Crítica: El editor de libros (Genius)

Michael Grandage, director artístico del prestigioso Teatro Donmar Warehouse de Londres y a quien muchos ya proclaman sucesor de Sam Mendes, debuta en la dirección de cine con El editor de libros (Genius), film basado en la biografía Max Perkins: El editor de libros, de A. Scott Berg. La ópera prima de Grandage nos cuenta la relación del famoso autor norteamericano Thomas Wolfe y su editor, Max Perkins, la persona que descubrió a otros importantes novelistas como F. Scott Fitzgerald, John Steinbeck o Ernest Hemingway.

Mostrándonos el trabajo de Perkins en la editorial neoyorquina Scribner y cómo este afecta a su vida privada, la película supone un apasionado recorrido por el arte de la creación literaria y el mundo editorial en la Norteamérica de los años 30. Colin Firth se pone en la piel del editor, un hombre sereno, intuitivo y analítico que ve cómo su mundo se tambalea con la irrupción de un torbellino creativo, Thomas Wolfe, interpretado por Jude Law (que está viviendo recientemente un resurgimiento profesional). Wolfe es un diamante en bruto, un artista de ingenio desbordante y tendencia al exceso que necesita ser pulido antes de presentarse al gran público. Ese es el trabajo de Perkins, y la labor del editor de libros, un profesional que debe gestionar la creatividad del autor para que la obra alcance la forma perfecta.

El editor de libros nos habla de una tumultuosa pero preciosa relación profesional convertida con el tiempo en amistosa y familiar, en la que el joven Wolfe desempeña hasta cierto punto el papel de hijo de Perkins (quien solo tuvo hijas). Colin Firth (Perkins) vuelve a dejar constancia de su enorme talento y presencia con una interpretación equilibrada, contenida y llena de matices (la película es suya, no cabe duda), mientras que Jude Law (Wolfe) es todo histrionismo, vehemencia y entusiasmo infantil, un trabajo entregado, pero también más irritante que carismático. Firth y Law son secundados por Laura Linney, que interpreta a la sufrida esposa de Perkins, y una magnética Nicole Kidman, cuyo personaje es esencial a la hora de dibujar el carácter impetuoso e irresistible de Wolfe, un hombre incapaz de corresponder la profunda dependencia emocional que genera.

Pero además de constituir un melancólico drama de promesas y decepciones, El editor de libros es una oda a la labor profesional del editor, pieza clave en la formación de muchos de los grandes genios literarios del siglo XX, que debe permanecer en la sombra mientras el autor se lleva la gloria y la fama (como Perkins reconoce en la película, dedicar un libro al editor está mal visto, pues este debe ser invisible).

Aunque El editor de libros no es más que otro biopic al uso que no será especialmente recordado, la excelente puesta en escenaambientación, así como el entusiasmo y la pasión con la que Grandage aborda el proceso creativo de Wolfe y su editor/ángel de la guarda, hacen que la película suponga un homenaje inspirado y convincente, además de especialmente idóneo, incluso imprescindible, para los amantes de la literatura, y en concreto de los grandes autores estadounidenses del siglo pasado.

Pedro J. García

Nota: ★★★

Crítica: Sully

sully-eastwood

Después de adentrarse en la mente de Chris Kyle en El francotirador, Clint Eastwood vuelve a reflexionar sobre qué es lo que convierte a un hombre “normal” en un héroe con Sullyla fascinante historia real del Capitán Chesley Sullenberger, el veterano piloto norteamericano que hace siete años conmovió a todo el mundo llevando a cabo la hazaña que se dio a conocer como “El milagro del Hudson”.

El 15 de enero de 2009, Sully, que es como se conoce cariñosamente a este piloto con más de cuarenta años de experiencia de vuelo a sus espaldas, hizo amerizar su avión, averiado tras el impacto de una bandada de pájaros en los motores, sobre las gélidas aguas del río Hudson, en Nueva York, salvando la vida de las 155 personas a bordo. Sully se convirtió inmediatamente en un héroe para el público y recibió un tratamiento digno de este título en los medios. Sin embargo, mientras el piloto era aclamado popularmente por una hazaña nunca vista, estaba teniendo lugar una investigación que ponía en duda su decisión de aterrizar en el agua supuestamente poniendo en peligro a los pasajeros, y amenazaba con destruir su reputación y su situación económica a las puertas de su merecida jubilación.

