Mad Men 7.14 “Person to Person”

don driver

New Age

Mad Men nunca ha sido una serie común. De hecho, como dije hace unos años en mi primer análisis de la serie, Mad Men es precisamente la cura para la serie común. La aclamada ficción de Matthew Weiner ha contribuido a definir y acotar una época de esplendor para la televisión, caracterizada por la calidad de las ofertas dramáticas y la cada vez mayor importancia del autor televisivo. En este sentido, Mad Men se ha erigido como la serie de autor por excelencia, gracias a que su creador ha ejercido control absoluto sobre ella de principio a fin, escribiendo la mayoría de sus guiones y supervisando todos los detalles, del más grande al más nimio (en realidad, en Mad Men no hay detalle menos importante que otro).

A lo largo de 92 episodios, Weiner ha concebido la historia de Don Draper y los publicistas de la Calle Madison como una extensa novela por entregas, meticulosamente tejida e interconectada (algo en lo que había practicado como guionista de Los Soprano), una Historia de dos ciudades en la que el autor ha querido retratar con fidelidad una época de cambio de la historia norteamericana (“Era el mejor de los tiempos, era el peor de los tiempos”), para lo que ha necesitado ocho años de gestación. Desde el principio, Weiner se las ha arreglado para contar la historia que quería, para hacerla evolucionar y cambiar sin interferencias, sin permitir que el ruido de Internet o las presiones de la cadena se convirtieran en un factor en la narración. Mad Men ha sido siempre la serie de Matthew Weiner, ha vivido bajo sus reglas, y ha terminado de la misma manera, con un episodio final perfectamente ejecutado de forma acorde a lo que hemos visto durante sus siete temporadas.

Sin embargo, mentiríamos si dijéramos que en “Person to Person” Weiner ha llegado al final del camino ignorando completamente a su audiencia. En el episodio final Weiner se permite dejarnos algún que otro guiño que podemos entender como agradecimiento o como burla, según se mire: esa referencia a Charles Manson (probablemente iba a estar ahí de todos modos, pero adquiere mayor resonancia después de las teorías conspiranoicas sobre Megan Draper que han divertido tanto al autor), o la figura con barba acostada en el retiro de California que por un microsegundo nos hace temer que la profecía se va a cumplir. Y sobre todo, Peggy y Stan, un enlace romántico que es lo más parecido al fan service que Weiner nos ha dado en esta serie. Pero dejando esto a un lado, el final de Mad Men se ha desarrollado de la misma manera que el resto de la serie, siguiendo su propio destino sin dejar de sorprender hasta, literalmente, su último minuto.

Betty Sally final

Muchas eran las teorías sobre el desenlace de la serie, y casi todas tenían que ver con la muerte de Don, pero Weiner llevaba mucho tiempo advirtiendo que el final no sería lo que la audiencia esperaba, y así ha sido. Mad Men no acaba con la caída de Don desde un rascacielos (afortunadamente), sino que se despide de forma mucho menos trágica y predecible, sin sucumbir a los fuegos artificiales propios de los finales de serie y siguiendo en todo momento su lógica interna y narrativa. En esta hora final, Weiner opone en todo momento lo cerebral a lo sentimental, nos da la satisfacción de dejarnos ver a todos los personajes importantes de la serie una última vez (muchos temíamos que Pete o Betty no aparecieran, y no solo lo hacen, sino que hay hueco para dejar que nos despidamos de secundarios como Harry Crane o Ken Cosgrove); nos ofrece lo más parecido a un final feliz para todos ellos, pero no se deja llevar por el afán completista y la necesidad de cerrar todo perfectamente (no hay cameos gratuitos para complacer al espectador, por ejemplo). En su lugar, “Person to Person” concluye de forma abierta. Pero ojo, no porque su (ipso facto polémica) última escena se preste a muchas interpretaciones (en mi opinión solo hay una posible), sino porque no está concebido como un final para sus personajes, sino un nuevo comienzo.

Es fácil reducir “Person to Person” a su último minuto (volveré al tema más adelante), incluso era de esperar. Weiner no ha podido resistirse a llevar a cabo su propio final estilo Soprano, un último golpe de gracia que divida a la audiencia y garantice el debate sobre la serie hasta el fin de los tiempos. Pero en la series finale de Mad Men tienen lugar muchos acontecimientos, y sería absurdo centrarnos únicamente en ese plano final de Don meditando en la comuna hippie para cortar al famoso anuncio de Coca Cola de 1971. Tan absurdo como valorar el viaje completo (y sobre todo pleno) que ha supuesto esta serie para nosotros solo por lo que nos ha parecido su final (algo que sé que nadie que haya visto Mad Men entera hará). “Person to Person” supone una conclusión profundamente emotiva, reveladora, en ocasiones frustrante, y en última instancia catártica para unos personajes que hemos acompañado a lo largo de casi una década.

