Consecuencias emocionales de ser espectador de Community

Community emotional consequences

Qué extraño viaje han sido estos últimos seis años para nosotros, los espectadores de Community, defensores enamorados, fans a muerte, después fans desencantados, enfurecidos, seguidores por incercia, y finalmente compañeros esperanzados. Ha sido una época muy ajetreada para los responsables de la serie, y esto se ha reflejado en el espectador, que ha sido testigo de las transformaciones de la serie a raíz de lo que estaba ocurriendo tras las cámaras. Desde el principio, Community siempre vivió al límite, año tras año al borde de la cancelación. Tres temporadas épicas, una cuarta temporada gravemente afectada por un escape de gas (y la marcha de su creador tras polémicas que conoceréis de sobra), una quinta temporada que daba la bienvenida de nuevo a Dan Harmon, decidido a llevar a cabo un reset (o Repilot) de la serie para acabar haciendo una segunda cuarta temporada, la marcha de tres personajes del grupo original de siete, y finalmente, la cancelación por parte de NBC y el rescate de última hora de Yahoo.

Community ha tenido muchas vidas, muchas oportunidades. No las ha aprovechado todas igual de bien, pero nunca ha dejado de intentarlo. Cambió tanto en su segunda mitad que pasó de ser una copia de sí misma a una serie que había perdido su razón de ser y necesitaba reencontrarse. Y este precisamente ha sido el leit motif de la sexta temporada, emitida por primera vez en Internet (el que ha sido siempre el verdadero hogar de la serie): la búsqueda de una nueva identidad. Esta temporada ha tenido un aire y un aspecto decididamente diferente, más crudo y desnudo (que el Dean no se haya puesto ningún disfraz hasta el final es toda una declaración de intenciones), algo más experimental, respondiendo sin duda al reto narrativo que supone contar con 10 minutos más por episodio y a una mayor libertad desde más arriba. Por otro lado, el recorte en el presupuesto se hacía patente en cada episodio (Greendale a veces parecía un plató de sitcom y el campus estaba desierto), lo que impedía que los guionistas se volvieran locos con los “episodios especiales” y por tanto obligaba a buscar otras formas de explorar la hiperactiva creatividad que caracteriza a la serie. Este año hemos visto a Community buscando la manera de ser una serie nueva sin dejar de ser Community. Y aunque los primeros episodios resultaron poco alentadores, fue adaptándose poco a poco a su nueva piel, para terminar encontrando el punto a la nueva dinámica de personajes y el nuevo tono, más reflexivo y relajado que antes.

save greendale committee

La sexta temporada de Community ha sido más difícil, ha transcurrido sobre el poso de tristeza que ha dejado la fuga de personajes y los continuos desengaños y episodios psicótico-depresivos de su creador, pero también, y quizás por todo eso, ha sido la más real, la más sincera. Sin abandonar los histrionismos propios de los protagonistas, se les ha permitido relajarse y ser personas. Más que nunca los hemos visto conversando alrededor de la mesa (no solo la Mark II sino también la del bar de Britta, que ha añadido un componente más convencional a un universo habitualmente despegado de la realidad), y además se han visto obligados a auto-analizarse en relación a las ausencias y las nuevas incorporaciones del Comité Save Greendale, que han resultado encajar magníficamente: Elroy, y sobre todo la maravillosa Frankie Dart, “una humilde forastera que llegó y lo clavó”; sin olvidar la reestructuración que ha provocado el merecido ascenso de Pelton y Chang (dos de los personajes más inspirados este año) a miembros oficiales del grupo. Esta temporada también ha contado con episodios “high-concept”, incluyendo una película casera de ciencia ficción (“Intro to Recycled Cinema”) o un brillante capítulo de Paint Ball deconstruido y reconfigurado como una de espías (“Modern Espionage”), incluso ha desarrollado su propia continuidad y autorreferencialidad casi al margen de la trayectoria en NBC (por ejemplo el troleo a los fans de Marvel o la importancia de Internet en casi todos los episodios), pero también ha llevado a cabo un experimento arriesgado: ser menos Community para intentar averiguar qué es Community después de todos estos años.

Y este ha sido también el tema principal del final de la sexta temporada “Emotional Consequences of Broadcast Television“, un episodio redondo que sabe a series finale al reflexionar sobre la trayectoria completa de la serie y situar a sus personajes en nuevos caminos separados. Este final cierra arcos emocionales de casi todos ellos (mi pobre Britta se queda a medias) y deja abiertas muchas puertas, pero no necesariamente para ser cerradas. La idea del episodio, sin duda el más meta de toda la serie (y ya es decir), es imaginar cómo sería una séptima temporada de Community, para lo que cada personaje propone una o varias ideas (“pitches”) que reflejan sus personalidades y sus experiencias en Greendale durante estos seis años. “Emotional Consequences” está salpicado de principio a fin por una versión recortada del opening de la serie, que nos golpea una y otra vez con la frase “I can’t count the reasons I should stay, one by one they all just fade away“. No es casual, por supuesto. La intención es poner sobre la mesa todo lo que ha salido bien, recordar todas las cosas que se han ido “desvaneciendo una a una”, y todo lo que ha fallado, y a partir de esa información descubrir qué razones les quedan a estos personajes para quedarse en Greendale y crear/justificar posibles futuros para Community

shirley community final

Sin embargo, ninguno de los “pitches” resulta convincente. Algunos son demasiado absurdos hasta para una serie como Community, otros son demasiado acomodaticios (el más lógico, que nos devolvería al grupo al completo siguiendo los pasos de Jeff como profesores del campus se descarta por ser muy fácil), otros nos demuestran que traer de vuelta a los personajes que se marcharon no es la solución (el cameo de Shirley sirve para decirnos que la antigua Community ya no existe y no volverá a existir). La conclusión que Harmon saca de todo esto es que la mayor enemiga de Community ha sido Community (en este caso podemos usar el nombre de su creador como sinónimo), que su propia ambición se ha vuelto en su contra, hasta el punto de hacerle perder su propósito. Harmon nos habla a través de sus personajes del problema de no querer crecer y arrastrar a los demás hacia tu estancamiento (eterno conflicto interno de Jeff, que en el final aprende a dejar marchar a Abed y Annie para asumir que se está haciendo mayor), de lo difícil que es crear algo y mantenerlo vivo durante tanto tiempo, y a continuación extiende la mano para que se la cojamos. “Emotional Consequences” es una disculpa oficial hacia los fans, y también a las personas que han confiado en él y han salido decepcionadas, o a los que ha ofendido durante estos años. El tag final del episodio empieza como un deprimente chiste sobre unos personajes de ficción que descubren que en realidad no existen (el mejor epílogo de una temporada de epílogos horrendos), y se acaba convirtiendo en un disclaimer/carta en la que Harmon se abre ante su audiencia y se autoflagela (una vez más) por su complicada personalidad y sus errores. Pero el mensaje más importante del demiurgo se transmite, como no podía ser de otra manera, a través de Abed, que nos explica qué es o debe ser una serie de televisión, en concreto una comedia, cuál es la relación ideal entre ella y el espectador, y por tanto, por qué Community ha sido tan especial, única y problemática:

“There is skill to it. More importantly, it has to be joyful, effortless, fun. TV defeats its own purpose when it’s pushing an agenda, or trying to defeat other TV or being proud or ashamed of itself for existing. It’s TV, it’s comfort. It’s a friend you’ve known so well, and for so long you just let it be with you and it needs to be okay for it to have a bad day or phone in a day. And it needs to be okay for it to get on a boat with Levar Burton and never come back. Because eventually, it all will”.

