Twitter y los memes lo magnifican todo, pero lo cierto es que este año pasará oficialmente a la historia como uno de los más horribles de nuestra era, por muchas razones que no voy a enumerar porque las conocéis de sobra, y porque esta es la época en la que damos las gracias por lo bueno que nos han dejado los últimos doce meses e intentamos dejar lo malo atrás.
Gracias al cine (y a la televisión, claro, pero eso lo dejamos para otra entrada) hemos podido huir del futuro distópico en el que parecemos haber despertado. Puede que 2016 no haya sido el mejor año cinematográfico de lo que llevamos de década, pero las grandes películas no han faltado. A continuación os dejo con mi lista personal de las 25 mejores películas estrenadas en España del 1 de enero al 31 de diciembre de 2016.
25. Bone Tomahawk (S. Craig Zahler)
Western atípico cargado de humor, violencia extrema (condensada en su magnífica recta final, donde podemos ver una de las muertes más despiadadamente brutales y gráficas de la historia del cine) y grandes interpretaciones, en especial la de Richard Jenkins, que vuelve a sobresalir con un personaje absolutamente entrañable. Una auténtica gozada que lleva el concepto midnight movie a otro nivel.
24. Calle Cloverfield 10
Calle Cloverfied 10 es un thriller claustrofóbico y desconcertante que divierte enormemente sin por ello sacrificar la seriedad de sus temas y el desarrollo de sus personajes (“Yo veo Cloverfieldpor los personajes”). El éxito de la película plantea una nueva forma de hacer blockbusters fantásticos, otro tipo de “cine evento” que es posible con un presupuesto reducido, gracias a una campaña publicitaria inteligente y por encima de todo, ideas “fuera de la caja”. [Crítica completa]
23. Brooklyn (John Crowley)
En parte oportuno retrato generacional, en parte preciosa historia de amor (no apta para cínicos), Brooklyn destaca por estar contada con mucho cariño, algo que se refleja en sucuidada puesta en escena, con un estupendo trabajo de fotografía, diseño de producción y vestuario, que (al igual que la también reciente Carol) nos traslada a los 50, tanto en las acogedoras calles de Nueva York, sus casas estilo brownstone y sus distinguidos centros comerciales, como en la costa de Irlanda. Pero en realidad Brooklyn no busca impresionar o acumular premios (aunque los merezca), sino arropar al espectador en una historia enormemente cálida y emotiva, un relato muy cercano a pesar de su lejanía en el tiempo y la distancia, que es mucho más trascendente y profundo de lo que pueda parecer a simple vista. [Crítica completa]
22. Green Room (Jeremy Saulnier)
Green Room desquicia gracias a su endiablado ritmo y a la ingente cantidad de pruebas a las que somete a sus héroes, sentimiento de agobio que es acentuado gracias a la enfermiza atmósfera de tonos verdes que domina los pasillos. Se trata de un estilizado producto de terror de serie B y una justa compañera de cintas como It Follows o la citada You’re Next en la lista de películas de culto de esta década. [Crítica completa]
21. Dos buenos tipos (Shane Black)
Recuperando el espíritu desenfadado y old-fashioned del cine de acción de los 70 y 80, con un ritmo que no decae en ningún momento y un velo de surrealismo lisérgico y excéntrica psicodelia pop, Dos buenos tipos se construye sólidamente como un noir efervescente repleto de situaciones memorables (el muy onírico accidente de la pornstar, la absurda protesta en las escaleras),violencia “sofisticada”, diálogos chispeantes, una gran banda sonora y un timing cómico impecable. Gosling se lleva la película de calle con su dominio absoluto del humor físico. [Crítica completa]
20. American Honey (Andrea Arnold)
American Honey es autocomplaciente y difícil, pero está tan llena de vida. Un retrato de Norteamérica y su juventud exuberantemente natural y libre de grilletes narrativos. Puede frustrar tanto como fascinar, pero nunca deja que te vayas, en ninguno de los 163 minutos que dura. Shia LaBeouf nos deja una interpretación tan vibrante que nos hace desear que el actor siga en el buen camino artístico en el que esta desbordante película lo sitúa. We fell in love in a hopeless place…
19. Animales nocturnos (Tom Ford)
