Crítica: Snowpiercer (Rompenieves)

Snowpiercer Chris Evans

Tras un fallido experimento científico diseñado para acabar con el calentamiento global, la Tierra se ha convertido en un gran erial blanco sin vida, sumergido en una nueva era glacial. Los últimos seres humanos que quedan en el planeta viven, sobreviven o malviven en el único tren en funcionamiento, el Rompenieves (Snowpiercer), una impresionante máquina de última generación que da la vuelta al mundo sin detenerse y cuyo ciclo de rotación dispone el calendario para sus habitantes. Están segregados en los distintos vagones del tren, organizados para suministrar las necesidades básicas para la vida en un ecosistema artificial; y divididos de manera que la clase explotada sufre hambre y frío en la cola y la clase alta disfruta de una vida de exceso y privilegio en los primeros vagones. Movido por el deseo de conocer los secretos del tren y liberar a los suyos del yugo de la dictadura, Curtis (Chris Evans), se embarcará en una aventura que le llevará de la cola hasta la sala de máquinas del tren.

guia.inddTanto el relato como el imponente acabado visual de Snowpiercer recuerdan al Terry Gilliam de Brazil y 12 monos -aunque el cómic en el que se basa es anterior. Remontándonos aún más en la historia del sci-fi, Joon-ho Bong, aclamado director de The Host y Memories of Murder dispone las capas de la sociedad de clases de manera que su film también evoca necesariamente al mundo de Metrópolis de Fritz Lang, solo que la sociedad de Snowpiercer se estructura de manera horizontal en lugar de vertical. La película propone un fascinante microcosmos sociopolítico condensado y estratificado que Bong levanta a partir del cómic homónimo de Jacques LobJean-Marc Rochette y Benjamin Legrand. Este erige un universo increíblemente rico en detalles, habitado por personajes excéntricos -de los que destaca la divertidísima Mason, una impresionante nueva transformación física de Tilda Swinton-, y cuya inventiva y originalidad es directamente proporcional a las restricciones y trabas que supone una propuesta de estas características.

Quizás puede echársele al film cara una excesiva duración (tengo mucha curiosidad por saber si la versión recortada de los Weinstein suple este problema), que hace que se resienta sobre todo en su excesivamente alargado clímax, y carga la historia de más peso filosófico y melodramático del que puede aguantar. Por muy necesarias que sean todas esas reflexiones trascendentales y existencialistas para dotar de sentido completo a la película, estas acaban lastrando el ritmo, y haciendo que el final parezca no llegar nunca. Algo perdonable en cualquier caso, porque Snowpiercer es una obra magna, increíblemente ambiciosa y arriesgada, un trabajo de orfebrería fantástica cuyos fallos y aciertos la convierten en una película única. A lo largo del tren, vagón a vagón, Snowpiercer nos involucra a base de acción de primera, afiladísima sátira y sorprendente sentido del humor -atención a la secuencia del vagón escuela-, en una apasionante lucha de clases, conduciéndonos en última instancia hacia el declive de la raza humana. No cabe duda, Snowpiercer es ciencia ficción distópica en su forma más perfecta.

Valoración: ★★★★

¡SORTEO! Consigue ‘LA CABAÑA EN EL BOSQUE’ en Blu-ray (Sorteamos 2 copias)

Este sorteo ya ha finalizado. Atentos a fuertecito no ve la tele para futuros sorteos.

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LA CABAÑA EN EL BOSQUE estará disponible en Blu-ray y DVD a partir del 11 de diciembre. Gracias a GOOD FILMS y La Aventura Audiovisual podemos añadir una de las películas del año a nuestra videoteca. La cabaña en el bosque (The Cabin in the Woods, 2012) se ha convertido en una de las cintas de culto más importantes de los últimos años y viene avalada por el nombre de Joss Whedon en labores de guion y producción, además de estar dirigida por Drew Goddard (Buffy cazavampiros, Guerra Mundial Z).

Si queréis conseguir LA CABAÑA EN EL BOSQUE en Blu-ray, leed atentamente las bases:

Para celebrar el lanzamiento de La cabaña en el bosque por primera vez en España fuertecito no ve la tele el 11 de diciembre, GOOD FILMS y La Aventura Audiovisual queremos regalar la película a dos de vosotros.