La respuesta a la pregunta “¿Por qué sigue existiendo Community?” no tiene una sola respuesta. Son tantas como las razones por las que cada miembro del Greendale Seven/Save Greendale Comitee/Nipple Dippers ha permanecido en el grupo hasta ahora. Codependencia, autoengaño, amistad, ¿sinergia?. Estos personajes reconocen estar ahí porque son quienes son solo en relación al grupo, es su refugio del mundo real, su zona de confort. Y en estos momentos, Community es lo que es sobre todo en relación a sus fans, sin los que no sería nada, una válvula de escape de la que Harmon nos pide que no dependamos tanto y que no depositemos tanta responsabilidad en ella. Antes de despedir a los personajes que se marchan para descubrir quiénes son fuera de Greendale y enseñarnos a los restantes sentados a la mesa del bar (“This is the show“, las series pueden cambiar, evolucionar, sufrir “hemorragias” de personajes, perderse y encontrarse), Harmon nos propone cerrar los ojos e imaginar cómo sería nuestra séptima temporada ideal. No podemos decirlo en voz alta (ni supongo escribirlo en la entrada de un blog), porque no se haría realidad. Pero yo he preferido no pensarlo. “Emotional Consequences” es el final perfecto para la serie. Ha sido agridulce, duro, rupturista (esos dos fucks), pero también precioso, emotivo, conmovedoramente sincero y lleno de guiños cómplices al pasado (“I hereby pronounce you a community”); en definitiva, el broche de oro a una serie que nos ha involucrado narrativa y emocionalmente como ninguna otra. ¿Me gustaría volver a Greendale para una séptima temporada o para ver hecho realidad el profético #andamovie con el que termina la sexta? Claro que sí, ya hemos dejado claro que nuestra relación es codependiente, y si ella quiere volver, la recibiré con los brazos abiertos, como amigos que saben que estarán mejor el uno sin el otro pero siguen juntos incondicionalmente (pase lo que pase, #CommunityLivesOn). ¿Debería ser “Emotional Consequences” el final definitivo de Community y nosotros dejarla marchar de una vez? Maybe. Probably. Maybe.

Rick and Morty, más allá de los confines de la aventura

RM

Uno de lo mayores enigmas televisivos de los últimos años es dónde fue a parar la creatividad y el entusiasmo de Dan Harmon, que habían desaparecido de Community. Y sí, estoy hablando sobre todo de su gran comeback a la serie que lo puso en el mapa. Porque él no tuvo nada que ver en la infame cuarta temporada, así que por ahí se libra, pero, ¿qué ocurrió durante la quinta? Era como si estuviera distraído, en baja forma, como si no estuviera presente, como si ya no fuera el padre sobreprotector y orgulloso de su criatura. De hecho delegó bastante más de lo habitual en su equipo, como si ya no fuera con él la cosa. Pues resulta que el enigma de la ilusión perdida de Harmon tiene fácil respuesta si habéis echado un vistazo al nuevo éxito animado de Adult Swim, Rick and Mortyque se emitió el invierno pasado. Harmon se volcó completamente en este proyecto, creado a cuatro manos con el enfant terrible Justin Roiland, y en el que nos reencontramos con la desbordante imaginación del productor, elevada a la enésima potencia gracias a las infinitas posibilidades que brinda la animación.

Rick and Morty es la historia de Rick, un científico loco, sociópata y alcohólico, que vive las aventuras más disparatadas a lo largo y ancho del universo, entre miles de dimensiones y realidades alternativas, junto a su nieto, Morty, un niño inteligentemente impedido, entre el sidekick y la cobaya de su abuelo. Rick vive junto a la familia de su hija, colección de disfunciones y atrofias emocionales varias que no pueden faltar en toda comedia de animación feísta que se precie. A lo largo de la primera temporada de la serie, la acción de cada uno de los 11 episodios que la conforman se divide en dos. Por un lado las alocadas peripecias intergalácticas e interdimensionales de Rick y Morty, y por otro las diatribas familiares de los Smith. A medida que la temporada avanza, los dos ámbitos se irán fusionando progresivamente, y Morty saltará entre uno y otro, bien protagonizando dramas familiares y “cotidianos” (como cuando de repente es padre de un alienígena que madura a gran velocidad), bien acompañando a Rick en su nave espacial a un planeta habitado solo por mujeres, siendo enviado por él en un “viaje alucinante” al interior de un sucio vagabundo alcoholizado o enfrentándose a toda clase de criaturas monstruosas, fantásticas y mutantes de serie B. De la misma manera, R&M irá experimentando con combinaciones de personajes, llevando también a la hermana de Morty, Summer, a sustituir a su hermano como acompañante de Rick en sus andanzas. Así, poco a poco, los secundarios ganarán entidad y sus personalidades serán cada vez más interesantes -destacando por encima de todos el castrado y entrañablemente patético pater familias Jerry, doblado por el siempre eficaz Chris Parnell.

Smith Sanchez

Rick and Morty se postula como la más digna sustituta de Futurama, ahora que la serie de Matt Groening nos ha dejado. Pero también nos recuerda inevitablemente a Hora de aventuras en su fértil inventiva y su gusto por la psicodelia y el “viaje mental”. Y por supuesto a Doctor Who (o Inspector Spacetime) y la saga Regreso al futuro, de las que toma prestada, entre otras muchas cosas, la idea del doctor y su companion es evidente que Rick y Morty son una parodia de Doc y Marty. Claro que aunque R&M sea en esencia una serie de aventuras y ciencia ficción, entre Cronenberg y La dimensión desconocida, también se puede adscribir al género de sitcom familiar animada que implantó Los Simpson. En este espectro, la serie se sitúa entre Bob’s BurgersPadre de familia. Si bien R&M nos muestra cada vez más lazos de afecto entre los miembros de la familia Smith-Sanchez (en el fondo se quieren), la relación que los une es más parecida a la de los Griffin que a la de los Belcher. Aquí hay bastante mala baba y no demasiado apego entre los personajes. Además, el tono es más bien irreverente y corrosivo (no olvidemos que la serie se emite en Adult Swim, y hay bastante carta blanca para ser todo lo cafre, vulgar y políticamente incorrecto que se pueda). Pero si por algo destaca R&M, más que por sus plantel de personajes, (que por ahora palidece en comparación a Bob’s Burgers), o por su alto e inapropiado contenido en picante, es por su inagotable derroche de ideas. En Rick and Morty todo vale. Literalmente. Si el director del instituto se llama Principal Vagina, es que no hay cortapisas de ninguna clase. Y efectivamente, Rick nos abre mil y un portales a los mundos más felizmente aleatorios y rimbombantes, alcanzando así un nuevo nivel de surrealismo (véase “Rixty Minutes” y en concreto esta escena). Rick and Morty es la locura continua, la esquizofrenia y la hiperactividad narrativa y visual, es como tener asiento de primera fila en la mente de Abed Nadir.

