Bullet Train: A todo tren

David Lastra

No sé qué tendrá el chacachá del tren que a todo el mundo le gusta. Sea de media o larga distancia, cumpliendo o no con la sagrada normativa del vagón silencio, hemos viajado en innumerables trenes a lo largo de nuestra vida cinematográfica. Sobre los railes de celuloide hemos investigado unos cuántos asesinatos, huido de situaciones apocalípticas, y conocido a mil y un desconocidos que han cambiado nuestras existencias para siempre. Ahora llega a nuestro andén Bullet Train, el nuevo vehículo de lucimiento de Brad Pitt (Érase una vez en Hollywood), con David Leitch (Deadpool 2) como maquinista.

Mariquita (Pitt) es un agente especial de una organización secreta, cuyo cometido específico, se reduce únicamente a sustraer un maletín con una pegatina de un trenecito en su asa y bajarse en una estación determinada del característico tren bala japonés. Pan comido. Una misión para nada imposible para un profesional de su reputación. Pero todo comienza a torcerse cuando comienza a ser consciente que alguno de los viajeros de su tren son alguno de los más pintorescos y sanguinarios asesinos del momento. Por un lado se tendrá que enfrentar a los implacables hermanos Mandarina (Aaron Taylor-Johnson, Animales nocturnos) y Limón (Brian Tyree Henry, Eternals), al impetuoso El Lobo (Benito A. Martínez Ocasio, más conocido con su nombre artístico: Bad Bunny, el cantante superventas y futuro El Muerto en el Universo Spider-Man de Sony), un prototípico hombre desaliñado solitario (Andrew Koji, Warrior), una gigantesca mascota de un anime… y dos jovencitos que apestan a privilegio y que no sabemos muy bien qué pintan ahí: un comatoso hijo de completamente pasado de vueltas (Logan Lerman, Las ventajas de ser un marginado), y una chica bastante kawai (Joey King, The Act). Una horda sanguinaria que, queriendo o no, harán todo lo posible para que el pobre Mariquita no termine su trabajo.

Bullet Train es la espídica cinta de acción repleta de mala leche que se podría esperar de el director de cintas como Deadpool 2Fast & Furious: Hobbs & Shaw. Ni más, ni menos. Un ir y venir de situaciones absurdas que tienen todo el sentido del mundo dentro de ese alocado tren bala con destino a ninguna parte. Resulta un verdadero gustazo ver a Brad Pitt explotar su lado más payaso y socarrón con su horrible gorro de pescador y sus trazas new age (¿herencia de aquellos tortuosos Siete años en el Tibet?). A otro que le sienta especialmente bien esa vertiente humorística es a Aaron Taylor-Johnson. Tal y como nos tiene acostumbrados, el intérprete de Kick Ass vuelve a regalarnos otra gran interpretación física, engrandecida por esa vena cómica que tan bien sabe explotar, enriquecida igualmente con su acento británico original. Su dinámica junto a Brian Tyree Henry resulta lo mejor de la película. Sus surrealistas conversaciones sobre el carisma de la fruta y sobre la famosa (y bastante creepy memeable) serie de animación británica Thomas y sus amigos son una verdadera clase magistral de química en pantalla.

Igualmente placenteras resultan todas y cada una de las coreografías de pelea. No obstante, estamos hablando del codirector de John Wick. Una sucesión de peleas y demás tralla de cuchillos, balas y cristales rotos. Puede que ninguna resulte tan icónica como la escena del apartamento de Charlize Theron en Atómica (uno de los grandes hitos en el cine de acción), pero las de Pitt, Taylor-Johnson y compañía entretienen de lo lindo. Pero como ya se ha destacado, en esta Bullet Train lo que prima esencialmente la comedia y la mala leche. Durante sus más de dos horas de metraje, hay más chistes (malos, pero de esos que de lo tan malos que son terminan haciendo gracia) que porrazos (y mira que los hay). Funcionan especialmente bien las citadas conversaciones absurdas de Mandarina y Limón, los provocados por la sociopatía del Príncipe; aunque también sobra algún que otro gag gracioso, como el de Mariquita con algún que otro viajero desconocido.

Aunque divertida y entretenida, se echa en falta cierto componente de locura y sorpresa (y mira que es absurda) durante este largo viaje en tren. Ese cierto toque original que hubiese hecho traspasar a esta Bullet Train de la frontera que diferencia las películas de verano entre los blockbusters que te arreglan una sofocante noche estival (tarea bastante loable) y las películas generacionales que veremos en bucle a lo largo de los años.

Nota: ★★★