Spartacus: Blood and Sand

Xena: Tetas y culos

Lucy Lawless, diva mayor de la ciencia ficción tras protagonizar Xena, la princesa guerrera y participar en Battlestar Galactica con un personaje recurrente, declaró antes del estreno de Spartacus: Blood and Sand que todos los miembros del equipo se tomaron muy en serio el contenido sexual de la serie: “No queremos que en la serie haya una sola cosa que sea gratuita. No es algo que nos interese. Aunque haya sexo en una escena, siempre se está llevando a cabo alguna transacción de negocios. La escena no gira en torno al sexo, si no, estaría en el canal Playboy. Esto no es porno blando”.

Pues bien, con todo el dolor de mi alma, tengo que dedicarle un gran “VENGA YA” a mi Xena querida. La preocupación sobre la gratuidad de la serie gira en torno al sexo gráfico, como no podía ser de otra manera, cuando la violencia explícita es un exponente tanto o más significativo. Spartacus: Blood and Sand es pura pornografía estética y narrativa, una serie donde las “creativas” transiciones entre escenas equivalen a planos detalle de una penetración y las texturas digitales no son más que una continua eyaculación sanguinolenta. No hay más. Por mucho que Lawless se empeñe en hacernos ver que nos están contando una historia, lo que están haciendo es producir material onanístico en masa.

Lo único que hay en Spartacus: Blood and Sand es violencia y sexo en sus formas más depuradas y embellecidas. La suciedad es bella porque la fotografía digital envuelve la atmósfera y la transforma en un espacio impoluto, inodoro, un gran videojuego (pero no uno de aventuras, sino uno de lucha, de los de un contrincante frente al otro), que además bebe de las páginas del cómic (de Frank Miller, por supuesto). Spartacus: Blood and Sand es puro kitsch en el sentido más primitivo de la expresión, puesto que responde a la (supuesta) necesidad de nuevos productos de consumo que no son más que sucedáneos, subproductos culturales. El auge imparable de las series de los canales de pago multiplica la demanda, y por consiguiente, la calidad disminuye ¿Es Starz la nueva Showtime ahora que la cadena de pago está consiguiendo aumentar la calidad de su ficción? Desde luego, por su publicidad, parece que sí (“Spartacus: Blood and Sand. A BOLD new Starz original series”, más claro, agua).

Para generar estos subproductos, no hay vía más fácil que el pastiche. Los referentes de Spartacus: Blood and Sand ahogan por completo la posibilidad de una identidad más allá de ellos. Tanto en forma (obviamente 300, de Zack Snyder, casi un subproducto en sí misma, o Gladiator de Ridley Scott) como en fondo (Roma de HBO y en general todas las series de pago), Spartacus: Blood and Sand no ofrece nada reseñable a partir de los textos en los que se inspira. Nada. Es una copia sin complejos ni reparos. Si al menos el pastiche fuera un vehículo hacia la parodia, la serie podría optar a un ápice de dignidad. Pero ni por esas.

Algunas de las mentes que trabajaron para series de culto como Xena, Buffy o Angel reducen su potencial a un gran encefalograma plano creativo, y se convierten en programadores de videojuegos de lucha (con mi respeto a los mismos, pero esto es televisión) y directores de porno de gran presupuesto. Es una pena, porque el prospecto de la serie cuando empezó a publicitarse hace unos meses era más que atractivo. Como Antonio de la Mano escribió en su crítica sobre el piloto, solo hay un motivo para seguir viendo la serie, y este no es más que uno “instrumental”, para el cual podemos intercambiarla por un videojuego o una película porno (duro, ya que nos ponemos). Yo añado una variable decisiva: el “factor Lawless” (intercambiable por el de “fan fatal”). Mientras Xena esté en la serie, yo seguiré viéndola, por mucho que suponga una tortura china.