Bullet Train: A todo tren

David Lastra

No sé qué tendrá el chacachá del tren que a todo el mundo le gusta. Sea de media o larga distancia, cumpliendo o no con la sagrada normativa del vagón silencio, hemos viajado en innumerables trenes a lo largo de nuestra vida cinematográfica. Sobre los railes de celuloide hemos investigado unos cuántos asesinatos, huido de situaciones apocalípticas, y conocido a mil y un desconocidos que han cambiado nuestras existencias para siempre. Ahora llega a nuestro andén Bullet Train, el nuevo vehículo de lucimiento de Brad Pitt (Érase una vez en Hollywood), con David Leitch (Deadpool 2) como maquinista.

Mariquita (Pitt) es un agente especial de una organización secreta, cuyo cometido específico, se reduce únicamente a sustraer un maletín con una pegatina de un trenecito en su asa y bajarse en una estación determinada del característico tren bala japonés. Pan comido. Una misión para nada imposible para un profesional de su reputación. Pero todo comienza a torcerse cuando comienza a ser consciente que alguno de los viajeros de su tren son alguno de los más pintorescos y sanguinarios asesinos del momento. Por un lado se tendrá que enfrentar a los implacables hermanos Mandarina (Aaron Taylor-Johnson, Animales nocturnos) y Limón (Brian Tyree Henry, Eternals), al impetuoso El Lobo (Benito A. Martínez Ocasio, más conocido con su nombre artístico: Bad Bunny, el cantante superventas y futuro El Muerto en el Universo Spider-Man de Sony), un prototípico hombre desaliñado solitario (Andrew Koji, Warrior), una gigantesca mascota de un anime… y dos jovencitos que apestan a privilegio y que no sabemos muy bien qué pintan ahí: un comatoso hijo de completamente pasado de vueltas (Logan Lerman, Las ventajas de ser un marginado), y una chica bastante kawai (Joey King, The Act). Una horda sanguinaria que, queriendo o no, harán todo lo posible para que el pobre Mariquita no termine su trabajo.

Bullet Train es la espídica cinta de acción repleta de mala leche que se podría esperar de el director de cintas como Deadpool 2Fast & Furious: Hobbs & Shaw. Ni más, ni menos. Un ir y venir de situaciones absurdas que tienen todo el sentido del mundo dentro de ese alocado tren bala con destino a ninguna parte. Resulta un verdadero gustazo ver a Brad Pitt explotar su lado más payaso y socarrón con su horrible gorro de pescador y sus trazas new age (¿herencia de aquellos tortuosos Siete años en el Tibet?). A otro que le sienta especialmente bien esa vertiente humorística es a Aaron Taylor-Johnson. Tal y como nos tiene acostumbrados, el intérprete de Kick Ass vuelve a regalarnos otra gran interpretación física, engrandecida por esa vena cómica que tan bien sabe explotar, enriquecida igualmente con su acento británico original. Su dinámica junto a Brian Tyree Henry resulta lo mejor de la película. Sus surrealistas conversaciones sobre el carisma de la fruta y sobre la famosa (y bastante creepy memeable) serie de animación británica Thomas y sus amigos son una verdadera clase magistral de química en pantalla.

Igualmente placenteras resultan todas y cada una de las coreografías de pelea. No obstante, estamos hablando del codirector de John Wick. Una sucesión de peleas y demás tralla de cuchillos, balas y cristales rotos. Puede que ninguna resulte tan icónica como la escena del apartamento de Charlize Theron en Atómica (uno de los grandes hitos en el cine de acción), pero las de Pitt, Taylor-Johnson y compañía entretienen de lo lindo. Pero como ya se ha destacado, en esta Bullet Train lo que prima esencialmente la comedia y la mala leche. Durante sus más de dos horas de metraje, hay más chistes (malos, pero de esos que de lo tan malos que son terminan haciendo gracia) que porrazos (y mira que los hay). Funcionan especialmente bien las citadas conversaciones absurdas de Mandarina y Limón, los provocados por la sociopatía del Príncipe; aunque también sobra algún que otro gag gracioso, como el de Mariquita con algún que otro viajero desconocido.

Aunque divertida y entretenida, se echa en falta cierto componente de locura y sorpresa (y mira que es absurda) durante este largo viaje en tren. Ese cierto toque original que hubiese hecho traspasar a esta Bullet Train de la frontera que diferencia las películas de verano entre los blockbusters que te arreglan una sofocante noche estival (tarea bastante loable) y las películas generacionales que veremos en bucle a lo largo de los años.

