannah pasaba un fin de semana romántico junto a Patrick Wilson alejada de la realidad), “The Panic in Central Park” es otro capítulo (aparentemente) separado del resto, una película de media hora. Así es como Dunham y los demás guionistas de Girls se aproximan casi siempre a la escritura de guiones, como unidades independientes que se preocupan más de contener una narrativa propia que de servir a un todo. Sin embargo, esta quinta temporada está siendo ligeramente distinta a las anteriores, y quizá por eso, esté siendo la mejor en mucho tiempo. La clave está en que la trayectoria de los personajes está más definida, sus tramas son más lineales y por tanto, la serie está adoptando una dirección más concreta, seguramente de cara al final el año que viene. Eso hace que episodios como el que nos atañe sobresalgan aun más. “The Panic in Central Park” sigue respondiendo al afán de Dunham de realizar mini-películas dentro de su serie, pero a la vez que explota su naturaleza autónoma, supone un punto de inflexión coherente y definitivo en el recorrido personal de Marnie, en la que el episodio se centra exclusivamente, así como de la serie en general.

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Marnie ha sido quizá el personaje más maltratado por la Dunham guionista a lo largo de toda la serie, pero que Girls no es una serie complaciente ya lo deberíamos saber todos (cuánto agradezco esto), y todo tiene un porqué, todo converge en este episodio, una auténtica oda al personaje. Apenas unos meses después de casarse con Desi (probablemente el personaje masculino más insoportable de toda la serie), Marnie está atrapada en su matrimonio, confinada entre cuatro paredes que, si ya la oprimían, ahora limitan más su espacio gracias a las reformas de Desi en el apartamento (la metáfora está clara, ella quiere espacio, él intenta dárselo, pero lo que está haciendo es encerrarla aun más). Después de una pelea con los consiguientes lloriqueos teatreros y pataletas infantiles de Desi, Marnie se marcha a dar un paseo para despejarse. En su camino se encuentra con un fantasma del pasado: Charlie. Su primer instinto es huir rápidamente de ahí. No puede ser que justo en ese momento, vestida de andar por casa, con un moño mal recogido y en uno de sus peores momentos personales, se vaya a encontrar con la persona que la abandonó sin dar explicaciones, la insultó y le rompió el corazón. Pero Charlie la convence de que se vaya con él. Marnie decide dejarse llevar -al fin y al cabo no tiene nada que perder- y la tarde se convierte en una noche romántica en Nueva York, en la que ella se libera no solo de las cadenas de su marido, sino de las suyas propias. A simple vista, Marnie es la girl más juiciosa, la que está constantemente preocupada por lo que los demás pensarán de ella, por la imagen que proyecta, por el comportamiento de los otros y cómo este se refleja en ella (en realidad, Marnie solo quiere conectar e importar a los demás, y no sabe cómo hacerlo). Pero esta noche con Charlie se ha propuesto descansar de Marnie. Por eso se enfunda en un vestido rojo supuestamente elegante pero en realidad poco favorecedor que le ha elegido su ex, por eso le sigue el rollo y le saca 600 dólares a un señor que la confunde con una prostituta, por eso se sube a una barca ajena en un estanque de Central Park y pasea por las calles de Nueva York empapada y descalza, y por eso le dice a Charlie: “No voy a intentar cambiarte”.

Sin embargo, aun cuando no está siendo ella intencionadamente, Marnie está tan centrada en sí misma, en su visión del mundo (“Yo pensaba que ya no se atracaba a la gente en la calle”), que no ha sido capaz de ver las señales, de darse cuenta de lo que tiene delante de las narices. La noche termina en el cochambroso apartamento de Charlie. La Marnie de siempre lo habría criticado, pero esta se da una ducha en el baño comunitario del edificio, destaca lo caliente que sale el agua y le da un beso cariñoso a Charlie, que aun dormita. Pero entonces Marnie encuentra una jeringuilla en el pantalón de Charlie y las piezas empiezan a encajar (el título del episodio hace referencia a la película de 1971 The Panic in Needle Park, sobre una pareja de heroinómanos interpretados por Al Pacino y Kitty Winn). Su aspecto desmejorado, su nueva actitud despreocupada y temeraria, sus nuevas amistades, la visita al club exclusivo donde desaparece para hacer negocios en el baño, las mentiras sobre su padre y su trabajo. Que ella haya dejado de ser Marnie por una noche y haya parado de sobreanalizarlo todo ha impedido que se dé cuenta de que algo no iba bien. No basta con salir de su autoengaño, Marnie también se da cuenta de que debe dejar de vivir en el engaño de los demás y decide de huir de allí. Y así es como llega a la conclusión de que su matrimonio ha acabado. Cuando llega a su apartamento, Desi la está esperando en las escaleras. Él intenta negociar (suciamente) para que Marnie no lo abandone, pero ella ha tomado una decisión, probablemente la más difícil y a la vez la más fácil de su vida. Marnie se ha liberado de una responsabilidad que no debería ser tan dificultosa, y lo más importante, se ha liberado de sí misma.

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“The Panic in Central Park” termina como empieza, con un primer plano de Marnie pensativa, pero la del principio no es la misma que la del final. Después de dejar a Desi, Marnie acude a Hannah y se acuesta en la cama junto a ella y Fran (que la acogen con cariño y naturalidad), un gesto que evoca a la primera temporada, a momentos como el abrazo final de uno de los episodios definitorios de Girls, “All Adventurous Women Do” (1.03), y nos recuerda la importancia de seguir explorando los vínculos de estos personajes para darles una conclusión. Las tramas de la quinta temporada de Girls están más centradas que nunca, y, aunque todavía queda una temporada y media, van sin duda encaminadas hacia su final, donde las protagonistas probablemente tendrán que aprender a ser amigas de verdad o dejarán de serlo para siempre (si es que alguna vez lo fueron). “The Panic in Central Park” es un episodio descomunal, conmovedor, desarmante, media hora de televisión a flor de piel. Nos regala una de las mejores interpretaciones de Allison Williams en la serie, secundada por un magnífico Christopher Abbott (al que no esperábamos ver nunca más en Girls, lo que hace que el capítulo sea aun más sorprendente y especial), y deja constancia del refinamiento de Dunham a la hora de escribir historiasGirls nunca ha dejado de ser extraordinaria, pero con “The Panic in Central Park” alcanza un nuevo nivel de trascendencia y sofisticación narrativa (la serie nunca ha sido tan radiantemente triste). Gracias a este episodio, a partir de ahora no podremos ver a Marnie de la misma forma, y a la vez seremos más capaces de ver el mundo a través de sus ojosGirls está cambiando, está evolucionando como lo haría una persona, y no podría hacerme más feliz ser testigo de esta preciosa transformación.

Reseña: “No soy ese tipo de chica”, el primer libro de Lena Dunham

Lena Dunham Autumn de Wilde

“Lo que se manifiesta como un miedo ¿es en realidad una especie de instinto de resistirse a ser joven? A la juventud, con todos los riesgos que conlleva, las humillaciones, las incertidumbres, la presión de hacerlo todo antes de que sea demasiado tarde. ¿Está la sensacion de la muerte inminente ligada al deseo de dejar una especie de legado? Una vez escribí, pero nunca filmé, un corto en el que se celebraba un gran funeral en mi honor. Todo el mundo a quien quiero hablaba de mí. Al final, saltaba de mi ataúd y gritaba: ¡Sorpresa!”

Si hay algo mejor que recibir una oferta de tres millones de dólares a los 26 años por escribir tu primer libro, es tenerlo medio escrito para cuando firmas el contrato. Eso es exactamente lo que le ocurrió el año pasado a Lena Dunham, creadora, productora, directora, guionista y protagonista de la serie GIRLS, de HBO. Después de autoproclamarse sin reparos “la voz de una generación” a través de su álter ego televisivo Hannah Horvath, Dunham ha demostrado que el título no le venía precisamente grande. Con tres años en el candelero, una fuerte presencia en las redes sociales y habiéndose confirmado como una de las personas más influyentes de la cultura estadounidense, la autora publica su primer libro, No soy ese tipo de chica (Not That Kind of Girl: A Young Woman Tells You What She’s “Learned”), en el que invita a los lectores a adentrarse (todavía más) en su ajetreado mundo interior.

Lena Dunham is Not That Kind of GirlY digo que Dunham tenía escrito ya medio libro, porque No soy ese tipo de chica es en realidad una colección de ensayos de la autora, escritos en diversas etapas de su vida. Lena se presenta en la introducción como “una chica de 20 años”, pero los artículos que conforman el libro abarcan desde la infancia hasta su actual trabajo en GIRLS. Y es que la autora lleva desde niña documentando compulsivamente su vida. Por eso, No soy ese tipo de chica es en cierto modo  una autobiografía, la historia de alguien que, con menos de 30 años, puede jactarse de tener suficientes experiencias como para presentar unas memorias a tan temprana edad. ¿Y cuál es el propósito de este libro (más allá de seguir amasando millones)? Sencillamente narrar el proceso de transformación que ha experimentado a lo largo de su vida para llegar a convertirse en la mujer que es hoy en día, aún insegura, tremendamente imperfecta, pero capaz de respetarse y valorarse a sí misma en un entorno en el que el resto del mundo se empeña en decirle que no tiene derecho. Hasta cierto punto, No soy ese tipo de chica puede funcionar como un libro de autoayuda orientado a su generación que sin embargo debería leer todo el mundo (hombres y mujeres) para entenderla.

Para ello, Dunham se desnuda una vez más, esta vez de forma figurada. Los relatos incluidos en esta su primera aventura editorial están escritos sin tapujos, sin ningún tipo de miedo a la sobreexposición, al qué dirán. Al igual que su serie, son en cierto modo una provocación, un desafío, un gran fuck you a todos aquellos que siguen sin entender lo que pretende con su obra: contribuir a que vivamos en un mundo en el que lo normal sea que aceptemos socialmente a una mujer que se quiere y se respeta, especialmente si no es un bellezón de piernas largas y (supuestamente) le sobran unos kilos. Así, Dunham nos da la bienvenida a su complicada, desbordante y contradictoria mente de la misma manera que a su vagina, y a cada rincón de su cuerpo, sin temor a mostrarse tal y como es, orgullosa, autoconsciente y brillante. No soy ese tipo de chica es por tanto la crónica de una mujer que ha considerado que su historia, por muy poco extraordinaria que pueda resultar a muchos, y por muy autoflagelante que parezca, es lo suficientemente interesante y valiosa como para ser compartida con el resto del mundo. Y eso es lo que hace que sea tan importante.

