Mitchell Hurwitz nos prometió la panacea seriéfila universal con la cuarta temporada de Arrested Development. A nosotros realmente no nos hacía falta. Ya teníamos suficiente con volver a ver a la familia Bluth después de siete años sin tener novedades suyas. Pero el creador de una de las sitcoms de culto más aclamadas del siglo XXI se propuso revolucionar el formato serial con una temporada que estaba destinada a dinamitar precisamente eso: lo serial. La cuarta temporada de Arrested Development se estrenó íntegra en Netflix el pasado mes de mayo. Y hasta esta semana yo no la he podido acabar, y mira que le he puesto empeño. No quiero imaginar lo que habría sido verla poniendo en práctica el binge-watching (todos los episodios seguidos). Después de este experimento fallido de Hurwitz, uno no puede sino pensar que para esto habría sido mejor no molestar a los Bluth, ni a nosotros.
No importa que los personajes sigan siendo los mismos, o que los decorados estén recreados al detalle, Arrested Development ha perdido la frescura. Una de las características que definen las tres primeras temporadas de la serie de Hurwitz y Ron Howard es que fue una adelantada a su tiempo, ya que ponía en práctica desde el principio las tendencias que dominarían poco después el panorama de la sitcom. La cuarta temporada nacía con esta misma voluntad, y aunque solo han pasado cuatro meses desde que irrumpió en la red, no cabe duda de que no lo ha conseguido. No ha dejado la impronta que se buscaba. Claro que no se puede negar que Hurwitz ha vuelto a colocarse a la vanguardia del medio, ha sido el primero en arriesgar, representando y auspiciando el gran cambio de la tele de nuestro siglo. Una pena que el resultado final no esté a la altura de estas circunstancias.
Lo que diferencia la nueva Arrested Development de las tres temporadas anteriores es su formato narrativo. Tenemos quince episodios que cuentan los mismos acontecimientos una y otra vez desde la perspectiva de cada uno de los personajes. Así, cada capítulo se centrará en un miembro de la familia Bluth, y las escenas serán una especie de rompecabezas del que no obtendremos todas las piezas hasta el final. En un principio, esto permitiría al espectador ver los episodios en el orden que deseara, promoviendo las sesiones maratonianas y los revisionados múltiples, para vivir al máximo la experiencia AD4. En teoría, la idea sonaba emocionante, estimulante, y sí, incluso revolucionaria. Sin embargo, una vez finalizado el montaje de la temporada, y poco antes de su estreno, Hurwitz disparaba la alarma: los nuevos capítulos no debían verse desordenados bajo ningún concepto y se recomendaba verlos poco a poco, porque al cabo de unos cuantos capítulos seguidos, la comedia dejaba de surtir efecto. Esto no vaticinaba nada bueno. Es más, confirmaba antes de tiempo el estrepitoso fracaso del formato.
Han fallado muchas cosas en la nueva temporada de Arrested Development, y la raíz de todos los problemas ha sido la indisponibilidad del reparto para grabar juntos. Esta es la razón por la que Hurwitz se inventó lo del episodio por personaje. Con el tiempo y la perspectiva que otorga haber aguantado los quince nuevos episodios, podemos concluir que lo del formato revolucionario no fue más que un parche, un señuelo para que no nos fijásemos en lo que estaba ocurriendo. Da igual que se utilicen los mismos ingredientes (dobles sentidos, autorreflexión, giros imposibles, guiños metatextuales, gags recurrentes), si los Bluth no están juntos para mezclarlos como antaño, Arrested Development no funciona.
Y es que no todos los Bluth son capaces de llevar un capítulo por sí solos, haciendo que los primeros resulten soporíferos como poco (si se supera el de George Sr. se supera cualquier cosa). Además, para encajar todos lo acontecimientos en cada uno de ellos, la duración se ha extendido. De los 20 minutos de rigor pasamos a 30 o 35, acercándose algunos peligrosamente a los 40. Y Arrested Development no funciona como una comedia de más de media hora. La gracia consistía en condensar en 20 minutos esa trama esquizoide, acelerada y bipolar. Hurwitz creía necesitar tanto tiempo para poder encajar todo lo que quería contar, y el resultado ha sido una gran cantidad de minutos muertos, lo que revela el fracaso de planificación de la temporada. Y lo peor de todo no es eso. Lo peor es que la gracia se ha esfumado por la ventana de la casa modelo. Una propuesta: ya que a Hurwitz le gusta tanto eso de meter guiños y chistes en la banda sonora, recomiendo remontar la cuarta temporada añadiendo sonidos de grillos entre gags, y ya que estamos, barrillas del Oeste pasando por delante de las escenas.
Otro de los problemas de la temporada es precisamente el montaje. La torpeza con la que están hilvanados los episodios, los continuos errores de raccord, de iluminación, los desastrosos planos-contraplano no serían tan importantes en otra serie, pero en Arrested Development lo cambian todo. El detallismo enfermizo es (era) una de las señas de identidad de la serie, y junto a la gracia, también ha desaparecido.
