Crítica: Al encuentro de Mr. Banks (Saving Mr. Banks)

SAVING MR. BANKS

Mary Poppins es “prácticamente perfecta en todo”. Esto es sin duda lo que pensaba la creadora de este personaje literario infantil convertido en icono cinematográfico, Pamela Lyndon Travers (Emma Thompson). Durante dos décadas, Travers se negó a dejarla en manos de Walt Disney para que alterase esa perfección y la convirtiese en otra de sus atracciones de parque temático, o peor aún, ¡en un dibujo animado! Al encuentro de Mr. Banks (Saving Mr. Banks) es la crónica del arduo proceso de preproducción del Clásico Honorífico Mary Poppins; una reconstrucción (muy descafeinada y edulcorada) de la tormentosa relación que se entabló entre Disney (Tom Hanks) y la escritora británica de origen australiano después de que este le pidiese prestada a su niñera voladora para cumplir una promesa que le había hecho a sus hijos cuando eran niños. Dirigida por John Lee Hancock (El Álamo), Al encuentro de Mr. Banks insiste en la tendencia autorreferencial del Disney de estos últimos años con otro ejercicio de balance y reafirmación en el que el estudio vuelve a dominar el arte de la nostalgia para conectar emocionalmente con un público ávido de “tiempos mejores”.

Comedia y melodrama a partes iguales, Al encuentro de Mr. Banks discurre saltando entre dos tiempos, la primera visita de Travers a Los Ángeles para reunirse con Disney en persona y su infancia en Australia, donde somos testigos de la devoción que sentía hacia su padre, un banquero alcohólico interpretado por Colin Farrell, es decir, el Sr. Banks original. La fragmentación del relato afecta gravemente al ritmo de la película, y los constantes saltos hacia el pasado constituyen a menudo molestas interrupciones de lo que de verdad queremos ver: el making of de Mary Poppins, y a Emma Thompson y Tom Hanks en pie de guerra. Los continuos flashbacks para contarnos el origen de Mary en los traumas infantiles de Travers (daddy issues!), por muy necesarios que sean para la (excelente) caracterización del personaje, podrían -y deberían- haber sido condensados en menos secuencias para evitar el tedio de algunos pasajes y la confusión tonal. De esta manera podríamos haber disfrutado aún más de la fascinante interacción de la cascarrabias autora con su detestado Disney, con los hermanos Robert y Richard Sherman (B.J. Novak y Jason Schwartzman), autores de las canciones de la película, o con su chófer Ralph (¡Paul Giamatti haciendo de sidekick Disney!). No hay nada como la historia de un corazón de hielo derretido a base de humor, buenas intenciones y canciones maravillosas. Y eso es exactamente lo que nos da Al encuentro de Mr. Banks, evitando en todo momento las sombras de la biografía de Disney (no es que esperásemos otra cosa), para proporcionarnos una cinta tan disneyana en su moraleja como cualquiera de sus clásicos animados.

SAVING MR. BANKS

Claro que no podemos reprochar demasiado que no haya interés en mostrar un lado más turbio del tito Walt, más allá de su terquedad patológica, puesto que Al encuentro de Mr. Banks no es la historia de Walt Disney, es la de P.L. Travers, y la del origen de esa extraña y feminista película que es Mary Poppins. En este sentido, Tom Hanks realiza un gran trabajo interpretando simplemente al padre de Mickey Mouse, es decir, a la figura pública que todos conocemos a través de sus vídeos. Nada más. El peso del relato recae sobre una espléndida, monumental e inconmensurable Emma Thompson, que nos regala una de las mejores interpretaciones de su carrera. Inspirada, divertida, efervescente, Thompson se funde con el personaje, dominando en todo momento el rango de emociones que lo definen, del remilgo British a la mirada puramente infantil, culminando en una sublime escena final en la premiere de Mary Poppins que conmoverá al más duro. A pesar de la testarudez y rechazo de Travers a todo lo que Disney simbolizaba (y simboliza aún para muchos), Al encuentro de Mr. Banks nos convence, a base no de “un poco de azúcar” sino de carretas de melaza, de que ella personifica el espíritu Disney mejor que nadie. No estamos muy seguros de si la autora daría su visto bueno a esta visión de su persona (no sé por qué, me cuesta creer que en algún momento durmiese abrazada a un Mickey de peluche gigante), pero al menos se regocijaría sabiendo que su legado sigue vivo gracias a la maestría de Disney a la hora de crear recuerdos que duran para siempre.

Valoración: ★★★½

Los niños bien de la comedia

Los reyes de la comedia tienen el siguiente relevo más que preparado. No es que Larry David, Tina Fey o Louis C.K. vayan a retirarse pronto (esperemos que no lo hagan nunca). Nada más lejos de la realidad. Pero si quisieran hacerlo podrían estar tranquilos, porque la nueva generación de cómicos estadounidenses viene pisando fuerte y con muchas ganas de hacerse oír (y hacer caja mientras los escuchamos).