No soy ese tipo de chica está dividido en 5 secciones donde Dunham agrupa sus ensayos por temáticas:

No soy ese tipo de chicaAmor y sexo: Lena empieza el libro directa al grano, contando cómo y cuándo perdió la virginidad. Para el relato de sus primeras experiencias sexuales no escatima en detalles. Cuántas veces puede uno pensar a lo largo de un libro “si yo hubiera escrito esto, me moriría de vergüenza que lo leyera mi familia”. Pero a Dunham poco le importa dejar constancia de su complejo de Electra, o hablar de cuando dormía con su hermana pequeña y se masturbaba pegada a su espalda sin que ésta se diera cuenta. Estos primeros ensayos llegan a adentrarse en terrenos incómodos, incluso escabrosos (su atracción por los tipos despreciables), y los detalles son sorprendentemente gráficos, pero en todo momento al servicio de un estilo siempre divertido (“Estaba segura de que mi himen se había roto al saltar una valla en Brooklyn persiguiendo a un gato que no quería ser rescatado”), y en ocasiones sublime (“En un gesto a la igualdad de géneros, ninguno de los dos se corrió”). Pero en esta primera sección, Lena no solo nos relata sus aventuras de alcoba, sino que nos habla en detalle sobre su infancia y adolescencia, caracterizada por la enfermedad mental (hipocondría, TOC), los trastornos alimenticios (tuvo que renunciar al veganismo por su salud), una educación liberal y una autoconsciencia digna de estudio (de pequeña, Lena quedaba embelesada por su propia belleza ante el espejo). Resultan especialmente amenos y enternecedores los pasajes en los que revive sus años de secundaria, cuando su principal referente de comportamiento era Angela Chase, la protagonista de My So-Called Life, y antes de iniciarse tardíamente en el sexo: “A pesar de todas las películas de caprichosas chicas de secundaria que me gustaba ver, mis años de instituto los dediqué a querer a mis mascotas, escribir poemas de amor clandestinos, y entregando mi cuerpo solo a mis propias fantasías. Y todavía no estaba lista para dejar todo eso atrás”.

Cuerpo: El cuerpo de Lena Dunham ha generado más conversaciones, artículos de opinión y discusiones acaloradas que cualquier otro “cuerpo famoso” en los últimos años. Y eso es precisamente lo que ella pretendía exponiéndose de esa manera en su serie, desplazar la mirada al cuerpo “real” en oposición al que vemos en el porno o la comedia romántica, y a través de este experimento normalizar el sexo. En esta segunda sección, la autora cuenta sus problemas con la alimentación, cómo nunca le cogió el tranquillo a la bulimia, o cuando le diagnosticaron adenomiosis y le dijeron que tenía el útero desplazado (lo que da paso a una reflexión sobre sus deseos de maternidad). Como decía antes, Dunham no se pone cortapisas, y nos relata con todo lujo de detalles todo aquello que acontece dentro de su cuerpo, desde su primera regla hasta sus enfermedades de transmisión sexual. Resulta particularmente valioso el capítulo “Escenas de sexo, escenas de desnudo y mostrar tu cuerpo en público“, recomendado especialmente a los detractores de su exhibicionismo nato, que solo ven en ello un acto de egocentrismo y vanidad. En esta sección también hay cabida para curiosidades que más bien parecen artículos de Buzzfeed, como “15 cosas que he aprendido de mi madre” o “Qué hay en mi bolso“.

Amistad: Es significativo que ésta sea la sección más corta del libro, y no porque Lena no haya tenido, o no tenga amigos, sino porque queda patente así cuáles es su prioridad número 1 a partir de los 20: el trabajo. Sin embargo, Dunham tiene historias de sobra sobre la amistad, en especial junto a su mejor amiga desde la infancia, Audrey, hija de una de sus psicólogas, con la que coincidió en la universidad años después de dejar la terapia. En esta parte del libro destacan sin embargo dos ensayos que no tienen que ver con la amistad de manera estricta: su primera y única experiencia cuasi-lésbica (atención a la fijación de Lena con las lesbianas a lo largo de todo el libro) y la preciosa relación que mantiene con su hermana pequeña, Grace (que resulta ser lesbiana, he ahí la clave). El retrato en palabras que la autora hace de su hermana es uno de los pasajes más inspirados de No soy ese tipo de chica, un texto que rezuma amor, respeto y admiración. Amistad cierra con una oda a uno de los mejores amigos de Lena, Nueva York, su ciudad natal.

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Trabajo: “Para mí, dormir equivale a morir”. Está claro, Lena Dunham es hiperactiva, y necesita estar trabajando constantemente para sentirse viva. En esta sección, Lena nos habla de sus primeros trabajos en Brooklyn, concretamente de su empleo en una tienda de ropa cara (carísima) para bebés cuya clientela incluye a Gwyneth Paltrow, donde trabajó con una de sus mejores amigas, Isabel. En el capítulo “Guantecitos de piel: el placer de perder el tiempo” comprobamos que Isabel es la inspiración directa para el personaje de Jessa en GIRLS (interpretada por Jemima Kirke, también una de las mejores amigas de Lena, y la única girl de la serie a la que Lena incluye en los agradecimientos). Aunque el libro al completo sirve para averiguar de dónde provienen todos los temas, personajes y obsesiones de Lena en su serie, este ensayo es uno de los que más relación directa tienen con GIRLS, llegando a parecer un episodio de la serie novelizado. Sin embargo, en esta sección no encontramos demasiadas anécdotas tras las cámaras de GIRLS, más allá del relato de una tórrida y en última instancia decepcionante relación con un miembro del equipo. Lo que sí obtenemos es un poderoso escrito sobre su desafiante condición de mujer veinteañera en Hollywood, y su negativa a convertirse en un trozo de carne para todos esos repugnantes “ladrones de energía” de la industria. Solo una muestra de las convicciones feministas que salpican todo el libro.

Panorama general: Como indica el título, aquí se incluyen aquellos ensayos de temática general que no encajaban en las anteriores secciones. Estas historias nos llevan de nuevo hacia su infancia, tan idílica y acolchada que creó en ella una imagen equivocada de lo que era el mundo real. En “La terapia y yo“, Lena nos hace un repaso exhaustivo por todas sus etapas de terapia con diferentes psicólogas. Es uno de los capítulos más estimulantes e inteligentes del libro, un texto que resalta la vulnerabilidad de la autora, pero que también refleja como ninguno su crecimiento, y que se antoja como el más sincero y revelador del libro. Aquí también terry-richardson-shoots-lena-dunhamencontramos un bonito “cuento” sobre sus años en el campamento femenino Fernwood Cove, que es en realidad un homenaje encubierto a su madre y un ensayo sobre la muerte que nos remite a aquel fantástico episodio de la tercera temporada de GIRLS, desvelando una vez más que los conflictos internos de Hannah formaron parte alguna vez de Lena, aunque muchos de ellos ya hayan sido superados con creces (de ahí que se pueda permitir escribir así sobre ellos). El libro cierra con una preciosa “Guía para fugarse“, en la que la autora nos habla del deseo innato de desaparecer del mundo, algo mucho más triste que la muerte.

No soy ese tipo de chica recurre en demasiadas ocasiones al relleno en forma de listas y otros trucos para aumentar número de páginas (un e-mail reproducido y comentado como si fuera un clásico de la literatura en edición anotada, su diario de comidas…), y encontramos en él mucha información repetida y contradictoria (¿escaso trabajo de edición o hecho adrede para resaltar las imperfecciones de la autora, porque de eso se trata precisamente?) Y aun con todo, el primer libro de Lena Dunham es la prueba definitiva de que algo que lo espectadores de su serie sabíamos, que estamos ante una escritora excelente con una mente privilegiada. Dunham posee una increíble capacidad de observación y autoanálisis, hace alarde de una inagotable fuente de referencias (de lo más culto a lo más pop), y crea una prosa rica y naturalista que fluctúa entre lo naíf y lo trascendental para dar lugar a una serie de reflexiones muy perspicaces sobre la incertidumbre que supone vivir en la veintena, y vivir en general. Estos ensayos funcionan como testimonio de su trayectoria personal y profesional, pero también como muestra de cómo podría ser su primera novela de ficción. Esperemos que para cuando le llegue la oferta, también la tenga medio escrita.

No soy ese tipo de chica ya está a la venta en España, editado por Espasa.

GIRLS: Honestidad brutal

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No sabemos si fue su plan desde el principio, pero Lena Dunham ideó la segunda temporada de GIRLS como un experimento social, una prueba de aguante definitiva para los fervientes detractores de su sobre-exposición y su exhibicionismo. Dunham se situó a sí misma en el ojo del huracán, tanto dentro como fuera de su serie, muy dispuesta a destapar y desafiar la avalancha de misoginia y repugnante doble moral que suele provocar su trabajo, pero sobre todo marcando bien la diferencia entre los que entienden lo que está haciendo con su serie y los que no, aquellos que a estas alturas siguen tomándose su discurso de manera literal y basan sus críticas en lo que Dunham precisamente está satirizando (“La odio porque es una egocéntrica”. Cariño, de eso va la cosa, si no lo entiendes, puerta). Después de una temporada decididamente oscura, incluso grotesca, caracterizada por el descenso a los infiernos de Hannah y en la que Dunham se desnudó cuanto más se quejaba la gente (a ver si gritando os enteráis), GIRLS terminó con un toque de optimismo, con una season finale que desmontaba los cánones de la comedia romántica desde el particular universo de Dunham y Judd Apatow, y que prometía una tercera temporada más luminosa.

Esta nueva entrega de GIRLS arrancaba con un claro propósito: Desvelar “la naturaleza de la amistad femenina” (Hannah, “Truth or Dare”, 3.02). Y para ello era necesario acercar a las cuatro protagonistas, que si bien nunca estuvieron particularmente unidas, acabaron siendo casi extrañas debido al desmembramiento de la anterior temporada. Claro que, con siete episodios emitidos hasta ahora, la tercera temporada no supone ningún cambio sustancial en cuanto a la macro-estructura de GIRLS. A pesar de la intención de aunar a sus personajes bajo el mismo techo, Dunham sigue concibiendo cada episodio como una unidad narrativa semi-independiente del resto, como cortometrajes que forman parte del mismo universo pero funcionan según por sus propias reglas y temáticas individuales. Esta temporada hemos visto por ejemplo una brillante reflexión sobre el trabajo en “Free Snacks” (3.06) o un sublime ensayo sobre la muerte (a través de los ojos del ser más egocéntrico del planeta) en “Dead Inside” (3.04). La tercera temporada de GIRLS alcanza su punto de ebullición con un episodio que nos remite a aquella burrada impresionante que fue “One Man’s Trash“. En “Beach House” (3.07) (¡qué hipster! ¡Beach House es el nombre de un grupo indie!), la escapada de la realidad (o a la realidad) no la realiza solo Hannah, sino las cuatro “amigas”, que hacen un viaje a la playa organizado por una Marnie más desesperada que nunca por encontrar algo de estabilidad, aunque sea forzándola hasta lo enfermizo.

“Beach House” es un ejercicio de purificación, incluso de purga, para las protagonistas, y para la serie en general. Llegados a este punto, como observadores ya hemos descrifrado cuál es la naturaleza de la amistad de estas cuatro chicas. Hannah, Marnie, Jessa y Shoshanna permanecen unidas (más o menos) por intereses egoístas -se quieren porque se utilizan para alimentar sus egos y sus fantasías cosmopolitas, y para escudarse de sus miedos e inseguridades. Están atrapadas bajo una venda de auto engaño y regidas por una serie de normas provenientes en su mayor parte de la mente de Shoshanna, y basadas en lo que debe ser una relación de chicas según constructos ficcionales como los de la televisión o las revistas de moda. Este fin de semana en la playa, que no tiene nada que ver con las vacaciones de Rohmer, culmina en el súbito despertar de Shoshanna -que esta temporada más que nunca se ha comportado como una caricatura de una caricatura de sí misma-, lo que lleva a que todo esto salga por fin a la luz.