Oscura, sensual y elegantemente imperfecta, Animales nocturnos continúa la disección que Ford inició de las esferas más altas de la sociedad con su opera prima, de la gente distinguida y refinada que se ahoga en sus jaulas de diseño y deambula en sus acomodados vacíos existenciales (ya sabéis lo que dicen, “escribe sobre lo que conoces”). Pero amplía sus horizontes como autor añadiendo uncomponente de suspense que al final (y afortunadamente) acaba dominando la película. [Crítica completa]
18. Neruda (Pablo Larraín)
Neruda es la historia de un líder de pensamiento que se ganó al pueblo con sus versos y su voz. Para dar forma a este relato biográfico tan poco convencional, Larraín y su guionista, Guillermo Calderón, fusionan ficción y poesía de manera que, a la vez que nos cuentan la historia, nos desvelan sus mecanismos narrativos, así como la estrecha relación entre arte y política. El inteligente guion de la película entrelaza estas dimensiones para construir una inspirada reflexión sobre la creación literaria y la inmortalidad que otorgan las palabras, en la que los personajes se preguntan hasta qué punto son reales o producto de la voluntad creativa del autor. [Crítica completa cortesía de eCartelera]
17. Captain Fantastic (Matt Ross)
Viggo Mortensen nos regala una de las mejores interpretaciones del año y probablemente la mejor de su carrera en esta maravilla que tiene el poder de atravesarnos la piel y conmovernos como pocas. Excéntrica, divertida, preciosa, humana, una película que contiene una carga de ideología mucho más compleja y estimulante de lo que pudiera parecer, y que presenta una historia más cruda de lo que su campaña promocional (muy inspirada en el cine de Wes Anderson) pudiera sugerir. Temáticamente, tiene mucho más en común con Hacia rutas salvajes, pero ya quisiera aquella llegarle a la suela de los zapatos a esta. Inolvidable.
16. Cegados por el sol (Luca Guadagnino)
Con un toque surrealista y burlón, y un ojo puesto en la obra de Patricia Highsmith (la cinta bebe mucho de El talento de Mr. Ripley), Guadagnino nos envuelve en una sensual orgía de los sentidos que no solo seduce con sus imágenes, sino también con su exquisito sentido del humor. Cegados por el sol es una película lasciva, delirante, una experiencia de la que uno sale con ganas de desnudarse, de desnudar, y de apaciguar el calor con un baño refrescante, a poder ser en compañía. [Crítica completa]
15. Spotlight (Tom McCarthy)
En Spotlight no hay tiempo ni espacio para el melodrama. Ante la tentación de dejarse llevar por los momentos sentimentales que podría haber reportado un film sobre abusos a menores,McCarthy opta por acercarse de una manera aséptica y serena. Esta estabilidad emocional no debe verse como frialdad o desinterés, sino como muestra de respeto. No solo para con las víctimas de los abusos, sino también con el espectador. El film no menosprecia al espectador. Le expone una realidad traumática y aterradora sin cortapisas, ni sobrexplicaciones. Spotlight es inteligente, que no sabionda. Esa humildad se respira durante todo el metraje y se refleja de igual manera en sus protagonistas. [Crítica completa]
14. El cuento de la princesa Kaguya (Isao Takahata)
Realizada en animación tradicional al estilo de las acuarelas japonesas(con impresionantes secuencias de acción abocetadas en las que se puede ver el trazo del lápiz cobrando vida), Kaguya es una absoluta preciosidad, una auténtica obra de arte de una belleza extraordinaria, aderezada con deliciosos e inesperados toques de humor. El folklore y lahistoria japonesa van de la mano de la magia en una película que incide en uno de los temas que han definido la trayectoria de Ghibli: el lugar de la mujer en la sociedad, y su lucha por salirse de los conformistas moldes que otros han dispuesto para ella. Kaguya es un personaje hermoso en todas sus facetas y su historia una gozada recomendable para todo amante de la animación tradicional y el cine nipón. [Crítica completa]
13. Todos queremos algo (Richard Linklater)
En Todos queremos algo volvemos a vivir los últimos días del eterno verano cinematográfico. Entre birras, sexo y el Cosmos de Carl Sagan nos hacemos, como el que no quiere la cosa, las grandes preguntas. Quiénes somos, quiénes queremos ser, adónde queremos ir, y sobre todo, qué queremos. Porque todos queremos algo, lo complicado es saber qué exactamente. Lo último de Linklater es camaradería, es optimismo, vitalismo, testosterona rebotando por las paredes, es juerga, música a todo volumen, exploración, un entrañable retrato generacional y unagran celebración de la juventud. Es el tipo de película que nos dice mucho más de lo que parece a simple vista, que, sin que nos demos apenas cuenta, nos convierte en cine. [Crítica completa]