Con Sully, Eastwood realiza una convencida y conservadora oda a la profesionalidad, así como también el intenso retrato de un hombre atormentado por una arriesgada decisión, por el maldito “y si…”, magnificado por un tribunal que pone en duda su reacción ante una situación a la que ningún piloto se había enfrentado antes. En este sentido, Tom Hanks vuelve a realizar una interpretación ejemplar como Sully, un trabajo firme y contenido con el que demuestra una vez más que es uno de los mejores actores vivos. Sin llegar a estar tan sublime como en Capitán Phillips, Hanks, epítome del buen hombre, insiste en bordar al protagonista caracterizado por su bondad intrínseca y rectitud moral que se convierte en el gran héroe humano (o americano, que para los realizadores que lo dirigen últimamente es lo mismo).

es-one-sheet-sullyPero Sully no es solo Hanks, también es Aaron Eckhart (fantástico como el otro héroe, el co-piloto de Sully), y sobre todo es Clint Eastwood, un director que, a sus 86 años, y a pesar de algún que otro traspiés (ejem, Jersey Boys) y de sus chocheantes declaraciones recientes, sigue en plena forma como cineastaSully es una película de una fuerza indudable, además de un trabajo narrativo sobresaliente. Eastwood dosifica muy bien la información y dota al film de la mejor estructura posible, alternando la calma tensa de los días posteriores al “accidente” con la recreación del mismo, que se nos ofrece por partes atendiendo a las necesidades de la historia. Sin duda, lo mejor de Sully son las escenas en el aire y la reconstrucción del aterrizaje forzoso, tramos impecablemente filmados (aprovechando bien las posibilidades del IMAX) que nos dejan con el corazón en un puño. Es difícil permanecer impasible ante las sobrecogedoras imágenes del “milagro” o durante los terroríficos 208 segundos entre el impacto inicial y el amerizaje.

Desafortunadamente, Eastwood descarrila al final, entregándose al “Hollywood ending” en un desenlace excesivamente moralizador y almibarado. Sully concluye de la forma más cursi, con un discurso exaltado y facilón (“los héroes somos todos”), un chiste anticlimático (a pesar de ser bueno), la presencia del Sully real y los pasajeros del 1549 de US Airways, y una melosa utilización de la música que culmina en una canción “de Oscar” que roza la parodia. Sin embargo, se trata de un mal menor que no empaña la gran labor narrativa y técnica que Eastwood ha realizado hasta ese momento, un trabajo tan experto y eficiente que ni el momento más patriótico o hagiográfico puede estropearlo.

Pedro J. García

Nota: ★★★½

Crítica: Ninja Turtles – Fuera de las sombras

TEENAGE MUTANT NINJA TURTLES: OUT OF THE SHADOWS

La primera Ninja Turtles, estrenada con éxito de taquilla en 2014, era todo lo que cabe esperar de una superproducción made in Michael Bay: acción exagerada, efectos digitales a porrillo, humor pueril, agresivo product placement y objetificación de la mujer. Pero cumplía una regla de oro de los blockbusters estivales: proporcionar pura evasión y entretenimiento. Que sí, que se podría haber hecho un producto más cuidado, responsable o ingenioso, pero la película tampoco engañaba a nadie, se ofrecía como pasatiempo para apagar el cerebro y dejarse llevar. En este sentido, Ninja Turtles lograba su propósito, y su secuela, Ninja Turtles: Fuera de las sombras sigue en la misma línea, solo que esta vez, como mandan las reglas del blockbuster, la acción es más grande, el reparto más numeroso y la amenaza a la que se enfrentan los héroes más apocalíptica.

Ninja Turtles: Fuera de las sombras vuelve a estar orientada a los más pequeños de la casa. Es más, en esta ocasión la franquicia abraza con más fuerza todavía su naturaleza de cartoon noventero (u ochentero)Fuera de las sombras es, a casi todos los efectos, un largometraje de animación que reproduce el espíritu de los dibujos -la acción tontorrona, el humor estúpido, las tramas arquetípicas-, pero con el habitual ritmo espídico y el tono épico del blockbuster actual. Y es que, además de rendir ese tributo modernizado a los dibujos de nuestra infancia, Fuera de las sombras se construye a imagen y semejanza de las películas de superhéroes que dominan el panorama estos días. La primera película ya presentaba a las Tortugas bajo el prisma superheroico, pero esta insiste aun más en el conflicto del justiciero que salva el mundo ocultando su verdadera naturaleza, e incluso reproduce el esquema marveliano, con tres actos que recuerdan inevitablemente a Los Vengadores y un clímax sacado directamente de la película de Joss Whedon. Y lo cierto es que, aunque carezca de cualquier atisbo de originalidad, no se maneja mal del todo con el género.

El argumento de Ninja Turtles: Fuera de las sombras es lo de menos. Lo importante es saber que la secuela introduce a viejos conocidos del universo TMNT que se quedaron fuera de la primera entrega: los descerebrados Bebop y Rocksteady (los peores secundarios de un blockbuster junto a Jar Jar Binks y los coches “gemelos” de Transformers, Skids y Mudflap) y el icónico villano Krang, que toma el relevo de Shredder (también presente) como la mayor amenaza a derrotar por las Tortugas. En el apartado humano también hay nuevas incorporaciones, Casey Jones, el justiciero patinador que interpreta (con cierta gracia) Stephen Amell (Arrow) y la jefa de la policía Rebecca Vincent, mala-que-en-realidad-no-es-mala interpretada por la actriz comodín que estaba libre en ese momento, Laura Linney. Retoman sus papeles originales Will Arnett como Vernon Fennwick, convertido en un chiste recurrente con patas, y Megan Fox como April O’Neil, que esta vez parece pasárselo un poco mejor haciendo la película, seduciendo, dando saltos (pero no le pidas que luche, que es una señorita y para eso están los hombres) y ofreciéndose como carnaza para pre-adolescentes salidorros. Sin embargo, los protagonistas siguen siendo las Tortugas (de nuevo, creaciones CGI fluidas y excelentemente integradas en los escenarios), cuyos diferentes caracteres y relaciones se desarrollan un poco más en esta secuela, a partir del obligatorio cisma que se produce entre ellos (como dictan los cánones comiqueros).

