¡Concurso legendario! Consigue la temporada final de ‘Cómo conocí a vuestra madre’

 Este concurso ya ha finalizado. Atentos a fuertecito no ve la tele para futuros concursos.

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La novena y última temporada de Cómo conocí a vuestra madre (How I Met Your Mother) ya está a la venta en DVD, de la mano de 20th Century Fox Home Entertainment.

Para celebrar este lanzamiento, 20th Century Fox Home Entertainment y fuertecito no ve la tele os queremos dar la oportunidad de conseguir un pack gratis de la Temporada 9 de Cómo conocí a vuestra madre.

Para participar, lo único que tenéis que hacer es responder a esta sencilla pregunta:

¿CON QUÉ PERSONAJE DE LA SERIE OS GUSTARÍA VIVIR UN FINAL FELIZ?

También podéis participar en la página de Facebook de fuertecito no ve la tele o respondiendo a la misma pregunta en Twitter, mencionando a @fuertecito

Bases

3d_como_conoci_a_vuestra_madre_t9– De entre todos los participantes elegiremos a un ganador (via Sortea2) que se llevará totalmente gratis 1 pack de Cómo conocí a vuestra madre – Temporada 9 en formato DVD (foto). El ganador lo recibirá en su casa sin ningún gasto por su parte.

– El participante debe incluir su correo electrónico en el formulario de respuesta del blog (no aparecerá público) y se recomienda firmar con nombre y apellido (los pseudónimos son válidos). En Facebook no es necesario.

– Sólo contará una participación por dirección IP, las respuestas desde la misma IP con distinto nombre serán marcadas como spam. En Facebook solo se podrá participar una vez por cuenta personal.

– El plazo para participar en el concurso finaliza el miércoles 12 de noviembre de 2014 a las 23:59 (hora peninsular española). El ganador será anunciado a partir del día siguiente en la página de Facebook de fuertecito no ve la tele.

– Concurso válido sólo para España (península e islas).

– fuertecito no ve la tele se reserva el derecho de modificar o anular el concurso si fuera necesario.

¡Mucha suerte!

Sorprendentes respuestas a las divertidísimas preguntas serán reveladas durante el fin de semana de la épica boda. ¿Conseguirá Marshall atravesar todo el país para llegar a tiempo a la ceremonia? ¿Se casarán finalmente Robin y Barney? ¿Podrá Lily guardar un impactante secreto? ¿Encontrará Ted por fin a la madre de sus hijos y será “la definitiva”? Todo ello conduce al clímax final de la serie, dividido en dos partes, que dio lugar a uno de los finales más esperados, polémicos y comentados de la historia de la televisión.

Además, no tendrás que esperar mucho tiempo más para hacerte con la colección completa de CÓMO CONOCÍ A VUESTRA MADRE, ya que estará disponible en DVD a partir del 19 de noviembre. Ponte el traje para disfrutar de las nueve legendarias temporadas de este éxito de la comedia televisiva.

CONTENIDOS ADICIONALES TEMPORADA 9

– Final alternativo

– Casting de Cristin Milioti

– El cómo se hizo de “Gary Blauman”

– Comentario de “el camafeo”

– Comentario de “la cena antes de la boda”

– Comentario de “Cómo me conoció vuestra madre”

– Escenas inéditas

– Tomas falsas

Cómo conocí a vuestra madre: Un high five para la eternidad

Last Forever Part One

Una película del montón puede quedarse en la memoria para siempre si tiene un final impactante. Si un ensayo mediocre se remata con una frase final perfecta, la valoración sobre el texto será más positiva. Y de la misma manera, si una serie que ha estado en antena la friolera de nueve años, con sus más y sobre todo sus menos, termina con un episodio final para el recuerdo, será más fácil olvidar todo lo malo y quedarse con lo bueno. Mi relación con Cómo conocí a vuestra madre (How I Met Your Mother) ha sido de amor amistad-odio desde la cuarta temporada, y en sus últimos años me ha resultado muy difícil recordar por qué un día fuimos amigos. Con “Last Forever” he conseguido perdonar el insoportable estiramiento y la progresiva pérdida de gracia de la serie, gracias a un final redondo que incide en el aspecto más amargo y real de esta historia, precisamente lo que más me ha gustado siempre de ella. Y así, echando la vista atrás y haciendo balance, no puedo sino expresar mi profunda admiración por unos guionistas que han sabido elaborar un magnífico plan narrativo a largo plazo en el que todas las piezas han acabado encajando, y que han mimado su historia y a sus seguidores con un detallismo virtuoso.

