Vuelve la serie más adorada y odiada pero sobre todo más comentada de 2012. El estreno que redefinió los términos hype y backlash, e ilustró mejor que nada ni nadie la relación que hay entre ellos. La Lana Del Rey de las series. Vuelve GIRLS. Y lo hace envuelta en una promoción brutal (3 de cada 5 artículos de la New York Magazine son sobre la serie) y tras 9 meses de avasalladora sobreexposición de su creadora, Lena Dunham. Su cambio de look, la inminente publicación su primera novela, sus ensayos en las publicaciones más prestigiosas, lo que le gusta y lo que no (le gusta Taylor Swift, Katy Perry, y no le gustas tú por criticar a estas dos grandes artistas), lo que come o deja de comer, su cuerpo, su mente, su c**o. Todo esto ha sido increíblemente relevante en el mundo del entretenimiento durante el pasado 2012. Lena ha logrado mantenerse en el candelero a base de trabajo constante, pero también de falta de contención, de ensayo y error, y de subírsele peligrosamente a la cabeza eso de que es “la voz de su generación” -que lo es, por supuesto. Recientemente contó a Vanity Fair –concretamente en el número especial de comedia editado por su colega Judd Apatow– lo que ha aprendido de todo esto: “La vanidad y la autocrítica van de la mano. Si se utilizan correctamente, hacen que sigas adelante”; “La gente siempre va a encontrar algo que criticar en tu trabajo. Acostúmbrate a que te pongan los pies en la tierra, a ensordecer el ‘ruido’, a cuestionarte a ti mismo, y a darte cuenta de que uno de cada seis de esos cretinos tendrá razón”. Lena no es humilde, eso está claro, pero lo suyo no es despotismo, nada más lejos de la realidad. Lena está en sus años de formación, y a ver quién es capaz de mantenerse totalmente humilde habiéndose convertido a los 26 en una de las personalidades más influyentes del negocio del espectáculo. A Lena la tenemos hasta en la sopa (¿veremos en 2013 la Lena Dunham edition del crucigrama del Times?), y es así como saltan a la vista los defectos de una persona que se vendió desde el principio como un ser imperfecto pero que nunca se ha culpado a sí misma de nada, y que, de hecho, se comporta como una diva -una de andar por casa. Un proyecto de mujer que, a pesar de no atinar siempre con sus declaraciones y sus bromas, nos ha dado a todos en las narices con la incómoda realidad: lo que no nos gusta de Lena es probablemente lo que menos nos gusta de nosotros mismos.
Antes del estreno de la segunda temporada de GIRLS me gustaría hacer un repaso por los diez episodios que conformaron la primera. De la perfección formal y la elocuencia discursiva del piloto al catártico y conmovedor libre albedrío de la season finale. Diez bloques que dan cuenta del breve pero completo recorrido creativo de Dunham hasta la fecha y que nos presentan a estas cuatro chicas que aun no conocemos bien del todo (ni ellas, claro está), pero de las que estamos deseando saber más.
1×01 Pilot
Entramos de lleno en el mundo de Hannah Horvath. Autoindulgente, autoconsciente e inconsciente, a partes iguales, tan presuntuosa como insegura, una niña de papá que vive el sueño de Nueva York sin habérselo ganado. Hannah es una veinteañera de las afueras con ínfulas de Carrie Bradshaw y una distorsionada percepción de la realidad. Quiere ser escritora, ser la voz de todos los jóvenes de su edad que están en la misma situación que ella (precaria en teoría, viviendo por encima de sus posibilidades en la práctica). Los padres de Hannah se cuestionan la dirección que lleva su hija en la vida y deciden cortar todo tipo de ayuda económica y así dejar de costearle su fantasía burguesa. Hannah se refugia en la situación económica actual y se niega a trabajar en McDonalds porque está sobrecualificada. Por otro lado tenemos a Marnie Michaels (Allison Williams), que trabaja en un museo y es la mejor amiga de Hannah, la supuesta voz de la razón, algo estirada y muy aburrida de su vida, de su novio, y de todo en general. Shoshanna Shapiro (Zosia Mamet), estudiante que representa la fase inmediatamente anterior a la que atraviesa Hannah, universitaria que vive sola en un piso y se pasa el día viendo series y películas en el sofá, y en consecuencia comparando toda su existencia con ellas. Una persona que tiene la vida solucionada desde el principio y que tarde o temprano comprobará que la realidad no es tal y como la pintan en Sexo en Nueva York. Por último está Jessa Johansson (Jemima Kirke), prima de Shoshanna, espíritu libre y bohemio, y a la vez una chica completamente desorientada y a la deriva. Esta es la historia de una generación perdida, no por ser la más preparada cuando menos se la necesita, sino por no estar lo suficientemente preparada para valerse por sí misma en este mundo cruel. Si queréis leer un análisis en profundidad sobre el piloto de GIRLS, os dejo con mi artículo GIRLS: Madame Dunham.