TEENAGE MUTANT NINJA TURTLES: OUT OF THE SHADOWS

El desconocido Dave Green toma el relevo de Jonathan Liebesman como director intercambiable de la franquicia (que podría tener los días contados después de su batacazo en la taquilla estadounidense) y lleva a cabo un espectáculo digital de acción colorista, frenética y mareante, evidentemente confeccionada para su “lucimiento” en 3D. Si uno aguanta los artificiales movimientos de cámara que hacen que parezca que estamos jugando al Sonic en vez de viendo una película, tiene muchas posibilidades de disfrutar Ninja Turtles 2, un producto hecho para el consumo rápido, que no viene mal de vez en cuando. Porque aunque se le podrían reprochar muchas cosas más, al final esta película no es más que una chorrada inofensiva totalmente consciente de su naturaleza casposa (es como la nueva Howard, un nuevo héroe. En serio). Ninja Turtles: Fuera de las sombras no solo sabe lo tonta que es, sino que se regodea en ello, encadenando sin complejos chistes dolorosamente malos entre sinsentidos narrativos y agujeros gigantescos. Se esfuerza (demasiado) en ser cool, y provoca el efecto contrario (cuidado con el lamentable doblaje español, debuti incluido, que hará que la vergüenza ajena aumente), pero es que le da exactamente igual, no le importa quedar como el tonto de la clase, siempre y cuando sus bufonadas nos diviertan, y por tanto a vosotros tampoco debería preocuparos, sobre todo si estáis repitiendo después de haber visto la primera y sabéis a lo que vais.

Entre sonrojantes juegos de palabras, efectos vistosos y divertidos y ruidosos set piecesNinja Turtles: Fuera de las sombras desempeña con soltura su misión principal: darnos una aventura desenfadada y nostálgica que hace las veces de dibujos para merendar. Y nada más. Se recomienda su visionado comiendo un bocadillo de Nocilla para completar la experiencia.

Pedro J. García

Nota: ★★★

Crítica: Mr. Holmes

Mr Holmes

La figura de Sherlock Holmes ha protagonizado incontables adaptaciones en todos los medios desde que Sir Arthur Conan Doyle creara al personaje en 1887. La fama del detective inglés ha llegado a la cima de la cultura popular en los últimos años gracias a las películas de Guy Ritchie y a la revisión modernizada protagonizada por el omnipresente Benedict Cumberbatch para la BBC. Parece pues el momento idóneo para invitar al público a mirar al personaje desde otro punto de vista. Para ello, Bill Condon dirige Mr. Holmes, adaptación cinematográfica de la novela de 2005 A Slight Trick of the Mind del estimulante autor estadounidense Mitch Cullin (Tideland), rebautizada Mr. Holmes aprovechando la coyuntura del estreno de la película; una historia ambientada en 1947 que nos plantea cómo sería la vida de Holmes enfrentándose a los estragos de la senilidad décadas después de jubilarse.

Para protagonizar Mr. Holmes, Condon vuelve a confiar en Sir Ian McKellen, eminencia interpretativa (y venerada figura pública) junto a la que realizó la película que lo puso en el mapa, Dioses y monstruos (1998), drama exuberante y conmovedor que le valió al director un Oscar como guionista y la primera nominación de la Academia para McKellen. Quince años después, ambos se reúnen para contarnos el ¿último? misterio de Sherlock Holmes, y lo hacen reincidiendo en la figura del genio confinado, maldecido por su propio intelecto. Mr. Holmes nos presenta a un Sherlock vetusto y apagado que, a los 93 años, vive retirado junto al mar dedicando sus días a la apicultura, acompañado únicamente de su criada (interpretada por Laura Linney) y el hijo de esta. Desde allí el film se ramifica en tres tiempos, dividiendo un relato en el que se entrelazan numerosos flashbacks para explorar el deterioro de la prodigiosa mente del famoso investigador, algo que sin duda contribuye a una fragmentación excesiva que afecta al ritmo de la historia.

MrHolmes00Condon construye una versión del personaje delimitada por los fantasmas del pasado, ecos que toman forma en dos casos sin resolver que ponen a prueba su frágil memoria. El señor Holmes es un anciano testarudo y cascarrabias que se resiste a asumir su senectud y se niega a aceptar ayuda de los demás. La única persona capaz de derribar el (nuevo) muro que Holmes ha levantado frente a sí mismo es el pequeño Roger (Milo Parker), niño curioso y observador que ve una figura paterna en el nonagenario, y con el que entabla una hermosa amistad a regañadientes de su madre. Ocupando el puesto que hace muchos años desempeñó John Watson, Roger sirve como soporte tanto en el día a día de Holmes, que apenas puede moverse sin un bastón, como en su investigación, que nos traslada a un pasado reciente en Japón y también a sus últimos días como detective en Londres. Así, Condon fusiona la fórmula clásica de los intrincados misterios ideados por Conan Doyle con el drama crepuscular, para efectuar un lúcido homenaje al personaje y su trayectoria cultural (atención al meta- guiño a El secreto de la pirámide, con el genial cameo de Nicholas Rowe interpretando a Holmes en una película ficticia).