Siempre he dicho que Cómo conocí a vuestra madre quizás debería haber sido una dramedia, puesto que cuando más brillaba era cuando se proponía conmover y entristecer al espectador con los reveses que el destino le tenía reservado a sus protagonistas. Por eso, durante la recta final de la serie, y después de una novena temporada fallida por lo general, tuve la corazonada de que Cómo conocí a vuestra madre se despediría haciendo lo que mejor se le ha dado siempre, tocando la fibra sensible, dando con la nota emocional adecuada. Tenía la certeza de que “Last Forever” sería un buen final, pero lo que no imaginaba es que sería tan arriesgado (paradoja teniendo en cuenta que estaba pensado desde el principio), tan melancólico, y tan polémico. Al igual que otro ambicioso final de sitcom, el de Will & Grace, la series finale de Cómo conocí a vuestra madre es una coda tremendamente agridulce, poco complaciente, pero muy coherente con las trayectorias de sus personajes. “Last Forever” duele, incluso enfurece, porque no es un final de cuento de hadas, es un final que transcurre dentro de los límites de la realidad.

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A través de constantes -y emocionalmente agotadores- saltos, ahora casi exclusivamente hacia adelante, el final de Cómo conocí a vuestra madre nos muestra cómo estos cinco amigos se enfrentan al paso del tiempo y luchan por mantener el contacto, aunque sea solo en los acontecimientos más importantes de sus vidas. Lily es el pegamento que intenta mantener a la pandilla unida por todos los medios. Pero es complicado cuando hay niños, cuando hay mudanzas, cuando no hay suficientes horas en el día y las prioridades cambian. Life happens. Mientras Lily y Marshall se mantienen como la pareja más sólida de la sitcom moderna, el resto de personajes lidian con las consecuencias de sus decisiones, afrontan los cambios y se resignan a lo que no puede cambiar. Pero todos, cada uno a su ritmo, acaban dando con aquello que les proporcionará la clave para ser feliz. En la que quizás es la escena más desarmante y enternecedora del episodio, Barney halla en la paternidad la garantía de un amor para siempre, algo que no ha conseguido con Robin (Neil Patrick Harris se despide de la serie por todo lo alto con esta escena). Puede parecer un cambio precipitado, pero recordemos que debemos considerar el factor de las elipsis, es decir, toda la evolución de la que no somos testigos, todo el dolor que no vemos, pero que sí deberíamos reconocer en los personajes. Dolor que se magnifica cuando los vemos separarse una y otra vez, distanciarse, y saludarse de forma cada vez más fría y extraña. Ver a la pandilla desintegrarse poco a poco, y en concreto a Robin perdiendo el contacto con sus amigos, conforma un final difícil de digerir, pero profundamente pertinente y franco.

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Sin embargo, la decisión que más ha dividido a los espectadores ha sido la de unir a Ted y Robin en la última secuencia de la serie. Para muchos, esto supone poco menos que una traición, una puñalada al desarrollo de estos personajes a lo largo de los años. Pero precisamente ahí está la clave para entender y aceptar este final, en el paso del tiempo. Ted y Robin no huyen juntos el día de la boda de Robin y Barney. Ni siquiera tenemos garantía de que pasarán el resto de su vida juntos. Como decía, esto no es un final de comedia romántica bajo la lluvia, no es un forzado y simplón “vivieron felices y comieron perdices”. Lo suyo es un nuevo comienzo, una nueva oportunidad, después de más de quince años (es decir, de toda una vida) en los que ambos han seguido cambiando, madurando, convirtiéndose básicamente en otras personas. El Ted que aguarda a Robin con la trompa azul bajo la ventana no es el mismo que el del episodio piloto, y no es el mismo que el del resto de la serie. Si tenemos en cuenta la historia de estos personajes, que se conocen desde hace ya 25 años, sus tragedias personales, y el gran papel que la soledad (o más bien el miedo a la misma) ha ejercido en sus vidas, es una conclusión perfectamente lógica, incluso la única posible para hacer justicia a la historia y el tiempo invertido en ella. Ya no es que Ted y Robin hayan sido siempre el uno para el otro (esa descripción pertenece a Ted y Tracy), es que el tiempo, en su capricho infinito, ha dispuesto los acontecimientos de sus vidas para que lo suyo finalmente tenga sentido.

