Crítica: Ocho apellidos catalanes

Ocho apellidos catalanes

Es el cuento de siempre. Una película se convierte en éxito sorpresa y hay que sacar adelante una secuela en tiempo récord para aprovechar el tirón mientras dure. Ocho apellidos vascos fue uno de los mayores fenómenos mediáticos del pasado año en nuestro país, un taquillazo tremendo que permaneció meses y meses en cartelera, ganándose el título de película española más taquillera de la historia. La secuela estaba cantada, y no había tiempo que perder. Apenas un año después llega a nuestras pantallas de cine Ocho apellidos catalanes, una segunda parte que, en lugar de aprender de los errores de la primera y aprovechar para pulir la fórmula, se limita a repetir la jugada, pero con más desgana y descuido. Una chapuza nacional que, más que un estreno cinematográfico, parece un episodio extendido de una serie de Tele 5 hecho en dos días y medio.

Lo más triste de todo es que, aun contando con un margen presupuestal mucho más amplio y sabiendo que la película será vista por millones de espectadores, se ha optado por abrazar la ley del mínimo esfuerzo (ese sentimiento tan español). Quizá porque saben (o creen) que el público ya está en el bolsillo y por tanto no hace falta elevar el listón. ¿Para qué esmerarse si la gente se la va a tragar igualmente, no? Con hacer lo mismo otra vez será suficiente, debieron pensar. Y bueno, si fuera solo eso, a lo mejor hasta tendría un pase, pero es que no solo es la misma “historia” (muy entre comillas, porque tampoco hay mucha que digamos) basada en topicazos trillados y clichés regionalistas, los mismos chistes manidos, los mismos gags otra vez… es que además es la misma película, pero peor hecha.

Dani Rovira Clara Lago

Si la primera entrega ya era facilona y tenía ese regusto a caspa telecinquera (no hace falta que os recuerde que la infame cadena está en la producción, ¿verdad?), Ocho apellidos catalanes es todavía más cutre. Repite Emilio Martínez-Lázaro en la silla del realizador, pero aquí se le olvida dirigir. La película está muy mal rodada, y peor montada (el raccord se lo pasan por el forro, con dos cojones). La recalcona música de Roque Baños parece sacada de un banco de sonido online. Hay primeros planos desenfocados, planos generales pixelados (¡No hay tiempo para renderizar, vamos!), caras borrosas entre las multitudes, y un acabado digital lamentable (esos planos aéreos del AVE que parecen un vídeo de YouTube con el HD quitado). Un despropósito que podría colar si fuera una serie (y ni eso, que ya hay muchas ficciones televisivas actuales que tienen mejor factura), pero que defrauda como sucesora del mayor taquillazo español de la historia. Que sabíamos que la película se había hecho deprisa y corriendo, pero no habría estado mal disimularlo o al menos intentar estar a la altura de las circunstancias.

Y sobre el guion, en el que repiten Borja Cobeaga y Diego San José, pues tres cuartos de lo mismo. Rutinario a más no poder, parece escrito sobre la marcha, y no saca provecho al tema tan jugoso que trata, el de la identidad cultural. No pretendemos que una comedia ligera como esta se ponga existencialista o políticamente incendiaria, pero no estaría mal ir más allá del chascarrillo obvio y las observaciones inofensivas y faltas de garra. Ocho apellidos… podría/debería ser la celebración de nuestra riqueza cultural, de las muchas Españas, y también la crónica de la tensión que se vive en nuestro país. Y aunque en teoría parece que quiere serlo, no tarda en achantarse y quedarse en su zona segura para no meterse en demasiados fregaos. Así, esta secuela no es más que una comedia romántica formulaica, que parte de la premisa (rápidamente agotada) de la boda que el ex novio debe detener a toda costa. Pero en realidad no hay una estructura narrativa definida, no hay coherencia ni finalidad, es solo una acumulación de chistes, frases graciosas, gags y situaciones típicas de vodevil sin orden ni concierto. Estaría mintiendo si dijera que no tiene momentos divertidos. Los hay, y bastantes (o suficientes), golpes ocurrentes y momentos de lucidez cómica que ayudan a sobrellevar el resto de la película, aunque en última instancia hagan pensar en lo que esta podría haber sido si el guion se hubiera trabajado un poco más.

Carmen Machi Karra Elejalde

Pero como en la primera entrega, son los actores los que salvan el día, concretamente los veteranos: Carmen Machi demostrando de nuevo su impecable timing cómico, y un (otra vez) divertidísimo y entrañable Karra Elejalde, seguramente el responsable de la mayoría de las carcajadas que se llevará la cinta. Por otro lado, Dani Rovira y Clara Lago han sufrido una involución como personajes (por llamarlos de alguna manera). Rovira se limita a repetir las mismas gracietas, esta vez haciéndose pasar por catalán en lugar de vasco (no llegamos a saber muy bien por qué), soltando palabras inventadas a diestro y siniestro (hasta que pierde la gracia) y navegando entre el encanto y la vergüenza ajena sin atracar en ninguno de los dos puertos. Por su parte, Clara Lago pierde entidad y presencia, funcionando casi exclusivamente como herramienta para desarrollar la historia. Es decir, Amaia aporta la premisa (la boda) y pasa a segundo plano, del que sale un par de veces para protagonizar alguna escena empalagosa con Rovira o para que alguien haga un chiste sobre su flequillo. Y precisamente uno de esos chistes lo deja caer, con la insolencia que la caracteriza, la gran Rosa María Sardá, cuya mera presencia ya eleva la película de categoría. La actriz catalana es uno de los fichajes estrella de Ocho apellidos catalanes, sumándose al reparto junto a Belén Cuesta, a la que deberían haber aprovechado más (quizá se la estén reservando para Ocho apellidos gallegos), y el popular Berto Romero, que contentará a sus muchos fans con un personaje similar al que interpretó en 3 bodas de más, un moderno de mierda que convierte la película en una sátira sobre los hipsters cada vez que aparece en pantalla.