PARA ENTRAR EN EL SORTEO de uno de los dos Blu-ray de LA CABAÑA EN EL BOSQUE que sorteamos lo único que tenéis que hacer es dejarnos un comentario en esta entrada respondiendo a la siguiente pregunta:

¿Con qué criatura fantástica o asesino en serie del cine de terror os gustaría veros las caras en la cabaña (aunque no salgáis vivos del enfrentamiento)?

 

También podéis participar desde la página de Facebook de fuertecito no ve la tele. Tenéis que dejarnos vuestra respuesta en ESTA FOTOParticipar en ambos sitios duplica las oportunidades de conseguir el premio.

De entre todos los participantes en el blog y en Facebook se elegirán dos ganadores al azar que recibirán en su casa una copia en Blu-ray de LA CABAÑA EN EL BOSQUE cada uno, sin gasto alguno por su parte. No olvidéis incluir vuestro correo electrónico en el formulario de respuesta del blog (no aparecerá público). En Facebook no es necesario. Solo contará una participación por dirección IP

El sorteo finaliza el viernes 13 de diciembre de 2013 a las 23:59 (hora peninsular española). El ganador será anunciado a lo largo del fin de semana posterior en nuestra página de Facebook (aseguraos de que sois seguidores para estar al tanto de todo; No es un requisito para participar, pero seguro que no os arrepentís :P).

Importante: concurso exclusivo para residentes en territorio español. ¡Mucha suerte!

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La cabaña en el bosque es uno de los mejores estrenos del año según FNVLT, una absoluta gozada de género que mejora con cada visionado. Recientemente estrenada en cine en nuestro país, la película de Goddard ha disfrutado de una gran recepción por parte de la crítica, consolidándose como una de las películas de terror fantástico más importantes de los últimos años. Estas son algunas de las cosas que dijimos sobre La cabaña en el bosque cuando se estrenó:

“A estas alturas de la película, La cabaña en el bosque ya no es solo una revelación de culto, sino que va camino de convertirse por derecho propio en un clásico“.

La cabaña en el bosque es una comedia de terror (con un pie en el sci-fi) que desarma los mecanismos argumentales del género en un astuto ejercicio de deconstrucción (o autopsia) narrativa. Aportando una visión fresca y original como hiciera Pesadilla en Elm Street (Wes Craven) en los 80, o revitalizando el género con altas dosis de sátira y humor meta, como Scream en los 90 (también de Craven), La cabaña en el bosque aporta una nueva perspectiva que reajusta nuestras expectativas (no sin antes manipularlas habilidosamente) y condiciona toda la producción terrorífica posterior”.

“[Whedon y Goddard] se adueñan de todos, absolutamente todos, los lugares comunes del slasher, y orquestan un inteligente espectáculo de tramoya que no cesa en ningún momento de sorprender y sublimar“.

Podéis leer la crítica completa aquí.

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Recordad, LA CABAÑA EN EL BOSQUE está disponible en Blu-ray y DVD a partir del 11 de diciembre de 2013. A continuación tenéis los detalles del lanzamiento:

La cabaña en el bosque Blu ray EspañaCaracterísticas técnicas:

Contenido: 1 disco
Imagen: 2.40:1 1080p
Audio: Inglés (Dolby Digital 5.1), Castellano (Dolby Digital 5.1)
Subtítulos: Castellano

Contenidos adicionales:

  • Making of – No somos los que somos (28 min).
  • El almacén secreto – Visita con Joss Whedon y Fran Kranz por el set de rodaje (13 min).
  • Ejército de pesadillas – Maquillaje y efectos animatrónicos (12 min).
  • Terror primario – Efectos especiales (12 min).
  • Tráiler.

Crítica: El juego de Ender (Ender’s Game)

ENDER'S GAME

Intentar adaptar al cine una novela muy querida es un acto temerario que, de salir adelante, se enfrentará sí o sí a la ira de una fracción del colectivo de fans de la obra en cuestión. Es el caso de El juego de Ender (Ender’s Game), el famoso libro de ciencia ficción escrito por Orson Scott Card hace ya casi tres décadas. El proyecto cinematográfico basado en la novela lleva muchos años intentando salir a la luz. La dificultad de trasladar a la pantalla la carga filosófica y los pensamientos de su protagonista, Ender Wiggin, hacían que el propio autor considerase que la novela era intraducible al lenguaje cinematográfico. Hasta ahora. Después del largo y tortuoso camino, El juego de Ender llega por fin a su destino: los cines de todo el mundo. Yo no he leído la popular novela de 1985 que adapta la cinta de Gavin Hood (realizador de X-Men Orígenes: Lobezno), por lo tanto mi perspectiva es la de espectador de cine que valora la película por sí misma, y no como adaptación.