Rick and Morty

Porque se nota a la legua que Harmon está detrás del proyecto, y que lo ha utilizado para dar rienda suelta a sus fantasías más locas, aquellas que incluso son demasiado estrafalarias para Community, para rizar el rizo aún más y llevar su creatividad al límite -tanto es así, que a ratos R&M puede llegar a saturar con su bombardeante vomitona de ideas. Pero Rick and Morty es también una serie de Justin Roiland (la desagradable y ultrasónica voz de uno de los personajes más perturbadores de la televisión reciente, Lemongrab). Y así lo vemos en su gusto por la escatología (tengo la sensación de que nunca nos cansaremos de que Rick hable entre eructos) y ese leve nihilismo y espíritu autodestructivo que sobrevuela la serie (cuando piensas que no va a hacer la burrada que estás pensando, va y la hace). Ambos productores forman el tándem perfecto para crear un producto tan estúpido como complejo, una serie que ya en su primera temporada se ha atrevido a jugar con la continuidad y lo meta (cómo no), y que nos ha dado cosas brutales y deliciosamente macabras como “Rick Potion #9“, capítulo en el que Rick y Morty se quedan a vivir en una realidad alternativa, sustituyendo a sus yos que habitan en ella (muertos y enterrados por ellos mismos en una de las mejores escenas de 2014), siendo a partir de ahí los únicos que saben que viven en una realidad distinta. Este argumento (o quizás debería decir este mindfuck), que lejos de olvidarse, se retoma en un momento sorprendentemente emotivo durante un episodio posterior, demuestra hasta dónde están dispuestos a llegar Harmon y Roiland con Rick and Morty, una serie que puede recordar a mil y otras series, pero que sin embargo en su corta andadura ya se las ha arreglado para llevar la comedia de animación un paso más allá.

Community – Tercera evaluación: NM (5.07-10)

Community-Season-5-Episode-9-VCR-Maintenance-and-Educational-Publishing

Vaya, con lo bien que llevaba el curso, Community se ha confiado demasiado en el último trimestre y ha vuelto a hacer las cosas por inercia, sin aplicarse ni un poco. Hasta ahora, la quinta temporada ha demostrado una clara tendencia descendiente en cuanto a calidad. Comenzó con el Segundo Advenimiento de Dan Harmon, prometiéndonos el oro y el moro con cuatro excelentes primeros capítulos, pero a partir de ahí, y exceptuando puntuales momentos de genialidad, Community ha ido empeorando, hasta el punto de que algunos de los capítulos más recientes bien podrían estar en la cuarta temporada.

Desde aquí doy una colleja a Mr. Harmon, que no dudó en menospreciar (con razones) el trabajo de los showrunners en la cuarta temporada, para volver a dejar con el tiempo que un escape de gas afectase a su serie, esta vez bajo su supervisión y responsabilidad. Muy mal lo de reírse de la temporada pasada para acabar haciendo episodios igual de mediocres, repetitivos y poco inspirados. ¿Cuál es la excusa ahora, Dan? Muchos atribuyen este bajón al hecho de que Harmon está más volcado en su nueva serie de animación para Comedy Central, Rick and Morty. Y yo digo: Si ya no sientes por Community lo que sentías antes, si ya no es la niña de tus ojos, y no sabes qué hacer con ella, quizás no sea tan descabellado ponerle ya el broche final.

Puede que me haya pillado en un momento derrotista, pero después de estos últimos capítulos de Community, empieza a darme igual si llegamos a cumplir el #sixseasonsandmovie (dramarama melodrama!!) Esto ya se ha convertido en una meta que hay que alcanzar ya casi por cabezonería, y no porque sigamos creyendo en esta serie como hace un par de años. Falta por ver qué hace Harmon y su equipo en la evaluación final. Puede que para entonces vuelva a cambiar de opinión y retome la campaña por la renovación de la serie un año más. Hasta entonces, con la cabeza gacha y los ojos llenos de lágrimas, os dejo con mis reseñas de los cuatro episodios más recientes de Community:

Community-Bondage-and-Beta-Male-Sexuality

5.07 “Bondage and Beta Male Sexuality”

Confirmado, Community no termina de funcionar sin Troy Barnes. Desde la marcha de Donald Glover, la serie está deprimida, vaga sin propósito, y no sabe qué hacer para llenar su vacío. Los personajes que ocupan su asiento en la sala de estudio no le llegan a la suela de los zapatos, y sin él, Greendale es un lugar más triste. Por si eso fuera poco, “Bondage and Beta Male Sexuality” es el primer capítulo de este año que podríamos colar en la temporada pasada y no desentonaría. Lo que tenemos aquí es de nuevo una simplificación excesiva de los personajes, reducidos a sus dos marcas de personalidad que se repiten hasta el hastío, sombra de lo que un día fueron. Paradójicamente, son dos personajes secundarios, Chang y Duncan, los que más brillan en este capítulo. Ben con su trama paranoica de fantasmas y Duncan engañando a Britta para ligársela -en este capítulo tenemos otro de esos momentos en los que Jeff, y todos, nos damos cuenta de que Britta no es la peor, sino la mejor; y esas escenas, por muy repetitivas que sean también (llamadme imparcial, me da igual), nunca me sobran. No me cabe duda de que Britta se ha convertido en el alma de Community. Lo que sí me sobra es Hickey, por más que se intente dar profundidad al personaje mostrándonos su lado tierno y creativo (su sueño de publicar un cómic), y por mucho que se use para mostrarnos lo solo que se siente Abed sin Troy, sigo pensando que no aporta nada a la serie.

Momentos de matrícula de honor:
-Lo mejor de este capítulo es lo que ocurre en los dos minutos finales: La foto en blanco y negro de Chang en 2014, después de preguntarse si existe tras su experiencia Twilight Zone la noche anterior. Y la desquiciada escena de los créditos con el Dean y el profesor Duncan.
-Britta: Do you have any friends? I’ve been defining myself with reactions to and from other people my whole life. Now I feel worthless just because I’m worthless in relation to my friends, which means they’re not my friends. Who are your friends?
-Annie: We’ve had a share of focus lately. -Shirley: Hm-mm, speak for yourself.