Por primera vez en mucho tiempo (quizás desde aquella dolorosa pelea entre Hannah y Marnie en la primera temporada) vemos el verdadero rostro de estos personajes, y es mucho más duro de lo que parece. Las cáusticas palabras de Shoshanna (que parecen reproducir literalmente las de aquellos que cargan públicamente contra Lena Dunham), sorprendentemente poseída por un odio visceral y una crueldad que deja al descubierto lo cansada que está de vivir en su particular realidad, proporcionan una brutal experiencia de catarsis para todos, para ellas y para nosotros. Un terrorífico remanso de lucidez en el que mirarse y asustarse de lo que se ve, con el Dunham os dice -directamente esta vez- de qué coño va su serie. El precioso plano final de “Beach House”, en el que Hannah, Marnie, Jessa y Shoshanna dejan atrás la horrible experiencia de la noche anterior para descansar de sí mismas, es sin duda un destello de esperanza que nos hace pensar que quizás algún día todo esto les sirva para encontrar la manera de ser amigas de verdad. Sin embargo, ellas seguramente optarán por la negación y volverán a sus hipócritas y obnubiladas existencias. Nosotros no podemos hacer eso, hemos visto la cara de la bestia, y ahora nos acecha.

Looking: Buscando la serie normal

HBO Looking

Se busca serie normal, sobre casi treinta y cuarentañeros (¿por qué es “cuarentón” la forma más extendida?) tratando de encontrar su lugar en el mundo, buscando el amor a contrarreloj, viviendo su intimidad, aprendiendo de los errores, y errando de nuevo a pesar de ello. Se busca serie que explore el día a día de un grupo de amigos en una gran ciudad, con sus idiosincrasias, sus neuras y taras sociales. Se busca serie sobre la vida, sobre la eterna disyuntiva de si vivirla o dejarla pasar, sobre el terror a la soledad y la importancia de la familia (la que elegimos nosotros) para mantener la cordura. Se busca serie normal, pero protagonizada por hombres gays en lugar de hombres y mujeres heterosexuales. Se buscaba, porque es posible que la hayamos encontrado. Looking de HBO nace con la agenda bien clara: ser una serie protagonizada por gays que no gira exclusivamente en torno a ser homosexual sino a ser una persona. ¿Cumplirá su propósito o se quedará en “serie gay” para consumo exclusivo del público masculino homosexual?

Tras ver el primer episodio, “Looking for Now“, entendemos las comparaciones con la otra comedia con la que HBO ha emparejado a Looking en la noche de los domingos, la ya asentada Girls. El tono de ambas series es distinto, pero el núcleo temático es el mismo (ambas tratan sobre todo lo que he enumerado en el primer párrafo). Sin embargo, donde la serie de Lena Dunham busca la naturalidad hiperbólica y satírica para exponer la verdad, la de Andrew Haigh (director de la venerada Weekend) hace gala de un naturalismo tranquilo y altamente calculado -con sus forzadas y pretenciosas referencias cultas- que carece de poder de impacto y perdurabilidad. Lo que es una manera retorcida y repelente de decir que por ahora Looking es aburrida, trivial, incluso anodina. Looking se podría adscribir al género televisivo “Serie sobre nada” (y sobre todo a la vez), y en su devenir anecdótico y cotidiano, así como en su ritmo sereno, podemos ver claramente la intención de Haigh: ofrecer una serie realista, y real, con la que podamos identificarnos. Sin embargo, al evitar los grandes aspavientos dramáticos de otras series, Haigh se pierde en la nadería de las vidas de sus protagonistas. En efecto, Looking va de nada y de todo a la vez, pero en el peor de los sentidos.

Otra serie con la que es fácil (e inevitable) comparar Looking es Queer as Folk, la primera (y prácticamente única) serie catalogada como “serie gay” (con permiso de Will & Grace, y de Teen Wolf). No obstante, las comparaciones deben detenerse en el hecho de que sus protagonistas sean homosexuales. Looking se desmarca de la fábula excesiva, inverosímil y demagógica que fue la serie de Showtime restando gravedad y reivindicación de la experiencia vital de sus protagonistas, y renunciando a la (absurda) responsabilidad de tener que representar todas las facetas de la comunidad LGBT. Esto no es más que un reflejo de los tiempos que corren, menos mal. Queer as Folk estaba obligada a ser política, Looking se puede permitir ser simplemente existencialista, una serie sobre la búsqueda del amor, sobre el mundo de las citas (Dates, por cierto, estáis tardando) y el sexo; una serie indudablemente de 2014, ambientada en una ciudad vibrante y luminiscente como San Francisco, con sus referencias a Instagram, a hipsters barbudos, y dejando constancia de la importancia capital de Facebook en todos los aspectos de nuestra vida. Claro que no debemos engañarnos. Que Looking no aborde (todavía) la homofobia u otros problemas derivados directamente de ser gay no quiere decir que vaya a evitar todos los clichés del cine de esta temática. Porque seamos realistas, esos clichés son ciertos, y evitarlos para agradar a aquellos que detestan que se vincule al gay con la promiscuidad (qué asco de palabra para describir algo perfectamente natural y no exclusivo del gay) o las drogas no es una opción para Haigh. Para heteronormatividad a conveniencia y pulcros maricas asexuales ya tenéis Modern Family.

Looking_h

Dicho esto, la clave para conectar con Looking no debería ser el hecho de ser un hombre homosexual o no. Si quiere salirse de ese nicho de audiencia y ampliar horizontes, la serie debe hallar la manera de universalizar y enriquecer las experiencias de sus protagonistas. Y de momento no lo ha conseguido (otra cosa es que no esté interesada en ello; en ese caso no va por mal camino). Personalmente, como hombre gay me veo mucho más reflejado en las chicas y chicos heterosexuales de Girls que en los tres amigos protagonistas de Looking. Pero afortunadamente, la serie cuenta con el adorable y muy acertado Jonathan Groff, protagonista que ejerce como ideal vehículo de identificación: Patrick es un joven a punto de cumplir los 30, soltero, inseguro, ligeramente patoso (socialmente hablando), con un trabajo muy del siglo XXI (diseñador de videojuegos) y en ese punto en el que tienes menos claro que nunca hacia dónde se dirige tu vida. El personaje de Groff es el alma de Looking, un everyman gay, el no-héroe que nos invita a vivir la serie en primera persona (seamos hombre, mujer, gay o hetero). Es decir, el conducto para hallar la universalidad en el relato de Looking sin por ello sacrificar su especificidad.

Junto a él tenemos a dos personajes que añaden diversidad, Agustín (Frankie J. Alvarez), que tiene pareja estable, y Dom (Murray Bartlett), camarero de 40 años que solo piensa en follar. Todos son guapísimos, porque, ¿quién quiere ver una serie como esta con protagonistas feos? (Pocos autores se atreven a correr tal riesgo, ¿verdad, Lena?). Y, a pesar de ser relativamente encantadores y estar interpretados con suma naturalidad, todos están ligeramente desdibujados y por ahora no resultan interesantes (lo sé, lo sé, esto es normal, solo hemos visto un capítulo). Ya hemos comprobado que las mejores series se cuecen a fuego lento, pero puede que Looking no tenga demasiado tiempo para encontrar lo que busca (solo 8 episodios conformando lo que en un principio será una miniserie). Esperemos que sepa aprovechar su rica materia prima para trascender su etiqueta de “serie gay” y establecerse de verdad como relato humano. Es el primer paso hacia la utopía de una televisión en la que el público pueda pasar por alto si la persona que se mete en la cama con el protagonista es un hombre o una mujer, para centrarse en cosas más importantes.

Girls: Hannah en el País de los Adultos

Every single night’s a fight with my brain
I just want to feel everything
-Fiona Apple, “Every Single Night” 

Hannah Horvath quiere sentirlo todo, y Lena Dunham está empeñada en que nosotros lo hagamos también. Ha pasado ya una semana desde “One Man’s Trash”, uno de los episodios más polémicos de lo que llevamos de serie. Y por consiguiente, uno de los más comentados y analizados -que ya es decir. El capítulo se ha prestado a muchas interpretaciones, así como ha generado acalorados debates que han polarizado aun más si cabe a la audiencia. Sigue (y seguirá) resonando con fuerza el extraño y desconcertante poder de sus serenas imágenes y esa cualidad onírica que lo separa por completo del relato principal de GIRLS. “One Man’s Trash” se experimenta como una pieza autónoma, una especie de cortometraje que deja a un lado los habituales mecanismos narrativos de la serie y desnuda la historia de ornamentos, e incluso de humor, para dejarnos a solas con Hannah y un desconocido. O a solas, simplemente.

Muchos han entendido este episodio como un sueño, una fantasía de la protagonista, apoyándose en la (repugnante) teoría de que un ejemplar masculino como Patrick Wilson jamás estaría interesado en una chica con el físico de Dunham. Es cierto que “One Man’s Trash” desprende un halo de ensoñación que parece transportarnos directamente a lo más profundo de la mente de Hannah. Pero cuestionarse el realismo de lo ocurrido en un episodio de estas características está de más. Sobre todo cuando se hace apoyándose en preconcepciones tan rancias como la diferencia de edad, de estatus social o unos físicos supuestamente incompatibles. “One Man’s Trash” es en efecto un viaje al subconsciente de la verdadera Hannah Horvath, y está construido como si se tratase de un pasaje separado de su universo cotidiano. Una metáfora de sus anhelos y pulsiones más primarias que suponen la primera toma de contacto del personaje con la versión más verdadera (¿mejorada?) de sí mismo. La epifanía de Hannah desmonta por completo la manufacturada y forzada realidad que habita, y aunque acaba siendo inútil -la burbuja explota por culpa de su inevitable egocentrismo-, arroja algo de luz en su camino.

La idílica aventura con Joshua viene a reforzar la idea de que todos los personajes de Girls deambulan por la fantasía de sus vidas, tratando de comportarse como adultos, proclamando a los cuatro vientos que lo son (“Perdona, soy un adulto. Por eso he preparado esta cena”) moviéndose -o haciendo que se mueven- impulsados por unas aspiraciones artísticas que en teoría les proporcionarán la plenitud existencial. Observando la vida de Josh-ua, un adulto de verdad, jugando con él a las casitas durante dos días, Hannah comprende algo sobre sí misma. Está cansada de buscar experiencias (“I like it rare”, dice sobre la carne y sobre todo), de vivir por los demás, para los demás. Quiere una casa en condiciones, un bol de fruta en la mesa, una nevera llena, utensilios de cocina caros, un marido doctor. Lo que Hannah quiere es, en definitiva, una vida de esposa, una vida ¿normal?, algo de lo que ha escapado hasta ahora, algo que quizás no sabía que existía, o que era una opción para ella. El mundo que Joshua descubre a Hannah es un mundo adulto que ella seguramente descartaba porque su única referencia era la experiencia de sus propios padres. Pero ante la posibilidad de una vida acomodada, desprovista de falsas expectativas y presión, su sistema de creencias se desmorona. Se siente más sola que nunca. Cuando tenga todo lo que tiene Joshua, y no le dé importancia, cuando el tesoro de ese triste y desangelado hombre de mediana edad se haya convertido en su basura, Hannah será un adulto de verdad.

