Crítica: Bienvenidos al fin del mundo (The World’s End)

Bienvenidos al fin del mundo The World's End

Bienvenidos al fin del mundo (The World’s End) es la última entrega de la Trilogía del Cornetto, de Edgar Wright (Scott Pilgrim contra el mundo) y Simon Pegg (Star Trek). El tándem británico sacudió el cine de terror en 2004 con la decisiva parodia Z Shaun of the Dead (aquí titulada inexplicablemente Zombies Party). La sucedió en 2007 la parodia del género policíaco Arma fatal (Hot Fuzz). Y para coronar esta saga de películas interconectadas única y aparentemente por un sabor de helado de Cornetto, Wright y Pegg realizan una incursión en la ciencia ficción con una historia apocalíptica de invasiones extraterrestres.

Mucho más próxima a la sensibilidad cómica de Douglas Adams (Guía del autoestopista galáctico) que a la reciente (y fallida) Juerga hasta el fin (This Is the End), Bienvenidos al fin del mundo es la historia de Gary King (Pegg), un cuarentón estancado en su adolescencia que reúne a sus amigos de la infancia para vivir una gran noche en el pequeño pueblo donde crecieron. Mientras los demás han pasado página y llevan grises existencias de adulto, King vive condicionado por un gran asunto pendiente: terminar “La milla de oro”, el recorrido por 12 pubs para beber 12 pintas que no consiguieron completar hace más de veinte años, y cuya última parada es la tasca The World’s End 

Bienvenidos al fin del mundoBienvenidos al fin del mundo funciona casi como un videojuego de acción. Gary y sus “cuatro mosqueteros” avanzan niveles de esta odisea alcohólica enfrentándose a enemigos salidos de Stepford, descubriendo secretos, juntando piezas del puzle y ya de paso reflexionando sobre sus vidas. Mientras el apocalipsis se cierne sobre ellos y el nivel de alcohol en sangre se dispara, la pandilla deja al descubierto heridas del pasado, y entre mamporros y carreras a contrarreloj, intenta cerrarlas.

Wright y Pegg reúnen de nuevo al grupo de alelados y carismáticos intérpretes (a destacar la otra mitad de Pegg, Nick Frost, y la adorable Rosamund Pike) con el que han trabajado en las anteriores películas del Cornetto, y los arrojan a su suerte en el Pueblo de los Malditos. El enfoque British de un género tradicionalmente yanqui proporciona buenos momentos, sobre todo por el contraste de elementos de andar por casa y sci-fi clásico (un requisito indispensable en toda película inglesa de género actual que se precie). Las peleas cuerpo a cuerpo son imaginativas y están brillantemente ejecutadas, y la película destaca cuando se adentra en terreno emotivo (Peter se lamenta de que su bully del instituto no le ha reconocido en una de las mejores escenas de la película). Sin embargo, Bienvenidos al fin del mundo está impedida de principio a fin por un humor más desganado y genérico del que esta panda nos tiene acostumbrados. Las posibilidades que brinda una buena historia como esta son desperdiciadas a favor de chistes y diálogos dolorosamente predecibles (no hay una sola vez en la que no podamos adelantarnos a la resolución de los gags), y el desinspirado desenlace confirma que Wright y Pegg no se han esforzado lo suficiente en despedir la trilogía con un ¡bang!

Valoración: ★★½

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