Dicho esto, quizás el mayor problema de El juego de Ender sea precisamente que, aunque no se esté familiarizado con el material de referencia, salta a la vista en todo momento que la historia de Ender Wiggin ya ha sido contada anteriormente, y estamos asistiendo a una versión condensada de la misma. A pesar de que Hood realiza los pertinentes cortes para ajustarla al metraje de dos horas, o quizás por ello, su película adolece de un extraño sentido del ritmo, causado indudablemente por la dependencia de la novela. El comienzo del film transcurre de manera precipitada, sin aportar suficiente información (la exposición es confusa y falta contexto), sin dar tiempo para que los personajes (sobre todo el protagonista) se asienten en el relato antes de dar comienzo la acción. Por el contrario, una vez Ender llega a la Escuela de Batalla, asistimos a numerosos pasajes en los que el tiempo se dilata en exceso haciendo que la película parezca una eterna introducción.

ENDER'S GAME

Con El juego de Ender, Hood intenta levantar un puente entre la ciencia ficción más sesuda y el entretenimiento puro, obteniendo un resultado irregular. La película es un lustroso y espectacular sci-fi militar protagonizado por niños del que subyace una estimulante y ocasionalmente provocadora reflexión sobre la guerra (precisamente por la edad de los cadetes). El apartado técnico y visual es sobresaliente, los efectos digitales consiguen que algunas escenas en la Sala de Batalla dejen sin aliento, y el niño protagonista, Asa Butterfield, hace un trabajo soberbio con su personaje, sacando máximo provecho de la logística en la que se desenvuelve (atención a la impactante escena en las duchas); no así el resto de personajes, bastante desdibujados, en especial los adultos (Harrison Ford y Viola Davis pasaban por ahí). Sin embargo, a El juego de Ender le cuesta mucho mantener el interés y se pierde en incontables escenas de entrenamientos y simulacros que, a pesar de cumplir su función de mostrarnos la superdotada psique de Ender, lastran inevitablemente la narración.

Se nos recuerda constantemente que “hay que estar preparado para cuando llegue la batalla real“, dejando claro en todo momento que El juego de Ender no es una cinta de acción al uso, y que lo importante no es la batalla en sí, sino la mente de Ender, y su apasionante proceso de aprendizaje. Pero no es suficiente. El polémico final de El juego de Ender justifica todo lo ocurrido hasta el momento, y mediante un genial golpe de gracia, aporta una nueva e interesante perspectiva que aumenta su valor de revisionado (quizá esta sea una de esas películas que mejoran cuanto más se ven). No obstante, un gran desenlace como el de esta película puede justificar su estructura en mayor o menor medida, pero no compensa la mala gestión narrativa con la que se ha acometido la historia. Por esta razón, aunque no hayamos leído la novela, al final no podemos evitar plantearnos si adaptar El juego de Ender fue una buena idea.

Valoración: ★★★

Crítica: Elysium

Matt Damon

Con la aclamada Distrito 9 (2009), Neill Blomkamp se ganó a pulso el apelativo de “gran esperanza de la ciencia ficción“. Cuatro años después, el realizador surafricano regresa con una propuesta similar a su ópera prima en muchos aspectos, con el mismo espíritu creativo e incendiario, pero con presupuesto y estrellas de Hollywood. Gracias a Elysium, Blomkamp se confirma como un gran artesano del sci-fi, uno capaz de levantar un (otro) rico y complejo futuro distópico desde cero. Sin embargo, el director no se ha deshecho de los preocupantes vicios que dejaba entrever con su primera película, permitiendo que el interesante planteamiento se difumine en la peor de las demagogias.

