Crítica: Guardianes de la Galaxia

Guardians of the Galaxy Star Wars

No es un secreto que Marvel llevaba ya mucho tiempo apuntando hacia las estrellas. Con las dos partes de Thor, el Universo Cinematográfico de Marvel se trasladaba a los reinos de la mitología nórdica, y con Los Vengadores echábamos un vistazo interdimensional a los confines del espacio con la amenaza Chitauri y Thanos (aunque en ambos casos pasábamos más tiempo en la Tierra). Pero este año, la Casa de las Ideas se expande oficialmente hacia el cosmos, y lo hace con una aventura absoluta y extraordinariamente marciana, una entrega del UCM que, más que una de superhéroes, es una auténtica epopeya espacialGuardianes de la Galaxia (Guardians of the Galaxy. Con la película dirigida muy eficazmente por el cachondo James Gunn (Slither, Super), las posibilidades de esta macro-historia que comenzó en 2008 (y que no tiene final a la vista) se amplían de manera exponencial. Si una película con un mapache parlante y un extraterrestre-planta, basada además en un cómic desconocido por el gran público, se ha convertido en otro mastodóntico éxito de Marvel (hasta ahí llega la fidelidad de la audiencia), a partir de ahora todo es posible.

Aunque el cómic en el que se basa se remonta a finales de los 60, no cabe duda de que Guardianes de la Galaxia hunde sus raíces en la saga Star Wars, referente indiscutible tanto en lo que se refiere a su argumento como en su vibrante apartado visual. Pero también es fácil detectar en ella elementos de series sci-fi como Farscape o Firefly. De la primera sobre todo esa variopinta y colorida fauna extraterrestre, de las dos el hecho de que los protagonistas sean un ecléctico grupo de forajidos espaciales con pasados oscuros que unen sus fuerzas con un objetivo común. Pero si se trata de encontrar influencias, la más evidente no es otra que Los Vengadores, el éxito que proporcionó el patrón a seguir por el estudio, y que se repite una vez más con Guardianes. No falta nada: historia en tres actos, épica batalla final (con nave gigante desplomándose sobre la ciudad), énfasis en la coralidad del reparto y dosis elevadas de comedia. De hecho, Guardianes es la primera película de Marvel Studios que se puede catalogar abiertamente como “comedia de acción”.

Chris Pratt GotG

La primera parte del filme -tras el nostálgico y melodramático prólogo que nos transporta a los 80 de E.T.– resulta un tanto problemática y atropellada. La culpa la tiene un elevado número de personajes y localizaciones, entre los que la historia va saltando sin (aparente) orden ni concierto, solo cumpliendo la función de aportar los datos necesarios para cimentar la trama. Hay que decir que Gunn lo tenía más difícil que Joss Whedon. Las historias individuales de los Vengadores ya eran conocidas por todos. Las de los Guardianes no. Por eso, Gunn -y antes que él Nicole Perlman, que escribió el primer boceto del guión- tenía la complicada tarea de presentar a un puñado de personajes desde cero, desarrollarlos, enfrentarlos y finalmente convertirlos en un equipo cohesionado, sin la ventaja de contar con medio trabajo ya hecho. Teniendo esto en cuenta, y a pesar de la fragmentación que lastra el primer acto, Gunn ha salido más que airoso. Algo que sin duda se confirma al ver a los cinco héroes juntos en acción durante la segunda mitad del metraje, cuando el filme por fin coge el ritmo y no lo suelta.

Guardianes grupo

Una vez establecido el quién es quién de la galaxia y definido el macguffin de la historia (otra Gema del Infinito que no debe caer en las manos equivocadas), el relato empieza a tomar forma, y los Guardianes se apoderan de él. Lo más destacable de Guardianes de la Galaxia es que, a pesar de contar con un claro protagonista, el encantador sinvergüenza Peter Quill, no se descuida nunca al resto de personajes. Es más, en un momento u otro todos se las arreglan para eclipsar al achuchable Chris Pratt, que sí, es un Star-Lord ideal (porque básicamente es Andy Dwyer en el espacio, y eso nunca podría ser malo), pero no puede evitar que en ocasiones la superproducción le venga un poco grande. Nada que no se solvente con un buen plantel de personajes con el que complementarse:

Gamora -perfecta Zoe Saldana-, letal y robótica extraterrestre de piel verde (una Elphaba alienígena, vaya) que nos proporciona algunos de los instantes más emocionantes y entrañables de la película cuando se entrega a sus impulsos humanos (ella, Peter y Footloose); Drax, un gigante “destructor” que se ríe, literalmente (como todo lo que hace), en la cara del peligro -el luchador Dave Bautista es la verdadera revelación interpretativa de la película, con una precisión cómica sorprendentemente; Groot, adorable criatura árbol que se comunica exclusiva y muy elocuentemente usando únicamente la frase “Yo soy Groot”; y Rocket -doblado excelentemente por Bradley Cooper-, un mapache alterado genéticamente, cascarrabias y aficionado a gastar bromas pesadas, que, lejos de ser reducido a alivio cómico (que no haría falta además), está plenamente definido y tiene tanta o más entidad que sus colegas no realizados íntegramente por ordenador.