Joan final

Al comienzo de Mad Men, prácticamente todos sus personajes se encontraban intentando encajar en determinados papeles que la sociedad o ellos mismos se habían impuesto. El paso de los 60 a los 70 nos enseña cómo estos personajes han evolucionado hasta salir de esos roles establecidos para definirse por sí mismos. Esto se ve reflejado principalmente en Peggy y Joan, personajes que han luchado más que nadie para llegar adonde están. Durante la recta final de la serie veíamos a Peggy coger el toro de su nuevo trabajo por los cuernos para seguir escalando, mientras Joan se marchaba de McCann-Erickson después de sufrir una vez más el machismo y la misoginia de sus compañeros. Las cosas no han transcurrido de la mejor manera para Joan (aunque las vacaciones en la playa y el consumo recreativo de cocaína frenen el golpe), pero Weiner no quería despedirse de ella sin darle un verdadero final feliz, o mejor dicho, un futuro feliz. La intervención divina de Ken Cosgrove ilumina un nuevo camino profesional para Joan, que decide crear una productora por su cuenta, donde no tendrá que “responder ante nadie”. Para ello debe sacrificar primero a su relación con Richard, ya que este está en contra de su sueño emprendedor y la quiere solo para él. Joan decide renunciar al amor para centrarse en su carrera como mujer de negocios (ella es más feliz cuando está trabajando), y Peggy es quien descubre (como Joan, casi por deus ex machina) la forma de tenerlo todo, un futuro en la profesión y una pareja con la que compartir su vida sin que su trabajo interfiera (porque Stan forma parte de él, y además admira profundamente su talento y ambición). Es decir, Peggy y Joan alcanzan la felicidad por la que tanto han luchado, que tanto merecen, pero esta no proviene exactamente del lugar que esperaban (y esperábamos).

Don teléfono

Para encaminar la historia hacia donde Weiner quería, era necesario separar a Don Draper del resto de personajes. Por eso, la mayoría de conversaciones importantes entre ellos tienen lugar por teléfono. En “Person to Person” se nos priva de la satisfacción de volver a ver a Peggy y Don juntos en el mismo lugar, de una última oportunidad de verlos cogerse la mano, pero la frustración que supone ver que se agotan los minutos y Don no vuelve a Nueva York es amortiguada por esas sentidas conversaciones telefónicas que recorren todo el episodio (otras series deberían aprender de esta cómo se emociona al espectador sin necesidad de que los actores compartan el mismo espacio). Sin embargo, eso no quiere decir que en “Person to Person” no haya interacciones importantes en persona. Tenemos una última escena con Peggy y Pete, en la que él le expresa (al igual que hizo un par de episodios antes con Joan) su admiración y respeto de la forma más perfecta posible: “Algún día alguien fardará de haber trabajado contigo“. El cumplido se vuelve más sincero y conmovedor cuando Pete reconoce que nadie ha dicho nada parecido sobre él. Es la mejor despedida posible para uno de los personajes que más ha prosperado de la serie, un elegante detalle final que nos recuerda que su redención está completa, justo antes de verlo subir al avión de Learjet con su glamurosa familia para empezar su merecida nueva vida.

Otras interacciones en persona que nos dejan el mejor sabor de boca posible son las que tienen lugar entre Joan y Peggy, camaradas que se reúnen después de un tiempo sin saber la una de la otra. Joan ofrece a Peggy la posibilidad de convertirse en socia fundadora de la productora que piensa poner en marcha, cuyo nombre sería “Harris-Olson“. Aunque Peggy acaba rechazando la oferta, la sola mención de esos dos apellidos juntos en este contexto (uno de los muchos momentos en los que rompí a llorar durante el episodio) supone un broche de oro para su complicada relación. Peggy decide continuar su carrera en McCann-Erickson después de hablar con Stan, que le hace ver que convertirse en su propia jefa y tener el mando no es razón suficiente para abandonar lo que ha conseguido hasta ahora. A continuación, Stan le confiesa su amor por teléfono en un arrebato de comedia romántica por parte de Weiner. Elisabeth Moss y Jay R. Ferguson consiguen que una escena que por su naturaleza debería resultar forzada y precipitada funcione a las mil maravillas. Ya sea por la enternecedora sinceridad que hay en la voz de Ferguson, por la sublime interpretación cómica que ofrece Moss (“What?!”; “Y tú estás aquí”, le dice tocándose el pecho aunque él no puede verla), o por las ganas que teníamos de ver a estos dos personajes juntos, este emparejamiento espontáneo (pero debidamente cimentado) es uno de los momentos más emocionantes del episodio. Siguiendo los dictados de la rom-com canónica, Stan corre al encuentro de Peggy y ambos se funden en un beso después de que Peggy caiga en la cuenta de que también está enamorada de su mejor amigo (todos los Emmy para Moss). No os sintáis culpables por haber abrazado el cojín con lágrimas de dicha en los ojos y haber dejado escapar un “aaww”. La ocasión bien lo merecía. Paralelamente a la caída de Don, Mad Men nos ha contado el ascenso de Peggy. Y al igual que Don no acaba como se esperaba, Peggy no termina su recorrido en la serie subida a la cima publicitaria. Eso sí, se nos deja con la confirmación reiterada de que algún día la alcanzará.