La absorbente media hora que es “One Man’s Trash” supone un íntegro desnudo físico y emocional del personaje, además de su creadora. La tremendamente misógina cuestión sobre si Dunham debería desnudarse tan a menudo en su serie no hace más que frivolizar y menospreciar el estimulante discurso que plantea. Los desnudos de Dunham en este episodio no solo están justificados (como si tuvieran que estarlo, por otra parte), sino que son esenciales para hacernos partícipes de esta íntima y reveladora fantasía. El sexo en “One Man’s Trash” es distinto al que nos tiene acostumbrados la serie. En lugar de enfatizar lo patético, e incluso grotesco, este episodio nos convierte en verdaderos voyeurs, haciendo que nos adentremos en la aventura de Hannah y Joshua con cierta sensación de intrusismo. Aunque así es como nos sentimos a lo largo de la media hora en la que no existe nada más que ellos dos. Al final, el desnudo de Hannah no es más que otra metáfora de la fragilidad que en el fondo define al personaje, y por qué no, una invitación a que nos desnudemos también. “One Man’s Trash” demuestra lo innecesario de distinguir entre realidad y fantasía en determinados relatos, animándonos a experimentar lo que se nos cuenta, o muestra, como una corriente de consciencia, como si fuera uno de nuestros propios sueños.

Girls: Coke’s Fun!

¡Es miércoles noche, nena, y estoy viva!

Llegó el desfase a Girls. El exceso, el desenfreno. Girls Gone Wild. Lena Dunham ha hecho caso a la regla universal de las segundas partes y ha doblado todo en su serie para este año: la velocidad con la que Shoshanna habla, la rapidez con la que Hannah pasa de un hombre a otro, su ignorancia, egolatría y auto-inconsciencia. Hannah al cuadrado. Y como hemos visto en “Bad Friend”, Girls se ha vuelto el doble de loca y de caprichosa, y en consecuencia el triple de divertida. Después de dos episodios que han dividido a la audiencia incluso más que la primera temporada, e incluso peor (esta vez son los fans los que han caído en el desencanto), la serie de Dunham golpea fuerte con media hora de éxtasis de la amistad, un viaje sudoroso y en pelotas hacia la noche brooklyniana, y una celebración de la libertad creativa, sin vergüenza y sin complejos. ¿Que os molesta verle las tetas a Lena? Pues tomad tetas. O sea, un fuck you, haters en toda regla. Pero lo cierto es que, a pesar de este histérico y sobreexcitado episodio, Girls no ha cambiado demasiado, sigue siendo la misma serie que el año pasado. Es más, sus personajes han continuado sus recorridos personales justo donde los dejaron al final de “She Did” -al menos Hannah y Marnie, porque a Shoshanna y Jessa las hemos visto más bien poco. Pero todos sabemos que lo que rápido sube rápido baja, y que el siguiente paso en la cadena hype-backlash es el backlash procedente de los propios seguidores. Es ley de hipster.

Pero “Bad Friend” es el “All Adventurous Women Do” de esta temporada, el episodio que termina por enganchar a los reacios y convencer a los detractores. ¿Que Lena Dunham no se merecía el Globo de Oro? Dímelo otra vez después de ver este capítulo. “Bad Friend” se centra en Hannah, Eli y Marnie. Como he dicho antes, Shoshanna y Jessa se mantienen en segundo plano, prácticamente ausentes (yo creo que las intervenciones de Shoshanna se deben dosificar cuidadosamente, para no saturar y no cargarse al personaje). En “Bad Friend” se pueden encontrar varios paralelismos con el inolvidable 1×03. “All Adventurous Women” suponía la introducción de Eli, el ex novio gay de Hannah, y también profundizaba en la amistad entre Hannah y Marnie. En este “Bad Friend” la fabulosa, ideal y disneychanneliana relación de la protagonista y su nuevo compañero de piso alcanza su cénit -Hannah nos avisa al principio de que tiene problemas para fijar su atención en una sola persona, y por eso no hace tríos. Si el final del capítulo es indicio, quizás tengamos que despedirnos de Elijah -una pena, porque se ha ganado con méritos quedarse en la serie para siempre. Este le confiesa que mantuvo algo-parecido-a-sexo con su mejor amiga, lo que provoca la ira encocada de Hannah contra Marnie.  Al final, después de la bronca del siglo (Hannah no se podía quedar con la culpa de todo), y con la sartén de nuevo por el mango, le da permiso para volver a ser su BFF: “Podemos seguir siendo amigas siempre que sepas que tú eres la mala”. Pero a nosotros nos sigue quedando la duda razonable de quién es verdaderamente la “Bad Friend”. Y ahí está la gracia. La dualidad de estos personajes es infinita.

Hannah se sale de su elemento en busca de la magia, con el propósito de escribir un artículo “que explore todas sus vulnerabilidades a todo el mundo a través de Internet” (lo que hace Dunham todos los días). La magia en este caso la proporciona la coca, que no había probado antes porque tiene “las fosas nasales raras”. Solo por eso. Bien. Lo que viene a continuación son 20 minutos de comedia destructiva en estado de gracia que expone la brutal química entre Dunham y Andrew Rannells: “¡Somos la pareja no-sexual más sexy que este club ha visto jamás!” El “I Love It” de Icona Pop sustituye al ya mítico “Dancing On My Own” de Robyn como banda sonora de una amistad. Pero es otro rollo completamente distinto. Eli y Hannah bailan como si no hubiera mañana, flequillos descontrolados, ¡más coca! ¡cambio de camisetas! “Te quiero” “Yo te quiero más”. Y los pezones de Lena asomando rebeldes por la ya icónica camiseta amarilla de rejilla, desde el minuto 15 hasta el final (en serio, ¿qué os molesta tanto de verla desnuda?) Provocación y total ausencia de sentencia moral, al margen de la habitual contra Hannah. Todo esto ocurre mientras Marnie vive una experiencia pseudo-catártica con el capullo entre capullos Booth Jonathan, que incluye instalación artística y sexo fetichista (una muñeca de porcelana, tiene sentido). ¿Odia Dunham a Allison Williams? Si es así, bienvenido sea, porque Marnie está luciéndose esta temporada. Bravo por su carcajada después del sexo con Booth. Y bravo por Dunham, que pasa de abrazar cachorritos en el parque a esnifar en un baño público, todo en pro de la comedia y el libre albedrío artístico. Para nosotros es imposible no juzgar a estos personajes, no poner en duda la lógica sus acciones, pero es eso precisamente lo que pretende Dunham con todo este extraño experimento. Está claro que haters gonna hate. Pero no te preocupes, Lena, I don’t care! I love you!

Resumen en tweets de los Globos de Oro ’13

(Hora Costa Oeste – PST)

03:14 PM En directo con la alfombra de los Globos de Oro. Empiezan a llegar los que no son nadie.
03:31 PM Bryan Cranston, créete lo de People Magazine. Eres sexy.
03:35 PM Hayden Panettiere, la Marisa Tomei de esta noche.
03:39 PM Ya ha llegado casi todo el mundo de la tele. Lo mejor para el final, ¿no? Perdón, pero Mad Men, Breaking Bad, Downton Abbey
03:40 PM ¿Va a poder aguantar Tina Fey el equilibrio en el escenario con ese pelazo?
03:41 PM Emily Mortimer disfrazada de sobras de restaurante
03:44 PM Sarah Hyland disfrazada de Sofía Vergara
03:53 PM Morena Baccarin, ¿por qué te has vestido esta noche como si fueras Glenn Close?
03:55 PM Amy Poehler y Tina Fey van de boda lesbiana (L)
03:59 PM John Krasinski. Bragas al suelo.
04:00 PM Mi apuesta arriesgada de la noche: Lucy Liu. La criticarán mucho, pero me fascina, como en los Emmy.
04:06 PM Para una persona que se dedica a la comedia, a Judd Apatow parece que le duele sonreír
04:07 PM Jon Hamm. Bragas a la pared.
04:08 PM John Krasinski es muy guapo, pero se ha equivocado y se ha puesto la chaqueta de la comunión
04:08 PM Subámonos todos a los pechos de Jennifer Lawrence
04:15 PM Con cada entrega de premios nos hacemos la misma pregunta sobre la mujer de Hugh Jackman: ¿POR QUÉ?
04:20 PM La mujer de Jon Hamm y la de Hugh Jackman son la misma persona, en todos los sentidos. Ganas de matar aumentando
04:25 PM Eres mala Taylor Swift
04:33 PM Marion Cotillard ha dicho que ama a Kristen Bell. Estas son las cosas que a mí me hacen feliz
04:36 PM Llega Sofía Vergara. De repente nadie tiene frío
04:57 PM Muy a favor de Robert Pattinson. Hoy y siempre. De los más guapos y elegantes de la noche

