Crítica: The Amazing Spider-Man 2 – El poder de Electro

906429 - The Amazing Spider-Man 2

En lo que respecta a cine-cómic, Marvel Studios parte la pana estos días. Por ello, no es de extrañar que tanto el resto de estudios que se reparten el pastel de los derechos de la Casa de las Ideas como la competencia (Warner/DC) se estén fijando en el modelo narrativo que ha impuesto el Universo Cinematográfico Marvel. Se trata de levantar un imperio mediático lo más alto posible, potenciando el aspecto serial y transmedia de las películas y proporcionando al espectador un lugar seguro al que regresar periódicamente durante muchos, muchos (pero muchos) años venideros.

Es lo que está haciendo Sony Pictures con la franquicia Spider-Man, construyendo un universo mayor que el que hace apenas una década realizase Sam Raimi, y preparando el terreno para futuros crossovers, mash-ups y grandes eventos cinematográficos (y quién sabe, quizás también televisivos) que persiguen el impacto de Los Vengadores en la cultura de masas. Todavía no nos hemos recuperado del hecho de que el (notable) reboot de Spider-Man llegase tan pronto, pero ya que la maquinaria de Sony está en marcha, más nos vale asumirlo (a los aficionados completistas al cine de súper héroes, el resto puede pasar del tema). The Amazing Spider-Man 2: El poder de Electro está construida como puente entre una primera entrega que servía de planteamiento y lo que será en el futuro próximo la película de los Seis Siniestros, y es un film distinto a su predecesor en muchos sentidos.

Dane DeHaan

Marc Webb, director de la primera parte, ha tenido que hacer malabares en esta secuela con una gran cantidad de elementos, muchos más de los que cualquier película debería manejar. Está claro que El poder de Electro sale perjudicada por esa ambición narrativa y ese deseo de incorporar en ella todas las piezas del engranaje que convergerá en el ¿esperado? crossover. Hay demasiada historia para condensar en una película, y además conocemos de sobra todos sus elementos discursivos, giros y conflictos -¿cuántas veces vamos a tener que pasar por la disyuntiva “¿héroe o amenaza?”. El resultado es una obra algo desmembrada, que salta de un lado a otro falta de cohesión (como si de una serie de televisión del siglo XXI se tratase) y que padece de superpoblación de personajes y coágulo de tramas. Sin embargo, Webb (nunca dejará de hacernos gracia lo apropiado de su apellido) lo hace lo mejor que puede teniendo en cuenta las circunstancias, dota de cierta sensación de unidad e independencia al film -cosa que no hacen otras sagas, como El hobbit o Los juegos del hambre-, nos prepara un fantástico clímax que ayuda a poner orden en el caos de la película, y sobre todo cumple el requisito indispensable de este tipo de cine: servir como espectáculo y proporcionar diversión.

Porque si algo caracteriza a esta segunda parte en contraste con la primera Amazing Spider-Man es su sentido del humor. No es que la primera entrega no lo tuviera, pero en El poder de Electro la comedia y la autoparodia adquieren mayor importancia, y Peter Parker se convierte en un showman a tiempo completo, un payaso encantador interpretado de nuevo por un Andrew Garfield que marca en todo momento el pulso cómico de la película, y que nos demuestra una vez más por qué es un acierto de casting épico. También lo es el de su partenaire Emma Stone, como Gwen Stacy. La química de la pareja en la vida real se traslada a la pantalla, en la que ambos desprenden carisma y encanto awkward cuando están juntos, algo que se ve acentuado por lo que muy probablemente sean acertados momentos de improvisación.

Andrew Garfield

Garfield y Stone son los que elevan de categoría una propuesta de la que normalmente no nos estaríamos fijando con tanta atención en el apartado interpretativo (obviando a la siempre eficiente Sally Field). Sin embargo, ellos no son el único talento joven que contribuye a esta dignificación del cine de súper héroes con mallas de colores que se lleva gestando en la última década. Dane DeHaan se confirma como uno de los actores jóvenes a tener en cuenta en los próximos años, dando con la nota perfecta para interpretar al niño rico Harry Osbourne, fluctuando constantemente entre la chulería y la depresión. El Duende Verde -gran diseño de personaje- es por tanto el único villano de la película con una “origin story” y un desarrollo inclinado hacia el lado oscuro que resulta realmente coherente. Todo lo contrario ocurre con Jamie Foxx, que hace el ridículo durante todo el metraje, primero como un poco creíble nerd urkeliano, Max Dillon, y después como el villano larger-than-life Electro. Foxx no sabe qué hacer de su personaje, y el tosco desarrollo de Electro es sin duda el aspecto más descuidado de la película, así como un claro ejemplo de que es imposible encajar con éxito las historias de tantos personajes en un solo film.

Andrew Garfield

Al contrario que en Marvel Studios, donde se están esforzando por dotar de un poso de verosimilitud y una serie de reglas que sostengan sus universos ficticios, y a los héroes y villanos que los habitan, The Amazing Spider-Man no parece tan interesada en que se la tome demasiado en serio en este sentido. Lo importante es la pirotecnia y la diversión, y de eso va sobrada -mención aparte a los efectos CGI, más fluidos y naturalistas que de costumbre, y a la magnífica partitura de Hans Zimmer junto a Pharrell Williams y Johnny Marr. Lo que tenemos en El poder de Electro es quizás la película de superhéroes en la que más se respira ese inconfundible aroma a las páginas de cómic clásico. No solo es una de las más fieles adaptaciones de Marvel, sino que traslada a la pantalla (y a nuestros días) con rotundo éxito el espíritu de los tebeos originales, recurriendo constantemente a dei ex machina, y potenciando el carácter naif de sus historias, así como el elemento camp de su humor -más tontorrón imposible. El resultado es una película que bien podría ser de dibujos animados (de hecho hay tantos planos íntegramente realizados por ordenador que en cierto modo lo es) y que nos recuerda que los tebeos de superhéroes no siempre fueron cosa de treintañeros coleccionistas. Esta es la mayor virtud y a la vez el peor sambenito de The Amazing Spider-Man 2: El poder de Electro, condenada a ser recordada como la Batman y Robin de la saga, a pesar de sus muchos aciertos.

Valoración: ★★★½