Nota: 6,5

Community - Season 5

5.09 “App Development and Condiments”

Ok, quizás me tachéis de exagerado, pero creo que este es probablemente el peor episodio de Community hasta la fecha. Sí, superando a cualquiera de la cuarta temporada. Ya basta, en serio, YA BASTA de episodios especiales en los que Greendale se convierte en un universo distópico futurista (aquí se cambia el steampunk por el sci-fi de los 70, pero es lo mismo de siempre). Es la vigésima ocasión en la que podemos decir “Este capítulo ya lo han hecho”. Y lo peor no es que sea calcado a uno que vimos, literalmente, dos semanas antes (el de la lava), sino que la gracia brilla por su ausencia durante los 20 minutos que dura. Lo único bueno que saco de “App Development and Condiments” es que Shirley obtiene su momento para brillar -enlazando con el final del episodio anterior, cuando Annie dice que todos han tenido su momento, y ella responde “Habla por ti”. No es que eche de menos más atención para ella (es probablemente el personaje que menos me gusta de la serie), pero está bien que por un capítulo no se limite a sus dos intervenciones de turno, la de “aaaw” y la de “soy pasivo-agresiva”. Pero ya está, además de profundizar un poco más en el personaje, no hay nada salvable en este despropósito de episodio. La idea no es mala en teoría, y da incluso para alguna aguda reflexión sobre la sociedad hiperconectada y el poder de la popularidad, pero se pierde en los mismos vicios de siempre. Una pena.

Momentos de matrícula de honor:
-Ninguno, pero lo más cercano es Britta con la cara llena de mostaza.
-La participación de Mitch Hurwitz, creador de Arrested Development.
-Britta: Nonsense, all fives were reduced to oneness in the great purge of about two minutes ago.

Nota: 4

Community - Season 5

5.08 “VCR Maintenance and Educational Publishing”

Después de los dos baches anteriores, Community nos ofrece uno de esos episodios low-key, casi bottle episode, que se centran exclusivamente en los personajes y compensan el desarrollo estancado de los capítulos parodia. “VCR Maintenance and Educational Publishing” está compuesto por dos tramas independientes, muy irregulares entre sí. De un lado tenemos a Shirley, Jeff y Hickey descubriendo un alijo de libros de Química descatalogados con el que planean hacerse ricos, y de otro a Abed y Annie compitiendo por ver quién ocupa el lugar de Troy en su apartamento, el hermano vikingo de Annie, o la novia de un mes (pero un año en tiempo geek) de Abed, Rachel (Brie Larson). La trama de los libros es nonsense puro, y aún así, no termina de cuajar porque para empezar es una idea aburrida, de esas que se dejan en reserva por si no aparece una mejor. La del nuevo compañero de apartamento es mucho mejor, y como casi todas las tramas que involucran a Abed esta temporada, va sobre el vacío que ha dejado Troy en las vidas de estos personajes. Para ver quién se queda con su habitación, Annie y Abed sacan un juego de mesa de los 90 con VHS interactivo, una divertida parodia de Atmosfear en clave de western, protagonizado por Vince Gilligan, el creador de Breaking Bad -¿Veremos en próximos episodios a Matthew Weiner o David Simon? Quizás la nostalgia me esté jugando una buena pasada, porque yo gasté el VHS de Atmosfear en los 90, pero creo que con “VCR Maintenance and Educational Publishing”, Community empieza a recuperarse, a pesar de seguir oliendo a gas.

Momentos de matrícula de honor:
-Jeff: Hey, it’s the “Aaaw” couple (sorprendentemente no se refiere a Annie y Shirley, sino a Abed y Rachel).
-Abed: Hey, I’m here to do my third act apology.
-El rap del Dean Pelton. Necesito más Dean 🙁
-La genial escena de los créditos finales.

Nota: 7,5

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5.10 “Advanced Advanced Dungeons & Dragons”

Mira, ¡otro capítulo que ya han hecho! Afortunadamente este episodio “classic Community” no resulta tan cansino como los de “realidad aumentada” que nos están haciendo últimamente. Lo mejor de “Advanced Advanced Dungeons & Dragons” es que, en lugar de utilizar el juego de rol para llevar a los personajes a un universo fantástico medieval o convertirlos en marionetas o monigotes en 3D, hace un gran trabajo con los diálogos, y sobre todo con los efectos de sonido y trucos visuales, para hacernos imaginar lo que está ocurriendo durante la partida de D&D. Este episodio es Hickey-centric, y a pesar de que, como ya he expresado, no compro al personaje, aquí no me ha molestado para nada. Es más, creo que por primera vez he simpatizado con él, gracias a la clásica combinación “locura desatada+final sentimental” de Community. “Advanced Advanced Dungeons & Dragons” se hace algo pesado por momentos (está claro que lo mío no son los juegos de rol), pero en definitiva es un episodio muy simpático, otro bottle bien ejecutado en el que se aúna estupendamente el factor más ganso de la serie y el melodrama de los personajes (atención, el final nos indica que Community está a punto de retomar la trama de Jeff y su padre). Mención especial a un fantástico David Cross (¡Tobias Fünke!), como el hijo de Hickey, Hank.

Momentos de matrícula de honor:
-El título no-oficial del capítulo, “Community: The Return of Them Playing Dungeons & Dragons
-Hank Hickey (irónicamente): That’s what I love about role-playing games. Being told exactly what to do. Dean (sinceramente): Me too!
-Que Shirley sea la primera de la partida en morir (:P)
-Que después de muchos episodios, Pelton forme parte integral del episodio. Jim Rash está inconmensurable tomándose demasiado en serio el juego. Su muerte a manos de Jeff es épica.

Nota: 7

Community 2.0

Lo de Community no es normal. Cuando una serie pasa por lo que ha pasado la comedia de culto de NBC, lo más lógico es que no haya marcha atrás y se acabe hundiendo (lo que le está pasando a Raising Hope). La cadena despidió a su creador y showrunner, Dan Harmon, después de una sonada pelea con Chevy Chase, y lo sustituyó por dos guionistas, David Guarascio y Moses Port. Tras el fracaso artístico (en índices de audiencia no bajó demasiado, sorprendentemente) que supuso la cuarta temporada, Guarascio y Port lo dieron por imposible y renunciaron al puesto. Exceptuando un par de episodios más o menos a la altura de lo que esperamos de nuestra Community (“Conventions of Time and Space”, “Herstory of Dance”), los dos showrunners desempeñaron su trabajo desde el ángulo erróneo: en lugar de dejar que la serie evolucionase bajo su tutela y encontrase una nueva voz, se empeñaron en clonar la Community de Dan Harmon.

