Hola, me llamo Pedro y soy adicto a UnREAL

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Inaugurada oficialmente la temporada estival, los serieadictos buscamos desesperadamente la nueva ficción que nos mantenga refrescados y distraídos durante estos horribles meses de calor y horas bajas catódicas. El año pasado se nos acabó True Blood (menos mal), Teen Wolf ya no nos hace el papel, True Detective se ha capuzado en el comienzo de su segunda temporada. Además, lo que nosotros buscamos es lo que se dice un buen guilty pleasure (término que uso solo como descriptor de un tipo de televisión, no porque lo menosprecie o de verdad me sienta culpable viéndolo), un pasatiempo que distraiga y enganche, para ver a la bartola bebiendo una limonada. A simple vista, UnREAL encaja en esta descripción, pero el nuevo drama de Lifetime es mucho más y mucho mejor de lo que parece. Como diría una de sus protagonistas, Quinn King: “this is good tv!”

Lifetime no tiene una reputación muy buena que digamos en lo que se refiere a sus ficciones de producción propia. La cadena es conocida sobre todo por sus TV movies (el término “Lifetime Movie” es toda una institución en USA), series de usar y tirar, y realities. Por eso sorprende encontrarse con un producto como UnREAL en su parrilla de programación, un culebrón vestido de quality television que combina muy inteligentemente lo mejor de ambos mundos. La serie está creada por Marti Noxon (Buffy, cazavampiros, Mad Men) y Sarah Gertrude Shapiro, y se basa en el cortometraje de esta última Sequin Raze, en el que ficcionalizaba su experiencia como productora en el popular concurso reality The Bachelor, donde trabajó de 2002 a 2004. UnREAL adapta la idea al formato serial y nos deja echar un vistazo a los entresijos de este tipo de programas de no-ficción, destapando la manipulación y el engaño que hay detrás de lo que vemos en televisión.

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En UnREAL, Noxon y Shapiro ponen un pie en el drama de calidad actual y otro en los mismos realities que diseccionan, para hallar el punto medio entre el carácter reflexivo y centrado en los personajes de un género y la adrenalina y el morbo voyeur que conlleva el otro. El resultado es un producto incisivo, astuto y sobre todo adictivo que parece decirle a Aaron Sorkin: “Así se hace, amigo”. Porque UnREAL puede recordar a Studio 60 o The Newsroom, ya que pretende hacer con los realities lo mismo que Sorkin intentó hacer con los programas de humor y los noticiarios, pero sin prepotencia o exceso de moralina. Así, arrojando luz (pero sobre todo sombra) tras las cámaras de Everlasting (programa ficticio parodia de The Bachelor) la serie da en el clavo en su cínica crítica a la telerrealidad y el circo que hay detrás, protagonizado por fieras sin escrúpulos ni baliza moral para los que todo vale con tal de ganar audiencia. Es cierto que UnREAL puede ser algo exagerada y artificiosa en ocasiones (obviamente Noxon y Shapiro agrandan la realidad en pos del drama), pero sabe provocar y manipular al espectador sin tratarlo con condescendencia, incluyéndolo en todo momento como parte del juego que propone y manteniéndose siempre en el área gris (aquí no hay héroes y villanos en el sentido clásico).

UnREAL cuenta con todas las armas necesarias para secuestrar al espectador y no dejarlo escapar: rivalidad, traición, romance, amistad, desequilibrio mental, sexo, y carnaza de primera para alegrarnos la vista. Su ritmo acelerado y su gran sentido de la oportunidad para el drama hace que los episodios (de 45 minutos de duración) se pasen en un suspiro y queramos siempre más (yo me zampé los cinco primeros seguidos sin apenas pausa); los personajes están muy bien dibujados y a lo largo de los capítulos se les van añadiendo capas que los hacen cada vez más interesantes; y el casting es sencillamente perfecto: Shiri Appleby y Constance Zimmer personifican la dicotomía moralidad-amoralidad que define la serie y se comen la pantalla a bocados (Rachel y Quinn son ya dos de los personajes televisivos del año), Freddie Stroma sorprende con un papel que va más allá del man-candy, y los secundarios forman un plantel muy ecléctico de personajes. Tenemos un blanco perfecto para nuestro odio, Shia (Aline Elasmar), un ¿príncipe azul? que el pueblo quiere para la protagonista (y para nosotros/as), Jeremy (Josh Kelly), una becaria puteada que se convierte en broma recurrente y promete sorpresas, un jefazo desastrado en plena crisis de mediana edad (Craig Bierko), y todo un ejército de personalidades femeninas (las concursantes del programa) que no permiten ni un segundo de aburrimiento. Todo esto hace de UnREAL una verdadera serie social, de esas que ves y necesitas comentar con todo el mundo.

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Aunque no llega a los niveles de explicitud HBO, Starz o Showtime, UnREAL es una ficción atrevida y provocadora que no tiene miedo a ponerse demasiado oscura y cruda a veces para reflejar el despiadado mundo de los realities y las cadenas de televisión -donde el racismo, el sexismo o las tragedias personales son algunas de las herramientas de trabajo de los productores. Esta serie va más allá de las apariencias, y no solo en su labor de desmitificación de estos programas, sino como producto televisivo en sí. UnREAL se presenta como un placer culpable (aunque sabe que no lo es), te pide que bajes la guardia y entonces te golpea con grandes momentos de drama, mordaces reflexiones o escenas de sorprendente profundidad y emoción. Es un behind the scenes fascinante (incluso para los que no han visto un reality en su vida), un drama absorbente y una auténtica droga televisiva, todo a la vez. Está claro, UnREAL es la nueva serie del verano.