Pero no todo es un desastre en la cuarta temporada de AD. Uno de los mayores aciertos quizás haya sido el personaje de Rebel Alley, interpretado por una fantástica Isla Fisher que ha dejado a algunos Bluth a la altura del betún, cómicamente hablando. Además, Fisher ha llevado a Ron Howard a dar la cara, cosa que, aunque parezca mentira, no ha estado nada mal. Y bueno, hay que darle la razón a Hurwitz en que los episodios mejoran a medida que se van desvelando más detalles de la trama, y que los chistes también son mejores hacia el final. Así, el último tercio de la temporada tiene los mejores capítulos (los de Tobias, George Michael, Maeby y Buster). Pero no es suficiente. Lo que fallaba desde el principio falla también al final, y no nos quedamos con ganas de más, sino con la sensación de haber asistido al mayor error catódico de 2013, uno para el que ya no hay vuelta de hoja. La única esperanza que nos queda es la película, que de salir adelante (todo indica a que así será), reunirá a los Bluth en la misma sala durante más de un minuto seguido y nos hará olvidar estos 15 episodios para siempre. Y si eso no funciona, habrá que hacerse como sea con uno de los Forget-Me-Nows de Gob Bluth.
Esta cuarta temporada me ha hecho muchísimo daño. Ya desde el primer episodio, esos no eran mis Bluth. No me gustaba lo que les había pasado durante esos años. Únicamente me gusta la evolución de Maeby y algo la de George Michael. Pero sobre todo el problema es lo que dices, la pérdida de ritmo, de gracia,… el visionado ha sido insoportable.
Totalmente en desacuerdo con este artículo.
Creo que, al igual que las tres primeras, la cuarta temporada ha sido una adelantada a su tiempo. Muy incomprendida por la gente que esperaba más de lo mismo, cuando estaba claro que nada iba a volver a ser igual (y más viendo cómo fue el último episodio de la serie original).
En cierto modo es normal. El formato es muy distinto, y el tono es mucho más oscuro (rozando lo trágico en ocasiones) que antes. No obstante, quitando los 4 primeros episodios, bastante por debajo del nivel general de la serie, las carcajadas vuelven a venir una detrás de otra cuando personajes como Tobias Fünke vuelven a entrar en acción. A new start. No tengo nada más que añadir al respecto.
Nos han dado una temporada mucho más introspectiva, algo más dramática y mucho más emocional que las tres anteriores. Menos centrada en acumular gags uno detrás de otro y más en adentrarse a la psicología de los personajes (como pasa con Lindsay y Lucille). Y todo eso, de cara a una futura película.
Recordemos que Mitch Hurwitz no pensaba en estos episodios como en una “Cuarta temporada”, sino en una precuela, un bonus, que nos prepararía argumentalmente para la adaptación cinematográfica de la serie (esta vez sí con el reparto unido de nuevo, solucionando el entuerto que nos proponen en la 4ª).
De todos modos, a mí me ha parecido, a su manera, otra obra maestra. Si bien muy pero que muy alejada de sus inicios a nivel de formato. Podría decirse que es la menos divertida de las cuatro temporadas, pero nos ha regalado gags antológicos como ‘Getaway’, ‘Same’, ‘Fakeblock’ o sobre todo ‘Anustart’. Y el final. Ese final. Boom, boom, boomerang. 10/10.
Y vamos, cualquier fan de ‘Arrested Development’ que se atreva a decir que el segundo episodio de GOB no es de lo más grande que ha parido la televisión en los últimos 10 años es que no tiene alma.
A mi tampoco me gustó la cuarta temporada, no era necesaria
Igual, el formato, de “revolucionario” no tiene nada, la tercera temporada de “The league of gentlemen” es así
Nada, a esperar la peli y que mejore nuestra querida AD
al fin terminé la 4a. t… y estamos a 2017… un error poner los personajes por separado, y episodios tan largos
Me desepciono muchísimo la cuarta temporada, es una verdadera lata ver cada capítulo y lo mucho que repiten y alargan las situaciones al borde del cansancio. Una pena, quede con ganas de más ARD, pero la cuarta temporada no tiene nada que ver con las anteriores.
me gustó la nueva temporada ,ya no son los mismos, pero lo hace atractivo, lo que no me gustó para nada el cambio de actriz del personaje de Lindsay. Y como siempre me gustó y me hizo morir a carcajadas es Tobías fünque .
Yo estoy viendo la 4ta temporada ahora y me resulta muy rara. Es raro pasar capítulos completos sin ver a Michael o George Michael. Tampoco he visto a Maeby mucho. Resulta rara y pesada incluso para durar 22 minutos. Hasta el personaje de Tobias que era de los más graciosos, ya parece teillado…