Stan Peggy Beso

Por otro lado, Weiner también nos regala un último momento de intimidad entre Roger y Joan, dos personajes con un hijo en común que apenas han tenido escenas juntos esta última temporada. Estos dos nunca estuvieron destinados a acabar juntos, pero que Roger incluya al niño en su testamento es un bonito detalle que nos deja ver su lado responsable y contribuye a sellar la amistad de ambos personajes. Como explica a Joan a modo de despedida, Roger también está a punto de empezar una nueva vida con Marie Calvet, la madre de Megan (a la que, por cierto, no vemos en el final, dejando aquel agrio encuentro con Don como la última aparición del personaje): “Me la presentó Megan Draper. Es lo suficientemente mayor como para ser su madre… Es su madre”. Con permiso de Don, Roger es el ad man que más se ha abandonado a sus vicios a lo largo de la serie, lo hemos visto beber y fumar más que a nadie, ha vivido la vida loca, ha disfrutado del exceso propio del hombre rico, y aún así ha escapado de un final trágico (Weiner se lo reservaba a Betty). En su lugar, la última vez que vemos a Roger es en Francia pidiendo langosta y champán con su futura esposa. Roger siempre ha sido la mayor constante de Mad Men, su papel ha sido “ser divertido”, y esa ha sido justo el arma que ha usado para no quedarse estancado. Hasta el último momento, y para siempre, Roger será ese gran cabrón con suerte que todos queremos ser de mayor.

Marie y Roger

Y como de costumbre, me reservo a Don para el final, porque con él empieza y termina Mad Men. No cabía duda de que Don acabaría llegando a Los Ángeles después de su “ruta de leche y miel”. Transformado ya por completo en un vagabundo (motivo temático presente desde la primera temporada, recordad el episodio “The Hobo Code”), Don visita a la sobrina de Anna Draper, Stephanie. En California, después de haberse deshecho de todo lo que lo convertía en Don Draper de cara a los demás, Don es Dick.

La decisión de llevar a Don a la costa oeste para un último enfrentamiento con sus fantasmas era algo inevitable. Pero desconectar por completo al protagonista del resto de personajes no era una buena idea. Por eso, durante su estancia en Los Ángeles, Don habla por teléfono con las tres mujeres más importantes de su vida, tres conversaciones “de persona a persona” con Sally, Betty y Peggy. En primer lugar, Don recibe la noticia por parte de su hija de que su ex mujer está enferma y le quedan pocos meses de vida. Su reacción inmediata es hacer las maletas (es decir, coger su bolsa de JC Penney) y volver a “casa” para ayudar a su familia con la crisis. Sin embargo, Betty le quita la idea de la cabeza. Ya vimos en “The Milk and Honey Route” que Betty se quiere marchar a su manera, no quiere que el mundo se pare por ella y no necesita que Don empiece a hacer ahora lo que nunca hizo cuando era el momento adecuado (January Jones se despide de la serie con su interpretación más desgarradora). Las duras palabras de Betty convencen a Don de que no debe moverse de allí. Don le comunica que acepta con un doloroso silencio, y un “Birdie…” ahogado y devastador. Don puede proseguir con su búsqueda, Betty está en buenas manos con Sally.