1×02 Vagina Panic
El segundo episodio de GIRLS se sumerge en la controversia sin dar rodeos. En su momento, “Vagina Panic” escandalizó a muchos y sorprendió gratamente a otros tantos por la casi inaudita franqueza con la que se aproxima a la siempre polémica cuestión del aborto en televisión. Marnie planea un ‘día especial’ en una clínica para mujeres: aborto para Jessa y examen vaginal para Hannah. Jessa no se presenta, lo que indigna y enfurece profundamente a Marnie. Hannah le contesta con una de las mejores frases de la primera temporada: “¿Cómo ha podido arruinar esta preciosa fiesta del aborto que le has organizado?” Ella está en la clínica porque se ha enterado de que Adam (Adam Driver), el chico con el que mantiene una extraña pseudo-relación, no es monógamo. Durante el examen, Hannah da rienda suelta a su jodida visión de la vida, como si estuviera en un confesionario, solo que sin bragas y con las piernas abiertas. Su miedo al SIDA proviene de Forrest Gump, pero planteándose la posibilidad de haber contraído el VIH, se da cuenta de que quizás no tenga miedo al virus, sino que en el fondo lo quiera contraer, porque “así nadie te preguntaría si has encontrado trabajo o si has hecho un curso de html”. Entonces, la doctora le dice “eso es una gilipollez muy grande”, y en ese momento es ella la que se convierte en nuestra voz. Hannah, eres imbécil. Por último, pero no por ello menos importante, Shoshanna revela que es virgen, a lo que Marnie responde “No sé qué decir. Una vez atropellé a un cachorro con el coche”. Lena, eres un genio. Y no podemos olvidar que en “Vagina Panic” está la que es quizás una de las mejores escenas de 2012: la épica “We’re the Ladies“.
1×03 All Adventurous Women Do
Muchos de los espectadores más reticentes a GIRLS sucumbieron con este episodio, que profundiza en la amistad entre Hannah y Marnie, desde el comienzo uno de los objetivos principales de Dunham. Sin dejar de lado la sátira y la autocrítica en ningún momento, GIRLS muestra un lado más amable y liviano a pesar de la seriedad de los acontecimientos: Hannah ha adquirido una enfermedad de transmisión sexual (el VIH no, el VPH), pero resulta que no ha sido Adam el que la ha contagiado, así que decide informar a Elijah (Andrew Rannells), su antiguo novio de la universidad. En “All Adventurous Women Do” se alcanza una armonía absoluta entre drama y comedia que se puede comprobar en excelentes escenas como el tórrido encuentro entre Marnie y un arrogante artista, la conversación entre Hannah y Elijah en la que ella descubre que él es gay (“Me largo. Tu padre es gay”) o la secuencia final, en la que Hannah y Marnie bailan al ritmo de “Dancing On My Own” de Robyn. Hannah abraza a Marnie por la espalda y los créditos aparecen. No nos hace falta nada más.