Como cinta de acción futurista, Elysium es una obra ciertamente notable. Blomkamp se reafirma en su gusto por el paisaje sucio y árido, por el realismo salpicado de tecnología premonitoria, (por hacer saltar a personas en añicos por los aires), pero esta vez construye un aséptico y CartelCine ELYSIUM TRZ.aiorganizado universo paralelo para potenciar los acusados contrastes de su relato. La estación espacial-barrio residencial Elysium -que bien podría haberse llamado Arcadia, aunque al caso es lo mismo- es la tierra prometida para los ciudadanos que, por falta de recursos, están condenados a vivir entre las ruinas del planeta, como si del futuro de Wall-e se tratase -o el de Oblivion, con el que la película guarda más de un parecido. Elysium lo deja claro en todo momento: los ricos se salvan, los pobres se mueren. Y para garantizar que esto se cumple (y que a nosotros nos queda claro el mensaje) tenemos a la Secretaria de Estado Delacourt, el personaje de Jodie Foster, una villana en la línea de la Charlize Theron de Prometheus. Es decir, mala porque sí. Alegoría de la corrupción en las organizaciones gubernamentales a la que solo le falta frotarse las yemas de los dedos mientras descarga una carcajada de mala malísima.

Una de las funciones más básicas de la ciencia ficción -además de la escapista- es la social. El sci-fi más serio suele elaborar un comentario de la situación socio-política presente a través de la hipérbole high-tech y la profunda segmentación de clases en el futuro, a modo de advertencia sobre lo que se nos podría venir encima si seguimos así. Como diría Frank Herbert, “la función del género no es siempre predecir el futuro, a veces se trata de prevenirlo“. En este sentido, Elysium va sobrada de metáforas que aluden directamente a problemas que azotan a la sociedad norteamericana en la actualidad, en concreto a la cuestión de la sanidad públicalos absurdos de la burocracia o la inmigración (en Distrito 9 eran alienígenas, esta vez son terrícolas, pero todos cumplen exactamente la misma función). El problema es que Blomkamp no es capaz de encontrar el equilibrio entre escapismo y denuncia. En Elysium, la acción está siempre al servicio del evidente y taladrante discurso antisistema, y esto acaba sumiendo la película en el panfletismo más alarmante.

Jodie Foster

Afortunadamente, Blomkamp se encarga que nos divirtamos en todo momento, trata el género y a sus aficionados con el respeto y la dedicación que se merecen, construyendo a priori un ejemplar blockbuster pensado para el espectador adulto -es decir, sin cortapisas de estudios para rebajar el Rated R. Muy bien hasta que lo estropea todo cuando no nos deja pensar por nosotros mismos. En Elysium, los buenos son muy buenos: o masa de víctimas sin rostro, o “últimos héroes americanos” como el Max de Matt Damon, uno de esos everyman que salvan, y alteran el orden mundial con sus dos manitas -y alguna que otra mejora cibernética. Y por supuesto, los malos son malísimos. La teatralidad y el maniqueísmo con el que se construyen tanto a villanos como a héroes está al servicio de la metáfora sci-fi, para que la moraleja de este cuento quede bien clara en todo momento. Pero, ¿es necesaria tanta afectación para hacer llegar el mensaje? Si Blomkamp hubiera refrenado levemente estos impulsos combativos, si hubiera menospreciado un poco menos la inteligencia del espectador, Elysium no habría derivado en un producto tan convencional, e incluso irritante, y podríamos disfrutarla sin distracciones como la gran cinta de acción que es.

Oblivion: el batallón de limpieza de Tom Cruise

Oblivion (Joseph Kosinski, 2013)

El secretismo y la expectación levantada alrededor del nuevo filme de Joseph Kosinski (TRON: Legacy) ha convertido Oblivion en una de las películas más esperadas de la temporada. Desde luego, la campaña de márketing en la que Universal se ha enfrascado ha sido más que efectiva. Pero, ¿merece Oblivion todo el hype -autobombo puro- que ha tenido? La respuesta, en mi opinión, es un rotundo no.