Don abrazo

La última llamada que Don realiza de persona a persona es a Peggy (“Necesitaba oír tu voz”), sobre la que descarga una serie de confesiones que enlazan directamente con las del episodio anterior y con el resto de la historia: “No soy el hombre que piensas que soyRompí mis votos, escandalicé a mi hija, adopté el nombre de otro hombre y no hice nada de él“. Esto no solo nos comunica la confianza plena (incluso dependencia) que ha llegado a tener en ella (una de las pocas personas a las que ha mostrado su rostro más vulnerable y el otro personaje que ha vertebrado la serie junto a él), sino que también forman parte de su experiencia purgadora en el retiro espiritual al que Stephanie lo ha llevado a pesar de sus reticencias. El otro detonante que ayuda a Don (o Dick) a salir de ese sueño profundo (¿depresión?) en el que lleva años inmerso es el discurso de un compañero de retiro durante una sesión de terapia en grupo. Leonard, que así se llama el hombre, se lamenta de sentirse poco querido, a veces invisible, tanto que en ocasiones se esconde en sí mismo, huye, y no se da cuenta de que la gente a su alrededor está intentando comunicarse con él para ayudarle. Estas palabras afectan a Don (Dick) de tal manera que se levanta y abraza a Leonard rompiendo a llorar como un niño (Jon Hamm corona así un increíblemente sutil trabajo de interpretación de ocho años por el que no ha sido elogiado lo suficiente). Es un momento de claridad definitiva para él, reconoce el conflicto interno de Don Draper en ese extraño, y decide consolarlo. En cierto modo, Dick Whitman está abrazando a Don Draper, es la reconciliación definitiva de sus dos identidades, idea clave para entender mejor el final de la serie.

Y así llegamos a la escena final de Mad Men. Tras un reconfortante montaje que nos muestra por última vez a casi todos los personajes, la cámara hace un travelling hacia Don, que se encuentra meditando al aire libre en el retiro espiritual, Don nos dedica un “Ommmmm, ommmm“, a continuación esboza una sonrisa que transmite paz y satisfacción, y de ahí corte al mencionado spot de Coca Cola. Fin.

Don hilltop

¿Qué quiere decir este final? En un principio puede parecer críptico o ambiguo (incluso una broma), pero no lo es. Después del comprensible aturdimiento inicial, nos paramos a pensar, unimos las piezas que Weiner nos ha ido dejando a lo largo de la temporada, y entonces comprendemos que acabamos de presenciar una de las mejores elipsis de la historia. No hay dos lecturas posibles. Lo que Weiner nos está diciendo es que Don Draper es el responsable del spot, es la persona que creó uno de los anuncios de televisión más emblemáticos de la historia de Estados Unidos, una magistral campaña de marketing en la que el protagonista lleva trabajando (consciente o inconscientemente, no lo sabemos) desde que “empezó” en McCann (recordad el instante en el que Don se queda mirando la máquina averiada de Coca Cola en Oklahoma) y que cristaliza durante su estancia en la comuna (donde Don observa a un grupo de hippies haciendo yoga en lo alto de una colina o habla con una recepcionista que acabará inspirando uno de los looks del anuncio). El desenlace en sí no es ambiguo (el anuncio fue creado por la McCann-Erickson real en 1971, Weiner no deja espacio a las múltiples interpretaciones), pero la idea que nos transmite puede ser decididamente ambivalente. Por un lado, la sonrisa final de Don nos dice que por fin ha encontrado la felicidad que lleva buscando toda la serie. Por otro, esa felicidad no llega de la forma esperada. Don no se convierte en Dick y empieza una nueva vida, más honesta y real, en California, sino que se da cuenta de que es feliz siendo Don, de que aunque todo comenzó como una identidad manufacturada, él es Don Draper, un publicista que disfruta trabajando en el negocio de la ilusión y el engaño. Es una conclusión no exenta de cinismo, pero sobre todo es sincera y a su manera, muy optimista. En definitiva un final coherente con el discurso de la serie a lo largo de los años.

Mad Men siempre nos ha hablado de las mentiras y las decepciones de su tiempo, y por extensión del nuestro. Weiner nos ha retratado una época caracterizada por el cambio, “pero este cambio no llegó de la manera en la que se publicitó” (Poniewozik). De la misma manera, el autor siempre se propuso reconstruir una época utilizando no solo lo que trascendió el tiempo gracias a la publicidad, sino mostrando también todo lo que hay detrás de la creación de esa imagen de marca de “los felices 60” (el baby boom, la prosperidad económica, la lucha por la libertad de derechos, el flower power). Nos ha enseñado cómo todos esos elementos son solo una parte de la historia, concretamente la que las empresas y agencias de publicidad utilizaron para crear una imagen idealizada de NorteaméricaMad Men es una historia sobre personas inventándose a sí mismas, sobre las elecciones que hacemos y que contribuyen a consolidar la imagen que nos hemos creado, y este desenlace incide en esta idea, con un anuncio que muestra el estado del país tras una década de transformaciones. Se puede interpretar como una auto-crítica, como la crónica del éxito de la identidad americana (un producto pensado por ejecutivos como Don), o como ambas cosas. Al final, Don Draper toma sus vivencias en el retiro espiritual y las convierte en un anuncio, apropiándose de la contracultura hippie para ponerla al servicio de la maquinaria capitalista y vender felicidad. Pero esa felicidad proviene de un lugar real. Es poético, es insolente, tiene sentido. En el último plano de Mad Men, Don sonríe porque se ha encontrado a sí mismo, ha encontrado la manera de ser feliz, pero también porque ha dado con la mejor idea de su vida. Y para celebrarlo “quiere invitar a todo el mundo a una Coca Cola“.

