Crítica: El consejero

El consejero 2013

A sus 80 años, Cormac McCarthy, prestigioso novelista ganador del Pulitzer por La carretera (2006), se anima por primera vez en su carrera a escribir un guion para el cine. Ridley Scott es el director que le anima a emprender esta nueva aventura profesional. McCarthy firma en solitario el libreto de El consejero (The Counselor, 2013), drama criminal sobre un abogado de éxito (Michael Fassbender) que está a punto de casarse con su mujer (Penélope Cruz), cuando se convierte en blanco de un cártel de narcotraficantes por un caso que llevó en el pasado. McCarthy lleva a cabo su tarea recayendo en todos los vicios que uno espera del literato que se mete al audiovisual, demostrando que toda una vida dedicado a escribir novelas no capacita necesariamente a uno para escribir guiones de cine.

El consejero propone un distanciamiento del narco-thriller convencional cubriendo la película con un velo filosófico que pone énfasis en lo que transcurre en las (supuestamente) complejas psiques de sus protagonistas. El film reflexiona sobre las consecuencias El Consejero_Póstermientras invisibiliza el engranaje narrativo y deja al espectador unir los puntos para averiguar de qué actos provienen esas consecuencias. No hay problema en que una película nos proponga un reto de estas características, que innove, y desafíe lo institucional. Pero McCarthy y Scott se esfuerzan tanto en evitar los mecanismos habituales del género (o del lenguaje fílmico en general), que obtienen una película increíblemente confusa y caótica, saturada de diálogos sesudos y palabrería pedante que no proviene de los personajes en ningún momento. En definitiva, un ejercicio narrativo tan pretencioso como frustrante que deja clara una cosa: para hacer que una película sea (o parezca) más inteligente no es necesario disfrazarla de libro.

Además de la incoherente estructura de la película, y la irritante pomposidad de sus diálogos (como diría Antonio Machado, “ayudadme a comprender lo que os digo y os lo explicaré mejor”), El consejero supone un malgasto antológico de talento interpretativo. Scott escoge a sus actores según el grado de encasillamiento que sufren. Michael Fassbender cumple con lo que se espera de él: interpretación desgarrada e incontenida (moqueo incluido). Penélope Cruz es la mujer florero invisible. A Brad Pitt le falta entonar el “Yankee Doodle” lanzando su sombrero vaquero al aire. Y lo de Javier Bardem es muy triste: parece que en Hollywood solo lo quieren para interpretar a excéntricos horteras de peinado imposible. La excepción es quizás Cameron Diaz, que a pesar de estar de Razzie, protagoniza un inolvidable coito con un Ferrari que nos hace ver a la actriz de La máscara con otros ojos y compensa todo lo anterior. De hecho, cuando El consejero se pone cafre y sensacionalista es cuando más acierta. Una pena que las excelentes incursiones en la violencia gráfica y lo macabro no estén al servicio de una buena historia.

Valoración: ★★

Un pensamiento en “Crítica: El consejero

  1. Como fan absoluto de McCarthy que soy, yo creo que la culpa es de Scott. Ese guión en manos de un director acostumbrado a tomar más riesgos, podría haber dado algo mucho mejor.

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