“But love doesn’t make sense! I mean you can’t logic your way into or out of it. Love is totally nonsensical, but we have to keep doing it or else we’re lost and love is dead and humanity should just pack it in. Because love is the best thing we do.” -Ted Mosby

Si lo pensamos, Cómo conocí a vuestra madre ha sido una serie increíblemente triste, la historia de un hombre definido por su deseo de amar y ser amado, y aplacado por un destino que nunca simpatizó especialmente con él. La muerte de la madre (que Internet llevaba ya meses vaticinando) estaba planeada desde el principio, como confirma la última conversación de Ted con sus hijos, y es la última pieza del puzle del personaje. Es esa conversación (que los actores adolescentes grabaron en 2006) lo que da sentido completo a la serie, lo que redime finalmente a Ted -si es que todavía quedaba alguien que lo considerase un simple desesperado.

¿Por qué ha estado contando este eterno relato sobre la madre de sus hijos y esta apenas ha aparecido en él? Los hijos lo tienen claro, además de un precioso homenaje, ha sido una larga treta para buscar su aprobación, para asegurarse de que, después de la horrible pérdida de su madre, están preparados para que su padre declare su amor (eterno y sincero) a la tía Robin. Esto no invalida el profundo amor de Ted por Tracy, al contrario, lo fortalece, lo eterniza (recordad, han pasado seis años desde su fallecimiento). No nos han hecho adorar a la madre para nada, nos han hecho adorarla para que entendamos a Ted, para que seamos conscientes del lugar en el que se encuentra mientras narra su historia, para que sepamos hasta dónde llegan sus sentimientos por Robin. Y si los niños lo entienden y dan su visto bueno, ¿quiénes somos nosotros para negar a Ted y Robin un último para siempre, el que sea quizás el único resquicio para hallar la felicidad y derrotar por fin a la soledad? La tesis final de Cómo conocí a vuestra madre es por tanto que el amor puede ser obra del destino o el resultado de una complicada historia que abarca media vida, pero lo más importante es no dejar nunca de amar.

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“Last Forever” pone el perfecto broche final a una serie muy lejos de ser perfecta (claro que una ficción longeva como esta no puede ser nunca perfecta por definición). Este desenlace contrarresta de algún modo, incluso justifica, el alargamiento de la historia, y si bien no nos hace olvidar las incontables horas de relleno, nos ayuda a despedir la serie con una sonrisa, y en mi caso (seguramente el vuestro también), más de una lágrima. Una por su gran trabajo a la hora de enlazar con el final algunos de los momentos más icónicos de la serie (el Playbook de Barney, la calabaza putón, todos los high fives, los legendary…) y utilizarlos para celebrar a sus personajes y redondear sus caracterizaciones. Otra porque podemos ver en los rostros de los actores el dolor que les causa despedirse de ellos (fue devastador ver a Alyson Hannigan interpretándose a sí misma durante todo el episodio). Una más porque nos hace reflexionar sobre la pérdida (la del amor ni más ni menos, no se me ocurre nada más lacerante), sobre lo que dejamos atrás, y aquello a lo que tenemos que renunciar para seguir adelante, sobre los cambios y la fragilidad de la amistad a medida que avanzamos en la vida. Y una última porque comprobamos que el tiempo se nos va, y no hay nada que aterrorice más, como bien sabe Ted Mosby, que verlo pasar y no haber encontrado ese “para siempre”.

Cómo conocí a vuestra madre: siete años de soledad

Si me apuras, los silenciados actores que protagonizan a los hijos de Ted Mosby podrían ya tener sus propios hijos. La historia se ha alargado tanto que ellos ya han dejado de reaccionar a las batallitas de su disperso padre, y gran parte de la audiencia se ha cansado y ha preferido dejarlo con la palabra en la boca. Es lógico. Cómo conocí a vuestra madre lleva ya demasiados años posponiendo el gran momento, y muchos están cansados del ensayo y error en la vida de estos cinco amigos. El problema es que cuando se pierde de vista la premisa de la serie, nos quejamos de que se han olvidado de la futura mujer de Ted y la historia va a la deriva, y cuando se recupera la búsqueda del amor del protagonista, nos quejamos de los giros que nos impiden conocer a la madre de una vez por todas. Y entre tanta queja, se nos olvida algo importante: después de siete años, ya deberíamos tener claro que el énfasis de la historia no está en “madre”, sino en “cómo”.

