Muñeca rusa: Mil maneras de morir (y aprender)

Netflix se ha convertido en una caja de sorpresas. Nunca se sabe si te va a tocar una buena o una mala, pero siempre se puede contar con una dosis casi semanal de novedades que explorar en busca de una nueva historia a la que engancharse. Entre los últimos estrenos que aparecen casi de la nada (porque la plataforma los promociona muy cerca de su lanzamiento, si es que lo hace) y nos pillan desprevenidos destaca Muñeca rusa (Russian Doll), una de esas series que no necesitan una gran campaña publicitaria para tener éxito, porque les basta simplemente con ser tan buenas que el boca-oreja hará el resto.

Muñeca rusa vendría a ser algo así una comedia-thriller con tintes de drama existencial y fantasía. La serie está creada y protagonizada por Natasha Lyonne (Orange Is the New Black), que produce junto a Leslye Headland (Despedida de soltera) y nuestra querida Amy Poehler (Parks and RecreationBroad City). Escrita y dirigida por mujeresMuñeca rusa nos ofrece una nueva vuelta de tuerca a un recurso narrativo muy utilizado en el cine y la televisión, el bucle temporal. La historia gira (nunca mejor dicho) en torno a Nadia (estupenda Lyonne, ahora y siempre), una cínica e incorregible neoyorquina que muere una y otra vez, volviendo tras ello a la fiesta de su 36 cumpleaños. A partir de ahí, nuestra carismática matrioshka intentará buscar una explicación a lo que le está ocurriendo para salir del bucle, aprendiendo sobre sí misma y sus relaciones con los demás en el proceso.

Es una premisa que nos recuerda automáticamente a Atrapado en el tiempo, y que se ha usado en muchas otras películas (Corre, Lola, corre, Al filo del mañana, Feliz día de tu muerte…) e infinidad de capítulos especiales de series (Expediente X, Buffy, Sobrenatural…). Se ha explotado tanto que incluso podríamos hablar de un género en sí mismo. Y sin embargo, Muñeca rusa logra que la idea resulte fresca e interesante, que algo viejo parezca nuevo, y no un simple truco. A lo largo de los 8 episodios (técnica y visualmente excelentes y con una banda sonora bestial) que conforman la primera temporada, la serie juega con las posibilidades narrativas del recurso, utilizando la repetición en su favor para construir una historia con muchas capas; un misterio divertido, inquietante y absorbente que no deja de evolucionar, evitando en todo momento caer en lo formulaico. Vamos, que te pide verla del tirón.

Muñeca rusa es técnicamente una comedia, pero a medida que la temporada avanza, se va volviendo más dramática y oscura (es raro la comedia actual que no lo haga). La serie hace gala de una gran creatividad a la hora de idear las muertes (y sus consecuencias al reiniciar el día), resultando muy cómicas en su mayoría. Pero la muerte también se utiliza para tocar cuestiones serias y ahondar en la psique dañada de su protagonista, miembro de una generación perdida y sin rumbo. El bucle en el que se ve envuelta Nadia sirve para que nos planteemos si está en nuestras manos cambiar las cosas, y sobre todo, cambiarnos a nosotros. Se puede tomar como un castigo, un purgatorio que nos enseña que hagamos lo que hagamos, todo seguirá igual, o una oportunidad para corregir nuestros errores.

Es decir, al igual que The Good PlaceMuñeca rusa utiliza la premisa fantástica para reflexionar sobre cómo podemos ser mejores personas. Como en todos los relatos que incorporan saltos temporales, su guion se va complicando y ramificando con cada episodio, dando forma a una historia llena de giros y sorpresas que nos recuerda la importancia de hacer las paces con el pasado y aprender de los errores. Una historia que no ha acabado, ya que la serie está concebida para durar tres temporadas (buena idea, este tipo de series es mejor no estirarlas). Mientras esperamos la continuación, yo he decidido entrar en mi propio bucle y volver a ver la primera temporada. Afortunadamente, no hay que morir para hacerlo.