Nota: ★★★

La ciudad perdida: Tras el corazón de Sandra Bullock y Channing Tatum

David Lastra

… En ese mismo momento, la tímida bibliotecaria comenzó a notar cómo sus mejillas empezaban a entrar en calor ante el paulatino acercamiento de los poblados pectorales del fornido investigador académico especialista en desenmascarar avistamientos de monstruos en las lagunas de Escocia. Mientras se acercaba, un susurro se escapó entre los labios del macho: ‘Algunas veces es basura, pero otras tantas son simples penes de ballena macho’. Escuchar esas palabras a su futuro amante, hizo que su timidez habitual abandonase su curvilíneo cuerpo, su respiración se acelerase y comenzase a sentir palpitaciones en su pepi… 

Por mucho que sea objeto habitual de mofa por autores y lectores, la literatura romántica de corte más o menos erótico mueve millones y millones de euros cada año y ha servido como base a fenómenos como la serie televisiva OutlanderAunque puedan parecer bastante mojigatas por las habituales portadas romanticonas de hombres descamisados y mujeres subyugadas poseedoras de arrebatadora belleza, en las páginas de estas novelas tienen cabida escenas tórridas que superan el soft porn y contienen alguna que otra situación que desafía completamente las leyes de la lógica y la elasticidad de los cuerpos humanos.

En La ciudad perdida, somos conscientes de las frustraciones artísticas de Loretta Sage (Sandra Bullock, Gravity), una de las grandes reinas de la novela romántica de aventuras y con cierto corte histórico (sí, a ese nivel de especialización llega el género), ante la gira de presentación de La ciudad perdida de D, la última entrega de su saga de superventas. Para animar un poco las cosas, su agente/publicista/salvadora Beth (Da’Vine Joy Randolph, High Fidelity) ha decidido que Alan (Channing Tatum, Magic Mike), el modelo que aparece en las portadas emulando a Dash, el protagonista masculino de sus libros, le acompañe en los encuentros con el público y así paliar un poco las malas críticas que está recibiendo la novela. El desastre completa su escalada cuando al final del primer acto de presentación, Loretta es secuestrada por los secuaces de Fairfax, (Daniel Radcliffe, Swedish Army Man) un oligarca emperrado en encontrar un tesoro en la mismísima ciudad perdida de D

¿Te parece absurdo? Obviamente, La ciudad perdida es un despiporre completamente consciente de la locura de su premisa… algo que provoca que la cosa no pare de volverse aún más loca a medida que va avanzando su metraje. El secuestro, la operación de rescate con un Brad Pitt (Érase una vez en Hollywood) medio iluminado (o medio fumado), las persecuciones por la jungla con un vestido de lentejuelas y miles de sanguijuelas…

La propuesta de los hermanos Aaron y Adam Nee (encargados del accidentado proyecto de He-Man and the Masters of the Universe) es un soplo refrescante ante mil y un remakes, secuelas y demás refritos pueblan nuestras carteleras. Aunque tampoco hay que engañarse, La ciudad perdida tampoco inventa la pólvora, pero es que ni mucho menos lo pretende. Los Nee, junto a Dana Fox (Cruella), Oren Uziel (Infiltrados en la universidad) y Seth Gordon (Cómo acabar con tu jefe) al guion, abrazan todas y cada una de las bondades de grandes clásicos de la comedia de aventuras como son Tras el corazón verde y Los Rescatadores, así como sus respectivas secuelas, para construir tanto un bonito homenaje al género como un producto fresco. Un hito en este género que en estos últimos años solo había conseguido una sola película en la que, curiosamente, su protagonista también visitaba una ciudad perdida: la injustamente infravalorada Dora y la ciudad perdida, de James Bobin (Los Muppets), con una excelente Isabela Merced (Familia al instante) en el papel de la icónica Dora la Exploradora.