Y claro ahí es donde reside la esencia, pero también el principal problema de Cómo conocí a vuestra madre. Reconozco que la serie ha puesto a prueba mi paciencia en incontables ocasiones. Yo también prefiero conocer ya a la madre -hace tres años que deberíamos saber quién es-, y que los guionistas reenfoquen la historia. Sin embargo, que no se haya desvelado el gran secreto hasta ahora no es lo más grave. Lo peor es que mientras esperamos a ver quién se esconde bajo el paraguas amarillo, la serie sale escaldada por culpa del estiramiento. Los saltos en el tiempo -que se recuperan con fuerza en esta séptima temporada-, benefician a la historia tanto como la perjudican. Suponen uno de los puntos fuertes de la serie -ese manejo prodigioso de la biblia es lo que siempre la ha situado por encima de la media- pero también marean a la audiencia. En definitiva, lo que necesitamos no es conocer a la madre -o si ya la conocemos, saber quién es-, sino que la serie termine ya.

Las dos últimas temporadas de Cómo conocí a vuestra madre, y en especial esta séptima que acaba de finalizar, han reorientado la historia hacia terrenos melodramáticos acordes con la madurez de los protagonistas. Siempre se nos insistirá en el síndrome de Peter Pan de estos cinco amigos, pero esto no es Nunca Jamás, y los verdaderos problemas de la vida adulta acaban llegando. La tragedia golpea a los protagonistas con mayor o menor fuerza según la experiencia de cada uno. La muerte del padre de Marshall sacudió al grupo en la sexta temporada -y nos permitió disfrutar de la espléndida Alyson Hannigan dramática. Una vez superado el trauma, con Lily y Marshall en éxtasis gracias a su futuro bebé -ya presente, bienvenido Marvin Wait For It Eriksen-, la tristeza se muda al resto de la pandilla.

La séptima ha sido una temporada de cambio real. El más significativo es el que experimenta Barney, que contagiado de tedmosbitis -recordemos a los dos amigos lamentándose de lo duro que es estar solo en “The Rebound Girl”-, decide sentar la cabeza por fin. Primero con Nora, después con la stripper, Quinn. A pesar de mostrar síntomas de verdadero enamoramiento, Barney solo está intentando cubrir la herida que Robin ha dejado. Entre él y Quinn hay química, eso es cierto, pero la relación ha surgido de la nada, y está condenada al fracaso. La revelación final de “The Magician’s Code”, el último episodio de la temporada, nos lo confirma. Para Barney y Robin, la única vía posible hacia la felicidad es estar juntos. Sin embargo, no podemos olvidar el drama particular de la canadiense. El extraño “Symphony of Illumination”, que probablemente habría funcionado mucho mejor sin risas enlatadas, nos permite echar un vistazo al gélido futuro de la tía Robin, que ha descubierto que no puede tener hijos. Quizás sea a causa de mi confesa debilidad por Robin -a la que, por cierto, esta temporada han maltratado demasiado con los estilismos-, pero todo este asunto duele más de lo que uno espera de una serie así. Algo están haciendo bien.

Por último, Ted está agotado de buscar a su otra mitad y comienza a entregarse a la posibilidad de acabar solo para siempre. Si algo lo ha caracterizado a lo largo de estos años, y a pesar de los ocasionales bajones, es su terquedad en el asunto. Hallar el amor ha sido el proyecto más importante de su vida, y después de tanto intento frustrado, asume que es probable que este quede inacabado. Por esta razón, una extraña melancolía ha envuelto al personaje durante esta séptima temporada. Lo comprobamos en “Trilogy Time”, donde repasa sus aspiraciones e ilusiones de los últimos años, para darse cuenta de que el Ted del futuro que él había diseñado no ha llegado, y puede que no lo haga nunca. Para hundirlo más aún, su amistad con Robin comienza a deteriorarse. Los problemas que surgen al intentar mantener una amistad tras haber sido pareja llegan cinco años tarde y se meten en la historia con calzador, pero son coherentes con la etapa que atraviesan los personajes. Efectivamente, es el momento apropiado para ponerlos en esta tesitura, y un poco de depresión no viene mal en estos momentos -al fin y al cabo, al grupo no le faltan aventuras disparatadas para evitar que se hundan del todo. El futuro ya está aquí, y estos personajes deben dejar de marear la perdiz y enfrentarse a la realidad, por ellos, y por la audiencia. Es la única manera de alcanzar de una vez por todas el final feliz que todos sabemos que les espera.