El mayor interés de Oblivion reside en la espectacularidad de sus paisajes. Los naturales -gran parte del rodaje tuvo lugar en Islandia, donde se recreó una Manhattan desolada y enterrada tras una guerra con los alienígenas; Los artificiales -el diseño de producción de Darren Gilford, y en concreto la aséptica casa de estrella de Hollywood en la que viven Jack (Tom Cruise) y Victoria (Andrea Riseborough); Y por último los sonoros -la estimulante banda sonora de M83 y Joseph Trapanese, que fusiona tradición orquestal con elementos electrónicos. En general, Oblivion sigue al pie de la letra el manual de la ciencia ficción más minimalista, haciendo fácil la tarea de identificar sus mayores referentes: desde la obvia y confesa inspiración de 2001: una odisea del espacio, hasta la más acertada comparación con (la mucho más interesante) Moon, de Duncan Jones, pasando por el Spielberg de los actos primero y último de A.I. Inteligencia Artificial.

Sin embargo, lo verdaderamente importante, la historia, no está a la altura del acabado técnico. Con un arranque prácticamente calcado al de WALL·E -de la que podía haber aprendido también que a veces es mejor que los personajes no digan nada-, nos sumergimos en un escenario postapocalíptico en el que un hombre -que se autodenomina “limpiador” en cierto momento- se encarga de proteger un rincón de la Tierra del que aun se pueden aprovechar recursos naturales. Como el pequeño y entrañable robot de Pixar -pero mucho menos expresivo- Jack realiza un reconocimiento rutinario cada mañana, supervisado por su compañera Victoria. Dos personajes atrapados en una suerte de bucle temporal. El tiempo es precisamente uno de los principales leit-motifs de la película, que nos plantea una realidad cuyos cimientos se tambalean por los recuerdos de una vida pasada que se empeña en regresar a la mente de Jack -nosotros los vemos a modo de flashback en blanco y negro. Así, Oblivion se adscribe también al sci-fi existencialista que popularizó Matrix, el que cuestiona los límites entre la realidad y la fantasía, y que Kosinski ya practicó en TRON -aunque su discurso se pasase por alto.

Las posibilidades que brinda el género son completamente desaprovechadas en un guion evidente y carente de ambición. Oblivion subestima completamente al espectador al creer que este no predecirá en todo momento sus supuestamente sorprendentes giros argumentales. Lo peor es que la tensión se dilata de tal manera que cuando Kosinski se decide a insertar sus golpes de efecto, ya es demasiado tarde. El aturullado e insatisfactorio desenlace es la prueba final de que la única aspiración de Cruise y Kosinski era construir un festín visual -carne de IMAX– y un vehículo de dignificación y gloria para el dañado actor.

(Las interpretaciones de la película bien merecen un epílogo: Un Cruise temeroso y aburrido, que parece evitar movimientos interpretativos bruscos, no solo porque su personaje se lo pida, sino porque sabe que su imagen pública ha perjudicado su credibilidad como actor; una Olga Kurylenko impávida e inerte -aunque preciosa-, demostrando una vez más que NO es actriz. Y un reparto de secundarios trágicamente desaprovechados: Melissa Leo a través de una pantalla, Nikolaj Coster-Waldau y Zoe Bell con menos personalidad que un Stormtrooper, y Morgan Freeman en el papel más tópico de la película. Solo se salva Riseborough, como diva gélida y zorra celosa de culebrón).

 

Crítica: The Host (La huésped)

Cuatro son compañía

La de ideas desaprovechadas que, con el tono adecuado, podrían haber dado como resultado una cinta inolvidablemente camp. Pero no, The Host (La huésped) se queda en simplemente olvidable, y no lo suficientemente camp (que es mucho peor que totalmente camp).

The Host es otro triángulo (o más bien cuarteto) amoroso de la marca Stephenie Meyer que como su anterior trabajo, La Saga Crepúsculo, engatusa y lobotomiza con una historia de pasión reprimida y amor más grande que el universo, y que además esta vez viene disfrazada de gran fábula humanista. Por eso contaron para la escritura y la realización de la película con Andrew Niccol (pobre), que tiene experiencia en la ciencia ficción más existencialista –Gattaca, el guion de El show de Truman.

Esta vez, Meyer nos propone una historia más “adulta” (son sus palabras, no las mías) que el vampírico romance de Bella y Edward, aunque sus protagonistas sigan siendo más o menos adolescentes. El componente “maduro” (esto lo digo yo, pero el entrecomillado es necesario) lo aporta una serie de ideas sobre la deshumanización a la que nos dirigimos irrefrenablemente, la identidad como arma contra la pérdida de la libertad, y en última instancia, la importancia del amor para salvarnos. Sin embargo, el habitualmente confuso y contradictorio discurso de Meyer impide que estas ideas lleguen a tener un mínimo impacto.