05:00 PM Comienza la gala
05:01 PM ¿Por qué nadie ha aplaudido cuando Tina y Amy han dicho su nombre? Yo me habría vuelto loco
05:03 PM Tina Fey y Amy Poehler hablando de Lena Dunham es porno
05:04 PM Pero por favor, estas dos mujeres son DIOS. Am I right? Am I right? Y James Cameron se ha hecho ateo.
05:06 PM Nunca había visto al público de los Globos pasándoselo tan tan TAN bien
05:19 PM Game Change mejor miniserie. Jonathan Meyers viviendo la secuela de “Superstar”
05:22 PM La categoría de mejor actriz secundaria de miniserie debería estar dominada por actrices de American Horror Story Asylum
05:22 PM Julianne Moore es como de la familia, ¿no?
05:33 PM El premio era de Damian Lewis. Lo raro es que no se lo hayan dado en la alfombra roja
05:35 PM ¿Damian no ha dado las gracias a Claire? ¿De qué va?
05:38 PM ¡Spoilers de Homeland a traición! Mi culpa por no haberla visto aun, lo sé
05:50 PM Taylor Swift, es tu turno de hacer un Kanye, róbale el momento a esa mamarracha
05:55 PM Si gana Benedict Cumberbatch, Tumblr va a vivir el mayor colapso de su historia
05:58 PM Ok, falsa alarma. Puedo seguir haciendo scroll-down como un poseso en Tumblr. Ha ganado Kevin Costner
06:04 PM Ya tenemos presentadores para la gala del año que viene: Kristen Wiig y Will Ferrell
06:06 PM Tommy Lee Jones no está de acuerdo conmigo. Él no quiere a Wiig y Ferrell como presentadores el año que viene. Él los quiere matar.
06:07 PM Jennifer Lawrence es la estrella que llevábamos tantos años esperando. Enhorabuena.
06:12 PM ¡Anuncio del regreso de Community! ¡Lo mejor de la noche!
06:13 PM John Krasinski y Kristen Bell, casaos conmigo, los dos a la vez
06:17 PM Otro premio que podrían haber mandado por UPS hace días. Ve preparando el discurso de los Oscars, Anne Hathaway. Te quiero.
06:18 PM Anne Hathaway me haría llorar hablando de charcos
06:21 PM La Princesa de Genovia y la Monja Voladora han subido muchos enteros la gala. Discurso perfecto.
06:23 PM Anyway, a mi parecer los premios este año le pertenecen por su Catwoman (lo único destacable de Batman 3) más que por su Fantine.
06:29 PM Sorpresón de la noche. Don Cheadle, mejor actor de comedia por House of Lies, serie que reivindiqué en su momento aquí.
06:36 PM Michael Haneke recibiendo un Globo de Oro de la mano de Arnold Schwarzenegger y Sylvester Stallone. ¡Ya lo he visto todo! ¡Me puedo morir!
06:37 PM Malcolm Reynolds, señoras y señores
06:39 PM Claire Danes tiene CUATRO Globos de Oro. Y más que le deberían dar. Angela Chase, no te olvidamos nunca.
06:50 PM Brave. No es un premio tan obvio como otros triunfos de Pixar, pero sí igual de justo y merecido.
06:50 PM ¡¡Michael Bluth!! *suspiro*
06:52 PM Lisa Dunham FTW
06:52 PM TOMA. TOMA. TOMA. LENA DUNHAM. TOMA. TOMA. TOMA.
06:53 PM Y ponen a Robyn mientras sube a recoger el premio. Estoy hecho un flan.
06:57 PM El discurso de Lena me ha recordado a mis exposiciones en el instituto. No tenía que haber leído, pero qué más da. ¡Globo para GIRLS ya!
06:59 PM GLENN CLOSE BORRACHA, LA AMA
07:01 PM Admiro a Robert Downey Jr. por estar en todo momento a punto de pasarse de guay pero no hacerlo nunca. Maestro.
07:07 PM Robert Downey, da un par de lecciones a Jodie Foster, que ella sí se está pasando un poco de guay. Entiendo la euforia, pero she’s trying too hard.
07:09 PM Estoy a punto de dar al MUTE. Lo de Jodie Foster está siendo doloroso. Vuelve a regar tus geranios, por favor.
07:22 PM GIRLS GIRLS GIRLS GIRLS GIRLS GIRLS GIRLS GIRLS GIRLS GIRLS GIRLS GIRLS GIRLS GIRLS GIRLS GIRLS GIRLS GIRLS GIRLS GIRLS GIRLS GIRLS GIRLS
07:27 PM Me encanta Modern Family, pero que Girls haya derrotado a ese monstruo me provoca el éxtasis de Santa Lena
07:33 PM Ya iba siendo hora de que se empezase a reconocer el enorme talento de Hugh Jackman. Enhorabuena.
07:42 PM ¿Puede alguien apartar la mirada de Anne Hathaway abrazando a Amanda Seyfried?
07:51 PM Y Daniel-Day Lewis sube a recoger su premio como el que va a comprar el pan. Enhorabuena.
08:05 PM #WrappingUp: Tina y Amy (ha sabido a poco), los dos premios de GIRLS, Hugh y la Princesa de Genovia. Y Tommy Lee Jones DOES NOT APPROVE.

TODOS LOS PREMIADOS

Televisión

Mejor serie (drama): Homeland
Mejor interpretación femenina en una serie (drama): Claire Danes por Homeland
Mejor interpretación masculina en una serie (drama): Damian Lewis por Homeland
Mejor serie (comedia): Girls
Mejor interpretación femenina en una serie (comedia): Lena Dunham por Girls
Mejor interpretación masculina en una serie (comedia): Don Cheadle por House of Lies
Mejor miniserie o telefilm: Game Change
Mejor interpretación femenina en una miniserie o telefilme: Julianne Moore por Game Change
Mejor interpretación masculina en una miniserie o telefilme: Kevin Costner por Hatfields & McCoys
Mejor interpretación secundaria femenina en una serie, miniserie o telefilm: Maggie Smith por Downton Abbey
Mejor interpretación secundaria masculina en una serie, miniserie o telefilm: Ed Harris por Game Change

Cine

Mejor película (drama): Argo
Mejor interpretación por una actriz en una película (drama): Jessica Chastain por La noche más oscura
Mejor interpretación por un actor en una película (drama): Daniel-Day Lewis por Lincoln
Mejor película (comedia o musical): Los Miserables
Mejor interpretación por una actriz en una película (comedia o musical): Jennifer Lawrence por El lado bueno de las cosas
Mejor interpretación por un actor en una película (comedia o musical): Hugh Jackman por Los miserables
Mejor dirección: Ben Affleck por Argo
Mejor actriz de reparto: Anne Hathaway por Los miserables
Mejor actor de reparto: Christoph Waltz por Django desencadenado
Mejor guion: Quentin Tarantino por Django Unchained
Mejor partitura original: Mychael Danna por La vida de Pi
Mejor canción original: ‘Skyfall’, de Skyfall (compuesta por Adele y Paul Epworth)
Mejor película en lengua extranjera: Amor
Mejor película de animación: Brave
Premio Cecil B. DeMille: Jodie Foster

GIRLS: Un repaso a la primera temporada

Vuelve la serie más adorada y odiada pero sobre todo más comentada de 2012. El estreno que redefinió los términos hype y backlash, e ilustró mejor que nada ni nadie la relación que hay entre ellos. La Lana Del Rey de las series. Vuelve GIRLS. Y lo hace envuelta en una promoción brutal (3 de cada 5 artículos de la New York Magazine son sobre la serie) y tras 9 meses de avasalladora sobreexposición de su creadora, Lena Dunham. Su cambio de look, la inminente publicación su primera novela, sus ensayos en las publicaciones más prestigiosas, lo que le gusta y lo que no (le gusta Taylor Swift, Katy Perry, y no le gustas tú por criticar a estas dos grandes artistas), lo que come o deja de comer, su cuerpo, su mente, su c**o. Todo esto ha sido increíblemente relevante en el mundo del entretenimiento durante el pasado 2012. Lena ha logrado mantenerse en el candelero a base de trabajo constante, pero también de falta de contención, de ensayo y error, y de subírsele peligrosamente a la cabeza eso de que es “la voz de su generación” -que lo es, por supuesto. Recientemente contó a Vanity Fairconcretamente en el número especial de comedia editado por su colega Judd Apatow– lo que ha aprendido de todo esto: “La vanidad y la autocrítica van de la mano. Si se utilizan correctamente, hacen que sigas adelante”; “La gente siempre va a encontrar algo que criticar en tu trabajo. Acostúmbrate a que te pongan los pies en la tierra, a ensordecer el ‘ruido’, a cuestionarte a ti mismo, y a darte cuenta de que uno de cada seis de esos cretinos tendrá razón”. Lena no es humilde, eso está claro, pero lo suyo no es despotismo, nada más lejos de la realidad. Lena está en sus años de formación, y a ver quién es capaz de mantenerse totalmente humilde habiéndose convertido a los 26 en una de las personalidades más influyentes del negocio del espectáculo. A Lena la tenemos hasta en la sopa (¿veremos en 2013 la Lena Dunham edition del crucigrama del Times?), y es así como saltan a la vista los defectos de una persona que se vendió desde el principio como un ser imperfecto pero que nunca se ha culpado a sí misma de nada, y que, de hecho, se comporta como una diva -una de andar por casa. Un proyecto de mujer que, a pesar de no atinar siempre con sus declaraciones y sus bromas, nos ha dado a todos en las narices con la incómoda realidad: lo que no nos gusta de Lena es probablemente lo que menos nos gusta de nosotros mismos.

Antes del estreno de la segunda temporada de GIRLS me gustaría hacer un repaso por los diez episodios que conformaron la primera. De la perfección formal y la elocuencia discursiva del piloto al catártico y conmovedor libre albedrío de la season finale. Diez bloques que dan cuenta del breve pero completo recorrido creativo de Dunham hasta la fecha y que nos presentan a estas cuatro chicas que aun no conocemos bien del todo (ni ellas, claro está), pero de las que estamos deseando saber más.

1×01 Pilot

Entramos de lleno en el mundo de Hannah Horvath. Autoindulgente, autoconsciente e inconsciente, a partes iguales, tan presuntuosa como insegura, una niña de papá que vive el sueño de Nueva York sin habérselo ganado. Hannah es una veinteañera de las afueras con ínfulas de Carrie Bradshaw y una distorsionada percepción de la realidad. Quiere ser escritora, ser la voz de todos los jóvenes de su edad que están en la misma situación que ella (precaria en teoría, viviendo por encima de sus posibilidades en la práctica). Los padres de Hannah se cuestionan la dirección que lleva su hija en la vida y deciden cortar todo tipo de ayuda económica y así dejar de costearle su fantasía burguesa. Hannah se refugia en la situación económica actual y se niega a trabajar en McDonalds porque está sobrecualificada. Por otro lado tenemos a Marnie Michaels (Allison Williams), que trabaja en un museo y es la mejor amiga de Hannah, la supuesta voz de la razón, algo estirada y muy aburrida de su vida, de su novio, y de todo en general. Shoshanna Shapiro (Zosia Mamet), estudiante que representa la fase inmediatamente anterior a la que atraviesa Hannah, universitaria que vive sola en un piso y se pasa el día viendo series y películas en el sofá, y en consecuencia comparando toda su existencia con ellas. Una persona que tiene la vida solucionada desde el principio y que tarde o temprano comprobará que la realidad no es tal y como la pintan en Sexo en Nueva York. Por último está Jessa Johansson (Jemima Kirke), prima de Shoshanna, espíritu libre y bohemio, y a la vez una chica completamente desorientada y a la deriva. Esta es la historia de una generación perdida, no por ser la más preparada cuando menos se la necesita, sino por no estar lo suficientemente preparada para valerse por sí misma en este mundo cruel. Si queréis leer un análisis en profundidad sobre el piloto de GIRLS, os dejo con mi artículo GIRLS: Madame Dunham.

1×02 Vagina Panic

El segundo episodio de GIRLS se sumerge en la controversia sin dar rodeos. En su momento, “Vagina Panic” escandalizó a muchos y sorprendió gratamente a otros tantos por la casi inaudita franqueza con la que se aproxima a la siempre polémica cuestión del aborto en televisión. Marnie planea un ‘día especial’ en una clínica para mujeres: aborto para Jessa y examen vaginal para Hannah. Jessa no se presenta, lo que indigna y enfurece profundamente a Marnie. Hannah le contesta con una de las mejores frases de la primera temporada: “¿Cómo ha podido arruinar esta preciosa fiesta del aborto que le has organizado?” Ella está en la clínica porque se ha enterado de que Adam (Adam Driver), el chico con el que mantiene una extraña pseudo-relación, no es monógamo. Durante el examen, Hannah da rienda suelta a su jodida visión de la vida, como si estuviera en un confesionario, solo que sin bragas y con las piernas abiertas. Su miedo al SIDA proviene de Forrest Gump, pero planteándose la posibilidad de haber contraído el VIH, se da cuenta de que quizás no tenga miedo al virus, sino que en el fondo lo quiera contraer, porque “así nadie te preguntaría si has encontrado trabajo o si has hecho un curso de html”. Entonces, la doctora le dice “eso es una gilipollez muy grande”, y en ese momento es ella la que se convierte en nuestra voz. Hannah, eres imbécil. Por último, pero no por ello menos importante, Shoshanna revela que es virgen, a lo que Marnie responde “No sé qué decir. Una vez atropellé a un cachorro con el coche”. Lena, eres un genio. Y no podemos olvidar que en “Vagina Panic” está la que es quizás una de las mejores escenas de 2012: la épica “We’re the Ladies“.