1×04 Hannah’s Diary
El teaser de este episodio muestra claramente la clase de compromiso que Lena Dunham mantiene con su serie. Hannah recibe una foto del pene de Adam por error. Al descubrir que ella no era la destinataria, reacciona mandándole una foto desnuda. Es la primera vez que le vemos los pechos a Dunham, que a partir de aquí no tendrá reparo alguno en volver a enseñarlos, como tampoco en ponerse a ella y sus compañeras de reparto en las situaciones sexuales más bizarras, crudas y en definitiva, más realistas. Con su comportamiento, Hannah muestra un tipo de sumisión que no es sino un mecanismo de defensa. No quiere salir escaldada de una relación por involucrarse más de la cuenta, a pesar de que finalmente comprende que eso es precisamente lo que quiere: tener un novio. Y que este solo se acueste con ella. Hace falta un amago de ruptura para que Adam le haga saber que él también está dispuesto a tener una relación exclusiva con ella. Hannah se muestra por fin tal y como es ante él. Y es entonces cuando ella, y el espectador, comienza a conocer de verdad a Adam. Por otro lado, Shoshanna tiene un encuentro con un antiguo amigo del campamento de verano, Matt (Skylar Astin), con el que se propone perder la virginidad. Todo sale mal cuando Matt descubre que Shoshanna no lo ha hecho nunca y la deja tirada a medias; Jessa se cuestiona el mero sentido de trabajar ahora que hace de niñera: “¿Sabes qué es lo más raro de tener un trabajo? Que tienes que ir todos los días, incluso los que no te apetece“. Hannah también tiene nuevo trabajo, donde su jefe se propasa con las empleadas mostrándose demasiado afectivo, e incluso dándole pellizcos en el culo. Dunham reflexiona así sobre los límites que imponemos a los demás en nuestras vidas privadas y profesionales, lo que es aceptable y lo que no, lo que debería serlo y lo que no. Y hablando de límites, Charlie (Christopher Abbott) y Ray (Alex Karpovsky) encuentran el diario de Hannah, lo leen y convierten una de sus entradas en una canción, “Hannah’s Diary”. Al oírla en directo, con público y sus amigas presentes, Marnie descubre lo que Hannah piensa realmente de ella y de su relación con Charlie: “Marnie tiene que dejar de quejarse y romper con él de una vez. Por supuesto que será doloroso, pero ella ya vive sumida en la agonía, encerrada en la prisión de su bondad”.
1×05 Hard Being Easy
Después de que Charlie rompa con ella, Marnie intenta volver con él, para posteriormente darse cuenta de que la llama se ha apagado y lo único que quería era sentir que controlaba la situación de algún modo (tanto tiempo pensando en dejarlo para que al final sea él el que te deja a ti, qué rabia, tía). Somos transportados mediante un flashback al momento en el que se conocieron, en una fiesta de la universidad, y comprobamos que la relación comenzó con un profundo afecto, que se iban a necesitar el uno al otro; pero también que todo se acaba. “Hard Being Easy” nos muestra a las girls en situaciones en las que su juicio está fuera de servicio. Marnie se arrastra con intención de manipular egoístamente a Charlie, Jessa flirtea con su jefe y acaba tirándose a un chico con novia, y Hannah se plantea llevar a cabo las fantasías que supuestamente tiene su jefe con ella, para a continuación amenazarlo con demandarlo por acoso -“Hannah, apenas posees la capacidad de llegar al trabajo a las 10:00. Y mucho menos de demandar a alguien. No tienes aplicación para poner demandas en el iPhone”. En la escena final, Hannah observa a Adam masturbándose en la cama para a continuación insultarlo y humillarlo al ver que este se excita ante la dominación de una mujer. Dunham abandera el girl power en su forma más radical y justifica el comportamiento de sus personajes femeninos convirtiéndolos en víctimas de los masculinos, poniéndolos en su sitio, o sea, debajo de sus zapatos. Aunque no es todo tan blanco o negro. En este power play nadie es peor o mejor, todos son víctimas y todos son verdugos. Estas chicas no son malas personas, simplemente tienen que vivir de acuerdo una serie de exigencias y convenciones que por lo general no se imponen a los hombres, y esto las lleva a comportarse de manera errática. Con el final de “Hard Being Easy”, Dunham pone a cada uno en su sitio. Girls just wanna have fun. Que se jodan los hombres.