Pero si por algo funciona La ciudad perdida es por la labor de sus dos protagonistas. Sandra Bullock y Channing Tatum son dos de los mejores payasos que hemos podido ver en la gran pantalla. La ganadora de un Oscar (The Blind Side) vuelve a demostrar su inteligencia a la hora de combinar sus excelentes aptitudes para la comedia física y para quedar en ridículo dejando claro que ella es toda una eminencia en esto de ser una patosa, con la de su natural encanto como la chica quirky definitiva. Una poderosa mezcla con la que ya nos enamoró hace años en cintas como Miss Agente EspecialPrácticamente magia. Por su parte, Tatum vuelve a traernos otro gran papel cómico, como en su día ya hiciera en Infiltrados en clase Infiltrados en la universidad, dos de las comedias más redondas de lo que llevamos de siglo, sabiendo reírse a la perfección de sus apariencias físicas, aparcando su papel de ser el héroe de acción definitivo. No obstante, tanto Bullock como Tatum se van intercambiando indistintamente el casi siempre apestoso rol de damisela en apuros a lo largo de toda la película.

La química entre ambos existe y es altamente disfrutable, por lo que la conversión de esta película en una saga es completamente necesaria… aunque eso suponga caer justamente en el mecanismo de la industria que criticaba anteriormente. ¡Pero es que en esta ocasión es justo y necesario! ¡Necesitamos más aventuras de Loretta y Dash! ¡Queremos saber más! Ahora entiendo al público de las novelas románticas de aventuras de corte histórico. Igualmente acertado resulta un histriónico Daniel Radcliffe dando vida al villano de tipo megalomaníaco habitual que puebla este tipo de producciones. Este Fairfax resulta ser otra locura más a su colección de freaks post Harry Potter, como han sido sus protagónicos en Kill Your DarlingsSwiss Army ManGuns Akimbo… un papel el de Fairfax al que esperamos también regrese en futuras posibles entregas.

Puede que Keanu Reeves espetase al personaje de Sandra Bullock en el final de Speed: máxima potencia que las relaciones basadas en experiencias muy intensas nunca resultan, pero nuestro amor a tres con Tatum y la propia Bullock surgido en La ciudad perdida pinta bastante bien… aunque si no funciona, siempre podremos hacer como la propia Bullock le responde y basar lo nuestro únicamente en el sexo. ¡Eso sí que serviría como buen material de partida para una nueva novela de Loretta Sage!

Nota: ★★★½

Aliados: Viaje nostálgico al Hollywood dorado

Brad Pitt y Marion Cotillard son los flamantes protagonistas de Aliados (Allied), la última película dirigida por Robert Zemeckis, que llegó a los cines en pleno huracán mediático causado por el divorcio de Pitt y Angelina Jolie, y aterriza en Blu-ray, Ultra-HD y DVD de la mano de Sony Pictures  Home Entertainment meses después de que la tempestad se haya calmado, otorgando el tiempo y la perspectiva suficiente para valorar el film al margen de las historias que llenaron el papel cuché el pasado año.

Aliados es un regreso nostálgico a la Edad de Oro de Hollywood, un thriller romántico de espías protagonizado por dos glamourosas estrellas que se nutre directamente de las grandes obras maestras del género en los años 40 y 50, principalmente de Casablanca. La película nos presenta al oficial de inteligencia norteamericano Max Vatan (Pitt) y a la luchadora francesa de la Resistencia Marianne Beausejour (Cotillard), dos espías que, sin conocerse previamente y con apenas un minuto de preparación, se deben hacer pasar por marido y mujer para llevar a cabo una misión suicida desde las líneas enemigas. Tras el éxito del ataque contra los nazis, Max y Marianne se enamoran y se van a vivir a Londres, sin embargo, su relación se ve amenazada por las presiones de la guerra y la sospecha de que uno de ellos podría estar trabajando para el enemigo.

Efectivamente, Aliados recuerda inevitable y muy convenientemente a Sr. y Sra. Smith, la película que dio origen al romance entre Pitt y Angelina Jolie. Pero está ambientada durante la Segunda Guerra Mundial, lo que le da esa atmósfera retro que Zemeckis sabe recrear con suma elegancia. El enfoque clásico que el director da a la película compensa el hecho de que su historia no sea demasiado original o especialmente profunda (y eso que al guión está el estimable Steven Knight). El primer acto de Aliados pone énfasis en la acción y el romance, y su muy cinematográfico paso por Casablanca nos deja imágenes de indudable buen gusto (gracias tanto al diseño de producción como al fabuloso vestuario de sus estrellas), haciendo que el film sobresalga sobre todo por su lustrosa superficie. Aunque puedan faltar alicientes más allá de esto, lo cierto es que a medida que la trama avanza y se nos introduce en el nudo del conflicto, Aliados empieza a resultar más interesante. La intriga y el juego de sospechas en el que se ven envueltos los protagonistas proporciona uno de los ganchos más infalibles del cine de espías: ¿Estarán fingiendo su amor para llevar a cabo una misión o su enamoramiento será real? Esta es la idea que bombea la película y que nos deja los mejores momentos.