La premisa de Mr. Holmes es sin duda atractiva: reconstruir el mito de un personaje caracterizado, es más, casi exclusivamente definido (o constreñido) por la inteligencia superdotada y el razonamiento deductivo, condicionándolo mediante el miedo a la pérdida, la de sus prodigiosas facultades y la de sus recuerdos. Holmes se aferra a su pasado a través de la narración, contando a su joven amigo las historias que le ayudan a recomponer a su memoria y que proporcionan la moraleja de la película: la necesidad de crear ficciones para ayudarnos a entender el mundo y avanzar en la vida. Y aunque esta es una excelente idea en teoría, Condon no termina de aprovechar las posibilidades dramáticas que brinda (al film le falta una capa de emoción y profundidad), malgastando asimismo la oportunidad de indagar verdaderamente en los recovecos de la inteligencia de Holmes. Sin embargo, Mr. Holmes acaba llegando a buen puerto gracias a la soberbia interpretación de McKellen, un majestuoso trabajo a base de matices y expresividad que contrarresta las carencias del guion y ayuda a la historia a alcanzar su propósito: la humanización definitiva del personaje.

Valoración: ★★★½

Emmys 2013: Resumen de la noche

Emmys 2013 Bryan Cranston Anna Gunn

La sexagésimo quinta edición de los premios Emmy, que tuvo lugar anoche 22 de septiembre de 2013 en el Teatro Kodak de Los Ángeles, coronó a Modern Family como la mejor serie de comedia por cuarto año consecutivo y, para mayor júbilo de los asistentes a la gala (y sobre todo de su equipo y reparto), a Breaking Bad como mejor serie de drama.

Los premiados en el resto de categorías se sucedieron dentro del área de lo predecible, pero hubo momentos para la sorpresa, como es habitual en estas galas. Eso sí, a pesar de que la categoría de TV Movie y miniserie suele ser eclipsada por comedia y drama, podemos decir fue la noche de Steven Soderbergh y su Behind the Candelabra. La película de HBO con Michael Douglas y Matt Damon logró un impresionante total de 11 Emmys de los 15 a los que aspiraba.

Aunque suene a la cantinela de siempre, la ceremonia de este año fue especialmente insulsa. Se esperaba demasiado de Neil Patrick Harris como presentador, sobre todo después de su apoteósica actuación en los premios Tony de este año, pero el queridísimo protagonista de Cómo conocía a vuestra madre estuvo más contenido y sobrio de lo habitual, como si tanto él como los guionistas de la gala hubieran asumido que superarse era imposible. Hubo momentos simpáticos, y bueno, nunca amarga un NPH a nadie, pero en general nuestro Billy Buddy estuvo bastante olvidable, a juego con la gala.

A continuación os dejo con un resumen de todo lo que aconteció anoche en los Emmy, alfombra roja y ceremonia, a través de la retransmisión en directo que realicé en Twitter desde las 0:00 a las 5:00 de la mañana hora peninsular española (aquí sin embargo utilizaré el horario local de la gala, el de la Costa Oeste USA – PST).

 

03:06 pm Comienza la cobertura fuertecita de los #Emmy. Dadme alfombra roja, ¡que me la como!
03:27 pm Ariel Winter (Alex de #ModernFamily) está preciosa y yo pego una paliza a todos los bullies que se metieron con su peso hace poco

03:32 pm Aubrey Plaza va un poco Gwyneth Paltrow en los Oscars 2002, pero sin los PEZONES al aire

03:36 pm Kevin Spacey es fan de Breaking Bad y The Newsroom #CelebsSeriéfilas
03:37 pm “¿Qué nos traerá el futuro?” A Blossom Russo muchas alfombras rojas. Es como ver a tu hermana en la tele.
03:39 pm Michelle Dockery se toma un bloody mary antes de cada entrega de premios. Los chupitos los deja para después con Jennifer Lawrence
03:41 pm Buaaah, Allison Williams de #GIRLS está increíble. Y reconoce que está agobiada porque ve todas las series nominadas. Únete al club.
03:42 pm Kiernan Shipka de #MadMen es la primavera, la felicidad y las piruletas personificadas. ¿Cuánto la amamos?