Finale Week: Cómo conocí a vuestra madre

Cómo conocí a vuestra madre lleva dos temporadas perdida y a la deriva, pero he de confesar que sigo disfrutando de la serie de alguna extraña manera. No sé si son sus personajes, o que sin darme cuenta he caído en el culto que tanto se esforzaron en desarrollar al principio de la serie y que hace que del mero hecho de ver a estos personajes en acción -aunque la acción sea mala tirando a lo peor- se pueda extraer algo positivo. Juega a su favor que sea una sitcom. Teniendo en cuenta lo que decía en mi entrada anterior, si esta fuera una serie de cuarenta minutos, los daños colaterales de su bajón de calidad serían mucho mayores. Veinte minutos a la semana no hacen daño. Y siempre hay ganas de pasar esos minutos con Ted, Barney, Robin, Marshall y Lily. Cómo conocí a vuestra madre ha pasado de ser una comedia de interesante estructura narrativa y buenos personajes a una serie de ver y olvidar. Y no pasa nada.

“Doppelgangers” toma una buena idea, una de esas tramas-running gag al estilo de la Bet Slap, y la usa para hilar la conclusión de la temporada y darnos uno de esos finales azucarados y buenrollistas a los que la serie nos tiene acostumbrados. La idea del quinto doppelganger como señal para que Marshall y Lily se decidan a tener un hijo juega con uno de los mensajes más presentes en la serie: el azar y la aleatoriedad de los eventos como principales responsables del devenir de nuestras vidas, y la posibilidad de tomar las riendas y no sentarse a esperar a que el destino decida por nosotros. La última escena de la serie, en la que Lily ve claramente al doble de Barney, cuando ni los demás, ni los espectadores lo hacemos, confirma esta idea, y despide la temporada con una nota agradable y -ligeramente- emotiva. Claro que no es ninguna genialidad ni mucho menos. Se trata de uno de tantos finales en los que el convencionalismo y la moralina están a punto de arruinar la función.

Por otra parte, el resto del episodio transcurre sin pena ni gloria, con excepción de la trama de Robin y Don, esa pareja de la que no sabemos absolutamente nada, y cuya historia de amor se ha desarrollado totalmente al margen del espectador. Últimamente, Robin me ha dado los mejores momentos de la serie. Sin embargo, en “Doppelganger” me da los peores, protagonizando una trama-cliché que, además, ha sido ya usada en la serie anteriormente -este ha sido el año del reciclado criminal e indiscriminado de tramas en muchas series-: me refiero al eterno dilema “me han hecho una oferta de trabajo, pero para aceptarla, me tengo que mudar”. Ya hemos visto a Robin en esta tesitura, ¿era necesario volver a hacerlo? En esta ocasión, el recurso lleva a dos cambios de cara a la siguiente temporada: Robin soltera -junto a un Barney decidido a reconquistarla- y de nuevo compañera de piso de Ted -el casi beso al final del episodio fue un buen golpe de efecto. Por lo demás, la decisión de Robin solo sirve para rellenar minutos de la manera más perezosa, y para mostrarnos al verdadero Don. Pero sinceramente, a nadie le importa.

Personalmente, me quedo con “Robots vs. Wrestlers” (5.22) como ‘conclusión’ de esta temporada, porque no me interesa tanto quién se líe con quién, los hijos que tengan Marshall y Lily o incluso quién es la futura mujer de Ted. Al final, de lo que más disfruto es de la loca dinámica amistosa de estos cinco personajes. Me gusta ver lo que los une y los distancia, lo que hace a los unos para los otros, a pesar de ser tan distintos entre sí. Y por eso, Cómo conocí a vuestra madre sigue siendo una buena apuesta para escapar de la realidad y pasar un buen rato. El roce hace el cariño, y al final, el azúcar me acaba subiendo.

Cómo conocí a vuestra madre: Showdown

“Zoo or False” (5.19) VS. “Home Wreckers” (5.20)

Acabo de ver los dos últimos episodios emitidos de Cómo conocí a vuestra madre seguidos. La irregularidad de esta temporada (episodios muy malos, alguno decente y uno o dos bastante buenos) queda más patente de esta manera. Viendo “Zoo or False” y “Home Wreckers” seguidos, los defectos y virtudes de la serie saltan más a la vista. Aunque no es como ver los episodios de Los Simpson que está emitiendo últimamente Antena 3 (uno muy nuevo seguido de uno antiguo), una experiencia terriblemente deprimente, porque en realidad, esta irregularidad de Cómo conocí a vuestra madre es muy leve. Más o menos, toda la temporada está manteniendo el mismo (bajo) nivel, y las diferencias de calidad entre un episodio y otro no son tan abismales como en el caso de Los Simpson, lo que nos llevaría a otro debate totalmente distinto (entre los episodios de Cómo conocí a vuestra madre ha pasado una semana, en el caso de Los Simpson, una década).