CommunityEl resultado fue una pobre imitación en la que todo resultaba forzado, caricaturesco y vacío. Nosotros les agradecemos el esfuerzo de corazón. La verdad es que se enfrascaban en una batalla ya perdida y aún así le pusieron empeño. Pero el triunfal regreso de Community en 2014 ha demostrado que Community sin Dan Harmon no es Community. Es… la cuarta temporada de Community. Con la mosca cojonera de Chevy Chase fuera de la ecuación, Harmon recupera la custodia de su niña y vuelve para reestablecer el orden (o el dulce caos) en su serie. Borrón y cuenta nueva (y changnesia selectiva para no acordarnos de la cuarta). Ya era hora de que los de Sony se dieran cuenta de que con esta serie, y aunque nos duela en el fondo, es mejor perder a una de sus estrellas que a la persona que hace que funcione (y digo esto preparando ya los kleenex para cuando Donald Glover desaparezca). Community nunca ha sido normal, nunca ha querido ser normal, y su accidentada trayectoria, muerte y resurgimiento de las cenizas es prueba de ello.

Ya hemos visto tres episodios de la quinta temporada de Community, y a pesar de unos cuantos peros, el balance es positivo. Damos la bienvenida a Community 2.0. No es exactamente una nueva serie, pero sí es un nuevo comienzo. Community vuelve a ser la obra de un excéntrico autor que yerra tanto como acierta, un experimento televisivo autoindulgente que en lugar de alienar a sus espectadores, los abraza y los pellizca. Harmon ha vuelto, y con él regresan las almas de sus personajes, después de pasar un año en el limbo dejando a los Greendale Seven como carcasas vacías. Estamos a un paso de conseguir lo que creíamos que era una utopía: el #sixseasonsandamovie. A continuación os dejo con una breve opinión de los tres episodios de la quinta temporada emitidos hasta la fecha:

Community - Season 5

5.01 “Repilot”

Con “Repilot“, Harmon lleva a cabo un ejercicio de deconstrucción, casi de destrucción, necesario para seguir adelante. No es que ignore todo lo ocurrido en la cuarta temporada (afortunadamente sí hace como si lo de Britta y Troy nunca hubiese pasado), pero se da prisa en quitárselo de en medio para no subyugar la nueva temporada a las consecuencias de la anterior. Hay continuidad, desde luego, pero Harmon se queda con lo que le conviene, atribuye los errores y salidas de tono del año pasado a “un escape de gas” (a partir de ahora, la cuarta temporada es oficialmente el “Gas Leak Year”) y se evita más de un problema dando un considerable salto hacia delante en el tiempo.

“Repilot” plantea una versión más oscura y deprimente de Community. Es incluso peor que la Darkest Timeline: los protagonistas se graduaron, se separaron (lógicamente) y ahora tienen trabajos por debajo de sus expectativas (¿qué esperaban?) o miran la vida pasar. Al igual que en el piloto de 2009, Jeff los vuelve a juntar (y al igual que en 2009, ese no es su principal propósito). El plan de Jeff y el desarrollo del episodio es algo confuso, pero lo que importa es el resultado: los Greendale 7, ahora Greendale 6, vuelven al campus, vuelven a estar juntos, que es como deben estar siempre. Por supuesto, “Repilot” no escatima en metarreferencias (Abed y Scrubs) y la autorreflexividad vuelve a ser usada correctamente, como en la brillante escena en la que Jeff se pregunta qué ha pasado para que Britta pase de ser una guerrillera a la tonta del grupo o para que la personalidad de Troy haya sido absorbida por Abed. No confundamos esto con un golpe bajo a la cuarta temporada (para eso ya está lo del Gas Leak Year o lo de “No haberos gastado tanto en efectos”). El problema viene de mucho antes, y esto es un mea culpa de Harmon en toda regla. Que el grupo queme la mesa de estudio (aunque sea accidentalmente) y creen juntos una nueva es el gesto definitivo. La nueva vieja Community ya está aquí. Cómo echaba de menos reírme con esta serie: “That’s like me blaming owls for how much I suck at analogies.” Eso.

Community Introduction to Teaching

5.02 “Introduction to Teaching”

Y si “Repilot” incendiaba y destruía Community, en “Introduction to Teaching” asistimos al verdadero resurgir del Ave Fénix. El segundo capítulo de la temporada es un episodio modelo. Después del replanteamiento del anterior, las cosas vuelven a la (a)normalidad en Greendale, mientras los personajes se ajustan a sus nuevos papeles. Sobre todo Jeff, ahora profesor de Derecho en el campus. La sala de estudio vuelve a ser la misma de siempre. Con alguna que otra variación: Jeff ya no está al mismo nivel que sus compañeros académicamente hablando (nuevo escenario: la sala de profesores), Pierce no está, Hickey (Jonathan Banks básicamente interpretando de nuevo a su Mike Ehrmantraut de Breaking Bad) lo sustituye oficialmente, y lo más importante, la Mesa Mark II. Lo que no ha cambiado nunca es Chang, que vuelve a ser profesor. Siempre igual de grande, maneje los hilos del personaje quien los maneje (probablemente Ken Jeong en todo momento).

En “Introduction to Teaching” regresan los elementos más icónicos de Community, incluidos los gritos de Garrett y el Pop Pop! de Magnitude. Y la ausencia de Pierce, más que con la presencia de Hickey (personaje aburrido que habrá que dejar evolucionar como a los demás, supongo), se compensa sobradamente dando énfasis a los personajes de reparto y elevando a nuestro adorado Dean Pelton a fijo (aunque la única diferencia por ahora esté en los créditos iniciales, porque fijo ha sido siempre). Lo dicho, “Introduction to Teaching” es Classic Community. No hay duda cuando vemos la escena de la revuelta por la conspiración de los “menos” en las notas o cuando vemos a Abed intentando averiguar si Nicolas Cage es un buen o mal actor en una de las clases más geniales que hemos visto en Community. Danny Pudi ofrece en este episodio una de sus mejores interpretaciones de la serie. Et tu Brute!

Community - Season 5

5.03 “Basic Intergluteal Numismatics”

Pero entonces llega “Basic Intergluteal Numismatics” y se nos trastocan un poco los esquemas. El tercer episodio también tiene ese inconfundible aroma a la Community clásica, pero le falta algo de chispa. Aunque en realidad esa es la idea: el capítulo es una parodia de las películas de David Fincher, Red Dragon (los créditos homenajean a los de la película de Brett Ratner), los procedimentales de CBS y series como The Killing, una investigación criminal de mano de dos agentes, Jeff y Annie (oportunidad para seguir explotando su ya absurda TSNR – ¡O los lías o los dejas tranquilos, pero haz algo ya!). El mayor acierto de “Basic Integluteal Numismatics” (parecido a aquel “Basic Lupine Urology”, el de la batata de la 3ª temporada) es no ceñirse a un referente y parodiarlo de principio a fin, sino crear una historia partiendo de los lugares comunes que se repiten en películas como Se7en o Zodiac y series como Caso abierto. Así, los estudiantes de Greendale se enfrentan a un malhechor que los tiene aterrorizados metiéndoles monedas en la raja del culo cuando se agachan. El episodio es técnicamente brillante y sobresaliente como parodia, pero llega demasiado pronto y nos hace temer otra temporada cargada de capítulos ambiciosos (high-concept, que los llaman por ahí) que hagan que la serie vuelva a perder un poco el norte. ¿No sería mejor centrarse un poco más en los personajes, que acaban de tirar cinco años de su vida para invertir en otros cuatro, antes de ponerse con este tipo de capítulos?