1×06 The Return
El guion “The Return” está co-escrito por Judd Apatow, que le da a todo un aire muy Freaks and Geeks -de hecho estamos en Michigan, donde se ambientaba la serie de Paul Feig. Hannah vuelve a casa de sus padres para celebrar su 30º aniversario de casados. Alejada de la burbuja de Brooklyn, se plantea si fue un error mudarse a la gran ciudad para perseguir su sueño profesional. ¿No sería mejor que todos regresáramos a los barrios y los pueblos donde nos criamos y abandonásemos el sueño de una ciudad que no nos quiere? Hannah experimenta una regresión total a través de una serie de encuentros con antiguos amigos del instituto. También vemos su habitación, que está intacta –los padres de las nuevas series ya no convierten las habitaciones de sus hijos en gimnasios, los tiempos han cambiado. Nos imaginamos cómo fue su vida antes de inventarse a una nueva Hannah. Y conocemos un poco mejor a sus padres -para descubrir que su madre sobreprotege a su niña aun más que su padre. Ellos le proponen la posibilidad de un empleo en el pueblo, pero ella responde implacable “si vais a hacer esto todo el fin de semana, mejor parad”. Pobre Hannah.
Ella tiene una idea muy definida de lo que le gustaría ser en la vida, y opta por buscar su propio camino, a pesar de que las expectativas choquen violentamente con la realidad. Y ellos no son capaces de poner cortapisas a su ilusión, de detener su autoengaño. La fantasía y el espejismo de Nueva York impide ver las verdaderas posibilidades que se le brindan. Ya no se trata de conseguir un trabajo y subsistir, sino de conseguir un trabajo para el que supuestamente nos han preparado, uno a nuestra altura. En efecto, se nos caen los anillos. Nos negamos a que la generación más preparada se tenga que conformar con menos. Menos es digno, pero no es justo. Y ese es el problema de Hannah, y de una parte de su generación. Que se cree mejor que los demás. Una generación que se engaña buscando el grial de la profesionalidad, que persigue lo que ha visto en el cine y la televisión. Queremos ser profesionales y esperamos que nos caiga todo del cielo por haber estudiado una o más carreras. La crisis tiene la culpa, claro, pero en el momento en el que esta se convierte en una excusa, en la única excusa, la culpa deja de ser exclusivamente de ella. “Me preocupa realmente. ¿En qué se convierte una persona como ella?” -se plantea Tad Horvath (Peter Scolari)- “¿En qué momento se dará cuenta de que no va a ser lo que quiere ser de mayor? ¿Y si de repente se despierta un día, con 30 años, y no sabe cómo hacer nada?” Por si fuera poco, estas personas solo son capaces de reconocer este defecto en otros. Como Hannah en su ex amiga del instituto que, al igual que ella, manifiesta grandes aspiraciones artísticas. No oses juzgarme, no me digas cómo tengo que vivir mi vida, pero yo tengo todo el derecho a hacerlo contigo. “¿No crees que se está engañando a sí misma?” -le dice a su ligue del fin de semana- “No bailaba mal si la mides en términos amateur, pero Heather se muda a California para convertirse en bailarina profesional. En teoría debería hacernos sentir mal con nosotros mismos, pero es muy ridículo. Y nadie se lo va a decir. Se va a ir a Los Ángeles, va a vivir en un apartamento de mierda, sola, asustada y triste. Tiene una buena vida aquí. A mí me gustaría tener su vida. Quizás debería mudarme aquí”. A lo que él responde con una oferta de trabajo en la floristería. “Esto… no, yo querría tener un trabajo de verdad, como profesora o algo así”.
Hannah vive en Nueva York. Eso ya es un logro, la convierte en alguien: “Eres de Nueva York” -se dice mirándose al espejo- “por tanto eres interesante por defecto. No es tu responsabilidad llenar los silencios. Lo peor que digas va a sonar mejor que lo mejor que los demás digan”. Hannah se muestra así más vulnerable que nunca. Se pone en evidencia, pero solo ante nosotros. Es en esta escena donde vemos al personaje más desnudo. Los del pueblo la consideran una persona de éxito, y ella actúa como tal, pero en el fondo es perfectamente consciente de su fracaso. Hannah prosigue con la farsa por orgullo, por terquedad, pero también por miedo a decepcionar a sus padres. Hay una posibilidad de que algún día se convierta en la persona que finge ser. Quizás lo mejor que le ha pasado a Hannah es que sus padres le negasen cualquier ayuda económica. La prueba está en que cuando su madre se la ofrece otra vez, esta la rechaza. “Estamos orgullosos de ti”.