No faltan los mensajes ¿feministas? y conservadores (claro que luego es todo un putiferio) y una extraña apología del suicidio que aunque se retracte, ahí queda. Lo de Meyer, efectivamente, es de otro mundo. Sin embargo, lo que salva The Host es que, en el fondo, es toda una screw-ball comedy. Una involuntaria, por supuesto. Los mejores momentos de esta hormonada cinta futurista nos los dan las discusiones dentro de la cabeza de Melanie Stryder -una inerte Saoirse Ronan– y los tórridos encuentros de esta con el chico que está enamorado de ella y el que está enamorado de Wanda, el extraterrestre que ocupa su cuerpo -¡Qué lío!, como diría Maruja. Es en esta retorcida y moralmente ambigua relación a cuatro bandas donde se encuentra la mayor baza de The Host, que como era de esperar, no es recomendable tomarse demasiado en serio si se quiere disfrutar de alguna manera.

10ª Muestra SyFy de Cine Fantástico: Primera jornada

Un día después del preestreno oficial en Callao de Oz, un mundo de fantasía (Oz: The Great and Powerful, Sam Raimi, 2013) –aquí podéis leer mi crítica-, la 10ª Muestra SyFy de Cine Fantástico inicia su primera jornada maratoniana de películas fantásticas, de ciencia ficción y de terror. La anfitriona de este año ha sido “un monstruo de dos cabezas”. Macarena Gómez sustituyó el jueves 7 a Leticia Dolera en las labores de presentación de la Muestra, con una respuesta más bien negativa por parte del público en la sala -claro que la respuesta a Oz más tarde fue peor. Una desubicada Macarena, que se saltó el guion en pos de una improvisación que hizo taparse la cara a más de uno -y mira que el público de #LaMuestra absorbe la vergüenza ajena con más temple que el público “normal”- se midió en aplausos con la que ha sido casi todos los años la reina del festival, y lógicamente, salió perdiendo.

El viernes 8 de marzo Dolera acudía al rescate, y la cosa mejoraba considerablemente. Juntas hicieron pasar un buen rato lleno de aseveraciones tan elegantes y reivindicativas como “A [REC]3 le dieron ocho Goyas como ocho pollas“. Con esta frase, Dolera incitaba una protesta en contra de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España, que suele ignorar el cine de género en sus nominaciones a los rancios premios Goya. Entre poesía (“Canino: pa tu culo mi pepino”), objetos perdidos (Dolera aprovechó una de las presentaciones para buscar al dueño de un ticket de parking perdido) y la visita de Eduardo Casanova y Ana Polvorosa -que venían a presentar el corto Amor de madre, transcurrió un completo primer día de #LaMuestra. Desde las 17:00 hasta las 2 de la madrugada pudimos ver cuatro películas y un cortometraje que os comento a continuación:

Kenshin, el guerrero samurái (Rurôni Kenshin: Meiji kenkaku roman tan, Keishi Ohtomo, Japón, 2012)

Fiel adaptación del popular manga de Nobuhiro Watsuki, que gozó en los 90 de un gran éxito mundial, durante la época dorada del cómic japonés. En España alcanzó una gran popularidad sobre todo gracias a su versión anime. En esta ocasión, la historia del menudo y afeminado vagabundo samurái cobra vida a través de personajes en carne y hueso y el tratamiento de superproducción nipona. Sin embargo, Kenshin, el guerrero samurái es una película de dos horas y media que trata de condensar el mayor número posible de elementos del manga, y falla por no esforzarse un poco más en la historia que se cuenta (que se puede resumir con el insistente y simplón mensaje “matar no está bien”). Gustará a aficionados del cine moderno de samuráis, y por supuesto a los fans del manga y el anime en el que se basa, que encontrarán sin duda una gran satisfacción en ir reconociendo a sus personajes y tramas a lo largo del metraje. Claro que su ritmo exasperante y su constante divagación narrativa pueden hacer que hasta el más fan de Rurouni Kenshin pierda el interés continuamente. Si se busca un buen filme de samuráis contemporáneo, acúdase mejor a Takashi Miike.