“Zoo or False” tiene unas cuantas ideas buenas, pero resulta aburrido y pesado. El juego verdad/mentira podría haber dado mucho de sí, pero no es más que una sucesión de chistes malos y momentos over-over the top de Barney. El mono es la estrella del episodio.

“Home Wreckers” es HIMYM clásico. Aunque sea de manera increíblemente torpe, regresamos a la premisa de la serie: Ted buscando desesperadamente a la mujer de su vida para formar una familia. Pero eso no hace que “Home Wreckers” sea bueno, sino:

– un puñado de saltos en el tiempo, algunos de pocos segundos (cuanto más corto es el salto, mejor es el chiste),
– unos secundarios estupendos: la madre de Ted y su novio (Harry Groener, el alcalde Wilkins de Buffy) y el inspector inmobiliario son el “mono” de este episodio,
– una simpática adición a la mitología de la serie (otro juego, “Drunk or Kid”),
– un poco de sal gorda (muchos chistes sexuales y una madre colocada) para compensar el sentimentalismo barato que a menudo salpica la serie,
– y el Barney más auto consciente, el que más me gusta.

Barney: Guys, guys, gess what Robin just did… (flash al presente) And then I told you guys what Robin just did, but you were there for that.

Top Ten: Los personajes que más amo de la tele

Casi dos meses después de estrenar El fuerte de Fuertecito en blogspot con mi lista de personajes más odiados de la televisión actual, os traigo el yin de aquel yang, que si rehiciera a día de hoy, sería distinto con toda seguridad. Al igual que con la lista de más odiados, debo advertir que: a) es una lista absolutamente subjetiva (y altamente predecible y repetitiva, si seguís el blog), y b) se reduce drásticamente a personajes de las series norteamericanas en emisión que sigo actualmente, por lo que espero no ofender con ausencias y presencias, y que la ampliéis a vuestro antojo.Haciendo la lista, me he dado cuenta de que, aunque parezca lo contrario, no veo muchas series que estén actualmente en emisión. Que esta entrada sirva de resumen de lo que he estado escribiendo aquí estos últimos meses. Y si el tiempo me lo permite (uno puede soñar), empezaré y retomaré series para ampliar el contenido del fuerte.

10. Gabrielle Solis (Mujeres desesperadas)


Como no me canso de decir, Gabrielle sigue siendo lo mejor (lo único bueno, a veces) de Mujeres desesperadas, en una temporada en la que Marc Cherry tiene a todos sus personajes con el piloto automático puesto. Gabby es la madre más divertida y políticamente incorrecta de las networks norteamericanas, aunque últimamente pierda mucho fuelle por culpa de las lecciones morales que la serie nos quiere calzar con su personaje.

9. Crazy Claire/Locke Humo Negro (Perdidos)


Ex aequo para dos losties que antaño o me eran totalmente indiferentes (Claire), o me aburrían e irritaban enormemente (Locke). Supongo que soy fan de estos dos personajes en la última temporada de Perdidos porque ninguno de los dos es el que era. Claire está loca del c*** después de pasar tres años en la jungla creyendo que los otros se habían llevado a su bebé y Locke no es Locke, es el humo negro que ha tomado su forma. Ambos, por separado, son enormemente divertidos, incluso cuando no hacen ni dicen nada. Pero juntos son la bomba. Amigos para siempre.

8. Andy Bernard (The Office)


No sé si os habéis fijado, pero Ed Helms ha sido añadido como fijo a los créditos iniciales de la serie. Seguramente esto no sea más que una estrategia publicitaria, aprovechando el tirón del actor después de su éxito cinematográfico en Resacón en Las Vegas (The Hangover), una de las sorpresas de la taquilla de 2009. Sea como fuere, Ed y Andy lo merecen. Sí, como casi todos los secundarios de The Office. Pero Andy se ha ganado, progresivamente, un hueco en nuestros corazones. Sobre todo a partir de sus tramas amorosas, primero con Angela, y ahora con la adorable Erin (que podría estar en este puesto también). Bueno, y se lo ha ganado porque es genial, y punto.

7. Robin Scherbatsky (Cómo conocí a vuestra madre)




Y supongo que imaginabais que Robin estaría en la lista. He declarado mi amor por la canadiense de apellido imposible en incontables ocasiones. No sé explicar qué es exactamente lo que me atrae tanto de ella. Quizás sea su irresistible mezcla de locura, excentricidad, encanto e inocencia. “Especial” es la palabra que mejor la describe. “Espacial” a veces también sirve.