En cuanto a la afinidad entre la pareja protagonista, hay cierta desigualdad en el compromiso de los actores de cara al proyecto. Cotillard está al 100%, y es ella quien más destaca interpretativamente (su porte, su fuerza magética, su expresividad, su mirada, todo lo que ha convertido a la francesa en una de las mejores actrices de su generación está ahí), mientras que Pitt no está tan metido como ella. Por suerte, el guion descansa bastante en el personaje de Cotillard, y nos deja escenas memorables en las que podemos disfrutar de la actriz dominando la acción y disparando la metralleta con el garbo que la caracteriza. Al final, la distancia que parece haber entre ella y Pitt no desentona con el argumento y hace que realmente parezca que estamos asistiendo a un romance del Hollywood clásico, besos herméticos incluidos.

A pesar de ser más bien un trabajo cosméticoAliados es un thriller muy correcto y eficaz con buenos momentos de tensión y glamour para parar un avión de guerra, un trabajo decididamente clásico hecho para agradar al público general, que está llamado a disfrutar de una vida muy fértil en las sobremesas televisivas. Lo de Pitt, Jolie y Cotillard, en vez de perjudicar al film, en cierto modo le da un aura más clásico aún. ¿Qué sería de una película de la Edad Dorada del cine sin los rumores tras las cámaras y las habladurías sobre la relación entre los protagonistas? Aliados es de esas películas de siempre, un viaje al pasado con todas las de la ley.

aliados-blu-rayAliados ya está disponible en Blu-ray, Blu-ray Edición Metálica, 4K Ultra HD y DVD gracias a Sony Pictures Home Entertainment.

La edición en Blu-ray incluye los siguientes contenidos adicionales:

– De los platós al Sáhara: El diseño de producción de Aliados

– A través del objetivo: La dirección de Robert Zemeckis

– Puntada con hilo: El vestuario de Aliados

– Luces, píxeles, y ¡ACCIÓN! Los efectos visuales de Aliados

– Al ritmo de swing: La música de Aliados

Crítica: Aliados

No hay publicidad mala. Y si no que se lo digan a Paramount Pictures, que gracias al polémico divorcio de Brad Pitt y Angelina Jolie han visto cómo Aliados (Allied) de Robert Zemeckis ha pasado de no despertar demasiado interés a estar en boca de todos y aparecer destacada en los medios. Las malas (y sexistas) lenguas han señalado a un posible affair entre Pitt y su co-protagonista, Marion Cotillard, como causa del mediático divorcio, y aunque esto haya sido desmentido con creces, ha servido para que aumente la expectación y el morbo por verlos enamorándose en pantalla.

Aliados es un regreso nostálgico a la Edad de Oro de Hollywood, un thriller romántico de espías protagonizado por dos glamourosas estrellas que se nutre directamente de las grandes obras maestras del género en los años 40 y 50, principalmente de Casablanca. La película nos presenta al oficial de inteligencia norteamericano Max Vatan (Pitt) y a la luchadora francesa de la Resistencia Marianne Beausejour (Cotillard), dos espías que, sin conocerse previamente y con apenas un minuto de preparación, se deben hacer pasar por marido y mujer para llevar a cabo una misión suicida desde las líneas enemigas. Tras el éxito del ataque contra los nazis, Max y Marianne se enamoran y se van a vivir a Londres, sin embargo, su relación se ve amenazada por las presiones de la guerra y la sospecha de que uno de ellos podría estar trabajando para el enemigo.

Efectivamente, Aliados recuerda inevitable y muy convenientemente a Sr. y Sra. Smith, la película que dio origen al romance entre Pitt y Angelina Jolie. Pero está ambientada durante la Segunda Guerra Mundial, lo que le da esa atmósfera retro que Zemeckis sabe recrear con suma elegancia. El enfoque clásico que el director da a la película compensa el hecho de que su historia no sea demasiado original o especialmente profunda (y eso que al guión está el estimable Steven Knight). El primer acto de Aliados pone énfasis en la acción y el romance, y su muy cinematográfico paso por Casablanca nos deja imágenes de indudable buen gusto (gracias tanto al diseño de producción como al fabuloso vestuario de sus estrellas), pero el film no ofrece demasiados alicientes más allá de su lustrosa superficie. Por suerte, a medida que la trama avanza y se nos introduce en el nudo del conflicto, Aliados empieza a resultar más interesante. La intriga y el juego de sospechas en el que se ven envueltos los protagonistas proporciona uno de los ganchos más infalibles del cine de espías: ¿Estarán fingiendo su amor para llevar a cabo una misión o su enamoramiento será real? Esta es la idea que bombea la película y que nos deja los mejores momentos.