Grabbers (Jon Wright, Irlanda, 2012)

Wright nos propone un homenaje a las películas ochenteras de invasión extraterrestre y bichos asesinos con una historia sobre una especie de seres alienígenas (anos gigantes con tentáculos) que llegan a un pueblo costero irlandés sedientos de sangre. Dos policías se encargarán de librar a los habitantes de la plaga que los acecha con la ayuda de un gran descubrimiento: la kryptonita de los grabbers (trincadores en su versión subtitulada) es el alcohol. Imaginad, irlandeses borrachos contra alienígenas asesinos. El resultado está a la altura de la propuesta (a pesar de un inicio preocupantemente soso), y Grabbers divierte y hace reír gracias a magníficos gags y el buen hacer de los intérpretes. En la línea de Attack the Block (Joe Cornish, 2011), la película de Wright da la sensación de no tomarse nunca en serio, pero en el fondo sabemos que estamos viendo algo más que un subproducto: Grabbers tiene momentos de auténtica inspiración cómica. A destacar la química de la pareja protagonista –Richard Coyle y una esplendorosa Ruth Bradley-, y la participación del siempre eficaz, siempre entrañable, Russel Tovey (Doctor Who, Him & Her y casi cualquier serie británica de los últimos 7 años). Por cierto, mirad el póster. Toda una declaración de intenciones, ¿verdad?

Amor de madre (Eduardo Casanova, España, 2013) / Boneboys (Duane Graves, Justin Meeks, Estados Unidos, 2012)

El cortometraje Amor de madre, dirigido por Eduardo Casanova y protagonizado por su amiga y compañera de reparto en Aída, Ana Polvorosa, es según palabras de su director, un melodrama trágico. Casanova debuta como director con un corto demasiado largo en el que se ponen de manifiesto todos los defectos del principiante, de los que el más irritante es la insistencia por que el espectador (re)conozca los referentes del realizador. Casanova nos dijo que le encantaría que el público jalease durante la película, “como en Cecil B. Demente. Pero lo que hizo el público fue resoplar, dormirse, y en última instancia gritar “¡vaya truño!” Pues eso, un desastre. Ah, y salen zombis. No sabemos por qué.

Nadie podía esperar lo que se nos venía encima a continuación con Boneboys, de la mano de Kim Henkel, productor y guionista de La matanza de Texas, sus secuelas y otras películas de terror parecidas. Cuando Boneboys comienza uno sabe que va a ver la clásica historia de adolescentes extraviados (en Texas, cómo no) que se convierten en víctimas de sádicos asesinos. La misma película de siempre, vamos. Y esto es cierto hasta que Boneboys abandona toda lógica cinematográfica y humana y se entrega por completo a la demencia más indescriptible (el torture porn es lo de menos). En serio, no es posible articular en palabras la locura que es esta película. Boneboys es básicamente otro remake de La matanza de Texas, pero con el absurdo, el bizarrismo y el exceso elevado a la millonésima potencia, un “¿QUÉ COÑO ES ESTO?” constante del que es mejor no saber nada antes de adentrarse en su mundo. Pero que no, no es posible describirlo, no lo es. Hay que verla para creerla. O para no creerla.

John Dies at the End (Don Coscarelli, Estados Unidos, 2012)

La nueva película de Don Coscarelli (El señor de las bestias, Phantasma) está basada en una novela de terror publicada originalmente en Internet por Jason Pargin (con el pseudónico David Wong), y es básicamente un cómic de Vertigo en movimiento. Pero uno con gracia. John Dies at the End parece a ratos una versión alucinada de Supernatural, pero es esencialmente un viaje psicotrópico deudor de Hunter S. Thompson, y en su defecto, de David Cronenberg. La película amalgama con ingenio y un gran sentido del humor una apabullante cantidad de ideas y motivos propios de la serie Z. El ritmo desfallece en su tramo final, pero John Dies at the End se las arregla para permanecer imprevisible y estimulante la mayor parte del tiempo. La primera película en diez años de Coscarelli es un ejercicio evidentemente autoindulgente que no oculta su deseo de recibir la categoría de película de culto, pero que, intenciones del autor aparte, la merece.