Rocket

En el apartado de villanos, Guardianes de la Galaxia no sale tan bien parada, a pesar de la divertida presencia de Michael Rooker como Yondu (que técnicamente no es un villano, solo un paleto amoral). El verdadero malo de la función es Ronan el AcusadorLee Pace le ha cogido el gusto al transformismo-, con Nebula en destacado segundo plano –Karen Gillan sobreactuada en un proyecto en el que no debería chirriar estar sobreactuado. Pero la película cuenta con más enemigos, tantos que es inevitable que estos parezcan desdibujados o desaprovechados, algo que también ocurre con la organización Nova Corps (Glenn Close, John C. Reilly). Esto, más que un problema interno, es un efecto de la acusada serialidad que caracteriza a las películas de Marvel. Estas funcionan cada vez más como una serie de televisión, y es habitual que no se nos presente a personajes “completos” y que se incluyan únicamente pequeñas píldoras de una historia que se desarrollará en posteriores capítulos. De ahí que Thanos aparezca apenas un minuto, o El Coleccionista (Benicio del Toro) protagonice una escena de transición y desaparezca sin más. Y de la misma manera, con Kevin Feige y Marvel actuando como showrunners del UCM, salta a la vista que el director, por mucha voz que haya tenido, ha debido ajustarse a una fórmula testada. Y esto es lo que más chirría de la película, que transcurre sobre seguro, repitiendo lo que ya les ha funcionado anteriormente y dejando poco espacio narrativo para la sorpresa. Aún con todo, Guardianes de la Galaxia es todo lo cerrada, uniforme e independiente que puede ser, sobre todo gracias a su fuerte personalidad y el increíblemente detallado universo que nos presenta.

Gamora y Star-Lord

Guardianes de la Galaxia es un continuo estallido lumínico y multicromático, una fantasía irresistible tanto para los fans de los cómics como para los espectadores más casuales. Conjuga con acierto el fan service propio del estudio (Howard el Pato, Cosmo, el cameo oculto de Nathan Fillion y otros tantos easter eggs) con la pleitesía al gran público, para dar como resultado una película de Marvel que es exactamente como las anteriores, y a la vez es totalmente distinta. Rebosante de descaro gamberro, carisma y socarronería, aderezada con temazos míticos de los 70 y 80 interpretados por Jackson 5, David Bowie, The Runaways…, y un altísimo contenido en one-liners y chistes bobos (algunos graciosos, otros simplemente graciosetes), Guardianes de la Galaxia se presenta como una obra exultantemente viva, musical, y sobre todo iconoclasta.

Para enmarcar planos como el de Peter y Gamora con el walkman y la galaxia como paisaje de fondo, Rocket acribillando a los malos con una metralleta a lomos de Groot, el paseo bailongo de Peter durante los créditos iniciales (y cada vez que alardea de “magia pélvica”), o una de las escenas finales, en la que la película se adentra en terreno sentimental y nos remite a una secuencia clave de Toy Story 3, con resultados igualmente efectivos (Marvel, más Disney que nunca, me vuelve a hacer derramar lágrimas de emoción). Además de todo esto, con el elogio de lo analógico y lo vintage que lleva a cabo (que no os extrañe que el cassette se ponga de moda),  Guardianes de la Galaxia nos devuelve en cierto modo a la infancia y nos recuerda lo que es ver una película de Spielberg por primera vez -no en vano, la primera secuencia en el espacio es un claro homenaje a Indiana Jones y el arca perdida. No estoy seguro de si las nuevas generaciones adoptarán Guardianes de la Galaxia como su Star Wars  (tal y como se ha empeñado la prensa en que ocurra), pero si así fuera, no seré yo quien se oponga.

Valoración: ★★★★½

Un pensamiento en “Crítica: Guardianes de la Galaxia

  1. la vi ayer y me encantó, sobre todo la primera mitad.

    vamos, que Gunn (o Marvel, o quien sea) consigan que un mapache parlante y un árbol que dice tres palabras sean personajes con la misma entidad (o más) que el resto y no sidekicks “al uso” es uno de los mayores logros de la película para mí.

    también quiero resltar el uso de la música y del humor y la pareja protagonista (aunque a los dos les venga un poco grande a veces el papel), y no relegar el personaje femenino a “love interest” (aunque esto ya parece una marca de la casa de Marvel. BRAVO)

    no será la nueva Star Wars porque Star Wars ya hay una. será la primera GotG, no?

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