Por último, “Basic Intergluteal Numismatics” supone el reset definitivo de la serie, y se nota en la agitación del reparto. Nos enteramos de qué ha pasado con Pierce (el holograma de “Repilot” no nos desvelaba cuál había sido su destino) en una escena cruda y desarmante que nos pilla desprevenidos, y recuperamos al profesor Duncan (genial John Oliver) y a Starburns, que no estaba muerto, estaba viviendo en el establo de Greendale (“¡¿Tenemos establo?!”). Por otro lado, Troy ha sido una presencia ausente en estos primeros episodios de la temporada, lo que nos hace pensar que nos están preparando para su marcha (esperamos no definitiva), o sea, que nos están intentando demostrar que la serie también puede funcionar sin él. Su ausencia será mucho más trágica que la de Pierce (sobre todo porque Abed se queda sin su otra mitad), pero si algo me ha enseñado ser fan de esta serie es a confiar ciegamente en ese loco gilipollas que es Dan Harmon.

Community: Año cero

Los fans de Community estamos acostumbrados al miedo. Es justamente lo que conlleva seguir con devoción absoluta e incondicional una serie como esta, en constante peligro de cancelación por su baja audiencia. Pero el miedo al final repentino de la serie no era nada en comparación con el que empezamos a sentir al final de la tercera temporada, cuando la enorme alegría por el anuncio de renovación vino seguida del despido de su creador y showrunner, Dan Harmon. El Harmongate (o Chevygate, o NBCgate, como conté en su momento en esta entrada) ponía trágico punto y final a una era, y la cadena nos advertía de que su nueva etapa estaría condicionada por una política de comedia que demandaba series más accesibles para todo tipo de públicos. Para nosotros, una Community “normalizada” no sería Community. Los fans esperamos meses y meses (el estreno de otoño se pospuso a la midseason) aterrorizados por la posibilidad de que nuestra serie hubiera sido bigbanguizada. Qué sorpresa cuando a su regreso, el pasado 7 de febrero, no nos encontramos con una serie distinta. Pero qué sorpresa aun mayor cuando nos percatamos de que el problema de esta nueva Community no era que fuera otra serie, sino que fuera demasiado Community.

Me explico. En su -loable- intento por no defraudar a los fans tras la marcha de Harmon, los nuevos showrunners y guionistas de la serie se esforzaron al máximo por preservar todo lo que hacía única a la serie. Concretamente las referencias a la cultura popular y su elevadísimo contenido metatextual. Lo que han hecho con los (hasta ahora dos) nuevos episodios es empollarse bien la teoría e intentar plasmarla meticulosamente en el guion y en la pantalla. El resultado, por desgracia, no es más que una imitación de la serie que conocíamos. Una sucesión de diálogos y gags que pertenecen al universo Community, pero no fluyen con la naturalidad de antes. Tanto “History 101” como “Paranormal Parentage” están saturados de chistes meta y homenajes cine-y-teléfilos metidos con calzador. Abed observando la realidad como si fuera una sitcom de risas enlatadas en la que Pierce está interpretado por otro actor; los 7 de Greendale como los Muppet Babies, Troy y Abed disfrazados de Calvin & Hobbes, los personajes observándose una y otra vez a través de pantallas (tan adecuado y significativo para una serie que está tan obsesionada por las personas que la están viendo a ella). Por escrito suena tan bien, tan Community. Pero en la práctica resulta forzado, y frío, como si hubieran aplicado una fórmula matemática para hacer los episodios.

Sin embargo, lo peor de la nueva Community es la decepción que supone ver a estos queridos personajes actuar como marionetas. Pero no sería justo inculpar exclusivamente a los nuevos showrunners. Ya estábamos un poco preocupados por ellos, y muchos problemas de esta nueva temporada son herencia de la anterior. Durante la tercera, los rasgos diferenciadores de cada personaje se estaban magnificando peligrosamente, al borde de la sobresimplificación y la autoparodia en muchas ocasiones. No obstante, estos siete actores siempre lograban contrarrestar los vicios de los guionistas con carisma y corazón. Lo que nos hemos encontrado en la nueva temporada son un puñado de presencias robóticas que repiten sus chascarrillos más icónicos una y otra vez. A lo de Abed ya estábamos acostumbrados, que Shirley y Annie acabarían comunicándose exclusivamente a base de “aaaaawww” se veía venir, pero lo de Britta y Troy me resulta especialmente dramático (reconozco que son mis favoritos). Ambos han quedado reducidos a su mínima expresión (Britta: “Hola, psicología, bla bla, Troy, mirad qué gansa soy, psicología”). Y lo que es peor, ahora son pareja, suponiendo uno de esos casos en los que la tensión sexual no resuelta habría sido mejor no resolverla. La química se ha esfumado. No solo la de ellos dos (qué penosa resultó la escena de la fuente en el primer episodio), sino la de todo el grupo. Es como si Dan Harmon se hubiera llevado consigo el alma de todos sus personajes.

A pesar de todo esto, se hace necesario darles un voto de confianza. Es lo menos que podemos hacer después de tres años increíbles. Quizás una manera de sobrellevar el cambio sea tomarse la cuarta temporada como la primera de una nueva serie que aun anda en busca de su tono. Debemos tener paciencia. Puede que no les dé tiempo a devolver la gloria a Community, pero cabe la posibilidad de que nos dejen despedirnos de una Community de la que nos volvamos a sentir orgullosos. En cualquier caso, por favor, permanezcan en sintonía.

Community: Cruel, cruel, CRUEL

7 monos

En gran medida, lo que ha definido a Community en sus tres años de tumultuosa emisión en NBC es la absoluta temeridad de sus planteamientos. En efecto, la serie de Dan Harmon no ha conocido el miedo. Poco han importado las bajas audiencias, o las presiones de Sony para que su serie fuera más accesible para el gran público. Esto no ha detenido a Harmon en su empresa de crear y capitanear uno de los productos televisivos más exigentes -y satisfactorios- que se recuerdan. Al contrario, ha motivado al productor para asumir riesgos creativos cada vez más grandes. La tercera temporada de Community se ha adentrado, ya de lleno, en un terreno en el que no obstante siempre se ha sentido cómoda: la locura.