03:56 pm La risa boba de Kiernan Shipka me da la vida. Y me encantan sus accesorios navideños del todo a cien (va de Del Pozo)
03:58 pm Anna Gunn de cuerpo entero (la mitad de lo que suele ser su cuerpo, se entiende)

 

04:01 pm Finalmente Matt LeBlanc ha completado su transformación. Ya no hay manera de distinguirlo de Bruce Campbell.
04:06 pm Sarah Paulson ha dicho “Lana Banana”. No necesito más.
04:10 pm Zooey Deschanel es la mujer más aburrida y menos arriesgada de la alfombra roja. Año tras año el mismo azul.
04:17 pm Evan Peters llevando lo de “American Horror” a niveles inauditos. Advertencia, puede herir la sensibilidad.

04:23 pm Lily Rabe muy L.A. Confidential.

04:26 pm ¡BOB BENSON!
04:27 pm Nadie puede estar tan majestuosa enseñando las bragas como Lena Headey

04:29 pm Señoras y señores, Jon Hamm pisa la alfombra roja. Barbaza y chaqueta blanca. Sensacional.
04:31 pm January Jones dice que no quiere que Betty sea feliz en la séptima temporada de #MadMen, porque “eso sería aburrido”.
04: 32 pm Cobie Smulders siguiendo la cobertura de los #Emmys de #FNVLT Gracias, Cobie (L)

04:36 pm Kit Harington intentando sonreír. Le duele. Mucho. Y se nota.

04:44 pm Emilia Clarke, Daenerys de la Tormenta, Madre de Dragones, Reina del Fuego, un ángel en la alfombra roja

 

05:03 pm Empieza la 65ª entrega de los #Emmys Neil Patrick Harris, work your magic!
05:07 pm Mientras encontramos un streaming en condiciones, miremos a Christina Hendricks,. O mirémosla toda la noche

05:13 pm Duelo de power-gays rubios, Jane Lynch y Neil Patrick Harris.
05:15 pm El monólogo de apertura de NPH es un homenaje a los anteriores presentadores de los #Emmys Elegante, pero soso.
05:15 pm La barba de Jon Hamm me mira y me tiemblan las piernas.
05:17 pm Neil Patrick Harris cede protagonismo a Tina Fey y Amy Poehler, las personas que deberían presentar todas las galas del mundo.

Tina Fey Amy Poehler

05:19 pm Primer premio, digo primer WTF de la noche. Merritt Wever (Nurse Jackie), mejor secundaria de comedia.
05:20 pm Merritt Wever era la que menos se merecía el premio. Ella lo sabía. Y su discurso ha estado a la altura de las circunstancias. Genial.
05:23 pm Me habría alegrado más de lo de Merritt Wever si no le hubiera cogido tanta manía a su personaje en la última temporada de Nurse Jackie.
05:25 pm No hay mayor cliché que aquello de “La ciudad de Nueva York es un personaje más”. Gracias por ese puñetazo, Tina.
05:26 pm Mejor guion de comedia: TINA FEY, así, en mayúscula, como toda su grandeza se merece #30Rock
05:27 pm Dios, #LasDeschanel hablan igual.
05:28 pm Mejor secundario de comedia: Tony Hale por #Veep. Por hacer de Buster Bluth pero en otra serie.
05:29 pm Tina Fey y Tony Hale con Emmys en la mano en el transcurso de cinco minutos. Yo ya tengo felicidad para toda la noche.
05:31 pm Robin Williams dejó de ser gracioso en los 90. Es una sitcom anticuada con patas. Miedo me da #TheCrazyOnes
05:35 pm Mientras esperamos a que regrese la gala, miremos la sonrisa de James Wolk (Bob Benson!!)

05:37 pm “Mis padres biológicos: Jon Hamm y Alec Baldwin”, muy bien, Neil Patrick Harris.
05:40 pm Jon Hamm hizo audición para ser Jack Donaghy en #30Rock FYI
05:40 pm Mejor actriz de comedia: Julia Louis-Dreyfus por #Veep Las quinielas van mejor ya, ¿no?
05:43 pm Mejor actriz invitada de comedia: Melissa Leo por #Louie Merecidísimo. Quiero más #Emmys para Louie. ¡Venga!
05:45 pm Mejor dirección de comedia: Gail Mancuso por #ModernFamily O sea, por decir “mueve más la cámara, más zoom, MÁS ZOOM” durante una semana.
05:48 pm Mejor actor de comedia Jim Parsons por #TheBigBangTheory Es su 3º Emmy. “Soy consciente de lo extremadamente afortunado que soy”. PUES SÍ.
05:52 pm #labarbadeJonHamm es el nuevo #elpenedeJonHamm

05:59 pm Elton John homenajea a Liberace y todo lo que hizo por “las personas como yo” con un tema nuevo inspirado en él, “Home Again”.

06:05 pm Laura Linney se lleva el premio a mejor actriz de TV Movie o miniserie por #TheBigC Recompensa a un buen final de una serie mediocre.
06:11 pm El reparto de #HowIMetYourMother apoyan (más o menos) a Neil Patrick Harris en los #Emmys Product placement de la última temporada.
06:13 pm Todos los chistes alrededor de NPH están siendo bastante sosos y predecibles, ¿no?
06:15 pm Mejor guion de drama: Henry Bromell por Homeland #Emmys Su mujer recoge el premio porque el guionista ha fallecido recientemente.
06:16 pm Emmy a Mejor Actriz de Drama para Anna Gunn #Emmys Bryan Cranston aprieta los labios con orgullo. Y nosotros. Qué merecido.
06:17 pm No odiéis a Skyler White. Os hace peor persona.
06:26 pm Cuando ya habíamos perdido la esperanza de ver un número musical de NPH, nos regala uno, muy discreto, muy tonto, y muy meta.

