Crítica: Snowpiercer (Rompenieves)

Snowpiercer Chris Evans

Tras un fallido experimento científico diseñado para acabar con el calentamiento global, la Tierra se ha convertido en un gran erial blanco sin vida, sumergido en una nueva era glacial. Los últimos seres humanos que quedan en el planeta viven, sobreviven o malviven en el único tren en funcionamiento, el Rompenieves (Snowpiercer), una impresionante máquina de última generación que da la vuelta al mundo sin detenerse y cuyo ciclo de rotación dispone el calendario para sus habitantes. Están segregados en los distintos vagones del tren, organizados para suministrar las necesidades básicas para la vida en un ecosistema artificial; y divididos de manera que la clase explotada sufre hambre y frío en la cola y la clase alta disfruta de una vida de exceso y privilegio en los primeros vagones. Movido por el deseo de conocer los secretos del tren y liberar a los suyos del yugo de la dictadura, Curtis (Chris Evans), se embarcará en una aventura que le llevará de la cola hasta la sala de máquinas del tren.

guia.inddTanto el relato como el imponente acabado visual de Snowpiercer recuerdan al Terry Gilliam de Brazil y 12 monos -aunque el cómic en el que se basa es anterior. Remontándonos aún más en la historia del sci-fi, Joon-ho Bong, aclamado director de The Host y Memories of Murder dispone las capas de la sociedad de clases de manera que su film también evoca necesariamente al mundo de Metrópolis de Fritz Lang, solo que la sociedad de Snowpiercer se estructura de manera horizontal en lugar de vertical. La película propone un fascinante microcosmos sociopolítico condensado y estratificado que Bong levanta a partir del cómic homónimo de Jacques LobJean-Marc Rochette y Benjamin Legrand. Este erige un universo increíblemente rico en detalles, habitado por personajes excéntricos -de los que destaca la divertidísima Mason, una impresionante nueva transformación física de Tilda Swinton-, y cuya inventiva y originalidad es directamente proporcional a las restricciones y trabas que supone una propuesta de estas características.

Quizás puede echársele al film cara una excesiva duración (tengo mucha curiosidad por saber si la versión recortada de los Weinstein suple este problema), que hace que se resienta sobre todo en su excesivamente alargado clímax, y carga la historia de más peso filosófico y melodramático del que puede aguantar. Por muy necesarias que sean todas esas reflexiones trascendentales y existencialistas para dotar de sentido completo a la película, estas acaban lastrando el ritmo, y haciendo que el final parezca no llegar nunca. Algo perdonable en cualquier caso, porque Snowpiercer es una obra magna, increíblemente ambiciosa y arriesgada, un trabajo de orfebrería fantástica cuyos fallos y aciertos la convierten en una película única. A lo largo del tren, vagón a vagón, Snowpiercer nos involucra a base de acción de primera, afiladísima sátira y sorprendente sentido del humor -atención a la secuencia del vagón escuela-, en una apasionante lucha de clases, conduciéndonos en última instancia hacia el declive de la raza humana. No cabe duda, Snowpiercer es ciencia ficción distópica en su forma más perfecta.

Valoración: ★★★★

Un pensamiento en “Crítica: Snowpiercer (Rompenieves)

  1. Da gusto ver cine de ciencia ficción como el de antes, con mucho guión y pocos efectos especiales. A mi todas las películas de Bong Joon-ho me parecen excelentes y Memories of murder una obra maestra.

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