6. Daniel y Amanda Greystone (Caprica)


Otro inevitable ex aequo. Daniel es un villano sin serlo. Es un hombre de extraños principios (por decirlo de alguna manera), que antepone la obsesión por su trabajo a cualquier cosa. Es un personaje que no parece hacer concesión alguna al sentimentalismo o la compasión. Daniel Greystone es completamente fascinante. Y Eric Stoltz está construyendo uno de los personajes más complejos e interesantes actualmente en pantalla. Amanda, por su parte, me tiene medio obsesionado. Es una persona extraña y atormentada, algo rancia y desagradable incluso, y además de eso, es un personaje increíble, como su marido. Daniel y Amanda forman el matrimonio más interesante que he visto en mucho tiempo en televisión.

5. Meredith Grey (Anatomía de Grey)


Solo por verla en el episodio “Push” (6.17), parada, con cara de póker, mirando a su hermana en el suelo del aseo, llorando desconsolada, y no acercarse a ella, ni si quiera considerarlo una posibilidad (se lo vemos en la cara), ya merece estar aquí. Pero hay mucho más.

4. Cristina Yang (Anatomía de Grey)


Y si amo a Meredith de forma incondicional, pero me cuesta más convencer a la gente de las razones de ello, cuando digo que Cristina Yang es el mejor personaje de Anatomía de Grey, casi nadie me lo discute. Ya sea en registros cómicos o dramáticos, Sandra Oh insufla energía a su personaje, convirtiéndolo en el más vivo y visceral de la serie. Cuando está en escena con la número cinco, brilla aún más.

3. Michael Scott (The Office)


Michael es un personaje que consigue poner al espectador a prueba todas las semanas, con situaciones embarazosas que desafían la resistencia nerviosa y el límite de nuestra vergüenza ajena. Pero Michael no es solo eso. Es también uno de los personajes más tiernos y adorables jamás escritos. Parece incompatible, pero no lo es. El mérito es de Ricky Gervais, por crear un personaje tan grande, y de Steve Carrell, por construirlo con una pasión y entrega inigualables.

2. Patty Hewes (Damages)


Al igual que Michael Scott, Patty Hewes es otro de los personajes de esta lista que deben su maestría en gran parte al actor que les da vida. Que no podamos imaginar a otra actriz interpretando a Patty es un gran tópico, que en este caso, deberíamos usar a modo ilustrativo cada vez que recurriéramos a él. Desde el primer momento en el que la vemos en pantalla, sabemos que Patty es grande. Cuando uno llega a la tercera temporada, el placer que siente con todas y cada una de sus miradas y sus medias sonrisas es casi inaguantable.

1. Jack Shephard (Perdidos)


A ver dónde encontráis otro héroe de aventuras o ciencia ficción que llore en todos los episodios de su serie. Como no quiero terminar repitiéndome de nuevo (algo que me cuesta mucho a estas alturas), para saber por qué amo a Jack, podéis leer mi defensa a muerte del personaje aquí, o aquí, o aquí

Ahora vosotros. ¿A quién amáis?

Cómo conocí a vuestra madre, "Say Cheese" (5.19)

No vamos a decir que la quinta temporada de Cómo conocí a vuestra madre está mejorando (Joss nos libre), pero episodios como “Say Cheese” (5.19) contribuyen a que el conjunto desmerezca un poquito menos.

Muchos coincidirán conmigo en que este “Say Cheese” ha sido un episodio totalmente Friends. Cómo conocí a vuestra madre nunca ha ocultado su agenda (al menos no la ha negado, porque hacerlo constituiría un delito, con toda seguridad): llenar el hueco (o abismo más bien) dejado por el clásico de la NBC tras acabar su andadura de una década en 2004. Si bien está lejos de ser el éxito masivo de Friends, Cómo conocí a vuestra madre puede estar contenta por haberse ganado el título de “serie de culto” (a veces se otorga demasiado a la ligera, pero bueno), gracias a sus personajes y sobre todo a su esforzada mitología, que aumenta semana tras semana.

