Sonic 2, la película: Aún más rápido pero menos divertido

David Lastra

Después de años y años de supremacía cinematográfica de Marvel, los videojuegos han comenzado a reclamar su codiciado espacio en nuestras salas de cine y plataformas. Las reacciones ante esta nueva edad de oro de los videojuegos recuerdan a las que vivimos hace un par de décadas ante las producciones de HBO. Momentos en los que se acuñó el célebre y espantoso dicho de ‘eso no es una serie, parece una película’.

Gracias a sagas como The Last Of UsThe Witcher, estamos volviendo a escuchar esa manida y clasista cantinela gracias a la calidad de sus guiones, su cinematografía (aplausos a ese falso plano secuencia que es el God of War), sus ambientaciones y sus equipos de doblaje. Esa calidad, unida a sus ingentes ventas, han provocado que su trasvase cinematográfico fuese casi inevitable. En estos últimos tiempos hemos visto a Ryan Gosling como Pikachu, a Henry Cavill en una bañera y a Tom Holland apuntándose otra saga taquillera en su haber como Nathan Drake; también viviremos la esperada adaptación de las desventuras de Ellie en un mundo repleto de infectados y hasta un largometraje animado de Super Mario para el cine. En medio de toda esa vorágine, resucitó un viejo conocido de nuestra juventud: Sonic.

Sonic, la película llegó a nuestras vidas tras un infame tráiler que rompió internet y las cabezas de algún que otro responsable de diseño de la película. Aunque parecía avecinarse una debacle antológica, la primera entrega de las aventuras del erizo azul que vino del espacio reventó las taquillas prepandémicas y nos ofreció una buena tarde de entretenimiento clásico con un toque teen bastante conseguido. Ese sorprendente éxito en taquilla, ha provocado que el advenimiento de la ineludible secuela haya sido tan rápida como su protagonista. Por esa razón, el equipo en pleno de la primera, repite en esta Sonic 2, la película.

Después de la espídica primera entrega, Sonic (Ben SchwartzParks and Recreation) intenta combinar su apacible vida de nini bajo el techo de sus nuevos padres (James MardsenX-Men; y Tika SumpterGossip Girl) con la de superhéroe profesional. Aunque esto último todavía no lo tiene muy pillado y aterroriza más que salva… algo que le hermana bastante con las meteduras de pata que suelen hacer Batman o Spider-Man. Pero, como es natural, las cosas comienzan a torcerse cuando no uno, sino dos villanos se cruzan en su camino. El primero es el mismísimo Robotnik (Jim CarreyDos tontos muy tontos), que ha logrado escabullirse del planeta de los champiñones donde quedó exiliado al final de Sonic, la película; asociado a un nuevo viejo conocido para los fans de Sega, Knuckles, (con la voz de Idris ElbaCats, en su mejor interpretación en las últimas dos décadas), el equidna más famoso y violento de todos los tiempos. Pero no solo vuelve lo malo, sino que también hace acto de aparición Tails (Coleen O’SaughnessDigimon, la película), el zorro de dos colas que ama a Sonic sobre todas las cosas.

Comienza entonces una serie de catastróficas escenas de acción y lucha entre estos cuatro bichejos, poniéndose las cosas bastante interesantes cuando se centran únicamente en el combate entre la fuerza por rapidez de Sonic y la brutalidad de los nudillos de hierro de Knuckles. Aunque comparte la estructura clásica de su predecesora, esta Sonic 2, la película se pierde en demasía en repeticiones y alguna que otra escena de relleno que pertenecen más a la sección de secuencias eliminadas que a un montaje cinematográfico. Esa acumulación de escenas idénticas y de momentos musicales bastante pasados (Uptown Funk a estas alturas suena más añejo que la mismísima Macarena), terminando por cansar al espectador y provocando que añoremos en todo momento la solvente simplicidad de sus orígenes.

El otro gran problema es la omnipresencia de un Jim Carrey desatado como en los viejos tiempos. Si en la primera, Carrey lograba darnos una exagerada pero acertada interpretación, en esta ocasión, el intérprete de Ace VenturaLa máscara abraza todos y cada uno de los dejes, ruiditos y muecas que le hicieron una de las mayores estrellas de los noventa. Chupa, grita, ríe, hace mohines, escupe… tanto, tanto, tanto, que termina por resultar completamente inaguantable.

El afán de Jeff Fowler por introducir más comedia, más peleas y más cosas grandes que explotan, termina por resultar completamente contraproducente provocando hastío. Esperemos que en su presumible tercera entrega, recupere la esencia y el absurdo de la primera y nos entretenga un poco más.

Nota: ★★

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