Como hemos visto, Ocho apellidos catalanes no está exenta de sus buenos momentos. Un par de puntazos por escena mantienen en pie una película que sin embargo se desmorona por todos los lados. No es que nos sorprenda el descaro con el que se ha llevado a cabo (insisto, es la “marca España”), pero ¿y lo bien que habría estado que nos hubieran callado la boca con algo digno? En su lugar, hemos de aceptar la realidad: Ocho apellidos catalanes es un producto evidentemente apresurado, de aspecto inacabado, únicamente hecho para volver a llenar salas. Y eso es lo que hay.

Valoración: ★★½

Crítica: 3 bodas de más

Inma Cuesta Bridesmaids

Es raro, pero la historia de 3 bodas de más no es la de un pringao que trata por todos los medios de conquistar a la mujer de sus sueños. Tampoco es una película protagonizada por una pandilla de coleguitas que ayudan a un miembro del grupo a recuperar al amor de su vida. No, el protagonista de 3 bodas de más no es Quim Gutiérrez, aunque tiene un papel destacado en ella. De hecho, el protagonista de 3 bodas de más no es un “él”, es una “ella”, la encantadora y solvente Inma CuestaJavier Ruiz Caldera (Spanish Movie, Promoción fantasma) pone un ojo (o más bien los dos) en la casi-fundacional Bridesmaids (Paul Feig, 2011) y nos propone una comedia romántica inusual en el panorama patrio, una en la que ese soltero defectuoso al que todo le sale mal en la vida y el amor es una mujer.

Ruiz Caldera levanta su película según los dictados de la rom-com, pero la pone al servicio de un valioso mensaje de emancipación femenina, encarnado por un personaje tan bien caracterizado, con sus miserias y sus idiosincrasias, que se opone a la gran mayoría de personajes femeninos del género. La historia de Ruth (Cuesta) es la de una mujer que aprende a encontrar su propia voz después de toda una vida dejando que los hombres hablen y piensen por ella3 bodas de más abre con un excelente diálogo en el que el actual novio de Ruth (Berto Romero) rompe con ella tras humillarla en una boda. A partir de ahí, la película está estructurada según tres puntos nodales: las bodas de los tres ex de Ruth a los que la pobre muchacha ha sido invitada sin saber decir que no. Los reencuentros con sus ex (un surfero descerebrado, un hombre convertido en una mujer más despampanante que ella, y un egocéntrico con miedo al compromiso) sirven a Ruth para hacer balance de su vida y le ayudan a descubrir qué es exactamente lo que quiere de ella.

3 bodas de más pósterCon 3 bodas de más las carcajadas están garantizadas. Corren a cargo de Pablo Alén y Breixo Corral, responsables de un guion que aprovecha todas las posibilidades que brinda la simpática premisa (aunque pierda un poco el rumbo en un par de pasajes y ocasionalmente se olvide a conveniencia de lo del feminismo y todo eso). Pero sobre todo funciona gracias a un reparto espléndido, que recita los diálogos con una naturalidad que a veces cuesta demasiado encontrar en nuestro cine (“¿Tú tienes hijos?” “No, pero reciclo mucho para dejarles un mundo mejor a los niños”). Ruiz Caldera orquesta la función manifestando un dominio absoluto del gag (con sal gruesa y azúcar en cantidades bien dosificadas) y un talento innato para hacer reír.

Nadie sobra en la película. Con ese desastre adorable que es Ruth (insisto, moldeada muy evidentemente a partir del personaje de Kristen Wiig en La boda de mi mejor amiga), Cuesta nos muestra una faceta interpretativa a la que no nos tiene acostumbrados, revelando unas excelentes dotes para la comedia que Ruiz Caldera explota con acierto. Por otro lado, Quim Gutiérrez se reafirma en su dependencia de los mohínes para actuar y a pesar de ello resulta también irresistible (su risa contagiosa tiene gran parte de la culpa). Además de la pareja, que ya coincidió en Primos (2011), 3 bodas de más cuenta con un reparto de secundarios a cada cual más descacharranteRossy de Palma se lleva la palma (perdón) interpretando a la madre de Ruth, uno de los personajes del año y punto; Paco León sale más que airoso interpretando otra variante de su icónico LuismaMaría Botto está magnífica como epítome de la jefa insoportable; Y así podría seguir con más de medio cast: Berto Romero, Laura SánchezSilvia Abril, todos tienen su minuto de gloria en la película. No hay más que verlos en acción para darse cuenta de que 3 bodas de más aspira sobre todo a hacer pasar un rato de lo más “cachondo” (de cachondeo, no de lo otro, ya sabéis). Otra cosa es que de paso les haya salido la comedia española del año.

Valoración: ★★★★