06:27 pm El Capitán Hammer y Doctor Horrible se ven las caras de nuevo.
06:29 pm Pasamos de los realities, ¿no?
06:39 pm Mejor actor secundario de drama: Bobby Cannavale por #BoardwalkEmpire Es su segundo Emmy.
06:40 pm Cuando miro a Bobby Cannavale no puedo evitar pensar en el horroroso sabor de su semen. La culpa la tiene Samantha Jones (SeNY)
06:41 pm Dylan McDermott estará igual con 70 años. Veréis.
06:42 pm Mejor actor de drama: Jeff Daniels por #TheNewsroom ¿Sorpresa o no?
06:43 pm Ahora que #MadMen durará hasta 2015, Jon Hamm tiene dos oportunidades más… para seguir siendo nominado pero no galardonado.
06:46 pm ¿Por qué me cae tan mal Don Cheadle? ¿A alguien más le parece un sobrado de la vida?
06:47 pm Olvidaos de Dexter Morgan, la asesina de la noche es Carrie Underwood. Su víctima: “Yesterday”.
06:55 pm Merritt Wever en la press room reproduciendo nuestras caras cuando nos hemos enterado de que ganaba el Emmy

06:56 pm ¿Podemos darle el premio a Mejor Actriz de Drama a TODAS las nominadas?
06:57 pm No, porque era de Claire Danes, y todos los sabíamos #Emmys Danes recoge el premio y da las gracias como el que va a hacer la compra.
06:58 pm ¡A Claire Danes no se le pone la música para echar del escenario! Hombre ya.
06:59 pm Pues me hace muy feliz que Carrie Preston tenga un Emmy. Qué adorable es.

07:01 pm Mejor dirección de drama: David Fincher por #HouseofCards #Emmys Aprovecho la coyuntura para spamear este artículo: http://www.undermgzn.com/series-tv/house-of-cards-de-ficcion-pasivo-agresiva-y-la-nueva-television-usa/
07:02 pm Jim Parsons me cae bien. Una pena que su serie me parezca tan horrorosamente mala.
07:11 pm Me encantaba Enredos de familia (Family Ties). Para mí Michael J. Fox es tan Alex P. Keaton como es Marty McFly.
07:18 pm Lo de los Tony ha sido en realidad una putada para Neil Patrick Harris. Esa fue su cima y ahora ni se molesta en intentar subirla otra vez.
07:18 pm Este momento musical coreo-seriéfilo está siendo LO CUTRE.
07:22 pm Cobie Smulders y Alyson Hannigan. Ahí van dos whedonistas
07:25 pm Carmela Soprano herself haciendo el in memoriam de James Gandolfini, como no podía ser de otra manera. ¿Lloramos?

Edie Falco James Gandolfini

07:26 pm Se le quiebra la voz a Edie Falco, y a nosotros se nos rompe el corazón. James Galdolfini, the man.
07:37 pm Mejor actor secundario de TV Movie o miniserie: James Cromwell por #AmericanHorrorStoryAsylum Pero Jessica Lange no. MUY MAL.
07:38 pm Kevin Spacey para presentador de la gala del año que viene. Está claro.

Kevin Spacey

07:48 pm Mejor dirección de TV Movie o miniserie: Steven Soderbergh por Behind the Candelabra. Soderbergh deja el cine para ganar.
07:49 pm Mejor secundaria de TV Movie o miniserie: Ellen Burstyn se lo roba a Lana Banana.
07:56 pm Lo sexy que es Bryan Cranston, ¿eh?
07:57 pm Mejor actor de TV Movie o miniserie: Michael Douglas (estaba cantado, y lo tenía escrito desde antes de oírlo).
07:58 pm “You want the bottom or the top?” – Michael Douglas a Matt Damon #Epic #Gaypic

08:00 pm Mejor TV Movie o miniserie: Behind the Candelabra.
08:06 pm Si Tina Fey se ríe con Will Ferrell, ¿me tengo que obligar a que me haga gracia?
08:08 pm El Emmy a Mejor Comedia va a parar a #ModernFamily, por su peor temporada hasta la fecha, y por inercia.
08:08 pm Modern Family es la única comedia que los de la Academia han visto en estos cuatro años y lo sabéis.
08:09 pm Y Mejor Drama para #BreakingBad En comedia se han quedado estancados, afortunadamente en drama no.
08:10 pm La cara de felicidad de Anna Gunn es el mejor broche a los #Emmys
08:13 pm fuertecito has left the building, g’night! #Emmys #Sacabó Para ver todas las fotos, visitad la página de Facebook de fuertecito no ve la tele.