Don final

Volviendo una vez más a las palabras de Don Draper al final de “Time & Life“, “Person to Person” no es un final, sino un principio. Weiner cierra la historia, pero se asegura de dejar clara la idea de que esto es el comienzo de un nuevo capítulo para todos los personajes. Cuando Pete le dice a Peggy que en 10 años será directora creativa, ella responde que 10 años es una eternidad. Pero no lo es, es prácticamente el lapso de tiempo que se nos ha permitido acompañar a estos personajes en su viaje, y es solo una fracción del tiempo completo que compone sus vidas. Como ya hemos visto, Weiner se encarga de dejar a todos los personajes a las puertas de esa “nueva vida” de la que habla el guía espiritual que escucha Don durante su meditación. Joan pone en marcha su empresa desde casa (¿es o no la precursora de Alicia Florrick?), Holloway-Harris, porque “hacen falta dos nombres para que suene oficial”; Roger se vuelve a casar; Pete se muda a Wichita con su familia; ni siquiera vemos morir a Betty, sino que su última escena pone énfasis en el hecho de que Sally tomará su relevo (mientras nos deja una imagen clásica de Birdie para el recuerdo, justo lo que ella quería). Hay algunas relaciones que quedan más abiertas que otras (por ejemplo, la última conversación de Don y Sally es una discusión que termina abruptamente), pero esto es intencionado. En lugar de dar un salto en el tiempo y mostrarnos finales más concretos, un tipo de clausura más definida, se opta por transmitir la idea de que estas relaciones no terminan aquí, sino que continúan. Al fin y al cabo, el “fin de una era” conlleva el principio de otra. En menos de un minuto y con una elipsis de tres meses, el final de Mad Men nos está contando lo que ocurrió justo después de ese plano de Don meditando en la comuna hippie, cómo regresó a Nueva York, se vistió otra vez de Don Draper, volvió a McCann, retomó el contacto con sus colegas (damos por sentado que también con su familia), y creó algo que duraría para siempre y afectaría a millones de personas, justo lo que ha estado haciendo Weiner todos estos años.

30 pensamientos en “Mad Men 7.14 “Person to Person”

  1. Sublime y esclarecedor. Todas las sensaciones inexplicadas que me han asaltado viendo este último capítulo de ‘nuestra’ serie han fluido en tropel hacia afuera al leer las -tus- líneas que les han dado sentido. Sólo puedo darte las gracias por ello. Una parte de mi quisiera seguir por siempre a todos estos personajes, tan cercanos durante estos años. La otra quisiera dejarlo ahí, no traicionar lo que a partir de hoy será un recuerdo imborrable.

    • Muchísimas gracias, Aubrey. Yo me siento exactamente igual. Por un lado me cuesta decir adiós, pero por otro me quedo con la sensación de haber asistido a una historia y haber conocido a unos personajes que estarán siempre conmigo.

      • Maravilloso análisis! Gracias!

        Si me permites, quisiera aportar mis impresiones sobre este grandioso final.

        La mayoría de los personajes siempre estuvieron luchando obsesivamente por llegar a la cima y cuando pensaban haber llegado, había otra cima a la cual llegar…

        Pareciera que – a los ojos de los demás – Don “ya estaba ahí”, mirándolos debatirse y estrujarse por imitar su éxito y prestigio. De hecho, prácticamente todos acabaron por seguir compitiendo y escalando adictivamente hacia esa cima que más bien parecía un espejismo (en la metáfora del espejismo, lo ves a lo lejos pero cuando crees que está cerca, nunca acabas de llegar a él).

        En cambio, Don “siempre estuvo ahí” y de hecho, los enemigos que se ganó, los tuvo porque estos querían estar en su lugar.

        La escena que me parece aclarar el por qué Don huye de su presente es cuando penúltimo capítulo) él asiste por primera vez a esa reunión de más de dos docenas de creativos en McCann, donde él ya no es “el creativo estrella” sino uno más del montón.

        Cuando el jefe de los creativos empoza a exponer su idea acerca de esa nueva campaña que quiere presentar a consideración de los demás, Don lo mira fijamente. ¿Qué ve?

        Es indudable que se ve a si mismo en otro que está interpretando el mismo papel que él siempre interpretó, usando el mismo diálogo narrativo enganchante e intimista del cual él era un experto.