Los tres capítulos finales, emitidos en la misma noche -en teoría, para que no se quedasen fuera de la temporada alta de finales, o sweeps de mayo-, son el colofón perfecto a una temporada en la que los episodios fuera de lo normal -si es que tal cosa existe en Community– han supuesto la mayoría. Harmon maquina un experimento tras otro, dando como resultado una temporada excesiva que falla tanto como acierta. Quizás lo que ha hecho que Community se desmarque del resto de comedias actuales es a su vez lo que más ha perjudicado a la serie. Ese empeño en buscar el más difícil todavía nos ha proporcionado momentos de brillantez innegable -“Remedial Chaos Theory” es sencillamente uno de los mejores episodios de la historia de la televisión-, pero también ha dado unos cuantos palos de ciego. Es inevitable. Para ser genial hay que arriesgar.

El humor de la serie ha evolucionado hacia lo puramente paródico, perdiendo el norte en ocasiones. Por ejemplo, lo de Inspector Spacetime tiene gracia en pequeñas dosis, pero hay que saber cuándo parar. Según Harmon, “Virtual Systems Analysis” iba a ser o bien lo mejor o lo peor en verse en la pequeña pantalla en mucho tiempo. Pues bien, ni una cosa ni otra. Por mi parte, prefiero olvidar ese episodio, y no será difícil. En relación a esto, la evolución de Abed Nadir es análoga a la de Community. El personaje de Danny Pudi ha reflejado perfectamente esta locura cada vez más desbordante de la serie. El espectador ha sido puesto a prueba a la vez que Abed, llevándonos a todos al límite, sumergiéndonos en dimensiones paralelas y universos fantásticos, para acabar sacando una clara conclusión: a Abed le hace falta terapia psicológica. A Harmon también. Y quizás a nosotros.

“Digital Estate Planning”, el primero de los tres magníficos episodios emitidos el pasado jueves, supone una de las mayores osadías de Community hasta la fecha: un capítulo (casi íntegramente) animado en gráficos 8-bits en prime-time. Ahí es nada. Además de esto, es la enésima confirmación del tema central de la serie: la fuerza de la amistad. Más unidos que nunca ante las adversidades -Chang ha secuestrado al decano y se ha hecho con la escuela-, los Greendale Seven se preparan en un videojuego -homenaje a Super Mario, Sonic y los RPG de Super Nes- para la verdadera aventura del curso escolar 2011-12: ‘la batalla por Greendale’. Como de costumbre, el trabajo en equipo es la clave, y lo comprobamos en “The First Chang Dynasty”, en el que el grupo de estudio se infiltra en Greendale -esta vez parodiando Ocean’s Eleven– para acabar con el absolutismo de Chang, restaurar el orden y volver al campus como estudiantes. Tras la emocionante odisea, el imperio de Benjamin Franklin Chang cae, el decano Pelton recupera su puesto -cuando uno pensaba que no podía querer más al Dean, entonces ve este episodio-, y Greendale regresa a la -loca- normalidad. En “Introduction to Finality”, los Greendale Seven han pasado a ser los Greendale Six. Troy se ha enrolado en la escuela de técnicos de aires acondicionados, rompiendo la balanza del grupo, y dejando a Abed completamente desorientado en la vida. La línea temporal más oscura acecha a todos.

El último episodio de la tercera temporada de Community vuelve a hablarnos de la importancia de la amistad en la forja de nuestra identidad y su papel en el proceso de crecimiento personal. Jeff llega a la conclusión -una vez más- de que el altruismo mola mucho más que el egocentrismo. Mientras, Abed reconoce que se ha separado totalmente de la realidad y asume que necesita ayuda -lo hace en parte gracias a una Britta que es cada vez menos “lo peor” y más “lo puto mejor”. “Introduction to Finality” es una preciosa y significativa coda a una temporada constantemente al límite. Un punto y final a la historia -a pesar de la renovación- que supone un punto y aparte para los personajes. El grupo de estudio opta por el camino de la cordura y la estabilidad tras haber llegado a plantearse la posibilidad de llevar tres años ingresados en un manicomio, imaginando todo lo ocurrido -en un excelente episodio que nos remite a “Normal Again” de Buffy, cazavampiros y homenajea a 12 monos de Terry Gilliam. De esta manera, los personajes abandonan la espiral de demencia en la que han vivido en los últimos años y retoman el plan que los llevó a todos a Greendale. Britta deja de engañarse a sí misma y decide cambiar de especialidad, Troy descarta el universo chiflado de los aires acondicionados -“You guys are weird”- y Abed destruye el Dreamatorium. Los siete de Greendale se hacen mayores. Y al final, locos o cuerdos, lo único que importa es que estén juntos.

Poco podía imaginar Dan Harmon lo peligrosa que resultaría esta conclusión para el futuro devenir de la serie. En un giro algo predecible, pero no por ello menos impactante, Sony ha despedido al creador de Community, reemplazándolo por David Guarascio y Moses Port (productores de Dame un respiro, Aliens in America y Happy Endings), y reservándole un puesto como consultant producer –aunque Harmon revela en su Tumblr que nadie le ha informado al respecto. Por todos es conocido el conflicto que ha llevado a la compañía a tomar esta triste decisión. Harmon es un creativo difícil de manejar, como hemos comprobado a lo largo de estos tres años, y su ego ha chocado en muchas ocasiones con el de los ejecutivos de la cadena, y con el de Chevy Chase -se decía que o se iba el actor o se iba el creador. Inconformista, perfeccionista y comprometido hasta las últimas consecuencias con su creación, el ex showrunner ha luchado permanentemente contra el convencionalismo que Sony quería para su serie. Por los fans, y por él. Pero sobre todo por Community. No sabemos si los nuevos productores serán fieles a la visión de Harmon o convertirán la serie en un producto complaciente y mediocre, es decir (¡horror!) normal -solo nos queda confiar en los guionistas que han creado magia durante estas tres temporadas. En “Introduction to Finality”, Harmon deja una puerta abierta a la locura, pero la llave que puede cerrarla definitivamente ya está en manos de otros. Pase lo que pase, nos queda la satisfacción de haber vivido tres felices años en el manicomio. Muchas gracias, Dan.

Community: es todo tan meta

¿Recordáis cuando en los noventa uno se refería a Friends como “comedia inteligente”? Sin duda era una de las características más recurrentes a la hora de describirla o recomendarla, incluso defenderla: “Es una comedia, pero es muy inteligente”. Qué ingenuos. Han pasado diez años, y mucho ha llovido en lo que al género se refiere. Cuando uno echa la vista atrás a la década en la que el célebre clásico de NBC, Seinfeld Fraiser eran referentes del humor más fino y sofisticado, es inevitable darse cuenta de que las comedias de situación, a pesar de tener medio siglo de edad, aun estaban en pañales. La culpa la tiene el posmodernismo –y la tontería que va asociada a él. En retrospectiva y con mucha televisión ya a nuestras espaldas, esas teleseries se antojan simplistas y poco exigentes. Conservan su lugar en la historia de la televisión -y en nuestros corazones-, pero no tendrían nada que hacer ante las nuevas “sitcoms”.