12. Peter y el dragón (David Lowery)
La labor de Lowery nos confirma a un director de considerable talento para narrar visualmente, un cineasta con temple y visión que ha sabido conjugar con suma elegancia la sensibilidad del blockbuster actual (es su primer película “de estudio”) con el intimismo de un cine más “pequeño”, dando tanta importancia a la dirección de actores como al espectáculo. Todo sin dejar de cumplir con la etiqueta disneyana de “cine para toda la familia”. Efectivamente, Peter y el dragón es una película hecha para el disfrute de grandes y pequeños, hecha para ahora y para durar en el tiempo, una de esas aventuras clásicas (en el mejor sentido cinematográfico de la palabra) que captan el asombro y la magiade la infancia, tal y como nos la mostró el mejor cine familiar de los 80 y los 90. [Crítica completa]
11. Hasta el último hombre (Mel Gibson)
Durante sus perfectamente coreografiadas y montadas secuencias en el campo de batalla, Hasta el último hombre supone un golpe sin miramientos al espectador,un mazazo que aturde y remueve por dentro. El horror que vivimos junto a Doss se va transformando en esperanza, en fe. Pero no fe en la religión o el ser divino que motiva al protagonista y que Gibson claramente presenta convencido de ser la verdad absoluta, sino en la bondad innata del ser humano y su capacidad para el sacrificio, la compasión y la paz. He ahí la verdad absoluta que hay en Hasta el último hombre, una idea que Gibson transmite de manera tan eficaz, con un dominio tal de la cámara y la tensión narrativa, con tanta emoción, que no queda más remedio que darle esa segunda oportunidad. [Crítica completa]
10. Kubo y las dos cuerdas mágicas (Travis Knight)
Además de ser una cinta aventuras impecable, un film familiar entrañable y con sentido del humor, y de contener algunas de las mejores escenas de acción que se han visto en el cine de animación reciente, Kubo establece (a través de las cuerdas del shamisen) una importanteconexión emocional con el espectador que resulta en una mayor implicación que las anteriores películas del estudio, y culmina en un poderoso clímax que completa el viaje de su bondadoso héroe y legitima sus mensajes y valores. No es una película perfecta, pero sí una obra de arte digna de ser revivida y recordada, que es mucho mejor; un trabajo hecho con corazón (LAIKA lo tiene en las manos), en el que la técnica está al servicio de lo más esencial, lo que da forma a la realidad: la narración. [Crítica completa]
9. Anomalisa (Duke Johnson, Charlie Kaufman)
Kaufman utiliza los muñecos para desmontar, literalmente, a su protagonista, y mostrarnos así el engranaje de su mente. Si la película se hubiera hecho con actores de carne y hueso no habría surtido el mismo efecto, no habría resultado tan conmovedora. Hay algo en el hecho de observar a estas marionetas existir, interactuar o hacer el amor en un supuesto tan mundano (y tan automatizado) que hace más fácil, y más gratificante, mirar directamente en su interior en busca de la esencia que los (nos) hace humanos. [Crítica completa]
8. Carol (Todd Haynes)
Haynes ha realizado una película de una enorme fuerza y belleza, una obra íntima y erótica, que navega constantemente en la tristeza para dejarnos con un mensaje de esperanza y autoafirmación, y que responde, por encima de todo, al modelo clásico del gran romance cinematográfico americano. El que no busca un público concreto, sino que está hecho para todos. [Crítica completa]
7. Midnight Special (Jeff Nichols)
Con un poco de publicidad, todos estaríamos hablando ahora de Midnight Special. El sorprendente cuarto trabajo de Jeff Nichols, uno de los autores cinematográficos más interesantes y personales de la actualidad, es junto a La llegada, la mejor película de ciencia ficción del año, una propuesta intensa, diferente, llena de inteligencia emocional, y con un acertado punto nostálgico (pero sin pasarse) que evoca a Encuentros a la tercera fase y E.T. El extraterrestre. Puede que Stranger Things ya haya cubierto ese hueco este año, pero aun así merece la pena descubrir esta maravilla y reivindicarla como la obra de culto que merece ser.
