Crítica: ¡Menudo fenómeno! (Delivery Man)

DELIVERY MAN

¡Menudo fenómeno! (Delivery Man) es el remake norteamericano casi plano por plano de la comedia canadiense de 2011 Starbuck, realizado por el director de la original, Ken Scott, y en esta ocasión protagonizada por Vince Vaughn. Con esas credenciales imposibles de empeorar, ¡Menudo fenómeno! (evitaré repetir el irritante título español en la medida de lo posible) parte con clara desventaja. Pero que se gane a pulso un puesto destacado en el concurso “Películas más innecesarias de la historia del cine” no quiere decir que no se pueda disfrutar de alguna manera. Se puede. Sobre todo si no se ha visto Starbuck, o su remake bollywoodiense, o el que se hizo en Francia el año pasado (va en serio). De hecho, la película no es mala opción para un domingo por la tarde, cuando nos encontramos más bajos de defensas y capacidad crítica.

La historia de ¡Menudo fenómeno! (¡mierda!) es bastante original y llamativa. O al menos lo era hace apenas dos años, cuando Scott la contó por primera vez. David Wozniak (Vaughn) es un despreocupado cuarentón neoyorquino de buen corazón que trabaja como repartidor en el negocio familiar, una carnicería. Su vida da un giro de 180 grados cuando descubre que es padre de 533 hijos, y que 142 de ellos se han agrupado para iniciar un pleito con la intención de conocer la identidad del padre biológico de la manada, Starbuck, pseudónimo que David usó para donar esperma veinte años antes. Asesorado por su abogado (Chris Pratt=Andy Dwyer), presionado por una deuda con la mafia y con su ex novia (Cobie Smulders) embarazada, David decide poner orden en su vida y probar que tiene madera de padre. No se le ocurre otra cosa que ir conociendo uno a uno a sus 142 hijos, y actuar como ángel de la guarda de todos sin desvelar su identidad.

Menudo fenómenoLa historia de David Wozniak historia funcionaría muy bien en una serie de televisión a largo plazo. Es extraño que antes de que alguna cadena se haya decidido a comprarla, se hayan hecho tres versiones cinematográficas distintas en dos años. Resulta imposible calzar en 100 minutos todas las ramificaciones de un relato tan propenso a la subtrama y a la dispersión. Por esta razón, la película está más agujereada que un gruyere, deja demasiados asuntos pendientes y millones de cabos sin atar. Para empezar, ¿por qué a ningún hijo se le pasa por la cabeza que ese señor mayor que ha aparecido de la nada para pasar tiempo con ellos justo ahora podría ser Starbuck? ¿Y por qué su novia no descubre el secreto de David a pesar de que el abogado de Starbuck es el mejor amigo de su novio? Con estas chapuzas, Scott se ahorra problemas para que la historia vaya hacia donde él quiere. Pero si no aprovecha las posibilidades que le brinda la historia y los personajes es porque no puede.

A pesar de abusar de recursos lacrimógenos y ser un ejercicio auto-publicitario por parte del odiado Vince Vaughn (“Todo el mundo quiere a David” parece un mensaje subliminal para convencernos de que todo el mundo quiere a Vince), ¡Menudo fenómeno! es una comedia modesta y bienintencionada con acertadas incursiones en el melodrama y ese aire de serie buenrollista ambientada en Manhattan (ahí está Robin Scherbatsky para corroborarlo). Si uno es capaz de ignorar los intentos desesperados por parte de Vaughn para que nos lo traguemos como grandullón entrañable, es posible encontrar más de una razón para disfrutar, aunque sea un poco, de esta simpática hipérbole de la paternidad.

Valoración: ★★½

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