1×03 All Adventurous Women Do

Muchos de los espectadores más reticentes a GIRLS sucumbieron con este episodio, que profundiza en la amistad entre Hannah y Marnie, desde el comienzo uno de los objetivos principales de Dunham. Sin dejar de lado la sátira y la autocrítica en ningún momento, GIRLS muestra un lado más amable y liviano a pesar de la seriedad de los acontecimientos: Hannah ha adquirido una enfermedad de transmisión sexual (el VIH no, el VPH), pero resulta que no ha sido Adam el que la ha contagiado, así que decide informar a Elijah (Andrew Rannells), su antiguo novio de la universidad. En “All Adventurous Women Do” se alcanza una armonía absoluta entre drama y comedia que se puede comprobar en excelentes escenas como el tórrido encuentro entre Marnie y un arrogante artista, la conversación entre Hannah y Elijah en la que ella descubre que él es gay (“Me largo. Tu padre es gay”) o la secuencia final, en la que Hannah y Marnie bailan al ritmo de “Dancing On My Own” de Robyn. Hannah abraza a Marnie por la espalda y los créditos aparecen. No nos hace falta nada más.

1×04 Hannah’s Diary

El teaser de este episodio muestra claramente la clase de compromiso que Lena Dunham mantiene con su serie. Hannah recibe una foto del pene de Adam por error. Al descubrir que ella no era la destinataria, reacciona mandándole una foto desnuda. Es la primera vez que le vemos los pechos a Dunham, que a partir de aquí no tendrá reparo alguno en volver a enseñarlos, como tampoco en ponerse a ella y sus compañeras de reparto en las situaciones sexuales más bizarras, crudas y en definitiva, más realistas. Con su comportamiento, Hannah muestra un tipo de sumisión que no es sino un mecanismo de defensa. No quiere salir escaldada de una relación por involucrarse más de la cuenta, a pesar de que finalmente comprende que eso es precisamente lo que quiere: tener un novio. Y que este solo se acueste con ella. Hace falta un amago de ruptura para que Adam le haga saber que él también está dispuesto a tener una relación exclusiva con ella. Hannah se muestra por fin tal y como es ante él. Y es entonces cuando ella, y el espectador, comienza a conocer de verdad a Adam. Por otro lado, Shoshanna tiene un encuentro con un antiguo amigo del campamento de verano, Matt (Skylar Astin), con el que se propone perder la virginidad. Todo sale mal cuando Matt descubre que Shoshanna no lo ha hecho nunca y la deja tirada a medias; Jessa se cuestiona el mero sentido de trabajar ahora que hace de niñera: “¿Sabes qué es lo más raro de tener un trabajo? Que tienes que ir todos los días, incluso los que no te apetece“. Hannah también tiene nuevo trabajo, donde su jefe se propasa con las empleadas mostrándose demasiado afectivo, e incluso dándole pellizcos en el culo. Dunham reflexiona así sobre los límites que imponemos a los demás en nuestras vidas privadas y profesionales, lo que es aceptable y lo que no, lo que debería serlo y lo que no. Y hablando de límites, Charlie (Christopher Abbott) y Ray (Alex Karpovsky) encuentran el diario de Hannah, lo leen y convierten una de sus entradas en una canción, “Hannah’s Diary”. Al oírla en directo, con público y sus amigas presentes, Marnie descubre lo que Hannah piensa realmente de ella y de su relación con Charlie: “Marnie tiene que dejar de quejarse y romper con él de una vez. Por supuesto que será doloroso, pero ella ya vive sumida en la agonía, encerrada en la prisión de su bondad”.

1×05 Hard Being Easy

Después de que Charlie rompa con ella, Marnie intenta volver con él, para posteriormente darse cuenta de que la llama se ha apagado y lo único que quería era sentir que controlaba la situación de algún modo (tanto tiempo pensando en dejarlo para que al final sea él el que te deja a ti, qué rabia, tía). Somos transportados mediante un flashback al momento en el que se conocieron, en una fiesta de la universidad, y comprobamos que la relación comenzó con un profundo afecto, que se iban a necesitar el uno al otro; pero también que todo se acaba. “Hard Being Easy” nos muestra a las girls en situaciones en las que su juicio está fuera de servicio. Marnie se arrastra con intención de manipular egoístamente a Charlie, Jessa flirtea con su jefe y acaba tirándose a un chico con novia, y Hannah se plantea llevar a cabo las fantasías que supuestamente tiene su jefe con ella, para a continuación amenazarlo con demandarlo por acoso -“Hannah, apenas posees la capacidad de llegar al trabajo a las 10:00. Y mucho menos de demandar a alguien. No tienes aplicación para poner demandas en el iPhone”. En la escena final, Hannah observa a Adam masturbándose en la cama para a continuación insultarlo y humillarlo al ver que este se excita ante la dominación de una mujer. Dunham abandera el girl power en su forma más radical y justifica el comportamiento de sus personajes femeninos convirtiéndolos en víctimas de los masculinos, poniéndolos en su sitio, o sea, debajo de sus zapatos. Aunque no es todo tan blanco o negro. En este power play nadie es peor o mejor, todos son víctimas y todos son verdugos. Estas chicas no son malas personas, simplemente tienen que vivir de acuerdo una serie de exigencias y convenciones que por lo general no se imponen a los hombres, y esto las lleva a comportarse de manera errática. Con el final de “Hard Being Easy”, Dunham pone a cada uno en su sitio. Girls just wanna have fun. Que se jodan los hombres.

1×06 The Return

El guion “The Return” está co-escrito por Judd Apatow, que le da a todo un aire muy Freaks and Geeks -de hecho estamos en Michigan, donde se ambientaba la serie de Paul Feig. Hannah vuelve a casa de sus padres para celebrar su 30º aniversario de casados. Alejada de la burbuja de Brooklyn, se plantea si fue un error mudarse a la gran ciudad para perseguir su sueño profesional. ¿No sería mejor que todos regresáramos a los barrios y los pueblos donde nos criamos y abandonásemos el sueño de una ciudad que no nos quiere? Hannah experimenta una regresión total a través de una serie de encuentros con antiguos amigos del instituto. También vemos su habitación, que está intacta –los padres de las nuevas series ya no convierten las habitaciones de sus hijos en gimnasios, los tiempos han cambiado. Nos imaginamos cómo fue su vida antes de inventarse a una nueva Hannah. Y conocemos un poco mejor a sus padres -para descubrir que su madre sobreprotege a su niña aun más que su padre. Ellos le proponen la posibilidad de un empleo en el pueblo, pero ella responde implacable “si vais a hacer esto todo el fin de semana, mejor parad”. Pobre Hannah.

Ella tiene una idea muy definida de lo que le gustaría ser en la vida, y opta por buscar su propio camino, a pesar de que las expectativas choquen violentamente con la realidad. Y ellos no son capaces de poner cortapisas a su ilusión, de detener su autoengaño. La fantasía y el espejismo de Nueva York impide ver las verdaderas posibilidades que se le brindan. Ya no se trata de conseguir un trabajo y subsistir, sino de conseguir un trabajo para el que supuestamente nos han preparado, uno a nuestra altura. En efecto, se nos caen los anillos. Nos negamos a que la generación más preparada se tenga que conformar con menos. Menos es digno, pero no es justo. Y ese es el problema de Hannah, y de una parte de su generación. Que se cree mejor que los demás. Una generación que se engaña buscando el grial de la profesionalidad, que persigue lo que ha visto en el cine y la televisión. Queremos ser profesionales y esperamos que nos caiga todo del cielo por haber estudiado una o más carreras. La crisis tiene la culpa, claro, pero en el momento en el que esta se convierte en una excusa, en la única excusa, la culpa deja de ser exclusivamente de ella. “Me preocupa realmente. ¿En qué se convierte una persona como ella?” -se plantea Tad Horvath (Peter Scolari)- “¿En qué momento se dará cuenta de que no va a ser lo que quiere ser de mayor? ¿Y si de repente se despierta un día, con 30 años, y no sabe cómo hacer nada?” Por si fuera poco, estas personas solo son capaces de reconocer este defecto en otros. Como Hannah en su ex amiga del instituto que, al igual que ella, manifiesta grandes aspiraciones artísticas. No oses juzgarme, no me digas cómo tengo que vivir mi vida, pero yo tengo todo el derecho a hacerlo contigo. “¿No crees que se está engañando a sí misma?” -le dice a su ligue del fin de semana- “No bailaba mal si la mides en términos amateur, pero Heather se muda a California para convertirse en bailarina profesional. En teoría debería hacernos sentir mal con nosotros mismos, pero es muy ridículo. Y nadie se lo va a decir. Se va a ir a Los Ángeles, va a vivir en un apartamento de mierda, sola, asustada y triste. Tiene una buena vida aquí. A mí me gustaría tener su vida. Quizás debería mudarme aquí”. A lo que él responde con una oferta de trabajo en la floristería. “Esto… no, yo querría tener un trabajo de verdad, como profesora o algo así”.

Hannah vive en Nueva York. Eso ya es un logro, la convierte en alguien: “Eres de Nueva York” -se dice mirándose al espejo- “por tanto eres interesante por defecto. No es tu responsabilidad llenar los silencios. Lo peor que digas va a sonar mejor que lo mejor que los demás digan”. Hannah se muestra así más vulnerable que nunca. Se pone en evidencia, pero solo ante nosotros. Es en esta escena donde vemos al personaje más desnudo. Los del pueblo la consideran una persona de éxito, y ella actúa como tal, pero en el fondo es perfectamente consciente de su fracaso. Hannah prosigue con la farsa por orgullo, por terquedad, pero también por miedo a decepcionar a sus padres. Hay una posibilidad de que algún día se convierta en la persona que finge ser. Quizás lo mejor que le ha pasado a Hannah es que sus padres le negasen cualquier ayuda económica. La prueba está en que cuando su madre se la ofrece otra vez, esta la rechaza. “Estamos orgullosos de ti”.

1×07 Welcome to Bushwick a.k.a. The Crackcident

Después de un episodio que invita tanto a la reflexión y que engloba uno de los temas principales de GIRLS, “Welcome to Bushwick” nos lleva de regreso a Brooklyn, de hecho hasta el mismo corazón de la escena hipster, Bushwick, la nueva Williamsburg, en un episodio totalmente desenfadado y alocado. La fiesta en la que debes estar si quieres ser/crees que eres alguien es el escenario de las nuevas idas y venidas de Hannah, Marnie, Jessa y Shoshanna. Lo más destacable de “Welcome to Bushwick” es el acontecimiento al que hace referencia el título alternativo del episodio: Shoshanna se coloca de crack y la paranoia se apodera de ella: “Dios mío, no se lo cuentes a mi madre. De hecho, no me lo cuentes a mí. Estoy matriculada en la NYU y acabo de fumar crack”. Bravo, Zosia Mamet. Ray hace de niñera de Shoshanna, lo que lleva a un acercamiento entre ambos -“puedo masajearte la entrepierna de manera no sexual”. Por otro lado, Jessa se encuentra con su jefe en la fiesta y llega a la conclusión de que lo que está haciendo con él es un error cuando se ve a sí misma cargando con el peso muerto de un hombre mucho mayor que ella. Al reconocer al fin su parte de responsabilidad en todo el asunto, pone fin al juego, a lo que él responde con un “eres una calientapollas”. Se veía venir. Marnie conoce a la nueva novia de Charlie y se vuelve a dar cuenta de que ya no come de su mano, lo que le enfurece profundamente. Y por último, Hannah se propone conocer de verdad a Adam (¡que por primera vez se pone una camisa!) cuando, hablando con sus amigos, se da cuenta de que no sabe quién es en absoluto. El trozo de carne con cara de Alfalfa y orejas de soplillo sufre así un interesante proceso de humanización de cara al espectador y da una lección a Hannah, que ha estado tan centrada en sí misma que no se ha preocupado en comunicarse realmente con él. Hannah deja de poseer la única perspectiva de la relación y permite a Adam que se muestre ante ella. “¿Quieres que sea tu novio?”, le dice enfadado. Pues claro, eso es lo que quería todo el tiempo, pero es tan egocéntrica que no era capaz de decírtelo. Liberados del principal lastre que les impedía avanzar, Hannah y Adam se convierten oficialmente en pareja, aunque parezca que se han peleado. La amplia sonrisa de Hannah al final del episodio es un poema.