Aaron Paul Bryan Cranston

The Big C: Cathy Jamison, D.E.P.

Que la premisa de una serie de televisión sea llamativa y contundente es tan importante como que sea maleable y permita extender la historia a lo largo de los años. Si no se cuenta con esto, la serie corre el riesgo de caer en el temido estiramiento y el odiado relleno. Es lo que le ocurrió a The Big C en su segunda temporada, un problema que arrastró durante la siguiente y que solo dejaba una solución posible: concluir la historia. Llegar al final, que era de lo que se trataba desde el principio.

The Big C nos hablaba de Cathy (Laura Linney), una mujer diagnosticada con cáncer terminal cuya muerte inminente cambia por completo su percepción de la vida, así como la de aquellos a su alrededor. La dramedia de Showtime dio buenos momentos en su primera temporada, pero paradójicamente, mostró síntomas de fatiga una vez Cathy empezó a mejorar de salud (para luego recaer, para luego mejorar otra vez). No importa que esto sea posible en la vida real, en una serie de televisión no es más que dar rodeos. Y el espectador televisivo de hoy en día no está para rodeos. Por eso, Showtime decidió otorgar a la serie una última temporada de tan solo 4 episodios, disfrazando The Big C de miniserie -aunque en realidad la duración total es similar a la de la anterior temporada- que subtituló Hereafter. La protagonista entra así en la fase terminal de su enfermedad. Es la hora de la verdad. Que Cathy no sepa cuándo va a recibir la visita de la Señora Muerte pero nosotros sí tengamos una fecha fijada para asistir al encuentro hace sin duda que la serie suba varios enteros de calidad.

The Big C: Hereafter es lo que The Big C siempre debió ser. A lo largo de estos últimos cuatro episodios hemos comprendido la importancia de las historias individuales de los familiares y amigos de Cathy -aunque hayamos tenido que aguantar tanta sandez con sus tramas. El reloj hace tic tac y ella tacha uno a uno, como si fuera “la lista de la compra”, asegurándose de que serán felices después de su marcha. Lo más importante para ella es que cada uno tenga su final feliz, o su oportunidad de alcanzarlo cuando ella ya no esté para dirigir la orquesta. “The Finale” resulta reconfortante porque entona en todo momento el necesario “la vida sigue”. Porque es cierto. Pero la vida también se consume a nuestro alrededor, y debemos vivir con ello. Como dijo la doctora Jennifer Melfi en uno de los primeros episodios de Los Soprano, “Se nos ha otorgado el dudoso don de saber que vamos a morir”. La letra pequeña es que no sabemos exactamente cuándo ocurrirá. Y por eso Cathy nos regala la lección definitiva en este final, la que todos conocemos pero necesitamos que nos recuerden a diario: a vivir que son dos días. De hecho, las series llevan mucho tiempo cumpliendo este cometido en nuestras vidas. Aunque nosotros prefiramos pasar el tiempo viéndolas en vez de haciéndoles caso. Pero eso es otro tema.

Andrea se marcha a Nueva York para perseguir su sueño, Sean dona un riñón a un desconocido, y Adam ha completado todos sus créditos de secundaria para que su madre pueda verlo graduarse -sin duda la mejor escena del episodio. Cathy sabe -o confía en- que todos estarán bien sin ella. Incluso Paul, aunque en “The Finale” no consiga su final feliz como los demás. Cathy puede concentrarse en sí misma, en su marcha, en lo que viene después. Y ahora que ya ha soltado la mano de los que la quieren para seguir el camino ella sola, se encuentra con las dudas, la incertidumbre, el miedo. Después de considerar la eutanasia como opción -está claro que la serie no ha escatimado en lugares comunes-, y en su empeño por entender hacia dónde está a punto de marcharse, Cathy se encomienda a la fe. A las tres religiones más importantes, de hecho. De esta manera, The Big C opta por la conclusión más cómoda y pragmática, por un final edulcorado, emotivo, e incluso pseudo-fantástico, quizás las tres características básicas que han definido la serie hasta ahora. Un ángel toma la mano de Cathy y se la lleva al Cielo. El Cielo es una piscina de agua cristalina en la que se bañan Marlene y su perro. Si Cathy pudiera decirnos algo, sería algo así como “no os preocupéis por lo que viene después, vosotros coged un bañador”. Lucky us.

The Big C: mi vida con Cathy

Hace tiempo que los 40 dejaron de ser la etapa crepuscular en la carrera de una actriz de Hollywood, para convertirse en la oportunidad de protagonizar una serie en Showtime. Desde el primer momento en el que nos adentramos en The Big C (en España Con C mayúscula), asumimos que estamos ante El Show de Laura Linney. Nancy Botwin, Jackie Peyton, Tara Gregson y ahora Cathy Jamison son las cuatro mujeres ‘de mediana edad’ que integran esa nueva corriente de comedia en Showtime, centrada principalmente en hablarnos de la familia tradicional desde el prisma ‘deformado’ de la cadena. Al igual que United States of Tara, The Big C nos cuenta la historia de una mujer enferma y de cómo su enfermedad afecta a su entorno y transforma las relaciones con su familia. Cathy Jamison es todo un personaje-en-bandeja para Laura Linney. La actriz hace lo que sabe, y lo hace bien, aunque con un personaje como este, que se ajusta a ella como un guante, es difícil distinguir dónde comienza y acaba el verdadero talento.