Ser cómico en Norteamerica equivale cada vez más a ser pluriempleado y polifacético. Los tres nombres anteriores han desarrollado a lo largo de los años una reconocible imagen de marca, un exitoso emporio de productos culturales que llevan el sello inmediato de calidad antes de ser generados. Algo parecido está ocurriendo con los jóvenes veinte y treintañeros que están destacando en la televisión norteamericana en los últimos 5 años. Siguiendo los pasos de Fey, gente como Mindy Kaling o Lena Dunham se han propuesto desde el comienzo explotar sus personalidades y sus experiencias vitales para crear una marca de autor que ya están imprimiendo no solo en series de televisión, sino también en el mundo editorial. Algunos incluso se aventuran en otras artes, como la música. Y no tardarán en dar el salto al cine, aunque estén más que cómodos donde están ahora mismo. Están empezando pero ya son millonarios y lo más importante, enormemente influyentes. Estos chicos han nacido con una flor en el culo.

Girls no tendrá una audiencia espectacular, pero HBO la ha renovado recientemente para una tercera temporada, cuando la segunda aun no ha sido emitida (se estrena en enero de 2013). La serie de Lena Dunham es probablemente la que más ríos de tinta hizo correr la temporada pasada. Gracias a ella, Dunham conoció de primera mano la brutal fuerza del hype y el backlash. Puede estar contenta, con tan solo 26 años se ha convertido sin lugar a dudas en lo que ella quería: la voz de su generación. Una voz que no siempre acierta en sus declaraciones, pero que refleja fielmente las idiosincrasias de una juventud acomodada, apática y auto consciente. Dunham hace comedia con lo que más duele y mientras se auto proclama, a través de su Hannah Horvath, como prototipo de ese joven que dice que no puede trabajar pero lo que pasa es que en el fondo no quiere, ella no descansa ni un solo minuto. Recientemente ha firmado un contrato para escribir su primer libro, Not That Kind of Girl: Advice by Lena Dunham. Le pagan 3,5 millones de dólares por él. Random House, la editorial que la ha contratado, tiene fe ciega en la creadora/directora/productora/guionista de Girls. Más que comprar un material ya existente, ha adquirido un nombre, una gran marca, con la esperanza de publicar el próximo Bossypants.

Está claro que actualmente son ellas las que controlan el cotarro. En la comedia denominada “low-brow” despuntan otras mujeres jóvenes (aunque no tan jóvenes como Lena) que están desarrollando su carrera principalmente en televisión. Los nombres de Chelsea Handler o Whitney Cummings no sonarán con tanta fuerza como los de Fey o Dunham, pero están detrás de un importante imperio mediático. Por supuesto, no podemos olvidar a Amy Poehler (regresamos a lo “high-brow”, evidentemente), y ya de paso, a su compañera en Parks and Recreation Aubrey Plaza, de la que esperamos grandes cosas en un futuro próximo. Por otro lado, Mindy Kaling también sigue los pasos de Tina Fey (de quién si no), quizás más evidentemente que Dunham. Con apenas 25 años era una de las guionistas principales de The Office. A lo largo de ocho temporadas, Kaling se ha labrado un nombre y una reputación que ha utilizado para capitanear su propio proyecto: The Mindy Project. Sus compañeros en The Office siempre han coincidido en que era la mejor escritora de la plantilla y que sus personajes brillaban cuando los escribía ella. Kaling también ha escrito un best-seller: Is Everyone Haning Out With Me? (And Other Concerns)Y como Tina, ella también utiliza sus experiencias personales, junto a su particular y certera visión de la sociedad, para crear un agudo material que “es gracioso porque es verdad”. Sin embargo, como le ocurre a Dunham, Kaling también despierta cierta antipatía en un sector de la audiencia, que o bien no conecta con su humor o bien no aguanta al personaje público que se ha creado. No se puede tener todo. No todo el mundo puede ser Tina Fey.

De entre los nuevos cómicos jóvenes destacan un par de nombres masculinos, pero su repercusión en el medio es mucho menor que la de las autoras de las que hemos hablado hasta ahora. Mientras su compañera de The Office se visibiliza completamente y explota su imagen y su personalidad, B.J. Novak permanece a la sombra. Novak también era uno de los guionistas más destacados de la serie de NBC, pero está aun por ver si será capaz de desarrollar su potencial más allá de ella. Ellos dos representan fielmente el tipo de humor que esta generación está cultivando, profundamente anclado en la realidad (una ilusoria y embellecida) y en la actualidad, dependiente de las nuevas tecnologías y las redes sociales (“¿No has visto mi Tumblr?, que decía Ryan Howard), y basado en el ahora más efímero. Estas herramientas son astutamente utilizadas para generar personajes y situaciones universales que reflejan las características más destacables de los veinteañeros y treintañeros: la inseguridad, la incertidumbre por un futuro que debería haber llegado ya, el miedo a quedarse solo.

