Desde hace ya años, la televisión está acogiendo a cada vez a más directores de cine de renombre, cineastas que ya no tienen miedo a que su reputación se vea perjudicada por “rebajarse” a trabajar en la mal llamada pequeña pantalla. Uno de los últimos en probar suerte con la ficción serial es el prolífico e incombustible Woody Allen, que además de cumplir con su cita anual en los cines con la efímera Café Society, se ha aventurado este año en televisión con su primera serie original, Crisis in Six Scenes, una comedia de (obviamente) seis capítulos que ha realizado para la plataforma de vídeo online de Amazon.
Últimamente, Allen no suele ponerse delante de la cámara en sus películas, sino que son otros actores los que dan vida a sus neuróticos alter-egos en el cine. Sin embargo, para Crisis in Six Scenes, el director vuelve a actuar, interpretando a un escritor en horas bajas, Sidney J. Musinger (es decir, haciendo de sí mismo una vez más). Ya en el primer capítulo, Allen se permite hacer un comentario meta sobre su propia experiencia haciendo televisión. Sidney cuenta a su mujer, Kay (Elaine May), que se está planteando escribir una sitcom, pero no está seguro de querer meterse en tal berenjenal, ya que la televisión es “baja cultura” (acaba descartando esa “estúpida idea” para escribir otro libro). Los improperios a la tele que Allen lanza a través de Sidney están hechos con mucha guasa y autoconsciencia, pero nos desvelan una realidad que el propio director ya ha confirmado en entrevistas: Allen se arrepintió de aceptar el proyecto y hacer la serie fue un suplicio para él.
No creemos que su opinión (clasista y snob) sobre las series haya cambiado después de hacer Crisis in Six Scenes (si acaso habrá empeorado), pero al menos Allen la ha llevado hasta su final (aunque lo haya hecho deprisa y corriendo, como demuestran sus constantes errores de raccord y el hecho de que está formada evidentemente por primeras tomas, da igual cuánto se patine con los diálogos, o que en algunas escenas salte a la vista que los actores la están grabando por separado). Más que una serie, Crisis es una película de dos horas dividida en seis partes, una screwball comedy 100% alleniana que tiene lugar en los convulsos años 60 (aunque por la más bien pobre ambientación a veces no lo parezca). Allen realiza un ligero y divertido retrato de esta época de cambio y revolución, reflejando el cargado ambiente político del momento y echando en la Thermomix temas como el comunismo, la guerra de Vietnam, los Black Panthers, el movimiento hippie o el feminismo. Ese es el sobrecargado telón de fondo sobre el que se desarrolla la típica comedia de enredos del director, una obra que, sin importar el medio en el que discurre, acaba incluyendo todos los ingredientes de su cine: el satírico discurso político, la autocrítica, las referencias a la literatura, la disección de las relaciones entre hombres y mujeres, la reflexión sobre las clases sociales, su desenlace anticlimático…
Crisis in Six Scenes no ha tenido mucha suerte tras su estreno. La serie o bien ha sido completamente ignorada o se ha llevado muy malas críticas. La verdad es que se nota que Allen no se ha esforzado demasiado y que se ha movido dejándose llevar por la inercia incluso más que en sus últimos trabajos menores para el cine. Pero aun con todo, no es ni de lejos tan mala como la pintan. Es cierto que la elección de casting de Miley Cyrus no podría haber sido menos acertada (la actriz y cantante está muy artificial y desubicada) y también que la serie comienza con mal pie, con un par de episodios completamente anodinos y sin gracia que hacen que nos preguntemos si va a alguna parte. Pero a medida que avanza, va tomando forma, se va soltando y volviendo cada vez más alocada, y por consiguiente más divertida. Su trayectoria ascendente hace que nos quedemos con buen sabor de boca, gracias sobre todo a escenas cómicas como el accidentado viaje a Manhattan de los Musinger (Allen y May protagonizando su propia película de espionaje y acción), buenas ideas como el desternillante club de lectura de Kay y sobre todo a un fantástico último episodio en el que todos los personajes y tramas convergen en casa de los Musinger, al más puro estilo del camarote de los Hermanos Marx.
Crisis in Six Scenes es básicamente una película de Woody Allen que todo fan completista del director neoyorquino debería ver. Es más bien corriente y olvidable, pero a la vez supone un pasatiempo agradable, una serie rápida de ver y fácil de digerir. Como casi todo lo que el director hace últimamente.
Pedro J. García