No obstante, en Aliados falla lo más importante: la afinidad entre la pareja protagonista. Cotillard está al 100% (por suerte el guion descansa bastante en su personaje), y es quien más destaca interpretativamente (su porte, su fuerza magética, su expresividad, su mirada, todo lo que ha convertido a la francesa en una de las mejores actrices de su generación está ahí), mientras que Pitt no está a lo que hay que estar. Su nivel de compromiso con la película es distinto, lo que hace que salte más a la vista la falta de química que hay entre los dos, un error imperdonable en una película donde deberían saltar chispas de la pantalla. Sus besos se antojan desapasionados, más allá del homenaje al arrumaco con boca cerrada del Hollywood clásico, y su vaporosa escena de sexo resulta extraña y excesivamente artificial (no ayuda el inconsistente montaje que a veces lastra el film).

A pesar de ser más bien superficialAliados es un thriller muy correcto y eficaz con buenos momentos de tensión y glamour para parar un avión de guerra, un trabajo decididamente clásico hecho para agradar al público general, que está llamado a disfrutar de una vida muy fértil en las sobremesas televisivas. Lo de Pitt y Cotillard al final, en vez de perjudicar a la película, en cierto modo la beneficia. ¿Qué sería de un clásico de la Edad Dorada sin los rumores tras las cámaras y las habladurías sobre la relación entre los protagonistas? Dudamos que Aliados vaya a pasar a la historia del cine por algo más que por el tumultuoso contexto “rosa” en el que se ha estrenado, pero quizá eso fuera lo mejor que le podía pasar a la película.

Pedro J. García

Nota: ★★★

Crítica: Fury (Corazones de acero)

Logan Lerman Brad Pitt

Texto escrito por David Lastra

En 2015, una película bélica puede dar más miedo y respeto que Macarena Gómez en Musarañas y un Babadook juntos. Como aquel que se atrevió a afirmar que “la Historia ha muerto”, el espectador clamaba que ya se había cansado de tiros, balas y soldados estadounidenses descuajeringando nazis (y viceversa). De ahí que esta clase de películas desapareciesen de las carteleras. Un reposo latente, no tan cercano a la muerte como otros géneros clásicos, como el western. De vez en cuando, alguna valiente como Kathryn Bigelow con En tierra hóstil, nos ha demostrado que todavía no lo hemos visto todo, que seguía habiendo historias que contar. Este 2015 es David Ayer (director de Sin tregua, guionista de Training Day) el culpable de que volvamos a ver tanques en la gran pantalla con su Corazones de acero (Fury).

Si destacábamos la originalidad de Bigelow a la hora de acercarse al conflicto, en el caso de Ayer, el aspecto más destacable es su sobriedad a la hora de rodar. Corazones de acero es un alivio ante las producciones de acción de nuevo cuño. Su clasicista decisión de no descoyuntarnos con movimientos de cámara imposibles que desafían a la velocidad de la luz es su gran acierto. Ese temple, junto a su acertada forma de narrar y de acotar los detalles y no dejarse llevar por tramas secundarias innecesarias, hace que la obra de Ayer remita directamente a clásicos como Sahara (en la que el mismísimo Humphrey Bogart capitaneaba un tanque el desierto libio) más que obras bélicas contemporáneas como La delgada línea roja o Salvar al Soldado Ryan. Corazones de acero nos cuenta los horrores de la guerra basándose en imágenes potentes y un guión solvente (que no Cartel CorazonesAcerosorprendente) sin caer en el romanticismo poético y aburrido de las dos últimas películas citadas. En este film, un caballo abierto en canal es la única opción de una mujer para encontrar comida y no una metáfora de la libertad del pueblo europeo.