Como hiciera A dos metros bajo tierra hace una década, The Big C toma la muerte como pretexto para hablarnos de la vida. La muerte y la enfermedad sirven para construir un relato en su mayor parte luminoso y buenrollista, que dosifica hábilmente los momentos dramáticos. Con todo, la serie no deja de tener ese tufo aire a producción indie cinematográfica que bien podría estar perpetrada por una Rose Troche o un Rodrigo García -recordemos que ambos trabajaron en A dos metros bajo tierra. El sundancismo de finales de los 90 nos condujo hacia el corazón de los barrios residenciales norteamericanos y nos invitó a atravesar las vallas blancas y los céspedes perfectos, para convertir lo disfuncional en el nuevo ‘normal’. The Big C continúa claramente esta tradición, asentada en la ficción televisiva desde principios de los 90, y que Showtime ha convertido en marca de la casa.

A Cathy Jamison le acaban de diagnosticar un cáncer terminal. Mientras que la familia de Tara Gregson lleva toda la vida lidiando con la enfermedad de su mujer -trastorno de múltiple personalidad-, la de Cathy no tiene ni idea de lo que le ocurre. La primera temporada de The Big C recoge la fase inicial en la relación de la protagonista con su enfermedad. Y no es hasta los últimos episodios cuando la serie despega realmente. En concreto, es la pertinente bofetada que Marlene (Phyllis Sommerville) propina a Cathy -“Alguien me la tenía que dar”, dice ella- lo que impulsa el verdadero comienzo de la serie. Hasta ese momento, habíamos sido testigos de la progresiva pérdida de control de una persona que decide vivir al límite tras descubrir que le queda poco tiempo. Cathy explora sus posibilidades, y las lleva a las últimas consecuencias. Se despide así de la meticulosa mujer que ha llegado a resentir, y empieza a conocerse a sí misma. Mientras, el elenco de secundarios no hace más que orbitar a su alrededor sin función ni propósito. En la recta final de la temporada, Cathy deja de vivir por ella, y comienza a hacerlo por su familia. Al asumir que no está preparada para dejarlos aún, los secundarios cobran un nuevo sentido. Es entonces cuando The Big C recompensa al espectador que ha aguantado subtramas completamente olvidables durante un buen puñado de episodios. En el precioso final de temporada los lazos familiares se estrechan, asistimos a las reacciones ante la enfermedad de Cathy y empezamos a conocer de verdad a los personajes. Esto sí es La familia Showtime.

Pero entonces da comienzo la segunda temporada, y ¿qué ocurre? Que todo lo que se ha conseguido con los episodios anteriores se tira a la basura, y se opta por explorar y explotar esas tramas secundarias que no nos han importado en ningún momento y que no hacen más que desviar constantemente el relato hacia lo intrascendental. Da igual que algunas de estas historias se acaben relacionando con la enfermedad de Cathy, o que sirvan para ilustrar esa idea secundaria en la que insiste la serie -“todo el mundo está enfermo, nadie es normal”-, la mayor parte de la temporada puede considerarse el más puro e innecesario relleno.

It’s not the wine, it’s the people that you’re drinking it with (Lee)

Mientras la protagonista recibe tratamiento, el espectador tiene que aguantar el despertar sexual de su hijo -una prostituta dominatrix, ¿en serio?-, las diatribas a lo Andy Botwin de su hermano Sean -un fantasma en el ático, ¿en serio?-, y la insustancial relación de este con la ex mejor amiga de Cathy, Rebecca (Cynthia Nixon). Por si esto fuera poco, los personajes temporales se multiplican -yo creía que Parker Posey jamás haría algo que no me gustase, y me equivocaba-, generando sub-subtramas que desvirtúan enormemente la historia principal. Además de esto, las dosis de sexo como alivio cómico aumentan considerablemente, sumiendo la serie en un espantoso ridículo en varias ocasiones -ladillas en familia, ¡¿en serio?! The Big C se convierte así en Weeds, sin ser consciente de que solo Weeds puede ser Weeds. Al final, de una temporada de 13 episodios, lo realmente salvable puede reducirse a apenas una hora en total.

Y esa hora está formada prácticamente por todas las escenas que Cathy comparte con Lee -magnífico Hugh Dancy-, otro enfermo de cáncer que la acompaña en su viaje hacia el auto conocimiento, cubriendo el nicho que su familia no puede ocupar. Gracias a Lee, Cathy da la mano a la muerte y deja de tenerle miedo. Sin embargo, la ironía insiste en golpear a la protagonista, que tiene que ver cómo todos se marchan antes que ella. Alargar la vida de Cathy, y por tanto, estirar la serie, hace que esta corra peligro de perderse irremediablemente en su discurso. Sí, quizás The Big C habría tenido más sentido como una película de Sundance.