        Da la impresión que cuando él lo observa, probablemente se diga algo así como: “Yo ya pasé por ahí. Yo estuve ahí. Esto ya lo hice infinidad de veces. No necesito empezar de cero. Este individuo no me está mostrando nada nuevo. O quizás, me está mostrando mi imagen, como un espejo que me muestra la faceta que ya no deseo ver más.”

        Y mira hacia el cielo. Hay un avión volando, sinónimo de libertad. Y es ahí cuando él simplemente decide irse sin mirar atrás.

        No hay nada que extrañar . Él ya estuvo ahí y vivió esa vida muchas veces. Tal vez en ese momento se haya dado cuenta de cuán repetitiva y monótona era su vida, de que al final el reto se había acabado.

        La otra escena que me afectó mucho fue la de la terapia de grupo. Mi interpretación difiere de la tuya (me excuso).

        En mi percepción – cuando ese individuo narra su vida vacía y anodina y relata lo mal que la pasaba al sentirse “invisible” y poco tomado en cuenta tanto en su entorno familiar como en e laboral – Don se vió identificado como “su victimario”.

        Recordemos que Don siempre fue el individuo frío y distante en todos los ámbitos. Era el que miraba a alguien como si no existiera. Era el que hacia sentirse a los demás como de poca monta o que no debía considerar su presencia.

        Cuando el abraza a esta persona, se solidariza con ella y llora sobre su hombre, para mi Don está expresando toda la vergüenza que podía sentir en ese momento por todas las personas, que como el sujeto que allí estaba, que nunca tomó en cuenta.

        Sus lágrimas fueron de total vergüenza y parecían pedir perdón a la humanidad por haber sido culpable de causar eses sentimientos de baja auto estima en otros.

        Disculpa la longitud del texto, pero en verdad necesitaba compartirlo.

        Excelente artículo!

        Extraño a Don, no a la persona o al personaje, sino a arquetipo de aquel que tuvo el valor de cuestionarse a fondo sus valores y su existencia, tal como lo demostró cuando le preguntó a Peggy, el día que ella le pide la recomendación, “qué más esperaba de la vida aparte aspirar a un ascenso de carrera”. Por supuesto, ella no entendió nada, porque todavía no había llegado al punto más alto en que puedes llegar sin preguntarte si hay más de eso o si eso es lo único que hay…

        Un abrazo!

        • Muchas gracias, Eme. Por tus elogios y por compartir tus interesantes ideas sobre el capítulo. Creo que como todo, y especialmente Mad Men, el capítulo está abierto a interpretaciones personales y teorías sobre lo que Weiner nos ha querido decir. Eso es síntoma de que estamos ante una gran obra, sin duda 🙂

        • Primero que nada, es un excelente análisis, no omitiste ningún detalle.

          Aunque yo también estoy de acuerdo con la idea de que Don se identifica como victimario. Dick y Don pudieron haber sido muchas cosas, pero jamas podríamos decir que fueron invisibles. De niño siempre resultó una problema para todos, y de adulto toda la gente a su alrededor hicieron todo lo posible solo para formar parte de su vida. Inclusive su hermano se mató porque lo hizo a un lado. Lo único que buscaba era su aprobación.

          Al final el ve en aquel sujeto, a todas esas personas que ha ignorado y afectado en su egoísta carrera. Porque siempre que hace algo por encontrar “paz” indudablemente se lleva a los demás en el camino. Lo vimos con Megan que no pudo volver a poner su carrera en orden, o a la psicóloga que boto para casarse con Megan o simplemente en aquella maestra de escuela que dejo en el carro aquel día que Betty descubrió todo.

          Fuera de eso tu resumen es impecable, muchas gracias por darnos una perspectiva a todo lo que vimos y como lo vamos a extrañar.

          • Muchas gracias por tus palabras y por compartir con nosotros tu punto de vista sobre la escena del abrazo. Creo que los que habéis mencionado que Don está abrazando a esas personas que él ha ignorado o menospreciado a lo largo de su vida tenéis razón. Es algo que también pensé, pero preferí darle la otra lectura. Vi a un hombre reconociéndose a sí mismo en las palabras de ese extraño. Más que por lo de ser invisible, que estoy de acuerdo en que Don nunca lo ha sido, por lo de que se esconde, huye y no se da cuenta de que los demás están intentando comunicarse con él y ayudarle. Esa para mí es la definición del conflicto personal de Don, de su depresión. Pero sin duda, la escena resulta más completa si la entendemos de las dos formas, como una epifanía sobre sí mismo, sobre cómo se relaciona con los demás y con el mundo.