El grupo salvaje encargado de domar a Fury (tanque) y acribillar alemanes, está capitaneado por un cumplidor Brad Pitt (también productor de la cinta), todo un seguro interpretativo en la última década, a medio camino entre John Wayne (en sus mejores momentos en el film) y su caricaturesca interpretación italiana de Malditos bastardos (en los peores). Acompañan correctamente al marido de Angelina Jolie, el enfant terrible de la performance Shia LaBeouf; Michael Peña, chico Ayer en Sin tregua; y el televisivo Jon Bernthal (The Walking Dead). A destacar la presencia del niño mimado de esta página, Logan Lerman (Las ventajas de ser un marginado), que se apunta otro tanto en la taquilla y otra notable interpretación. La credibilidad de este grupo puede haber ayudado a la elección de Ayer para lidiar con Will Smith o Jared Leto en Suicide Squad, el que está llamado a ser uno de los hypes cinematográficos del próximo año.

Corazones de acero es cine bélico hecho con plantilla. No sorprende, ni emociona, pero tampoco aburre en ninguno de sus ciento treinta y cuatro minutos, y eso tiene mucho mérito.

Valoración: ★★★½

Crítica: El consejero

El consejero 2013

A sus 80 años, Cormac McCarthy, prestigioso novelista ganador del Pulitzer por La carretera (2006), se anima por primera vez en su carrera a escribir un guion para el cine. Ridley Scott es el director que le anima a emprender esta nueva aventura profesional. McCarthy firma en solitario el libreto de El consejero (The Counselor, 2013), drama criminal sobre un abogado de éxito (Michael Fassbender) que está a punto de casarse con su mujer (Penélope Cruz), cuando se convierte en blanco de un cártel de narcotraficantes por un caso que llevó en el pasado. McCarthy lleva a cabo su tarea recayendo en todos los vicios que uno espera del literato que se mete al audiovisual, demostrando que toda una vida dedicado a escribir novelas no capacita necesariamente a uno para escribir guiones de cine.

El consejero propone un distanciamiento del narco-thriller convencional cubriendo la película con un velo filosófico que pone énfasis en lo que transcurre en las (supuestamente) complejas psiques de sus protagonistas. El film reflexiona sobre las consecuencias El Consejero_Póstermientras invisibiliza el engranaje narrativo y deja al espectador unir los puntos para averiguar de qué actos provienen esas consecuencias. No hay problema en que una película nos proponga un reto de estas características, que innove, y desafíe lo institucional. Pero McCarthy y Scott se esfuerzan tanto en evitar los mecanismos habituales del género (o del lenguaje fílmico en general), que obtienen una película increíblemente confusa y caótica, saturada de diálogos sesudos y palabrería pedante que no proviene de los personajes en ningún momento. En definitiva, un ejercicio narrativo tan pretencioso como frustrante que deja clara una cosa: para hacer que una película sea (o parezca) más inteligente no es necesario disfrazarla de libro.

Además de la incoherente estructura de la película, y la irritante pomposidad de sus diálogos (como diría Antonio Machado, “ayudadme a comprender lo que os digo y os lo explicaré mejor”), El consejero supone un malgasto antológico de talento interpretativo. Scott escoge a sus actores según el grado de encasillamiento que sufren. Michael Fassbender cumple con lo que se espera de él: interpretación desgarrada e incontenida (moqueo incluido). Penélope Cruz es la mujer florero invisible. A Brad Pitt le falta entonar el “Yankee Doodle” lanzando su sombrero vaquero al aire. Y lo de Javier Bardem es muy triste: parece que en Hollywood solo lo quieren para interpretar a excéntricos horteras de peinado imposible. La excepción es quizás Cameron Diaz, que a pesar de estar de Razzie, protagoniza un inolvidable coito con un Ferrari que nos hace ver a la actriz de La máscara con otros ojos y compensa todo lo anterior. De hecho, cuando El consejero se pone cafre y sensacionalista es cuando más acierta. Una pena que las excelentes incursiones en la violencia gráfica y lo macabro no estén al servicio de una buena historia.

Valoración: ★★

Crítica: Guerra Mundial Z

Verano se escribe con B de blockbuster. Más de un mes después de su estreno en Estados Unidos nos llega Guerra Mundial Z, y lo cierto es que esta superproducción protagonizada por Brad Pitt irrumpe en nuestra escuálida taquilla estival habiendo dejado ya muy atrás la gran expectación y el hype que generaba. Y quizás sea mejor así, porque la película de Marc Foster (Descubriendo Nunca Jamás, 007: Quantum of Solace) no termina de cumplir las expectativas.

