Thor: Love and Thunder. ¡Taika Waititi tiene el poder!

David Lastra

No seré yo el que suelte aquella rancia frasecita de que “con Thanos vivíamos mejor”, pero lo que es innegable es que desde la caída del Titán el Universo Cinematográfico de Marvel se está cayendo a cachos… literalmente. En los últimos tiempos hemos visto como Wanda Maximoff, Loki y Peter Parker destrozaban nuestro ajado planeta al pasarse las leyes espacio-temporales por el forro; provocando con ello, la llegada del tan ansiado (y temido) Multiverso. La situación se desbocó aún más cuando el Doctor Strange intentó solucionar el desaguisado y empezó a surfear junto a América Chávez todos los universos conocidos y por conocer. Después de esa intensa locura, lleva por fin la tan ansiada calma… O no tanto. Porque aunque Thor: Love and Thunder pueda parecer una especie de ojo del huracán en la vorágine del Multiverso, no por ello deja de ser uno de los mayores desafíos a los que nuestra deidad nórdica favorita de Marvel se haya enfrentado hasta la fecha: todo un asesino de dioses.

Nos reencontrarnos con un Thor (Chris Hemsworth, Tyler Rake) por el que los últimos acontecimientos catástrofes del UCM le han sido casi ajenos. El hijo de Odín ha continuado sus labores como guardián de la galaxia, tal y como le dejamos tras Avengers: Endgame. Su día a día se resume en arreglar entuertos y conflictos interespaciales e intentar no pensar en la inmensa tristeza que le provoca el fallecimiento de su hermano o su inexistente vida amorosa. Esa rutina se ve interrumpida con una llamada al 112 espacial por parte de una vieja conocida, Lady Sif (Jamie Alexander, Blindspot). La asgardiana le alerta de las fechorías de Gorr (Christian Bale, El Caballero Oscuro), el llamado Carnicero de Dioses y portador de la Necroespada, el único arma capaz de acabar con la inmortalidad de una divinidad. Thor deberá abandonar sus aventuras espaciales y deberá regresar su viejo nuevo mundo: el Nuevo Asgard. Reino gobernado por el Rey Valquiria (Tessa Thompson, Creed: La leyenda de Rocky). Una complicada misión en la que contará con una aliada de primera. Una de las mentes más prodigiosas de este universo y su gran amor terrenal, la Doctora Jane Foster (Natalie Portman, Cisne negro).

Con esta Thor: Love and Thunder, Taika Waititi (Jojo Rabbit) vuelve a demostrar porqué su inclusión en la Saga del Infinito fue el mayor acierto que ha tenido Marvel desde que dio más peso a los hermanos Russo (Capitán América: el Soldado de invierno). Con él vuelve ese humor ágil y socarrón que tan bien le sienta al Dios del Trueno (y a nosotros como espectadores). Algo que poco o nada tiene que ver con el sieso superhéroe que nos presentó Kenneth Branagh en Thor años ha. La misma combinación entre humor y épica que tan bien funcionó en Thor: Ragnarok, y que se ve sublimada en esta cuarta entrega de la saga. Resulta un verdadero placer lo bien que le sienta a Hemsworth enfundarse las mallas del Thor de Waititi. No solo por rozar el entendible síndrome Stendhal que se siente al verlo, sino por lo extremadamente bien que le tiene cogida la medida al personaje. Funcionando a la perfección tanto en los momentos más cómicos, como en los más emotivos.

Pero no solo de Hemsworth y Waititi vive Thor: Love and Thunder. La gran sorpresa cuando se anunció este proyecto fue el retorno por todo lo alto de Natalie Portman. Infrautilizada en las dos primeras partes (y algo cabreada por ello), la oscarizada actriz volvía a dar vida a Foster con una pequeña gran novedad: ella sería la nueva portadora de Mjolnir. Aunque en su momento algún que otro iluso e iletrado se atreviese a preguntar si Jane Foster era digna de llevar el mítico martillo como en su día hiciese Thor o el Capitán América, Thor: Love and Thunder no hace sino adaptar una de las tramas más conocidas y descorazonadoras de las series de cómic de Thor. Y, aunque no fuese ese el caso, ella es Natalie Portman. Es digna para blandir Mjolnir, el escudo del Capi y hasta el mismísimo Guantelete del Infinito. La actriz de Jackie da rienda suelta a todo el buen hacer que nos ha demostrado a lo largo de toda su carrera,  comiéndose la pantalla cada vez que aparece. Especialmente cuando está acompañada de Tessa Thompson. La química entre ambas intérpretes hace que un spin-off de Valquiria y Foster en este o cualquier otro universo sea una necesidad vital. Su comicidad durante el juicio del Olimpo eclipsa incluso a un divertido y desbocado Zeus (Russell Crowe, Gladiator) y al culo del mismísimo Thor. Y, aunque se agradezca que Thompson cuente con un mayor número de escenas en esta entrega, siempre parecerán pocas y querremos saber mucho más de la regente de Nuevo Asgard.

Otro gran atractivo de esta Thor: Love and Thunder es la inclusión en Marvel de otro oscarizado intérprete: Christian Bale. El que fuera Batman de Nolan se convierte en el temible Gorr, el gran villano de la función. Para este personaje, Bale abraza el histrión y la insaciable sed de venganza del Carnicero de los Dioses, creando un ser terrorífico a medio camino entre su insomne creación para El maquinista y el espantoso ente que aparecía en las pantallas de las televisiones del generacional videoclip que dirigió Chris Cunningham para el tema Come To Daddy de Aphex Twin. Logrando otro notable villano para el UCM y un nuevo tanto para Bale.

Thor: Love and Thunder es la evolución perfecta de ese revulsivo que supuso Thor: Ragnarok. Un más es más que no cansa y sabe atender completamente nuestra insaciable sed de emociones. Aunque se sea muy amigo que digamos de la obra de Guns N’ Roses. Si es en estas condiciones, que el Thor de Waititi y Hemsworth regrese todas las veces que quiera.

Nota: ★★★