Crítica: Mascotas

Mascotas

¿Qué hacen tus mascotas cuando las dejas solas en casa para afrontar tu rutina diaria? Esa es la premisa de Mascotas (The Secret Life of Pets), la nueva película de Illumination Entertainment, el estudio de animación detrás de las exitosas GruLos Minions. La película, dirigida por Chris Renaud y Yarrow Cheney, toma prestada la idea principal de Toy Story y la lleva al mundo de los animales de compañía, para trazar otra aventura de “regreso a casa” repleta de humor, acción y momentos entrañables, diseñada especialmente para enloquecer a los más pequeños.

La acción de Mascotas transcurre en Nueva York, donde un terrier llamado Max vive cómodamente junto a su dueña, Katie, hasta que esta rescata a un enorme mestizo, Duque, que trastoca su apacible vida como “el perro más afortunado de Manhattan”. Movido por los celos, Max intenta deshacerse de Duque durante uno de sus paseos matutinos, pero ambos acaban separándose del cuidador de perros y embarcándose en una odisea que empieza en la perrera y les lleva al submundo de Nueva York, donde conocerán a la peligrosa sociedad de las mascotas abandonadas, “Los Desechados”. Mientras Max y Duque intentan volver a casa, desde su edificio en Manhattan, sus amigos (una pomerana enamorada de Max, un pug hiperactivo, una gata con sobrepeso, una cobaya extraviada, un periquito mudo…) forman equipo para investigar su desaparición y traerlos de vuelta a casa.

Además de beber (¿demasiado?) de la primera película de Pixar, Mascotas recuerda también a uno de los Clásicos Disney más infravalorados, Oliver y su pandilla, y a la vez a casi todas las cintas de animación por ordenador que hemos visto en los últimos años. Y es que la película es todo fórmula. Y ahí es donde está su mayor debilidad, en la ausencia de una historia que vaya más allá de los clichés, los patrones que hay que seguir y los gags de siempre. Mascotas no tiene apenas conflicto narrativo, y esto salta a la vista sobre todo durante su clímax, que confirma que más que a una historia hemos asistido simplemente a una correlación de situaciones tipo del cine de animación familiar.

PrintPero a pesar de su carácter de película Happy Meal, sería injusto no reconocerle sus virtudes. Mascotas no está llamada a ser un clásico, pero al menos divierte, sus personajes son muy graciosos (la pandilla del edificio de Max forma un equipo cómico infalible) y, sobre todo, está muy bien hecha. En el apartado técnico y estético es sobresaliente, y no solo por la estupenda animación estilo cartoon, los simpáticos diseños de las mascotas (Duque parece salido directamente de la mente de Jim Henson), las texturas esponjosas que se pueden sentir en los dedos, o el hipnótico pelo de los animales, sino también por su diseño de producción, que nos presenta un Manhattan de postal animada, una versión preciosa de esa ciudad idealizada a través del cine en la que todos hemos soñado con vivir alguna vez. Y eso es lo mejor de Mascotas, lo tremendamente acogedora que es. No será una gran película, no será original, pero compensa sus carencias con una calidez que invita a relajarse y disfrutar.

Mascotas es una buddy movie bastante prototípica, sus gags funcionan como un reloj suizo, aunque los hayamos visto ya demasiadas veces (el conejo peluchín adorable que resulta ser un temible camorrista de voz ronca), pero en lugar de aspirar a más, se conforma con una historia más bien escuálida y sin profundidad, apoyándose sobre todo en los gags y las cucamonas. Como película hecha para vender juguetes y generar miles de secuelas (no han tardado en anunciar la segunda parte para 2018), está por encima de la media, pero, aunque técnicamente no tenga mucho que envidiar a las todopoderosas Pixar, Disney y a la DreamWorks buena, le falta convencernos de que es algo más que un producto.

Pedro J. García

Nota: ★★★

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