Lo que propone Foster con Guerra Mundial Z -adaptación muy libre de la novela homónima de Max Brooks– es una novedosa aproximación al género zombi (que ya fue reinventado hace poco por Warm Bodiespor cierto), una relectura en clave de thriller de acción y película de catástrofes con dosis de terror que prescinde del gore y el humor que caracterizan al cine Z. Es decir, se utiliza la moda zombi como cebo para consumir el clásico blockbuster veraniego sobre la humanidad en peligro protagonizado por un hombre blanco norteamericano que la salva él solito con sus propias manos. El supersoldado americano está en este caso personificado por el siempre rentable y siempre solvente Brad Pitt (aunque podría ser Tom Cruise y no nos habríamos dado cuenta). Guerra Mundial Z está plenamente al servicio de la gran superestrella de Hollywood. Es difícil encontrar un solo plano de la película en el que Pitt no aparezca (a ser posible en primer plano), y aunque oficialmente haya más personajes, en realidad estos no existen. Solo Brad.

Los zombis de Guerra Mundial Z no son nada parecido a lo que nos tiene acostumbrados el género, no son los muertos vivientes de Romero, sino humanos infectados por un virus que los convierte en bestias salvajes (aunque descerebradas como de costumbre) con fuerza sobrehumana y gran velocidad, más próximos a los de 28 días después. Monstruos que forman mareas de no-muertos, una plaga que amenaza con destruir el planeta. En este sentido, funcionan a varios niveles. Facilitan la acción más vertiginosa y espectacular a la vez que sirven de excusa para construir una historia clásica de amenaza pandémica. Como podéis comprobar, la ambición de Guerra Mundial Z consiste en no restringir el relato a un solo género. El problema es que el ímpetu con el que arranca la película se va desvaneciendo gradualmente, y llega un momento en el que tenemos la sensación de que se ha perdido la ilusión por el proyecto y se ha puesto el piloto automático -no quiero decir nada, pero detrás del guion está nuestro amigo Damon Lindelof, al que acompaña nuestro otro amigo, Drew Goddard, además de Matthew Michael Carnahan.

La primera hora de Guerra Mundial Z es sencillamente brutal. La película abre con una espectacular secuencia de esas que van directas al grano y disponen el tono a seguir. Después de una breve (menos mal) exposición de la situación mundial, se inicia una especie de relato por fases, un videojuego en el que nuestro héroe avanza niveles en busca de la cura para la humanidad. La magnífica realización de Foster nos regala secuencias de infarto, hábilmente planeadas y mejor ejecutadas. Set pieces en los que la cámara saca el máximo partido de la acción y los espacios para agitarnos y sobresaltarnos, manifestando un dominio absoluto de la tensión. Por desgracia, en su segunda hora Guerra Mundial Z se desinfla. La razón: varias reescrituras, retrasos en la producción, polémicas internacionales y evidentes problemas en la sala de montaje. Es entonces cuando empiezan a manifestarse las muchas carencias del guion, y nosotros comenzamos a preguntarnos si lo que está ocurriendo realmente tiene sentido.

La última fase en Gales se alarga más de lo debido, para cuando llega el clímax -patrocinado por Pepsi– se han agotado las ideas, y las ganas. La seriedad, e incluso grandilocuencia, con la que se enfoca la película se vuelve en su contra, produciendo el efecto contrario al deseado. Ya no sentimos tensión o miedo como al comienzo (algunos incluso empezarán a reírse de ella en este punto), y esto hace que prestemos mayor atención a pequeños detalles que evidencian la gran ineptitud de los guionistas a la hora de desenlazar la historia. Guerra Mundial Z deviene así en un sinsentido en el que los personajes (Brad y una pandilla de científicos tontos) toman una decisión cuestionable detrás de otra, y donde las piezas acaban encajando de la manera más fortuita. Algo parecido a lo que ocurría en otra obra maldita de Lindelof, Prometheus, aunque algo menos grave. La película opta por el final más convencional y perezoso posible -un parche de última hora después de que el original resultase demasiado brutal y polémico-, conformando un anticlímax abrupto que da paso a una lección moral para párvulos. A pesar de la espléndida primera hora, la decepción es inevitable. En su empeño por hacer las películas de zombies más accesibles para el gran público, Guerra Mundial Z se convierte en la señal definitiva de que va siendo hora de darle un descanso al género. O de que algunos no deberían jugar con él.