Faking It: La revolución sexual

Faking It beso

Solemos quejarnos de la ola de puritanismo, hipervigilancia y corrección política extrema que desde hace años influye en los productos audiovisuales dirigidos a los más jóvenes (y no tan jóvenes). Cuando echamos la vista atrás a nuestra infancia, nos sorprende descubrir que lo que veíamos entonces era mucho más oscuro y tenía muchas más capas de lo que recordábamos, y es cuando pensamos: “Qué tiempos aquellos, cuando no se nos sobreprotegía tanto. Nosotros veíamos de todo y mirad qué bien hemos salido”. Pero los tiempos han cambiado, y las generaciones han ido creciendo cada vez a un ritmo más acelerado. Por eso, mientras las series para niños son ahora (por lo general) más blancas e inofensivas, las que están protagonizadas por y orientadas a los adolescentes son más atrevidas y revolucionarias que nunca. Ser un adolescente hoy en día no es lo mismo que antes, y la ficción televisiva debe reflejar esa nueva realidad.

Actualmente, son dos las principales cadenas de televisión en Estados Unidos cuyo público objetivo es el adolescente, la CW y la MTV. La primera prefiere centrarse en el drama y la fantasía, mientras que la segunda lleva desde los 90 desarrollando un catálogo de comedias teen muy interesante, con el que han ido plasmando con mayor o menor acierto las tendencias de cada época. De los irreverentes retratos de la generación del grunge y el videoclip, Daria Beavis & Butthead saltamos a la etapa actual de la cadena, inmersa en la realidad de las redes sociales, el narcisismo y la libertad sexualAwkward. inauguraba un nuevo capítulo para MTV, con una propuesta que abordaba temas como el bullying, el sexo, el suicidio adolescente y la presión social de los institutos desde un punto de vista ácido y descarado. Pero el carácter incisivo de la serie se desvaneció pronto para dar paso a un culebrón interminable que perdía de vista su interesante premisa. Es entonces cuando llegaba a la cadena la serie que nos ocupa hoy, Faking It, hermana menor de Awkward. que no tardó en hacerle sombra.

Faking It puede parecer lo mismo que Awkward. en muchos aspectos. Tono, factura, temática, todo recuerda a la serie de la insoportable Ashley Rickards, pero (por ahora) supone un paso adelante con respecto a ella. Para empezar, el nivel interpretativo, sin ser para tirar cohetes, está mucho más alto, sobre todo en las escenas dramáticas. Pero es que además, Faking It lleva mucho más allá la idea del instituto como campo de batalla (con sus estratos sociales y luchas por el poder y la supervivencia), presentando una realidad en la que las fronteras sexuales se difuminan para darnos a conocer todo un abanico de posibilidades y orientaciones. Sin esto, estaríamos ante una serie resultona sin más, pero Faking It sabe jugar muy bien esa carta, partiendo de una premisa clásica de comedia de enredos que adapta con gracia al siglo XXI: Dos mejores amigas, Karma (Katie Stevens) y Amy (Rita Volk), están hartas de ser las parias del instituto e intentan por todos los medios convertirse en populares. Todos sus intentos fracasan, hasta que un compañero, Josh (Michael J. Willett), que cree que son pareja, las saca del armario públicamente. Así, Karma y Amy se convierten en las estudiantes más famosas de Hester High, por lo que deciden seguir fingiendo que son novias para conservar su repentino estrellato. Lo malo es que, mientras Karma es heterosexual, Amy se está cuestionando su sexualidad, y cree sentir algo por su mejor amiga.

Hester High

Esto es solo el principio, claro. La trama se ramifica y se enreda una y otra vez a lo largo de las dos temporadas que de momento lleva la serie. La primera, de tan solo 8 episodios, se centra sobre todo en la bonita y complicada amistad entre las dos protagonistas y el recorrido que ambas emprenden para descubrirse a sí mismas. Simpática pero mordaz, con una importante carga reivindicativa y efectivos momentos de ternura, Faking It no tarda en demostrar que posee la frescura que Awkward. perdió hace tiempo. Sin embargo, la duración extendida de su segunda temporada (20 episodios en total) empieza a pasarle factura. Faking It comienza a abusar del recurso del triángulo amoroso, se vuelve repetitiva en su empeño de ser fiel a su título (aunque las protagonistas dejen de “fingir” que son novias, se fuerza en todos los capítulos una trama en la que alguien miente, oculta o saca del armario a otro, o se hace pasar por alguien o algo) y acaba pecando de estiramiento y relleno. Por suerte, la segunda tanda de capítulos de la temporada que acaba de tocar a su fin (del 2×11 al 2×20) remonta el vuelo considerablemente. Y lo hace optando por una mayor coralidad y dando protagonismo al propio instituto y lo que este representa.

Siguiendo los pasos de Glee, Hester High se acaba convirtiendo en un símbolo de la liberación sexual y personal, un lugar en el que “todos te aceptan por como eres”, donde, tras mucho luchar, se rechaza la opresión de las etiquetas y se permite que cada uno busque la identidad propia a su ritmo (no tenerlo claro es normal, la serie retrata precisamente ese periodo de confusión). Faking It es una utopía en la que los adolescentes deben creer, un futuro muy posible que ya estamos construyendo, y que la ficción nos adelanta para ayudarnos a hacerlo. Sin dejar en ningún momento de ser una comedia ligera, a menudo cheesy, y con una importante carga erótica, sobre líos amorosos en secundaria, Faking It se desmarca de las demás series gracias a un variopinto plantel de personajes que contribuyen a normalizar la diferencia en el entorno adolescente (ser diferente es el nuevo negro), luchando contra la homofobia, la bifobia (ya era hora) y todo tipo de prejuicios relacionados con la comunidad LGBT+.

En Hester High y alrededores hay gays y heteros -y estos pueden ser mejores amigos, como es el caso del jock Liam Booker (Gregg Sulkin) y Josh-, lesbianas, bisexuales, bicuriosos, una chica intersexual (también se pasó Laverne Cox por un capítulo). Pero no solo eso, la serie incorpora una estudiante musulmana que viste hijab (la editora del tabloide del instituto), una chica en silla de ruedas y una enana, que, aunque sean personajes muy secundarios y nos recuerden que hace falta algo más de diversidad física y racial, contribuyen a la representación y visibilidad de sus colectivos, y no son definidas por esas características, lo cual es muy importante. Dejando a un lado sus fallos y tópicos (es una serie de MTV, tiene muchos), nos quedamos con esto: Faking It promueve la tolerancia y la aceptación de esta nueva realidad en la que el género binario se ha quedado obsoleto para describir nuestra sociedad, ofreciendo un paraíso queer en el que todo el mundo es bienvenido (sí, ¡los heteros también!) y nadie tiene por qué esconderse en el armario.