Casi se me olvidaba: esos créditos iniciales alternativos. ¿No son geniales?

1×08 Weirdos Need Girlfriends Too

Judd Apatow le dijo a Lena que no tuviera miedo al romance, y ella confiesa que es el mejor consejo que le han dado nunca. Este episodio es una comedia romántica en toda regla -una urdida por Apatow, claro está. Se descarga la serie de ese poso de amargura que tan presente ha estado hasta ahora y vemos a Hannah y Adam en la que es la primera fase de un noviazgo: haciendo jogging juntos, comiendo helado (ella, porque a él no le gusta) a dos milímetros el uno del otro, “cuelga tú”, “no tú”, “¡tú!”, pajaritos piando, corazoncitos en los ojos. Pero también una lluvia dorada no deseada en la ducha y una conversación inapropiada y grotesca en la cama: “¿Te habrías follado a mi versión de cuatro años? Dime lo gorda que estabas. Seguro que empezaste a andar y a ir al baño sola muy tarde“. Lo dicho, amor en tiempos de Apatow. Adam se desnuda figurativamente por primera vez. El muro empapelado con la palabra “sorry” aporta las dosis de azúcar necesarias para contrarrestar el cinismo y la crueldad con la que se trata todo el rato a estos personajes. “Weirdos Need Girlfriends Too” explora el juego de las expectativas y de la negociación dentro de una relación. Nos damos cuenta de que Hannah juega según las reglas de Shoshanna -o sea, las de Carrie Bradshaw- y Adam le ayuda a comprender que en una relación se arriesga a que ciertos límites desaparezcan. Este es episodio en el que conocemos definitivamente a Adam, que no es más que otra víctima de sí mismo: “Prefiero no hacer nada el resto de mi vida a que mi nombre esté vinculado a algo mediocre. Tu integridad es lo único que importa”. Es la idea de autoengaño que sobrevuela la serie en todo momento. Sin embargo, tanto él como Hannah viven un momento de lucidez. Él accede a hacer la obra que se negaba a firmar por no estar a su altura y ella se traga su orgullo y acepta un trabajo “mediocre”, como camarera en la cafetería de Ray. Algo es algo. “Weirdos Need Girlfriends Too” también estrecha lazos entre Marnie y Jessa, hasta ahora amigas por aproximación. Marnie está destrozada por Charlie y Jessa la anima a su manera (elogiando su belleza y criticando a Hannah). Las dos se van con un soltero de oro (Chris O’Dowd) a su apartamento y acaban liándose entre ellas. ¿Por qué no?

1×09 Leave Me Alone

El existencialismo se apodera de GIRLS en un episodio que hace recuento de las vidas de sus protagonistas. Es la hora de la verdad. Hannah se defiende como puede en su nuevo trabajo (llega tarde e intenta imponer sus reglas, como no podía ser de otra manera). Shoshanna busca pareja en “la web de contactos más cara”; y Jessa llega por fin a la conclusión de que no sabe hacia dónde se dirige su vida, de que no es la persona que hace unos años pensaba que sería. Y esa es la clave para entender a todos estos personajes. Ninguno es quien quiere ser, quien finge ser. Al final de “Leave Me Alone” asistimos a una fuerte pelea entre Marnie y Hannah. Resulta dolorosamente realista. Reproches, secretos y verdades salen a la luz en una disputa por ver quién de las dos tiene los problemas más graves. La conclusión es la de siempre: Hannah se cree el ombligo del mundo.

1×10 She Did

Tras el agrio final del episodio anterior, las cosas entre Marnie y Hannah se han enfriado, y Hannah se marcha del apartamento que comparten. Cuando una amistad consume a uno o a sus dos miembros, lo más sensato es poner espacio y tiempo de por medio. No es un final, solo un descanso. Para Marnie esto supone la oportunidad definitiva para empezar de nuevo. Ha perdido a su novio, a su mejor amiga, y se empieza a cuestionar seriamente si su visión de la vida es la acertada. Para sorpresa de todos, Jessa se casa con Thomas-John (O’Dowd) y a Marnie le parece genial. Es su manera de despojarse de las cadenas que le impiden disfrutar de la vida. Dejar de juzgar a los demás es el primer paso. Bailar es el segundo. Comer pastel como si no hubiera mañana y besar al primer chico que se le ponga por delante no es más que su evolución natural. La boda de Jessa es una experiencia catártica para Marnie, pero no ocurre lo mismo con Shoshanna, cuyo mayor drama es ir vestida de blanco a una boda (si esto no es una caracterización redonda, ¿qué lo es?), algo que perderá toda su importancia cuando un poco más tarde pierda la virginidad con Ray, después de que este confiese sus sentimientos por ella. Por último, Hannah experimenta un recorrido similar al de Marnie. Una vez ha conseguido lo que llevaba persiguiendo durante meses se da cuenta de que no sabe si es realmente lo que quería. Adam le pide que se vaya a vivir con él, pero ella lo rechaza y le pregunta a su ex si se puede mudar a su apartamento. Marnie tenía razón. Hannah es profundamente egoísta, pero también está aterrorizada. Lógicamente, esto provoca una pelea entre ella y Adam. Hannah utiliza la autocompasión como arma, “Me odio a mí misma más que a nadie”, pero Adam está harto de toda esa mierda. Ella acaba sola en un vagón de metro con un trozo de tarta de boda. Se queda dormida y al despertarse no sabe dónde está. “Estás en el Cielo. Bienvenida al Cielo”, le gritan jocosamente unas chicas que están de fiesta en una azotea. La realidad está ahí fuera, la gente que odia el cinturón que creías que te convertía en alguien único y especial, las vivencias que desafiarán tu perspectiva de la realidad y las falsas expectativas con las que afrontas la vida. Hannah está sola. Y no pasa nada. Le esperan mayores decepciones y alegrías, la cagará mil y una veces más, y todo saldrá bien al final. Hannah se come el trozo de pastel. ¿De verdad importan tanto cinco kilos de más?

Los niños bien de la comedia

Los reyes de la comedia tienen el siguiente relevo más que preparado. No es que Larry David, Tina Fey o Louis C.K. vayan a retirarse pronto (esperemos que no lo hagan nunca). Nada más lejos de la realidad. Pero si quisieran hacerlo podrían estar tranquilos, porque la nueva generación de cómicos estadounidenses viene pisando fuerte y con muchas ganas de hacerse oír (y hacer caja mientras los escuchamos).

Ser cómico en Norteamerica equivale cada vez más a ser pluriempleado y polifacético. Los tres nombres anteriores han desarrollado a lo largo de los años una reconocible imagen de marca, un exitoso emporio de productos culturales que llevan el sello inmediato de calidad antes de ser generados. Algo parecido está ocurriendo con los jóvenes veinte y treintañeros que están destacando en la televisión norteamericana en los últimos 5 años. Siguiendo los pasos de Fey, gente como Mindy Kaling o Lena Dunham se han propuesto desde el comienzo explotar sus personalidades y sus experiencias vitales para crear una marca de autor que ya están imprimiendo no solo en series de televisión, sino también en el mundo editorial. Algunos incluso se aventuran en otras artes, como la música. Y no tardarán en dar el salto al cine, aunque estén más que cómodos donde están ahora mismo. Están empezando pero ya son millonarios y lo más importante, enormemente influyentes. Estos chicos han nacido con una flor en el culo.

Girls no tendrá una audiencia espectacular, pero HBO la ha renovado recientemente para una tercera temporada, cuando la segunda aun no ha sido emitida (se estrena en enero de 2013). La serie de Lena Dunham es probablemente la que más ríos de tinta hizo correr la temporada pasada. Gracias a ella, Dunham conoció de primera mano la brutal fuerza del hype y el backlash. Puede estar contenta, con tan solo 26 años se ha convertido sin lugar a dudas en lo que ella quería: la voz de su generación. Una voz que no siempre acierta en sus declaraciones, pero que refleja fielmente las idiosincrasias de una juventud acomodada, apática y auto consciente. Dunham hace comedia con lo que más duele y mientras se auto proclama, a través de su Hannah Horvath, como prototipo de ese joven que dice que no puede trabajar pero lo que pasa es que en el fondo no quiere, ella no descansa ni un solo minuto. Recientemente ha firmado un contrato para escribir su primer libro, Not That Kind of Girl: Advice by Lena Dunham. Le pagan 3,5 millones de dólares por él. Random House, la editorial que la ha contratado, tiene fe ciega en la creadora/directora/productora/guionista de Girls. Más que comprar un material ya existente, ha adquirido un nombre, una gran marca, con la esperanza de publicar el próximo Bossypants.

Está claro que actualmente son ellas las que controlan el cotarro. En la comedia denominada “low-brow” despuntan otras mujeres jóvenes (aunque no tan jóvenes como Lena) que están desarrollando su carrera principalmente en televisión. Los nombres de Chelsea Handler o Whitney Cummings no sonarán con tanta fuerza como los de Fey o Dunham, pero están detrás de un importante imperio mediático. Por supuesto, no podemos olvidar a Amy Poehler (regresamos a lo “high-brow”, evidentemente), y ya de paso, a su compañera en Parks and Recreation Aubrey Plaza, de la que esperamos grandes cosas en un futuro próximo. Por otro lado, Mindy Kaling también sigue los pasos de Tina Fey (de quién si no), quizás más evidentemente que Dunham. Con apenas 25 años era una de las guionistas principales de The Office. A lo largo de ocho temporadas, Kaling se ha labrado un nombre y una reputación que ha utilizado para capitanear su propio proyecto: The Mindy Project. Sus compañeros en The Office siempre han coincidido en que era la mejor escritora de la plantilla y que sus personajes brillaban cuando los escribía ella. Kaling también ha escrito un best-seller: Is Everyone Haning Out With Me? (And Other Concerns)Y como Tina, ella también utiliza sus experiencias personales, junto a su particular y certera visión de la sociedad, para crear un agudo material que “es gracioso porque es verdad”. Sin embargo, como le ocurre a Dunham, Kaling también despierta cierta antipatía en un sector de la audiencia, que o bien no conecta con su humor o bien no aguanta al personaje público que se ha creado. No se puede tener todo. No todo el mundo puede ser Tina Fey.