6. Zootrópolis (Byron Howard, Rich Moore)
Zootrópolis supone un salto considerable en la trayectoria moderna de Disney al llevar un paso más allá su mensaje, convirtiendo una fábula modélica de crecimiento personal protagonizada por una chica que se eleva por encima de sus circunstancias y sus opresores en un manifiesto en contra de los prejuicios sociales y la estereotipación, un proyecto de futuro que propone un mundo (una utopía) donde nadie sea juzgado o dado por sentado debido a su especie (raza/condición/sexo). Zootrópolis no es solo un regalo para la vista, una bonita historia de amistad y una irresistible aventura cómica, también es una valiosa obra de ficción que, de convertirse en clásico, contribuirá a dar forma a las próximas generaciones de adultos de la mejor manera posible. [Crítica completa]
5. Paterson (Jim Jarmusch)
En las palabras que Paterson nos recita con cadencia reconfortante mientras las plasma en el papel (poemas escritos por Ron Padgett) está todo lo que necesitamos, pero en ellas hay mucho más. Jarmusch explora el día a día con inteligencia contemplativa y, casi sin que nos demos cuenta, compone una reflexión que llega a adquirir tintes metafísicos a través de los pequeños detalles, coincidencias y repeticiones que desvelan una realidad interconectada que se puede observar si se presta atención, un universo que no hace más que mandarnos señales.
Gracias a la absoluta precisión emocional que hay en la interpretación de Adam Driver (quizá que ese sea su apellido también sea una señal), que aquí se confirma como uno de los actores de mayor talento de su generación, y a la capacidad de Jarmusch para decirnos tanto con tan poco, Paterson acaba trascendiendo las fronteras del cine, derramándose en nuestra propia realidad y alterándola mucho más allá de los créditos finales. [Crítica completa]
4. Elle (Paul Verhoeven)
Con Elle, Verhoeven nos sitúa en una posición en la que nos encontramos a nosotros mismos disfrutando de la violencia y el comportamiento desviado que vemos en pantalla, reflejándolo en nuestro propio punto de vista en un alarde a lo Michael Haneke, solo que con mucho más humor. Porque Elle es el crudo y deslumbranteretrato de una sociópata que además de removernos constantemente y empujarnos a reflexionar, nos hace reír. Una película inquietante, de la que es imposible apartar la mirada, perversa, malsana, y por encima de todo divertida. [Crítica completa]
3. La bruja (Robert Eggers)
Todos los elementos que conforman La bruja están meticulosamente construidos para dar como resultado una opera prima de gran pulsión cinematográfica: las impactantes y perturbadoras imágenes que recorren todo el film (bellamente fotografiado por Jarin Blaschke), la increíble banda sonora de Mark Korven, las interpretaciones (de adultos y niños, inolvidable la escena de posesión del pequeño Harvey Scrimshaw), los diálogos, cadencias y acentos, la imponente voz de Ralph Ineson, ese poderosísimo clímax que redefine la historia y obliga a revisitar todo lo acontecido para saber qué nos ha estado contando en realidad, sin olvidar la inquietante (omni)presencia de la cabra Black Phillip, animal en el que confluyen todos los miedos y angustias que sostienen el film. Todo esto hace que La bruja presente una visión escalofriante y hermosa de un terror que pocas veces se nos manifiesta de forma tan lúcida y sugestiva, y se postule seriamente como un clásico moderno del género. [Crítica completa]
2. La habitación (Lenny Abrahamson)
La labor de Tremblay es el sumun de la inocencia y la complejidad de registros, recordando a la de Max Records en Donde viven los monstruos. No es un niño haciendo de niño, sino un actor haciendo de el niño que soy yo. Cada una de sus frases absurdas y tremendamente inocentes, desmontan al espectador casi tanto como a su Ma. Sus repetitivos saludos a las cosas animadas, su infinita serpiente de cáscaras de huevo (lo más bonito del mundo), su amor a la televisión y su madre sobre todas las cosas (como cualquier niño normal). El niño que soy yo es la inocencia dentro de la mierda. Es la única razón por la que yo (Ma) voy a sobrevivir.
El instante en que Jack logra desenrollarse de la alfombra, conoce por primera vez el cielo sin una claraboya de por medio y su mirada refleja el infinito es uno de los grandes momentos cinematográficos del año. [Crítica completa]
1. La llegada (Denis Villeneuve)
Todo en La llegada, empezando por su protagonista (Adams está inconmensurable) y continuando con su envolvente atmósfera, la acertada intensidad y afectación de su narración, la elegante puesta en escena o la sublime música de Jóhann Jóhannsson (más una preciosa pieza de Max Richter), dan lugar a una obra cinematográfica superlativa, un trabajo bellísimo, profundamente magnético y emocionalmente desbordante que ha llegado para quedarse entre nosotros. [Crítica completa]