            Weiner de hecho ha explicado que ambas interpretaciones son correctas, y que de hecho esperaba que los espectadores sintieran la escena de una de las dos maneras:

            “I hope the audience would feel either that he was embracing a part of himself, or maybe them, and that they were heard. I don’t want to put it into words more than that. … I liked the idea where he’d come to this place, and it’d be about other people and a moment of recognition. I don’t think I can put it into words, but I knew.”

            http://www.hollywoodreporter.com/news/mad-men-series-finale-matthew-797302

  2. Gracias por este análisis. Leerlo ha sido como volver al episodio, como unos minutos más de “tranqui, tranqui, aún no se ha acabado, seguimos en ello”. Qué triste pero qué bonito que se acabe y que nos quedemos con esa sensación de haber asistido en directo a algo grande. De nuevo, gracias.

  3. Bueno, yo me he quedado muy muy feliz con los finales de Joan y Pete (muchas gracias por ese “merecida nueva vida”), creo que era justo lo que quería para cada uno de ellos. De Don, si te soy sincera, no me importaba lo más mínimo cómo acabara.

  4. Muchas gracias por tu reseña-plática en cafetería. Me fascinó tu interpretación del final y creo que es correcta, desde el principio te sientes identificado con ese hombre y ahora después de tu reseña lo respeto más y lo tomo como un ejemplo de que todo final es un nuevo comienzo.

  5. Que feliz me siento de vivir en este 2015 que sin proponérselo es testigo de 8 años de vivencias de todos los Mad Men y Women también, nos hicieron reflexionar sobre nuestra misma vida, fascinante la psicología de todos ellos, a veces me veía a mi misma, a mis jefes, a amigos, en fin que Mr. Weiner es todo un Freud…Y sí, Fuertecito, las lagrimas estuvieron bien presentes…Ahhh, algo que siempre me atrapo de la serie, eran esos momentos de silencios aullantes, miradas parlantes, hasta el aliento contenías…voy a extrañar tus reseñas, pero las volveré a releer..jejeje¡¡¡

  6. Como diría nuestro querido Bert Cooper ¡Bravo! Tanto por esta grandiosa serie como por todas las reviews que has escrito a lo largo de los años.

  7. No puedo hacer más que añadirme a los elogios y agradecimientos por todas tus reseñas y opiniones, y compartir tu admiración por esta gran serie. Creo que no he reaccionado hasta hoy y me siento como huérfana. ¿Crees que puedo vivir con la esperanza de un spin-off? Hay muchos personajes con posible largo recorrido… 😉

    • Muchas gracias a ti también, Rosa. Ha sido una “era” muy feliz viendo esta serie y compartiendo mis impresiones con vosotros. Gracias por estar ahí leyendo 🙂

      Veo difícil un spin-off, porque Matthew Weiner ha dicho que él no participaría en él, pero creo que la cadena puede hacerlo por su cuenta, así que no es imposible.

  8. Un excelente artículo. Comparto contigo la emoción de ver un final redondo y único. Me hace pensar que así como termina Mad Men, también termina esta época dorada para la televisión, enfocada en la calidad, respeto y calidez hacia el espectador. Matthew Weiner trato a su audiencia como lo que son, personas inteligentes y pensantes.

    • Muchas gracias! Definitivamente, Weiner ha tratado a su audiencia como a personas inteligentes, sin dárselo todo mascado y siempre anteponiendo la historia y los personajes a las necesidades del espectador, algo que para mí indica más respeto que si hiciera lo contrario.

  9. Acabo de ver este fascinate, correcto, esclarecedor y divertido final. Cómo no, ese spot, la “chispa de la vida”, tenía que ser de Don, claro que sí. Se venía venir desde hace mucho tiempo el rum rum de la Coca Cola y es evidente que Weiner no deja nada ahí por que sí. Aunque sea 60 capítulos lo hará

    Así es que con una lágrima junto a una sonrisa quiero darte las gracias por tu guía imprescindible.

    Espero que nos volvamos a encontrar pronto en otra joya de semejantes kilates. En otro profundización de personajes tan bestias como estos, que solo había antes en “A dos metros bajo tierra”

    Hasta siempre Don-Peggy & Co

  10. Fuertecito aprovecho este último post de despedida de la serie para agradecerte por las inmensas reviews semanales de MAD MEN.

    Como tantos otros, imagino, soy reacio (o demasiado perezoso) para dejar comentarios, pero después de ver cada capítulo de esta temporada lo primero que he hecho ha sido entrar a leer tus reviews, que, a diferencia de otras webs más conocidas, no se limitaba a un simple resumen si no que ahondaba en los personajes, las tramas y las múltiples referencias, rememorando capítulos que ya había olvidado y sacando a la luz ideas que el señor Weiner vertía en la serie y que muchas veces pasé por alto.

    Este último análisis incluso lo leí en voz alta para compartirlo con mi pareja, y así disfrutar un poco más del poso que nos ha dejado esta GRAN serie.

