House of Lies: construyendo el hombre Showtime

Ser asesor en gestión de empresas es el oficio más glamuroso que existe, lo sabíais, ¿verdad? Si queréis estar en la cúspide de la pirámide profesional, tener sexo asegurado -que no seguro- a todas horas, en cualquier sitio, y una vida de rock star en lo más alto de su carrera, ya sabéis a lo que os tenéis que dedicar. House of Lies nos cuenta la historia de Marty Kaan (Don Cheadle), un asesor que trabaja para una de las empresas líderes del sector. Junto a su equipo viaja todas las semanas a un lugar de Estados Unidos para salvar a grandes emporios en apuros, diseñando planes estratégicos y buscando soluciones milagrosas para seguir haciendo sangrar la economía del país mientras todos ellos se hacen más y más ricos. Esa es una de las ideas principales de House of Lies. Lo dice Kaan en el último episodio de la temporada: “Welcome to the new economy, America. Where only the richest, meanest and smartest will remain”. Estos asesores se muestran implacables y desprovistos de toda moralidad. Son conscientes de que son los gages del oficio, y están dispuestos a cualquier cosa para ganarse la nómina, y en última instancia, conservar sus competitivos puestos de trabajo. Así se nos presentan los personajes de House of Lies al comienzo de la temporada. Pero las fisuras en sus personalidades no tardan en aparecer.

El equipo de Kaan está compuesto por Clyde (Ben Schwartz), Doug (Josh Lawson) y Jeannie (Kristen Bell). Los dos primeros permanecen como meros alivios cómicos toda la temporada. No hay ni un solo amago de desarrollo en sus personajes, manteniéndose unidimensionales a lo largo de los doce episodios. Sin embargo, desempeñan sus roles con gran eficacia y una química brutal. De hecho, este es uno de los mayores atractivos de House of Lies. La dinámica entre los cuatro protagonistas es fantástica. Desprenden naturalidad por los cuatro costados y logran que sus diálogos parezcan improvisados. Ya sea por el estatus de estrella de culto de Kristen Bell, o porque no hay interés real en los otros dos miembros del equipo de Kaan, es Jeannie el único personaje que obtiene una evolución similar a la del protagonista. A pesar de que habla el mismo idioma que ellos -es decir, que puede ser “uno de los chicos” sin problemas-, el personaje de Bell mantiene una distancia prudencial con respecto a sus compañeros -“I didn’t know consultants had fans” (1.08)-, construyendo así un enigma en torno a su personalidad. A través del secretismo y la neutralidad, Jeannie adopta un papel de superioridad moral del que Kaan no tarda en sospechar. Tras once episodios en los que Bell perfecciona el arte del primer plano, Jeannie salta a la palestra en la season finale y nos da la escena que confirma una vez más el enorme talento de la actriz.

Marty Kaan -cada vez que pronuncia su nombre, me río- se autodefine como terrorista. Y no anda muy desencaminado. El espectador es testigo y cómplice de su progresivo deterioro personal a lo largo de la temporada. Kaan se presenta al comienzo como una persona extremadamente segura de sí misma, un tiburón empresarial dispuesto a todo, pero con el -forzadísimo- carisma necesario para que no lo consideremos “uno de los malos”. A través de la ruptura de la cuarta pared, Kaan nos facilita un glosario para entender lo que ocurre en la serie, un ‘Asesoría para tontos’ que permite que House of Lies experimente en el terreno visual -el protagonista para el tiempo y se pasea por las escenas congeladas. Poco a poco, esta complicidad con el espectador se va convirtiendo en un grito de ayuda desesperado, y el rancio recurso del que hablamos acaba siendo realmente útil: los episodios de House of Lies concluyen con la mirada a cámara de Kaan. Una mirada en la que, conforme avanza la temporada, podemos distinguir más miedo y confusión. Marty Kaan nos está pidiendo que le salvemos de sí mismo. En este sentido, podemos establecer paralelismos entre él y Hank Moody, protagonista de Californication. En ambos casos, estamos ante dos hombres de atractivo innegable -Kaan se ha hecho a sí mismo, lo de Moody es natural-, triunfadores en el aspecto profesional, humanizados por el entorno familiar, imanes para el sexo opuesto -en ambas series, las mujeres son trozos de carne hipersexualizados que pierden el norte por lo que hay en los pantalones de los protagonistas-, y moralmente descarriados. En definitiva, Kaan y Moody son ‘hombres Showtime’. Lo que los diferencia es que mientras Moody es intrínsecamente bueno y son los demás los que le llevan a errar, Kaan es consciente de que es un sociópata y se sabe responsable de sus actos de maldad.

Con un gran sentido del ritmo y el espectáculo, House of Lies lucha encarnizadamente contra el déficit de atención del espectador seriéfilo, ya sea mediante escenas sonrojantes que impiden apartar la mirada -la marca Showtime-, con divertidos diálogos que nos mantienen ocupados intentando entender todo lo que ocurre, o con momentos de sorprendente introspección que van añadiendo capas a la historia. Así, nuestra percepción inicial de la serie cambia a medida que la temporada se desenvuelve. Poco a poco dejamos atrás los estancados aires de procedimental y la incredulidad que provoca la fantástica visión de la profesión que se plantea, y nos vamos entregando a la historia. A pesar de que el sexo pueda distraer de lo que nos pretende contar la serie -lo perturbador se convierte en la norma-, House of Lies consigue explorar con acierto los claroscuros de la mente de estos asesores que se creen más interesantes de lo que son. Y que, sorprendentemente, acaban siendo más interesantes de lo que nosotros creíamos.

4 pensamientos en “House of Lies: construyendo el hombre Showtime

  1. A mi me cuesta horrores ver esta serie, se me hace cansina cansina. Hay episodios en los que me da la sensación de que no se ha avanzado nada y que realmente no hay tramas, sólo diálogos rápidos, desnudos y alguna que otra palabrota, sensación que tengo con muchas series de Showtime, vamos, que a veces creo que provocan por provocar sin un fin concreto.

  2. Yo creo que vi 6 episodios, y la dejé. Yo no veo la calidad por ningún lado. No es mala, pero tampoco buena. Tanto sexo y tanta conversación escatológica me puede, porque son diálogos muy soeces. Habrá quien le guste la temática, pero a mi no me atrae.

  3. Está muy entretenida, a mí la verdad me saca muchas carcajadas porque Don Cheadle es de lo peor en esta serie, no le importa nada más que su negocio pero es muy divertido, a mí me entretiene mucho.

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