El comienzo del siglo XXI nos enseñó otra manera de hacer –y ver- comedia. Se abandonaban los platós y las risas enlatadas y se abrazaba el realismo, las localizaciones y las técnicas documentales, a la vez que las tramas se serializaban y el componente metalingüístico se convertía en herramienta indispensable para la búsqueda de la carcajada. Arrested Development (2001-2003) y más tarde The Office (2004-) sembraban el germen de la nueva comedia. La FOX, y sobre todo la NBC, mimaban sus sitcoms -y dejaban el término obsoleto- mientras el resto de cadenas hacían lo propio con sus dramas. Sin embargo, la reputación de la comedia no ha logrado alcanzar en ningún momento a la que convirtió al drama en el principal representante de la Tercera Edad Dorada de la Televisión.

El activismo con el fin de revindicar una comedia es algo relativamente nuevo -de la exclusividad de la ciencia ficción ha pasado a ser un elemento de cualquier serie de culto en peligro. Mientras muchos asumen que este género siempre llevará asociado cierto menosprecio, otros están convencidos de que de vez en cuando surge un producto televisivo por el que merece la pena pelear con uñas y dientes. Como decíamos, si en los noventa Friends nos hacía sentir inteligentes y conectados con el mundo a nuestro alrededor –aunque fuera un constructo completamente falso-, una serie como Community nos incluye de lleno en su maquinaria narrativa sin descuidar en ningún momento lo más importante: la risa. ¿Comedia inteligente? Más bien comedia superdotada –y sobrada, por qué no decirlo. Es más, estamos ante uno de los frentes más importantes de la revolución de la comedia. Que te encanta Fraiser, ¿dices? Amigo, el siglo XX acabó. Actualízate.

Community plantea un enorme desafío para el espectador que sintoniza esporádicamente. A pesar de estar profundamente cimentada en la comedia de situación canónica –la más episódica, la que permite alterar el orden de los episodios sin perderse demasiado en la trama-, su elevadísimo componente autorreflexivo la convierte en una serie que debe experimentarse desde el comienzo y sin saltarse un solo episodio. La razón es simple: del momento más insignificante, del chiste más breve, del acontecimiento más trivial puede surgir un gag recurrente o una trama que se prolongue a través de los años. Este necesario compromiso se convierte pronto en placer. Y si no se trata con contención, corre el peligro de dar paso a la enfermedad, a la obsesión. Community crea monstruos. Y si no lo creéis, que Internet os lo demuestre.

Pero, ¿de qué va Community? Podríamos responder a esta pregunta claudicando ante la ambiciosa –y bendita- pretensión de su creador, Dan Harmon: Community habla de la televisión, a grandes rasgos. Y de la vida, a rasgos aún más grandes. Sin embargo, intentaré ser algo más específico por una vez en mi vida, para que sepáis de qué va la cosa realmente. Community es la historia de siete seres entrañablemente defectuosos que van a parar a un centro de formación profesional, Greendale, tras una serie de experiencias fracasadas en la vida. Representando un ecléctico abanico de edades, razas y pasados, los siete protagonistas forman un grupo de estudio para superar el primer curso de español -imprescindible la versión original. Las alianzas, relaciones y amistades que se forjan los convierten en mucho más que compañeros de estudios y les llevan a conservar el grupo mientras estudien en Greendale.

Explicitando en todo momento sus inabarcables referentes –el piloto acaba con una dedicatoria a John Hughes-, Community evoluciona muy pronto hacia un producto tan complejo como satisfactorio –en gran medida debido a esa complejidad. Quizás el referente más certero sea la época dorada de Los Simpson, que demostró que es posible narrar prodigiosamente historias elaboradas y ramificadas en veinte minutos y hacer reír a carcajadas como si no costase nada -cuando todos sabemos que escribir comedia es muy difícil. El promedio de chistes por minuto en Community es muy similar al de Los Simpson. Tanto que es muy posible perderse más de uno mientras nos recuperamos del anterior. No hay espacio para las risas enlatadas, no solo porque sea una comedia single-cam -tendencia ya habitual-, sino porque para insertarlas habría que sacrificar demasiados chistes. Por otro lado, al igual que la serie de Matt Groening, una de las mayores virtudes de Community es su envidiable manejo de la cultura popular, así como una apabullante capacidad para analizar el comportamiento social y el funcionamiento de la mente humana. ¿Recordáis ese momento de La historia interminable en el que Bastian y Atreyu se ven reflejados en el mismo espejo, el que les muestra cómo son en realidad? Pues bien, nosotros somos Bastian y en el espejo vemos Community. Sí, es así de buena. “Escribe Community y échate a dormir” debería ser una expresión popular. Por todo esto, la serie de Dan Harmon es el sueño húmedo definitivo del verdadero geek moderno –¿The Big Bang qué?

El detallismo enfermizo de la serie es una de las razones por las que sus fans responden con el mismo grado de compromiso y demencia. Cuando el pasado diciembre la NBC anunciaba que la retiraba de su parrilla por un tiempo indefinido, los seguidores de Community se echaban a las calles –virtualmente hablando- con antorchas y horcas. No quemaron nada, pero lograron que la serie obtuviera la reputación y trascendencia que llevaba pidiendo desde su primera temporada: acabó en la portada de TV Guide tras ser elegida la favorita de los fans; los internautas popularizaron el hashtag reivindicativo #sixseasonsandamovie –a partir de una referencia a The Cape por parte del personaje más meta de la historia de la televisión, Abed Nadir- y emperadores geek como Nathan Fillion apoyaban la causa expresando su deseo de participar en la serie. Tras tres meses haciendo incluso más ruido que cuando estaba en antena, Community regresa a las pantallas esta misma noche. Son muchos –entre ellos su creador y sus intérpretes- los que dan por segura una cuarta temporada, pero las audiencias serán el barómetro definitivo –aunque no definitorio- del alcance del fenómeno.

Community es una gran carta de amor a la televisión, y a los telespectadores. Es justo que respondamos a esa carta con la misma pasión enloquecida. Un episodio íntegramente rodado en animación stop-motion, una vuelta de tuerca al clásico capítulo recopilatorio –formado a base de recuerdos inéditos y nuevas perspectivas de escenas ya vistas-, un western, una parodia de Space Camp –las referencias en Community alcanzan objetos de la cultura pop hace tiempo condenados al ostracismo-, un “bottle episode” que se autodefine como tal, un homenaje a las películas de zombis o un episodio con siete realidades alternativas. Las razones para ver Community son tan numerosas como las inagotables ideas que componen sus temporadas. Pero, sin duda, las más importantes son siete: Jeff, Britta, Annie, Pierce, Shirley, Abed y Troy. Os invito a conocerlos –y por lo tanto a amarlos. O si lo preferís, podéis engancharos a Cougar Town. Como queráis, Abed approves.