Crítica: Blackhat – Amenaza en la red

Blackhat Chris Hemsworth

Nicholas Hathaway (Chris Hemsworth) es un brillante hacker que cumple condena en una prisión federal por delitos de carácter cibernético a gran escala. Tras un ataque terrorista a una planta nuclear de Hong Kong y la manipulación por parte de un pirata informático del mercado de futuros para causar un aumento en los contratos de la soja, el FBI recurre a Hathaway, el único hombre capaz de descifrar el enrevesado código para dar con la amenaza que se esconde en la red. El convicto llega a un acuerdo con las autoridades para salir de la cárcel y adquirir inmunidad total si la operación de búsqueda y captura del terrorista tiene éxito. Para ello, nuestro héroe (la moralidad de Hathaway nunca se cuestiona, ya que sus delitos sólo dañaron a las grandes empresas y bancos, nunca al ciudadano de a pie) se une al capitán especializado en la guerra digital Chen Dawai, su hermana Lien y los agentes del FBI en Los Ángeles, liderados por Carol Barrett, la omnipresente Viola Davis. La misión, supervisada por los gobiernos chino y estadounidense, llevará a Hathaway en una odisea en la que se verá constantemente amenazado por un peligro invisible y comprobará cómo las nuevas relaciones personales que ha forjado reescriben el código de su futuro.

Este es el argumento de la nueva película de Michael Mann, director que ha demostrado con creces su valía en el thriller de acción gracias a aclamadas cintas como Heat, El dilemaCollateral (su última gran película). Blackhat (a la que no le falta su genérico subtítulo explicativo en español, ese intercambiable Amenaza en la red) es un cíber-thriller clínicamente austero que evita a toda BLACKHAT_Spain_Cartel 68x98cmcosta los grandes aspavientos de las superproducciones de Hollywood, optando por un enfoque más frío y analítico que pone de manifiesto el interés de Mann por mantener el relato anclado a la realidad en todo momento. Blackhat nos habla de la amenaza ciberterrorista intentando siempre que ésta sea percibida como algo real, a pesar de su intangibilidad. El antagonista de Blackhat no es una figura identificable, no es un megalómano con cara al estilo de Jungla de cristal (al menos no hasta el desenlace), es un ente abstracto que representa al enemigo que nos vigila y nos controla sin que seamos conscientes de ello.

Viendo Blackhat salta a la vista que a Mann le apasiona el tema, le fascina ese mal que viaja a través de cables y chips informáticos, y por eso se encarga de darle forma (indefinida) en numerosas e innecesarias secuencias digitales de transición en las que nos adentramos en el universo 2.0. Sin embargo, el buen hacer de Mann como realizador no es suficiente para que el meticulosamente técnico guión del desconocido Morgan Davis Foehl (el de Blackhat es su primer libreto, tras varios proyectos como montador) resulte en una experiencia cinematográfica emocionante, que es lo que debe ser por encima de todo un thriller de estas características. Para sorpresa de nadie, Mann maneja la cámara con un pulso virtuoso, creando una fluidez visual excelente y dominando como pocos los espacios en los que transcurre la acción y los personajes que se mueven en ella. Pero como decía, ni la pericia técnica de Mann salva a la película de caer en el más absoluto de los tedios, causado por la monótona naturaleza procedimental de la historia, la falta de enjundia de los personajes y en última instancia un alargado final (o finales) que acaba aplastando el relato. Es una pena que una coalición de talentos como los de Mann y Hemsworth (siempre lo diré, mucho mejor actor de lo que parece) haya resultado en un film tan anodino y prescindible.

Valoración: ★★

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