    Espero que vengan nuevas series que compartir.

    Gracias de nuevo.

    • Muchas gracias a ti, por estar ahí, por leer todas las semanas y apoyarme tanto. Me alegra saber que aunque no haya comentarios, estáis ahí detrás. Me he dejado las entrañas con esta serie (no solo por las reviews, sino en general), así que te puedes imaginar lo mucho que significan para mí mensajes como el tuyo.

      Espero que los próximos años nos traigan muchas series de calidad, aunque va a ser difícil que alguna se acerque a lo que ha sido Mad Men.

      ¡Un abrazo, Txema!

  11. Acabo -por fin- de ver la finale y nada más terminar me he venido a tu blog a ver si habías tenido las mismas impresiones que yo. Efectivamente, lo del anuncio estaba cantado, es de Don.

    Pero creo que la cosa va más allá y que la propia letra del anuncio nos da la clave de la felicidad que ha encontrado Don (más allá de abrirse a los demás, sacar sus heridas a la luz y confesar quién es a Peggy y a sí mismo): creo que lo que ha hecho por fin feliz a Don es darse cuenta de que él no está solo y de que solo tiene que pensar en los demás, preocuparse por ellos (en vez de sí mismo) para ser feliz. Y que lo de ser Dick o Don en realidad no tiene tanta importancia.

    En realidad se ha pasado los últimos episodios (aparte de huyendo) dando cosas a los demás una y otra vez: a Megan, un millón de dólares, dinero a unos y a otros; el coche al chico en quien se vio reflejado, el anillo a la sobrina de Anna; incluso a Betty le da la satisfacción de que decida el futuro de sus hijos.

    CReo que de eso es de lo que se da cuenta en los últimos minutos de la serie, de cómo es él en realidad: se queja de que la gente no se despide y él es el primero que se va sin despedirse (y así se lo dice a Peggy) y todo lo que ha hecho en su vida ha tenido como objetivo ponerse a sí mismo primero, pasando por encima de todo el mundo.
    Y ahí llega la letra de la canción: quiere dar amor al mundo, hacerle compañía, pensar en los demás… “That’s the real thing” 🙂

    Bueno, maravillosa finale!!! 😀 😀 😀 😀 Cuántas lágrimas, por dios!! 😀 😀

    • Muy buen punto de vista lo que descubrió Don, pensar en el otro en lugar de sí mismo y llegar a la letra de la canción. ¡Excelente!

  12. 2020
    Comparto la opinión en todos los comentarios, excelente tu blog que me permitió saborear más cada capítulo a través de tus reseñas (discursos en la tele, títulos de libros, cuadros, nombres de canciones en los títulos).
    Me gustó ver al nene de Joan mirando Plaza Sésamo.

    El abrazo de Don lo tomé como que en el relato se vio reflejado (en ése momento era como que ya nadie lo necesitaba)
    Interesante leer el punto de vista que lo abraza siendo el victimario, el que es indiferente al otro y llora por éso.

    Me dio bronca que a Joan la dejen pero feliz porque por fin puede desarrollarse como profesional sin depender de nadie que la menoscabe.

    Las expresiones de Elizabeth Moss (Peggy) no tienen precio, desde lo fría, dura, tierna, cómica, fea y linda al mismo tiempo mientras escucha la declaración de Stan.

    El triste final de Betty quizás fue para que se siguiera desarrollando la historia de Sally, una amorosa hermana y mamá para sus hermanos.

    Don por fin encontró la paz con su ommm, luego lavando platos (sí, allí me surgen toda clase de ideas) recordé nuevamente su expresión, la publicidad de Coca Cola a continuación…ésa expresión de felicidad, paz pero también de habérsele ocurrido algo ¡La publicidad la hizo Don! Y por supuesto volvía a convertirse en el rock star que era en un principio con un comercial grandioso. Él no es como los demás publicistas y lo demostró.

    Volveré a ver escenas donde los actores dan cátedra de su profesión y
    Gracias nuevamente por tener un lugar donde compartir mis impresiones.

    • Muchas gracias a ti, Sandra, por leer los análisis y por todos tus comentarios. Me alegra haber proporcionado un lugar para hablar de la serie. Se echa de menos. ¡Un abrazo!

  13. Eres un grande. Gracias a ti logré comprender mejor esta maravillosa serie, que es una verdadera joya en el mundo de la televisión, tan grande que la veo sentándose al lado de Los Soprano a beber una Coca-Cola.
    Te felicito, aunque ya muy tarde, por esos excelentes análisis de las series, me ayudaron mucho a captar las referencias, metáforas, significados y todas esas cosas que hacen a Mad Men tan única. Muchas muchas gracias, hasta siempre.

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