“Say Cheese” recuerda inevitablemente a “The One Where No One’s Ready” (3.02), el antológico episodio de Friends en el que Ross debe asistir a una gala, y ninguno de sus amigos está listo para acompañarle. Tanto la acción de este episodio como la de “Say Cheese” tienen lugar en un solo espacio (si no contamos los flash-backs en Cómo conocí a vuestra madre), y casi a tiempo real. Por otra parte, la fiesta de Lily nos remite a las que Monica Geller organizaba en Friends y el juego de Marshall, “Lilial Pursuit”, nos recuerda a cuando Monica y Rachel pierden su apartamento contra Chandler y Joey en un juego en el que deben demostrar los que saben los unos de los otros. Por último, la trama de las fotos, en las que Barney siempre sale bien (cuando quieren, dominan el absurdo que da gusto) y Marshall siempre sale con los ojos cerrados, es parecida a la de “The One with the Engagement Picture” (7.05), en el que Chandler no puede evitar poner caras raras en las fotos.

A pesar de todo esto, hemos visto a lo largo de las temporadas que Cómo conocí a vuestra madre ha logrado forjarse una identidad propia, que si bien no evita las comparaciones con Friends, al menos contribuye a que se tome en cuenta el esfuerzo creativo de los responsables de la serie de CBS. Esfuerzo que se desvaneció el la cuarta temporada y ha reaparecido esporádicamente desde entonces. Es como si un buen episodio tuviera que ser compensado por siete malos. Llega un momento en que uno se plantea si merece la pena aguantar chorradas como “Girls vs. Suits” (5.12) para encontrarse con episodios decentes como “Say Cheese”. Hoy me siento más benevolente de lo normal con la serie, así que vamos a decir que sí. Merece la pena.

Uno de los puntos fuertes de esta serie es su “biblia”, la que aprovechan al máximo para seguir jugando deliciosamente con el hilo temporal (algo que rozó la maestría en las temporadas dos y tres), y aumentan temerariamente en cada episodio. Además de eso, el número de chistes buenos en “Say Cheese” es considerablemente superior a la media, y podemos enumerar unos cuantos momentos geniales por parte de algunos personajes: Lily intentando que la chica de Ted no entre en la foto de grupo (¿quién no se ha sentido identificado?). Marshall y Ted posando para su primera foto (lo que nos lleva al desenlace azucarado de rigor). Por no hablar de las “zorras” de Ted, sobre todo la perroflauta Strawberry, que protagoniza uno de los mejores gags del episodio y Amanda (qué penita me ha dado). Pero sin duda, el mejor momento del episodio es cuando Robin dice: “Fun fact. Each year my mom has Easter tea with her friend named Bunny. Okay not that fun”. Vale, puede que no sea muy objetivo, estoy enamorado de Robin Scherbatsky.

Para terminar, lanzo la pregunta inevitable: “¿Friends o Cómo conocí a vuestra madre?” Mi respuesta ya la conocéis: Will & Grace.Cursiva

But… Umm

Hace unas horas me quejaba de la quinta temporada de Cómo conocí a vuestra madre, y en concreto del episodio número 100, «Girls vs. Suits”, un despropósito mayúsculo que provocó una vergüenza ajena bastante generalizada (al menos en mi círculo de amistades). Pues bien, acabo de ver el episodio 101, y me he reconciliado (momentáneamente) con la serie. Me ha parecido estupendo, con el equilibrio perfecto entre tontería y trascendencia derivada de los pequeños detalles que hizo (junto a otras virtudes) de Cómo conocí a vuestra madre una gran serie en su segunda y tercera temporada.

El episodio «Jenkins” (5.13) devuelve la dignidad a la serie, y sobre todo, hace reír (al menos, yo no he parado en los veinte minutos que dura), algo que últimamente le cuesta horrores. Los cinco protagonistas están en plena forma. El Barney más clásico aportando soluciones al conflicto Jenkins («Primero haremos el paso número 2″). Lily y su reacción al descubrir que Jenkins es una mujer (y bueno, Lily en todo el episodio). Marshall aterrorizado después del beso de Jenkins. Hasta Ted ha estado ligeramente adorable. Pero por encima de todos, una Robin Scherbatsky enorme, diciéndole a Marshall «Take the hit” después de decirle que él es el reacher en su relación con Lily, porque «hasta le has comprado un caballo”. Genial. Es sin duda mi personaje favorito de la serie. Hasta la estrella invitada, Amanda Peet, ha hecho un trabajo bastante aceptable. No me importaría volverla a ver en próximos episodios, aunque lo dudo.

A ver si «Jenkins” no se convierte en una excepción, y los guionistas de Cómo conocí a vuestra madre vuelven a darnos otro episodio tan inspirado como este en lo que queda de temporada. Y si son varios, mejor.