Se puede hablar de un salto generacional muy sutil pero relevante entre el grupo de autores y cómicos que en los últimos 10 años han destacado en cine y televisión y el que actualmente comienza a dominar la escena. La generación geek da paso a la generación hipster. Aquellos que fueron fans en los 80 llevan ya unos años generando productos que dependen en gran medida de la cultura popular de las últimas décadas y que hacen de la referencia pop una de sus mayores bazas. Dunham y Kaling también tienen un lado geek, sobre todo la segunda -sus personajes que autodefinen en base a las películas románticas de los 90. Sin embargo, sus discursos se construyen a partir del presente y no tienen esa obsesión casi enfermiza por saturar sus relatos de guiños para que el espectador juegue a reconocerlos. Si se les llama geeks es sobre todo por su extraño comportamiento social.

El material que escriben estos jóvenes es eminentemente autobiográfico (como suele ocurrir en este género). Si ellas se han centrado en las vidas románticas y las aspiraciones profesionales de sus personajes, Donald Glover (dos años mayor que Dunham) suele remontarse a su infancia para fabricar un humor agresivo pero entrañable que revisita constantemente sus mayores traumas. Pero, ¿tan mal lo pasó Glover? Más bien no. En el colegio lo llamaban “Oreo” y “maricón”, pero no creáis que hay mucho más. Glover se queja de que la gente no lo tome en serio como “negro” porque no es un delincuente o no ha matado a nadie. Sus pataletas vienen a decirnos que está harto del racismo dentro de su propia raza, y que quiere deshacerse de los lugares comunes que la rodean. Glover es un hipster negro, y según él, esto no está bien visto en su comunidad. Por eso, el “único negro que verás en un concierto de Sufjan Stevens” ha decidido utilizar la comedia (en concreto los monólogos) para reivindicar su particular personalidad. Su siguiente paso creativo será una serie “de autor” al estilo de Fey (que fue su mentora en 30 Rock) o Kaling. En ella nos contará su vida desde la infancia (¿será igual que Everybody Hates Chris?), y con suerte, nos ayudará a comprender mejor esos fantasmas que le persiguen desde entonces. Además de su trabajo en televisión, Glover ha creado un alter ego en el mundo de la música. Con su proyecto rap Childish Gambino, el actor de Community insiste en su mensaje racial y se sigue desnudando para el que esté interesado en saber todo lo que se le pasa por la cabeza.

Estos chicos y chicas han demostrado con creces el enorme talento que poseen y lo incansables que son trabajando. No hay quien los pare. Reciben críticas por practicar un humor que en ocasiones resulta poco humilde, y por adoptar una postura de referente generacional sin que nadie se lo haya pedido. Pero en muchas ocasiones, estas críticas vienen de parte de aquellos que no se sienten cómodos viendo en sus pantallas un tipo de realidad con el que se sienten tristemente identificados. Por otro lado, estos comediantes se diferencian de los veteranos en que no practican tan abiertamente el nihilismo en sus trabajos. Ellos no están deprimidos, son fabulosos, o al menos aspiran a serlo (y ahí está la gracia casi siempre). Glover es un rapero hipster que odia que los de su raza no lo acepten, pero que igualmente se ríe del blanco si le viene bien. Dunham ha convertido en heroína moderna a un parásito de la sociedad, y encima se ha llevado con ella a tres “hijísimas” (los padres de Zosia Mamet, Jemima Kirke y Allison Williams son todos gente importante del mundo de la cultura). Además, como también le ha ocurrido a Kaling, se la ha acusado de racista. A la creadora de Girls por no incluir en su platilla actrices negras, y a la de The Mindy Project por haber escrito a un personaje poco complaciente y bastante inapropiado a la hora de hacer comentarios raciales. Es más, cuando se juntan, el odio hacia ellos se multiplica. Recientemente, Dunham, Kaling y Novak mantuvieron una polémica conversación en Twitter en la que hablaban de disfrazarse para Halloween como populares asesinos en serie adolescentes. No sentó bien y Dunham tuvo que disculparse (solo ella, a los otros dos nadie les dijo nada). ¿Niños mimados o artistas transgresores? En el marco de una ficción televisiva que se ha despojado ya de todo límite y censura, esta nueva generación de talentos quiere hacer ver que nos podemos reír de todo. Que nadie se lo tome tan serio. Es solo comedia.