1×07 Welcome to Bushwick a.k.a. The Crackcident
Después de un episodio que invita tanto a la reflexión y que engloba uno de los temas principales de GIRLS, “Welcome to Bushwick” nos lleva de regreso a Brooklyn, de hecho hasta el mismo corazón de la escena hipster, Bushwick, la nueva Williamsburg, en un episodio totalmente desenfadado y alocado. La fiesta en la que debes estar si quieres ser/crees que eres alguien es el escenario de las nuevas idas y venidas de Hannah, Marnie, Jessa y Shoshanna. Lo más destacable de “Welcome to Bushwick” es el acontecimiento al que hace referencia el título alternativo del episodio: Shoshanna se coloca de crack y la paranoia se apodera de ella: “Dios mío, no se lo cuentes a mi madre. De hecho, no me lo cuentes a mí. Estoy matriculada en la NYU y acabo de fumar crack”. Bravo, Zosia Mamet. Ray hace de niñera de Shoshanna, lo que lleva a un acercamiento entre ambos -“puedo masajearte la entrepierna de manera no sexual”. Por otro lado, Jessa se encuentra con su jefe en la fiesta y llega a la conclusión de que lo que está haciendo con él es un error cuando se ve a sí misma cargando con el peso muerto de un hombre mucho mayor que ella. Al reconocer al fin su parte de responsabilidad en todo el asunto, pone fin al juego, a lo que él responde con un “eres una calientapollas”. Se veía venir. Marnie conoce a la nueva novia de Charlie y se vuelve a dar cuenta de que ya no come de su mano, lo que le enfurece profundamente. Y por último, Hannah se propone conocer de verdad a Adam (¡que por primera vez se pone una camisa!) cuando, hablando con sus amigos, se da cuenta de que no sabe quién es en absoluto. El trozo de carne con cara de Alfalfa y orejas de soplillo sufre así un interesante proceso de humanización de cara al espectador y da una lección a Hannah, que ha estado tan centrada en sí misma que no se ha preocupado en comunicarse realmente con él. Hannah deja de poseer la única perspectiva de la relación y permite a Adam que se muestre ante ella. “¿Quieres que sea tu novio?”, le dice enfadado. Pues claro, eso es lo que quería todo el tiempo, pero es tan egocéntrica que no era capaz de decírtelo. Liberados del principal lastre que les impedía avanzar, Hannah y Adam se convierten oficialmente en pareja, aunque parezca que se han peleado. La amplia sonrisa de Hannah al final del episodio es un poema.
Casi se me olvidaba: esos créditos iniciales alternativos. ¿No son geniales?
1×08 Weirdos Need Girlfriends Too
Judd Apatow le dijo a Lena que no tuviera miedo al romance, y ella confiesa que es el mejor consejo que le han dado nunca. Este episodio es una comedia romántica en toda regla -una urdida por Apatow, claro está. Se descarga la serie de ese poso de amargura que tan presente ha estado hasta ahora y vemos a Hannah y Adam en la que es la primera fase de un noviazgo: haciendo jogging juntos, comiendo helado (ella, porque a él no le gusta) a dos milímetros el uno del otro, “cuelga tú”, “no tú”, “¡tú!”, pajaritos piando, corazoncitos en los ojos. Pero también una lluvia dorada no deseada en la ducha y una conversación inapropiada y grotesca en la cama: “¿Te habrías follado a mi versión de cuatro años? Dime lo gorda que estabas. Seguro que empezaste a andar y a ir al baño sola muy tarde“. Lo dicho, amor en tiempos de Apatow. Adam se desnuda figurativamente por primera vez. El muro empapelado con la palabra “sorry” aporta las dosis de azúcar necesarias para contrarrestar el cinismo y la crueldad con la que se trata todo el rato a estos personajes. “Weirdos Need Girlfriends Too” explora el juego de las expectativas y de la negociación dentro de una relación. Nos damos cuenta de que Hannah juega según las reglas de Shoshanna -o sea, las de Carrie Bradshaw- y Adam le ayuda a comprender que en una relación se arriesga a que ciertos límites desaparezcan. Este es episodio en el que conocemos definitivamente a Adam, que no es más que otra víctima de sí mismo: “Prefiero no hacer nada el resto de mi vida a que mi nombre esté vinculado a algo mediocre. Tu integridad es lo único que importa”. Es la idea de autoengaño que sobrevuela la serie en todo momento. Sin embargo, tanto él como Hannah viven un momento de lucidez. Él accede a hacer la obra que se negaba a firmar por no estar a su altura y ella se traga su orgullo y acepta un trabajo “mediocre”, como camarera en la cafetería de Ray. Algo es algo. “Weirdos Need Girlfriends Too” también estrecha lazos entre Marnie y Jessa, hasta ahora amigas por aproximación. Marnie está destrozada por Charlie y Jessa la anima a su manera (elogiando su belleza y criticando a Hannah). Las dos se van con un soltero de oro (Chris O’Dowd) a su apartamento y acaban liándose entre ellas. ¿Por qué no?
