Crítica: Si fuera fácil (This Is 40)

Intenta no parpadear

La primera película de Judd Apatow, Virgen a los 40 (The 40 Year Old Virgin, 2005), suponía una vuelta de tuerca al sobado complejo de Peter Pan, exponiendo ya los principales elementos temáticos que definirían su carrera como director y productor de cine y televisión. En su trabajo más reciente, Si fuera fácil (This Is 40, 2012), el realizador neoyorquino regresa a los 40, pero esta vez lo hace mirando hacia el futuro, con la incertidumbre y el terror que supone ver cómo este se convierte en el pasado… cada vez más rápido. This Is 40 (como la llamaré a partir de ahora) es todo un catálogo de obsesiones del director: la familia, los límites en la intimidad de la pareja, el enigma de la madurez y sobre todo, el irrefrenable paso del tiempo. A pesar de que se ha deshecho del poso de amargura de su anterior filme, la infravalorada Hazme reír (Funny People, 2009), Apatow sigue apostando por la hibridación absoluta de drama y comedia, haciendo reír a la vez que hurga sin piedad en nuestras incurables heridas existenciales.

This Is 40 nos devuelve a Pete y Debbie, personajes secundarios de Lío embarazoso (Knocked-Up, 2007) interpretados por Paul Rudd, amigo íntimo del director, y Leslie Mann, la esposa de Apatow en la vida real. La película es técnicamente un spin-off de la exitosa comedia protagonizada por Seth Rogen y Katherine Heigl, aunque es una entidad absolutamente independiente de ella. En This Is 40 regresamos al hogar de este matrimonio con hijas (interpretadas de nuevo por las niñas de Apatow y Mann, Iris y Maude), donde la vida pasa factura a la pareja: han llegado los temidos 40, Sadie y Charlotte han crecido y se han convertido en un dolor de cabeza con piernas, los trabajos de ambos atraviesan por una grave crisis, y la relación con sus respectivos padres hace estragos en su relación. En consecuencia, su vida de puertas adentro se resiente profundamente, y la cuestión “¿por qué seguimos juntos?” se plantea en voz alta por primera vez. En la más pura tradición Apatow, la película se compone de momentos, de micro-tramas, o fragmentos de la vida de los personajes -muchos de ellos extraídos directamente del hogar de los Apatow. Esto, como también viene siendo habitual, resulta en un metraje de más de dos horas -el director sigue sin ceder a las quejas sobre la duración de sus películas, que ya debería asumirse como una de sus señas de identidad. Básicamente, This Is 40 es la Secretos de un matrimonio de Apatow.

Como suele ocurrir con todo proyecto bautizado o apadrinado por el productor de Freaks and Geeks, This Is 40 es también una reunión de amiguetes. Por la película desfilan Charlyne Yi (que repite como la fumada, ahora “reformada” Jodi), Jason Segel, Chris O’Dowd, Lena Dunham o Melissa McCarthy (que protagoniza una de las escenas más desternillantes). Se incorporan a la gran familia Megan Fox, que debería sacar mayor provecho a su vis cómica (esta y Jennifer’s Body son sus mejores/únicas interpretaciones), y los veteranos Albert Brooks y John Lithgow, como los padres de Pete y Debbie respectivamente. Tanto en sus escenas por separado, como juntos en el clímax durante la fiesta de cumpleaños de Pete, el reparto es todo química y talento, un grupo de improvisación de lujo. Aunque ninguno sobresale como Rudd y Mann, que pasan por matrimonio real en todo momento -no en vano, la actriz afirma que si al llegar a casa se encontrase a Paul en el sofá, tardaría un buen rato en darse cuenta de que no es Judd. Qué disfuncionalmente bonito es todo.

Judd Apatow no firma feel-good movies, sino más bien feel-depressed movies. Y This Is 40 no es una excepción. Su cine es cada vez menos complaciente, sus personajes más agrios -ni el adorable Rudd se salva-, y el público estadounidense ya no responde a él con el mismo entusiasmo. Si uno se detiene a leer las reacciones de los espectadores norteamericanos ante la película, sacará en claro una conclusión: si hay algo que odian es la confusión de géneros. La comedia debe hacer reír, y el drama debe conmover, y esto debería ser legislado. El rechazo de Apatow a establecer una clara distinción entre géneros está afianzando su estilo y su tesis, a la vez que lo distancia del gran público. Para él, comedia y drama son lo mismo, y no hay risa sin dolor. Por eso su cine es cada vez más autobiográfico. This Is 40 es una sesión de terapia para el matrimonio Apatow-Mann, y también para sus hijas -¿explotación infantil?-, un aireo de trapos sucios, inseguridades y diferencias que de alguna manera sirve para sobrellevar su propia crisis de los 40. El director universaliza su experiencia personal, tal y como hace su discípula Lena Dunham en Girls, y se ofrece a él y a su familia como sujetos de pruebas con los que el espectador se compara en todo momento. Puede ser una experiencia algo incómoda, pero si fuera fácil, no sería una película de Judd Apatow.