Crítica: La llamada de lo salvaje

Las películas con perro protagonista son un género en sí mismo, y además uno muy prolífico. Hay cientos y cientos de títulos centrados en “el mejor amigo del hombre”, y todos están cortados por el mismo patrón. Sin ir más lejos, el año pasado llegaron a las pantallas unos cuantos: Mi amigo EnzoUno más de la familiaTu mejor amigo: Un nuevo viaje. Está claro que este tipo de películas son rentables, ya que suelen costar poco y atraen a un público familiar muy amplio.

Este año se suma a la lista La llamada de lo salvaje (The Call of the Wild), film dirigido por Chris Sanders (mitad del tándem creativo que nos trajo Lilo & Stitch Cómo entrenar a tu dragón), basado en el clásico de la literatura escrito por el estadounidense Jack London. La historia gira en torno a Buck, un perro de gran tamaño y corazón que es arrancado de su hogar en California para ser utilizado como perro de trineo en las remotas tierras el Yukón en Alaska durante la fiebre del oro de los años 1890. Buck se convertirá pronto en el líder del equipo de canes encargados de entregar el correo, lo que le llevará a vivir una aventura en la que desarrollará una preciosa amistad con un hombre solitario (Harrison Ford, que también hace de narrador). Gracias a él, Buck descubrirá lo que es vivir siendo su propio maestro, lo que le llevará a encontrar su verdadero lugar en el mundo.

Más ambiciosa (y cara) que los títulos anteriormente mencionados, La llamada de lo salvaje presenta un híbrido de imagen real y animación por ordenador para dar vida a los animales de la película. Siguiendo la estela de El libro de la selvaEl rey león, Buck es una creación enteramente digital, al igual que el resto de perros que se encuentra en su aventura. Esto permite aumentar su expresividad a la vez que se evita utilizar a animales reales en el rodaje. Sin embargo, por mucha ventaja que suponga contar con perros CGI, el resultado final es irregular, por no decir desconcertante. Buck es un personaje divertido y entrañable, pero nunca resulta convincente como animal real. En todo momento salta a la vista que es una criatura digital, lo cual resta credibilidad y empatía, además de dificultar la suspensión de la incredulidad en las escenas de acción donde realiza hazañas más propias de una película de animación.

Si conseguimos acostumbrarnos a su inconsistencia visual y a la apariencia poco realista de Buck, La llamada de lo salvaje nos ofrece un pasatiempo familiar clásico bastante eficaz. Aunque hay bajones de ritmo, sobre todo en la segunda mitad del metraje, y en ocasiones se pasa de cursi y almibarada, la película cumple su propósito de entretener y emocionar, gracias en parte a la sinceridad y ausencia de pretensiones con la que está hecha. Y también a un divertido y emotivo Harrison Ford, que logra transmitir genuino cariño por Buck. A pesar de saber que el perro es digital, puedes sentir la conexión entre ambos, lo cual es un importante punto a favor.

La película cuenta con más actores humanos, entre ellos Omar Sy y Cara Gee, que interpretan a los dueños del trineo, Dan Stevens, que da vida al villano de la historia al más puro estilo Disney (caricaturizado y exagerado), y una Karen Gillan que tristemente aparece solo dos minutos, desaprovechando un talento polifacético del que sí han sacado partido el Universo Marvel y Jumanji. Sin embargo, el gran protagonista es Buck, quien aparece en varios pasajes sin intervención humana en los que da la sensación de que estamos viendo un film de animación; lo cual no es necesariamente positivo, ya que hace que parezca que hay varias películas distintas en una.

La llamada de lo salvaje es la clásica historia sobre un animal domesticado y maltratado por el humano que descubre la naturaleza y aprende a vivir por sí mismo; una película de corte navideño (por algún extraño motivo estrenada en febrero), que a pesar de ser uno de los proyectos heredados de Fox, parece una película 100% Disney. Con claros ecos a cintas animadas como BaltoTod y Toby (por momentos parece que estamos viendo un remake en acción real de la primera) y un espíritu atemporal, La llamada de lo salvaje no pretende inventar nada, solo proporcionar un refugio cálido y libre de cinismo para el espectador.

Pedro J. García

Nota: ★★★