1×09 Leave Me Alone
El existencialismo se apodera de GIRLS en un episodio que hace recuento de las vidas de sus protagonistas. Es la hora de la verdad. Hannah se defiende como puede en su nuevo trabajo (llega tarde e intenta imponer sus reglas, como no podía ser de otra manera). Shoshanna busca pareja en “la web de contactos más cara”; y Jessa llega por fin a la conclusión de que no sabe hacia dónde se dirige su vida, de que no es la persona que hace unos años pensaba que sería. Y esa es la clave para entender a todos estos personajes. Ninguno es quien quiere ser, quien finge ser. Al final de “Leave Me Alone” asistimos a una fuerte pelea entre Marnie y Hannah. Resulta dolorosamente realista. Reproches, secretos y verdades salen a la luz en una disputa por ver quién de las dos tiene los problemas más graves. La conclusión es la de siempre: Hannah se cree el ombligo del mundo.
1×10 She Did
Tras el agrio final del episodio anterior, las cosas entre Marnie y Hannah se han enfriado, y Hannah se marcha del apartamento que comparten. Cuando una amistad consume a uno o a sus dos miembros, lo más sensato es poner espacio y tiempo de por medio. No es un final, solo un descanso. Para Marnie esto supone la oportunidad definitiva para empezar de nuevo. Ha perdido a su novio, a su mejor amiga, y se empieza a cuestionar seriamente si su visión de la vida es la acertada. Para sorpresa de todos, Jessa se casa con Thomas-John (O’Dowd) y a Marnie le parece genial. Es su manera de despojarse de las cadenas que le impiden disfrutar de la vida. Dejar de juzgar a los demás es el primer paso. Bailar es el segundo. Comer pastel como si no hubiera mañana y besar al primer chico que se le ponga por delante no es más que su evolución natural. La boda de Jessa es una experiencia catártica para Marnie, pero no ocurre lo mismo con Shoshanna, cuyo mayor drama es ir vestida de blanco a una boda (si esto no es una caracterización redonda, ¿qué lo es?), algo que perderá toda su importancia cuando un poco más tarde pierda la virginidad con Ray, después de que este confiese sus sentimientos por ella. Por último, Hannah experimenta un recorrido similar al de Marnie. Una vez ha conseguido lo que llevaba persiguiendo durante meses se da cuenta de que no sabe si es realmente lo que quería. Adam le pide que se vaya a vivir con él, pero ella lo rechaza y le pregunta a su ex si se puede mudar a su apartamento. Marnie tenía razón. Hannah es profundamente egoísta, pero también está aterrorizada. Lógicamente, esto provoca una pelea entre ella y Adam. Hannah utiliza la autocompasión como arma, “Me odio a mí misma más que a nadie”, pero Adam está harto de toda esa mierda. Ella acaba sola en un vagón de metro con un trozo de tarta de boda. Se queda dormida y al despertarse no sabe dónde está. “Estás en el Cielo. Bienvenida al Cielo”, le gritan jocosamente unas chicas que están de fiesta en una azotea. La realidad está ahí fuera, la gente que odia el cinturón que creías que te convertía en alguien único y especial, las vivencias que desafiarán tu perspectiva de la realidad y las falsas expectativas con las que afrontas la vida. Hannah está sola. Y no pasa nada. Le esperan mayores decepciones y alegrías, la cagará mil y una veces más, y todo saldrá bien al final. Hannah se come el trozo de pastel. ¿De verdad importan tanto cinco kilos de más?