Community: Año cero

Los fans de Community estamos acostumbrados al miedo. Es justamente lo que conlleva seguir con devoción absoluta e incondicional una serie como esta, en constante peligro de cancelación por su baja audiencia. Pero el miedo al final repentino de la serie no era nada en comparación con el que empezamos a sentir al final de la tercera temporada, cuando la enorme alegría por el anuncio de renovación vino seguida del despido de su creador y showrunner, Dan Harmon. El Harmongate (o Chevygate, o NBCgate, como conté en su momento en esta entrada) ponía trágico punto y final a una era, y la cadena nos advertía de que su nueva etapa estaría condicionada por una política de comedia que demandaba series más accesibles para todo tipo de públicos. Para nosotros, una Community “normalizada” no sería Community. Los fans esperamos meses y meses (el estreno de otoño se pospuso a la midseason) aterrorizados por la posibilidad de que nuestra serie hubiera sido bigbanguizada. Qué sorpresa cuando a su regreso, el pasado 7 de febrero, no nos encontramos con una serie distinta. Pero qué sorpresa aun mayor cuando nos percatamos de que el problema de esta nueva Community no era que fuera otra serie, sino que fuera demasiado Community.

Me explico. En su -loable- intento por no defraudar a los fans tras la marcha de Harmon, los nuevos showrunners y guionistas de la serie se esforzaron al máximo por preservar todo lo que hacía única a la serie. Concretamente las referencias a la cultura popular y su elevadísimo contenido metatextual. Lo que han hecho con los (hasta ahora dos) nuevos episodios es empollarse bien la teoría e intentar plasmarla meticulosamente en el guion y en la pantalla. El resultado, por desgracia, no es más que una imitación de la serie que conocíamos. Una sucesión de diálogos y gags que pertenecen al universo Community, pero no fluyen con la naturalidad de antes. Tanto “History 101” como “Paranormal Parentage” están saturados de chistes meta y homenajes cine-y-teléfilos metidos con calzador. Abed observando la realidad como si fuera una sitcom de risas enlatadas en la que Pierce está interpretado por otro actor; los 7 de Greendale como los Muppet Babies, Troy y Abed disfrazados de Calvin & Hobbes, los personajes observándose una y otra vez a través de pantallas (tan adecuado y significativo para una serie que está tan obsesionada por las personas que la están viendo a ella). Por escrito suena tan bien, tan Community. Pero en la práctica resulta forzado, y frío, como si hubieran aplicado una fórmula matemática para hacer los episodios.

Sin embargo, lo peor de la nueva Community es la decepción que supone ver a estos queridos personajes actuar como marionetas. Pero no sería justo inculpar exclusivamente a los nuevos showrunners. Ya estábamos un poco preocupados por ellos, y muchos problemas de esta nueva temporada son herencia de la anterior. Durante la tercera, los rasgos diferenciadores de cada personaje se estaban magnificando peligrosamente, al borde de la sobresimplificación y la autoparodia en muchas ocasiones. No obstante, estos siete actores siempre lograban contrarrestar los vicios de los guionistas con carisma y corazón. Lo que nos hemos encontrado en la nueva temporada son un puñado de presencias robóticas que repiten sus chascarrillos más icónicos una y otra vez. A lo de Abed ya estábamos acostumbrados, que Shirley y Annie acabarían comunicándose exclusivamente a base de “aaaaawww” se veía venir, pero lo de Britta y Troy me resulta especialmente dramático (reconozco que son mis favoritos). Ambos han quedado reducidos a su mínima expresión (Britta: “Hola, psicología, bla bla, Troy, mirad qué gansa soy, psicología”). Y lo que es peor, ahora son pareja, suponiendo uno de esos casos en los que la tensión sexual no resuelta habría sido mejor no resolverla. La química se ha esfumado. No solo la de ellos dos (qué penosa resultó la escena de la fuente en el primer episodio), sino la de todo el grupo. Es como si Dan Harmon se hubiera llevado consigo el alma de todos sus personajes.

A pesar de todo esto, se hace necesario darles un voto de confianza. Es lo menos que podemos hacer después de tres años increíbles. Quizás una manera de sobrellevar el cambio sea tomarse la cuarta temporada como la primera de una nueva serie que aun anda en busca de su tono. Debemos tener paciencia. Puede que no les dé tiempo a devolver la gloria a Community, pero cabe la posibilidad de que nos dejen despedirnos de una Community de la que nos volvamos a sentir orgullosos. En cualquier caso, por favor, permanezcan en sintonía.

5 pensamientos en “Community: Año cero

  1. Sinceramente no sé por qué viste esos capitulos, lo cierto es que la gran mayoría de los fans tenían la determinación de detestar la serie sin harmon mucho antes de haberlos visto. Resulta que no se “normalizó” la serie, pero ahora es “demasiado community”, bueno, mira, no puede ser la misma serie, hay que aceptarlo de una vez por todas. Pero Harmon no hacía todo el trabajo y las personas que trabajaron con él siguen estando ahí, sigue siendo una serie que vale la pena ver (y antes también tuvo capitulos flojos), en eso hay que pensar en vez de quejarse tanto de la ausencia del loco (querido loco) de harmon.

  2. Vale, te odio porque creo que tienes razón. Pero odio más a Chevy Chase, ese hijo de puta ojalá no vuelva a trabajar en nada en su puta vida y acaba en banca rota (no le deseo la muerte porque sino no sufriría…).
    Con todo, a mi el tango me encantó!!

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