De entre los nuevos cómicos jóvenes destacan un par de nombres masculinos, pero su repercusión en el medio es mucho menor que la de las autoras de las que hemos hablado hasta ahora. Mientras su compañera de The Office se visibiliza completamente y explota su imagen y su personalidad, B.J. Novak permanece a la sombra. Novak también era uno de los guionistas más destacados de la serie de NBC, pero está aun por ver si será capaz de desarrollar su potencial más allá de ella. Ellos dos representan fielmente el tipo de humor que esta generación está cultivando, profundamente anclado en la realidad (una ilusoria y embellecida) y en la actualidad, dependiente de las nuevas tecnologías y las redes sociales (“¿No has visto mi Tumblr?, que decía Ryan Howard), y basado en el ahora más efímero. Estas herramientas son astutamente utilizadas para generar personajes y situaciones universales que reflejan las características más destacables de los veinteañeros y treintañeros: la inseguridad, la incertidumbre por un futuro que debería haber llegado ya, el miedo a quedarse solo.

Se puede hablar de un salto generacional muy sutil pero relevante entre el grupo de autores y cómicos que en los últimos 10 años han destacado en cine y televisión y el que actualmente comienza a dominar la escena. La generación geek da paso a la generación hipster. Aquellos que fueron fans en los 80 llevan ya unos años generando productos que dependen en gran medida de la cultura popular de las últimas décadas y que hacen de la referencia pop una de sus mayores bazas. Dunham y Kaling también tienen un lado geek, sobre todo la segunda -sus personajes que autodefinen en base a las películas románticas de los 90. Sin embargo, sus discursos se construyen a partir del presente y no tienen esa obsesión casi enfermiza por saturar sus relatos de guiños para que el espectador juegue a reconocerlos. Si se les llama geeks es sobre todo por su extraño comportamiento social.

El material que escriben estos jóvenes es eminentemente autobiográfico (como suele ocurrir en este género). Si ellas se han centrado en las vidas románticas y las aspiraciones profesionales de sus personajes, Donald Glover (dos años mayor que Dunham) suele remontarse a su infancia para fabricar un humor agresivo pero entrañable que revisita constantemente sus mayores traumas. Pero, ¿tan mal lo pasó Glover? Más bien no. En el colegio lo llamaban “Oreo” y “maricón”, pero no creáis que hay mucho más. Glover se queja de que la gente no lo tome en serio como “negro” porque no es un delincuente o no ha matado a nadie. Sus pataletas vienen a decirnos que está harto del racismo dentro de su propia raza, y que quiere deshacerse de los lugares comunes que la rodean. Glover es un hipster negro, y según él, esto no está bien visto en su comunidad. Por eso, el “único negro que verás en un concierto de Sufjan Stevens” ha decidido utilizar la comedia (en concreto los monólogos) para reivindicar su particular personalidad. Su siguiente paso creativo será una serie “de autor” al estilo de Fey (que fue su mentora en 30 Rock) o Kaling. En ella nos contará su vida desde la infancia (¿será igual que Everybody Hates Chris?), y con suerte, nos ayudará a comprender mejor esos fantasmas que le persiguen desde entonces. Además de su trabajo en televisión, Glover ha creado un alter ego en el mundo de la música. Con su proyecto rap Childish Gambino, el actor de Community insiste en su mensaje racial y se sigue desnudando para el que esté interesado en saber todo lo que se le pasa por la cabeza.

Estos chicos y chicas han demostrado con creces el enorme talento que poseen y lo incansables que son trabajando. No hay quien los pare. Reciben críticas por practicar un humor que en ocasiones resulta poco humilde, y por adoptar una postura de referente generacional sin que nadie se lo haya pedido. Pero en muchas ocasiones, estas críticas vienen de parte de aquellos que no se sienten cómodos viendo en sus pantallas un tipo de realidad con el que se sienten tristemente identificados. Por otro lado, estos comediantes se diferencian de los veteranos en que no practican tan abiertamente el nihilismo en sus trabajos. Ellos no están deprimidos, son fabulosos, o al menos aspiran a serlo (y ahí está la gracia casi siempre). Glover es un rapero hipster que odia que los de su raza no lo acepten, pero que igualmente se ríe del blanco si le viene bien. Dunham ha convertido en heroína moderna a un parásito de la sociedad, y encima se ha llevado con ella a tres “hijísimas” (los padres de Zosia Mamet, Jemima Kirke y Allison Williams son todos gente importante del mundo de la cultura). Además, como también le ha ocurrido a Kaling, se la ha acusado de racista. A la creadora de Girls por no incluir en su platilla actrices negras, y a la de The Mindy Project por haber escrito a un personaje poco complaciente y bastante inapropiado a la hora de hacer comentarios raciales. Es más, cuando se juntan, el odio hacia ellos se multiplica. Recientemente, Dunham, Kaling y Novak mantuvieron una polémica conversación en Twitter en la que hablaban de disfrazarse para Halloween como populares asesinos en serie adolescentes. No sentó bien y Dunham tuvo que disculparse (solo ella, a los otros dos nadie les dijo nada). ¿Niños mimados o artistas transgresores? En el marco de una ficción televisiva que se ha despojado ya de todo límite y censura, esta nueva generación de talentos quiere hacer ver que nos podemos reír de todo. Que nadie se lo tome tan serio. Es solo comedia.

Girls: ‘Madame Dunham’

A pesar del discreto renacimiento de la sitcom canónica que auspició 2 Broke Girls (CBS) en otoño, y al que se intentaron apuntar series mucho más fallidas como Are You There, Chelsea? (NBC), la primavera recibe los nuevos estrenos en forma de comedia single-cam, las verdaderas representantes del estado actual del género. La semana pasada me alegraba del potencial de Don’t Trust the B—- in Apartment 23 (NBC). Hoy me ocupo de la gran esperanza catódica de 2012, Girls (HBO), creada por Lena Dunham con Judd Apatow en la producción ejecutiva.

La recepción del piloto de Girls ha sido más bien fría. Ni los índices de audiencia, ni la reacción del público indican que estamos ante la nueva Sexo en Nueva York. Y ahí radica el primer problema de Girls, en su engañosa campaña publicitaria. La HBO rara vez se muestra tan desorientada -o desganada- a la hora de buscar el nicho de audiencia ideal para una de sus series: Girls ocupa un absurdo lugar en la parrilla, los domingos junto a Juego de tronos. La promoción de la serie de Dunham incide en el elemento glamuroso de las producciones sobre jóvenes abriéndose camino en Nueva York y obvia los aspectos más importantes del piloto: pesimismo, cinismo y una sangrante crítica a la generación perdida. Así, el incauto en busca de la fantasía neoyorquina escapista se da de bruces con la cruda realidad. Girls parece buscar la mirada más incómoda de un espectador que, o bien adopta una posición de superioridad y desprecia el estilo de vida de sus protagonistas, o se ve tan reflejado en él que se la toma casi como una reprimenda.

El tono terriblemente áspero de Girls no debería sorprender a nadie que esté familiarizado con la obra de Apatow. Tanto en sus producciones más amables -las complementarias Superbad y Freaks & Geeks-, como en sus obras más extrañas –Funny People-, el productor se opone a convencionalismos y restricciones genéricas. Según la propia Dunham, Apatow aporta existencialismo y “sensibilidad femenina” a Girls, reservándose para ella la autoría de los momentos más escatológicos y desarmantes: “yo simplemente deseaba compartir con el mundo todo lo que me avergüenza”.1 Y se nota. El apabullante sentido de la vergüenza de la autora sirve para construir un grupo de personajes patéticos y antipáticos que desafían la absurda norma establecida de que todos los personajes de una serie deben gustar. Por ahora no hay voluntad redentora ni contenido edulcorado en Girls. Si queréis odiar a sus personajes, adelante, pero que eso no os distraiga de lo que se nos está contando.

En el excelente prólogo del piloto conocemos a Hannah (Dunham), una víctima de los tiempos que corren. Lleva dos años en un puesto de becaria, aferrándose a la promesa vacía de que se convertirá en un trabajo de verdad. Cuando sus padres -magníficos Peter Scolari y Becky Ann Baker- le comunican que ya no van a mantenerla, se refugia en la economía actual y argumenta que todos sus amigos siguen recibiendo ayuda económica de sus padres. Hasta ahora la crisis le ha resultado muy práctica, pero se acabó el chollo.

¿Qué hace Hannah ahora que no puede seguir cultivando el arte de vivir por encima de sus posibilidades? Nada. Después ir a casa de su follamigo, que antes de ponerla boca abajo en el sofá, le cuenta que recibe 800$ de su abuela para mantenerse, y le da un consejo: “no deberías ser el puto esclavo de nadie”. A continuación, Hannah baraja sus posibilidades y descarta McDonalds, porque “fui a la universidad”. Faltaría más. Después se coloca con té de opio. Y por último va al hotel donde se alojan sus padres a informarles de que va a necesitar 1.100$ -las cifras concretas me hacen aplaudir- para aguantar hasta que termine el libro en el que está trabajando. Se niegan, y Hannah se desmorona a causa del opio -Dunham dosifica inspiradísimos momentos cómicos en el piloto. A la mañana siguiente encuentra un sobre de sus padres con 20$ para ella. Se los lleva, junto a otro billete de 20 que han dejado para el servicio de limpieza. ¿Quién es peor? ¿Una persona que se niega a trabajar en McDonalds y se lleva el dinero de una limpiadora o esos padres que dejan el mismo dinero para su hija que para el servicio? La respuesta políticamente correcta es fácil. Pero pensadlo de verdad. Definitivamente, Dunham se compromete al máximo con su discurso, y se niega a complacer.

Girls también se hace eco de la influencia que ha ejercido la televisión en los ahora veinte y treintañeros, y cómo la fantasía urbanita ha desproporcionado sus expectativas. El sueño de Nueva York produce monstruos. El personaje que interpreta Zosia Mamet -a la que también podemos ver en Mad Men– personifica esta idea en una escena en la que desglosa el espectro cerrado de comportamientos femeninos que para ella representan las protagonistas de Sexo en Nueva York. La burla es obvia. Sin embargo, Dunham también juega con la ambigüedad, poniendo a sus personajes en situaciones que nos invitan a reflexionar sobre la naturaleza de la serie. Por ejemplo, Hannah se da un baño comiéndose una cupcake mientras Marnie (Allison Williams) se afeita las piernas sentada en la bañera. ¿Por qué ese impostado sentimiento de compañerismo y ese grado de confianza tan alejado de la realidad? ¿Es un descuido de la autora o más bien el más sutil de los sarcasmos? La crítica a la generación post-SatC en la escena de Zosia Mamet nos da la respuesta. Muy astuta, señorita Dunham.

Hannah no es una heroína romántica, ni siquiera se asemeja al arquetipo de anti-heroína. Hannah es un parásito que deambula entre la autocomplacencia y la ignorancia más enervante, una mujer muy consciente de que su imagen es parte del disfraz de víctima que lleva puesto. Hannah está muy cómoda siendo escoria, y puede que por eso sea, después de todo, la verdadera voz de una generación. Solo que es muy probable que esa generación prefiera no escucharla.

 

1) http://www.fastcocreate.com/1679390/girls-creator-lena-dunham-helps-judd-apatow-get-small-again.